11Vida
y obra del Estebanillo González hombre de buen humor compuesta por él mismo
Cargar en España para descargar en Flandes… porque desestimando
los hispanos lo bueno que encierra su patria sólo dan estima a las raterías
extranjeras. Estas son frases de esta novela picaresca, la más completa, acaso
la más ácida y desvergonzada, la de un soldado de los tercios viejos, aunque
siempre procuraba hurtar el cuerpo a las balas alemanas o suecas o haciendo los
más bajos oficios cuarteleros como ranchero o furriel, bien cargada la escopeta
de donaires y estratagemas, pues nos dice que la misión de un soldado es
sobrevivir pero en esta supervivencia afanosa el autor anónimo hijo de un
converso va demasiado lejos criticando la heroicidad de aquellos militares al
servicio del rey.
No cree en el heroísmo del Miles
Gloriossus (su autor debió de ser un clérigo que conocía la obra de Plauto)
el buen Esteban pero se muestra tan ingeniosos en sus salidas que consigue el
perdón de su coronel, del almirante y hasta del verdugo porque formó parte de
la tripulación del maestre Colona y posteriormente en el ejercito del Cardenal
infante. Peinó el viento y fatigó las selvas, navegó todos los mares y combatió
en todas las ciudades de Europa: Milán, Nápoles, Rocroi, Innsbruck, Brujas,
Nimega por más que siempre procurando cobertura en la retaguardia como marmitón
o jefe de cocina en campaña. Su testimonio bufonesco y deformado-una furibunda
diatriba contra los estragos de la guerra- fue recogido por los partidarios de
la leyenda negra. El Estebanillo no es la obra de un motolito.
No era un tonto y parece bien informado aunque, de lo que se
desprende de tanta correría que hacen del protagonista un mílite ubicuo, no
pudo tener los dotes de la bilocación mística. La narrativa da la sensación de
que se metió en batalla y que estuvo en todo los fregados.
Las escenas de su novela parecen copiadas del cuadro de la
Rendición de Breda vista desde la óptica de un pícaro, de un mandria, que fue
machacante de los sargentos del mariscal Espinola ese que pinta Velázquez en la
rendición de Breda.
En todas sus hazañas se
muestra indiferente a la adversidad, taimado, descreído, antisocial o poco
solidario como se dice ahora con las miserias ajenas y las propias, sucio y
desnudo sin demasiada afición a la honra, la riqueza, los amores lo que la sociedad
de su tiempo en tanto aprecio colocaba, resultando el bufón de corte (pudo ser
también el enano de las “Meninas”) un místico con desapego a las cosas del
mundo, profeso de la orden de la desventura y de la Hermana Pobreza por único
dios su propio pellejo, hábil y sutil en el manejo de la lengua, habla en
germanía pero su español es de tal calibre que por lo acendrado del estilo
supera a toda la novelística del genero, el Lazarillo incluido y los libros
menores de Cervantes. No pudo ser testigo de tantas guerras ni metido en tantos
follones por lo que cabe dudar de su afán autobiográfico.
El libro está escrito en primera persona pero ello también
ocurre en el Pedro de Urdemalas atribuido al doctor Laguna. El médico de Carlos
V nunca pudo viajar a Turquía. Recoge la información de centones, habladurías,
lo que se escribía y decía en aquella época. El siglo XVII fue muy hablador.
Aunque gallego de Salvatierra, desprecia a su patria con una
frase que haría a más de uno del BNG llevarse las manos a la cabeza… “antes puto que gallego”… “soy Estebanillo
González y fui niño de las escuelas, gorrón de nominativos y llamador de
molleras. Romero medio tunante, fullero de todas las tretas, aprendiz de guisar
panzas, soto alférez de cien banderas,”.
Se conjetura que su padre, un físico judío que curaba en la
corte de Carlos V, que se retira a Galicia emulando a la del lazarillo hay
pasajes en los cuales la supera, dibujando un cuadro de costumbres de la época
tan maravilloso, trepidante como desenfadado que hacen pensar en una cosa: que
no en vano fue nuestra nación-España contra todos, decía Quevedo- el primer
país del mundo de grato vivir y fácil amar a despecho de las penurias y
congojas de un galleguiño que marcha
a Roma en busca de fortuna y en recorridos por el mundo ejerce todos los
oficios: paje, escudero, estudiante, buhonero, cohén de una coaxca (burdel), monaguillo de un
clérigo y ordenanza de un capitán de los tercios viejos. Es también anónima
aunque publicada casi medio siglo más tarde que la de su modelo.
El autor debió de ser, lo
mismo que el de Lázaro de Tormes, o un cura rebotado a la delincuencia, o un soldado de los del tornillo , esto es, desertores que acaba en galeras sentado
en el duro banco del cómitre junto a los remos, la barriga llena de torreznos y
de frascas del tonel, harto de vino y comiendo tajadas de raya y filetes de
tiburón, en coloquio perpetuo con los atunes pues aquí una de tres o iglesia,
mar, o casa real. Boga, boga, marinerito.
La escuadra castellana era temida en todos los mares. El
protagonista conoció las tres bazas como seminarista en Alcalá, embarcado en la
marina de guerra comandada por antonio de Oquendo el que combatió a los piratas
ingleses que asolaban las costas de Cádiz. En un pueblo de córdoba estando un
capitán de banderas “haciendo gente” después de su naufragio en el Golfo de las
Yeguas vio los fuegos de San Telmo haciéndose soldado de tierra en Arahal. El
cabo o capitán de aquella compañía marchaba para Mastrique pero como de los
arteros se hacen los osados volvió a desertar quedándose en el Potro de Córdoba
de vendedor ambulante. Comió el potaje de frangollo de los cuarteles, compartió
tasajo bacalao y cecina con la chusma de forzados.
Arreó mulas cerriles y cabañiles con los monteros de Sierra
Morena Fue lugarteniente de pobres, mozo de espuelas de un caballero
santiaguista, galán de monjas y flor de conventos a cuyos muros se arrima en
procura de la sopa boba. Lo mejor de la picaresca es lo que tiene de exagerado,
de esperpéntico. No deja de ser más que una deformación literaria de la
realidad como la novela negra o el wertern de invención anglosajona. Lo que
ocurre es que aquí son más realistas y tratan los autores de hacer un poco de
crítica social. La vida se vivía con mayor intensidad por tales fechas.
Esculpe un cuadro brioso de costumbres, un kaleidoscopio de la
vida bajo el reinado de Felipe III y de Felipe IV cuando paradójicamente España
se militariza y la gente viaja de modo constante. El imperio español era aun el
mayor de Europa y no había sobrevenido el declive ue con tanto tesón intentan
adelantar los apasionados de la Leyenda Negra. El hambre y la penuria eran
mayores en Inglaterra, los Nederlands o Francia de donde llegaban todos los
buhoneros de Madrid a vender baratijas y alfileres a la dama boba. Vualá. Pero esos no nos lo cuentan.
España era el país más libre de la Tierra. El verdugo de la Torre de Londres no
paraba de cortar cabezas y en Paris se organizaban a cada poco noches de San
Bartolomé.
Tardaría casi dos siglos
más en ponerse el sol de los Austrias y
en Flandes Apolo calentaba a los hugonotes a conciencia pues para eso allí
estaban los sucesores del Duque de Alba. ¿Quién dijo que España estaba
machacada? Con el cuarto de los Felipes nuestra monarquía alcanza su
glorificación visto a través de la lenta cóncava y convexa de un gallego cara
linda y mucho donaire que decía de sí mismo ser un hijo de puta… pues antes
puto que gallego. Hijo de padre desconocido que debió de ser un cura o un
militar. Desde las orillas de Rivadavia se dirige a las riberas del Betis
atravesando Portugal que seguía siendo español por aquel entonces y nos cuenta
sus aventuras. Debía de gustarle el vino por cierto… “soy un cuba en Sahagún y
en San Martín pellejo, piezgo y odre del de Rivadavia, del de Montilla consuelo
y al de Sacramenia no le hago ascos”.
Se embarca con la flota, se desembarca, es pícaro de costa.
Sube, baja, la acción de la novela es un truculento vaivén que a veces porque
las tretas y añagazas son siempre las mismas y no tan ingeniosas como las de
Lázaro de Tormes aunque cuando engaña a los judíos de Ruana demuestra que no
hay cuña peor que la de la misma madera. El episodio se parece al de los
yangüeses del Quijote y al cervantino daca la cola, asturiano. El Esteban se
hace pasar por el hijo de un portugués quemado por la Inquisición y se presenta
en la sinagoga de Rouen con unos papeles y la redoma en que traía las cenizas
de su progenitor que fue carne de hoguera y hablándoles en su lengua les pidió
ayuda. Todos con el rabí a la cabeza soltaron el trapo y muy compungidos
aflojaron la mosca y le dieron junto con una bolsa de monedas un salvoconducto
para que se presentase ante un “mercadante” de París, pues decía que iba -¿No
serían estas cenizas falsificadas un anticipo de la profecía del Shoah?- camino
de Viena a visitar a deudos suyos y al pasar por Pirineos fue asaltado por unos
ladrones.
Los hebreos se mostraron conmovidos por la historia que les
contara el portugués (toda una patraña) y le pidieron algunos de aquellos
polvos para quedárselas como reliquias de mártir pero él dijo que no les podía
dar mas y ellos bendijeron al peregrino y cantaron la chemá… el dio de Israel te de infinita gloria pues
mereciste corona de mártir.
Con los veinticinco ducados que escotaron aquellos buenos hijos
del profeta Moisés en la faltriquera y una carta de recomendación para el
tratante de París, de su mismo gremio, Estebanillo tomó el olivo orgulloso y
ovante… alegre de haber salido tan bien
del encuentro con aquella gente que siempre engañan y jamás se dejan engañar.
No pudo ser más gloriosa su entrada en Paris con dinero fresco y
la promesa de un empleo… cata Francia,
Montesinos, cata París la ciudad, escucha cantar en ladino a los
mercachifles prófugos de Sefarad.
El que le esperaba entre
grandes reverencias, porque los informes no podían ser mejores, le puso a
vender agujas. Pertenecía la tienda a otro de los expulsados de España que se
llamaba Granados y por lo visto se sabía de coro el romancero y lo contaba por
tierras ajenas para su consuelo de desterrado
con voces tan poco entonadas que resonaban por todo el faubourg de Saint Germain des Prés.
Los parroquianos se preguntaban unos a otros por el nombre del
que cantaba y temiendo no iría a llover se decían:
-Nous aurions de la pluie,
monsieur.
-Ah bon
-Tiens, ils sont içi les
espagnols
-Deja?
-Oui
Luego se fue a ver al embajador de Felipe IV que se llamaba el
Marqués de Miravel, don Antonio Dávila y Zúñiga, gran diplomático supuestamente
de la tribu de Abrahán pero bautizado por lo que alcanzaría preeminencias en la
corte del francés que seguía curando lamparones todavía según nos informa el
protagonista de esta novela
Nos cuenta que en Cazalla
(Sevilla) cada día cogía a un lobo por las orejas y a una zorra por el rabo.
Haciendo alarde de ese menoscabo de las cosas del mundo que
caracteriza al pícaro y al místico (la honra, las riquezas, el nombradío, el
abrigo, la salud) no le da demasiada importancia a que lo tomen por cornudo, en
Constantina tiene a un cabrero por amo el cual no se siente avergonzado de
echarse a cuestas un cabrito de pitones considerables “ a causa de ser el
animalejo de buen tamaño”. En místico este tropo se denomina santa indiferencia
y Sta. Teresa lo explaya en su célebre soneto “Vuestra soy para vos nací”.
Al sexo y eso que dicen el amor no lo tiene en mucha estima
Estebanillo aunque tampoco lo desdeña, si a mano viene. La carencia de
obsesiones carnales y de pasiones [la maté porque era mía] otorga al libro ese
desenfado y donaire que impregna sus páginas, con dosis de senequismo, aguante
ante las adversidades, estoicismo y hasta resignación cristiana, lo cual
tampoco quiere decir que la satisfacción del apetito genésico no fueran en
aquella época tan cabal como en la actualidad.
El gran protagonista de
la novela picaresca son Hambre y
Desnudez. Pues la pereza engendra pobreza y aquellos haraganes no
pegaban golpe. Comer más que holgar era el primer objetivo… “vendí mi hijo de cabra por cuatro reales,
aplaqué el cansancio con ostiones crudos y camaroncitos con lima. Fuime a dormir
a la calle La Galera donde hospedan de ordinario a la gente de mi porte”.
Así entra en Sevilla persignándose pues al andaluz hazle la cruz.
A la mañana siguiente se fue a la Cartuja donde le dan de comer
los hijos de San Bruno habas o frangollos y ración de brandevín (brande wine, brandy o coñac). La verdad es que los
vagamundos de aquellas horas de imperio pudieron comer caliente y huir de los
corchetes acogiéndose a altana en los refitorios y claustros de los monasterios. Demuestra que
era la suerte que corrían aquellos pobres soldados que habiendo expuesto al
tablero sus vidas por favor al rey, en
pago los desdichados recibían no más que desdén y en fatiga pululaban por los caminos y trochas de media
Europa como espectros, licenciados de las levas por mutilación, por deserción o
porque expiró el contrato…
Tocaban caja en esta villa
para ir en corso contra el Inglés…De esta forma- el estilo es muy lacónico y desenvuelto en toda
la obra- se nos narra cómo se apuntó el “héroe” al tercio y se fue a combatir a
los herejes, más que por patriotismo, pues nos asegura que para él la bandera
de Carlos V no era más que una sábana pintada, por la hambruna.
Iba al husmo de las perolas y del rancho del cuartel. Su capitán
era don Pedro de Ulloa En esta primera parte se describen aquellos encuentros
guerreros (autenticas sarracinas) de las guerras de Flandes. En la segunda
parte del libro el autor se muestra menos escéptico, no rezuma su estilo tanta
desfachatez ni tanto donaire. Porque segundas partes y aquí ocurre al revés del
Quijote, nunca fueron buenas. La trama sigue tejiéndose de embustes y fechorías
contadas con no poco despejo y desparpajo.
Hombre de muchos oficios pobre seguro. El pícaro ha de hacer de
tripas corazón y afrontar las intercadencias y caprichos de la fortuna con
longanimidad y entereza. El Estebanillo hombre de buen humor afrontó todos:
soldado de los tercios viejos, marino de cubierta y galeoto, pinche de cocina,
ranchero, barbero, esquilador, aguador, mozo de espuelas, vivandero, paje de un
obispo, cohén o padre de mancebía en Milán, mercachifle de abalorios y
abanillos, capador y buhonero en Barcelona donde estuvo condenado a muerte,
acusado de un crimen que no cometió.
Lo salva de la horca en el último instante la absolutoria del
Cardenal Infante el hermano del rey Felipe IV al que servía Esteban cuando éste
fue enviado a sofocar el levantamiento de los catalanes.
Frente a la noción cristiana de la caridad ferviente y el amor
al prójimo los conversos se desenvuelven en medio de un pesimismo cínico basado
en una relación personal con Jehová sin intermediarios.
Lo cual deriva en el misticismo ortodoxo de santa Teresa, Juan
de la Cruz y Malón de Chaide; y el heterodoxo de Miguel de Molinos o los
erasmistas.
Esto es un ojo en el cielo y otro en el suelo. Ellos coacervaron
el pensamiento mesiánico entre nosotros del catolicismo que surge de Trento
(Ignacio de Loyola, Suarez, la escuela de Salamanca sobre el derecho de gentes,
Las Casas…), uniéndose sin excesivo entusiasmo a la causa imperial pero están
ahí con el Rey con la utopía de un solo dios un solo altar un solo trono y una única Iglesia.
Las grandes novelas picarescas aparte de una crítica al mundo
religioso legado de los godos de los cristianos viejos ofrecen su aspecto
anónimo por haber sido escritas por clérigos por temor a la Inquisición. Pero
están ahí siguiendo las banderas luchando contra Lutero y abriendo las puertas
de un mundo nuevo.
En el capítulo quinto refiere un lance que a mí me ha dado que
pensar bastante sobre las conveniencias e inconveniencias del Holocausto.
Resulta que llega a la ciudad de Rouen el personaje y acude a la sinagoga de
los portugueses. Asegura traer consigo las cenizas milagrosas de unos
antepasados suyos que fueron quemados por la Inquisición. Atribuye a la virtud
de tales reliquias haber salido indemne
de un naufragio cuando navegaban aguas del Estrecho de Gibraltar en medio de
una gran borrasca.
Toda la audiencia de los judíos portugueses se conmueve. “Dios
de Israel te dé infinita gloria pues mereciste corona de mártir” exclama el
rabino al tiempo que le entrega una bolsa con veinte ducados y un salvoconducto
para ir a Paris. Las cenizas de sus abuelos eran falsas. Estebanillo por fuera
se aflige. Por dentro se descojona y afirma:
—Me despedí dellos alegre de haber salido tan bien de gente que
siempre engañan y jamás se dejan engañar.
La apuntación tiene su miga pero resume la creencia de vida del
converso: el engaño y el timo como método para medrar en medio de una sociedad
hostil. Y yo me pregunto: ¿No nos estarán venciendo la burra mal capada con
Internet, la democracia, las redes, los medios de comunicación, los lavados de
cerebro y el monotema obsesivo del Holocausto?
Al Estebanillo lo molieron a golpes sus amos por alguna de sus
bribonadas pero le perdonaron la vida. Él odiaba el derramamiento de sangre
como buen judío. “Jamás quebranté el Quinto mandamiento. El Séptimo no mentir,
muchas veces”. Por eso combate el papanatismo español que hace España sea un
país dulce para extranjeros y agrio y difícil para los nacidos aquí. He aquí
que puede ser, al igual que la iglesia católica, madrastra de sus propios
hijos. Cargar en España para descargar en Flandes fue el significado de las
guerras en los Paises Bajos que dejaron exhaustas nuestras arcas para defender
al Papa.. “Desdeñan los españoles y
tienen en poco lo mucho bueno de su patria mientras beben los vientos por las
baratijas que les llegan allende los Pirineos”. Los buhoneros franceses
venían a Madrid mercando alfileres, abanillos
y abalorios que decían ser de plata. De plata sí de lo que cagó la gata.
Todo esto, sin embargo, lo explico más in extenso en mi libro
“Andrés Laguna autor del Lazarillo de Tormes”
libro último
BUSTOS PARLANTES (una gran novela hija de mis lucubraciones
prohibida la reproducción)
I
VILLEGUILLO UN HIJO DE LA PIEDRA ENTONA SUS LAMENTOS EN SEGOVIA
(introito al libro Hispania Peccatrix que publico en esta bitácora por
entregas)
Yo, Villeguillo, un pobre exarico, heterodoxo y perseguido por
pensar por mi cuenta y por la odiosa manía de cantarle a los poderosos las
cuarenta, he venido a esta ciudad donde me nacieron y escuché entre el primer
alhorre el vagido de los bustos parlantes y de las rubias de bote que cuentan
embustes, chocho morenote, el gran pipote y por ahí de de andar el pyreso que
es pirómano del periodismo de acarreo un tal Jáuregui propalan infamias y dan a
la historia violentos retortijones, para purificarme en las aguas del Rasemir y
del Clamores, dos ríos mierderos que abrazan a la población amurallada ¿Busco
el agua lustral en una cloaca? Estoy lleno de dudas al respecto. Mi vida ha
sido un fracaso pero he sobrevivido a mis naufragios y busco los pecios del
amor del barco de Eros hundido en el proceloso mar de la vida. Suelen darme
yuyos cada cierto tiempo, me emborracho como un zapatero. Una mano me saca de
los lóbregos calabozos de Finsternis. La oscuridad me persigue. El oficio de
tinieblas se alarga demasiado pero Dios es clemente. Luego me arrepiento y
lloro los pecados de mi vida pasada. En uno de mis desconciertos alcohólicos
arruiné mis dos matrimonios. Pero surjo, me levanto como puedo, sacudo las
sandalias del polvo del camino y echo a andar hacia la piscina probática,
arrastrándome por el lodo. Acudo a mi pueblo a restañarme las heridas y a
contar la historia de un amigo que acaba de cometer suicidio. Yo vine al mundo
en la Puerta del Socorro frente al Pinarillo y las cuevas de los eremitas que
hacían penitencia mirando para la airosa catedral, al de la cárcava donde se
alzan los estribos de la barbacana de la muralla que ceñía el busto de la
ciudad pecadora: Segovia peccatrix. Soy un mendigo de la palabra cubierto de
andrajos, mi piel en arumbeles taraceada de discursos democráticos, frascas
barras de bares copas de aguardiente, cantos del urogallo. Ya no beberé más,
apuré el cáliz hasta las heces aunque recuerdo la frase de una novela rusa:
—Dios perdonará, perdonará eternamente a los borrachos
Yo sostengo que un funeral irlandés es más alegre que una boda
inglesa porque ladraba silogismos el bueno de Boecio y Simón Estilita seguía en
lo alto la columna. Días faustos de cerveza, amor y vino y en las esquinas
columnas mingitorias. En una ocasión tuve la dicha y la desvergüenza de mear
desde la torre del Daily Mirror como solía hacer su dueño el gran magnate y
creso israelita Robert Maxwell que no se llamaba así en realidad tenía un
nombre checo muy raro, hizo fortuna vendiendo café instantáneo a las
multitudes. El rey del café nos meaba a todos desde lo alto de la cúpula de St.
Paul, produciendo una riada de tinta impresa a lo largo de Fleet Street,
lanzaba jaculatorias en yidish que decían de los placeres sin pecar mear y
cagar. Había llegado a lo alto a la plenitud del ser pero dicen que murió
asesinado por agentes del Mossad por una deuda que tenía contraída con la venta
de su rotativo que no quería endosar el estado de Israel le cogieron mientras
exoneraba su vejiga en su yate navegando por las Canarias. El rey del chocolate
el rey del porno Hefner Epstein el asaltacunas todos adscritos a la lascivia
del sistema que utiliza como instrumento de dominación la fuerza del engaño, la
extorsión, el chantaje.
II
Como epígrafe del 11S fatídica fecha alguien escribió sobre el
lienzo de muralla que tengo delante de mis ojos y miro desde las cuevas del
pinarillo por donde se pasea el fantasma de la madre Sacramento, reina de la
raza calé, una profecía diabólica: seréis como dioses si prosternadote ante mí
me adorareis. En la piedra angular de la muralla aparece una inscripción que te
hará temblar. Está escrita la palabra alemana Rache (odium et vindex) en latín.
Es la norma y el signo de unos tiempos desalmados en que todo parece boca abajo
y los hombres caminan del revés. Septiembre negro… brancas y opérculos de las
agallas del pez, llevo luto por ti, veo chocar los trenes y se estrellan
aviones contra un rascacielos. ¿Conspiración (Verschwörung)? Yo que sé. Estoy
tan tranquilo en el recibidor de mi domicilio, me acaban de arreglar la
parabólica; vino un técnico… quería cobrarme 510 €, le di 200 y vas que chutas…
democracia de ladrones. Por lo menos me libera Astra de los labrados de cerebro
de radio Macuto el diablo dentro de un micrófono dándonos la vara.
No tengo donde ir, ni oficina ni despacho, ni editorial, ni
nadie. Las mejores sinagogas son las tabernas, los templos fueron profanados,
dispersan los huesos de los difuntos, y hacen autos de fe. Colocan a los huesos
de los santos sobre un mulo yeguato con orejeras y corona y los queman en el
gran enlosado de la catedral global. Ha nacido el IV Reich, Estoy dejado de la
mano de dios aparentemente, pero, fijándose bien, el aserto noto que no es
verdad. Interiormente me siento un elegido. En libertad les hago un corte de
manga a los capitostes mientras contemplo la piedra de la muralla donde se
estampa el devenir de mi pasado, mi presente y mi futuro. Ese sillar romano
frente a la casa donde vine al mundo es mi bola de cristal. Por las ventanas
geminadas se adentra en la visión del Parnaso, pero antes hay que hacer
antesala en el Departamento de Legrado de Memoria. Enséñame las manos. ¿Están
limpias? Te las acabas de pasar por la rabadilla, cochino, y huelen mal; al
menos no hay el estigma de la sangre. No mataste a nadie y no sería por falta
de ganas. En los matacanes de la muralla romana no hay centinelas ya (stelzi)
se han ido a la taberna o están en el cuerpo de guardia jugando a la brisca. El
centurión les observa con sus ojos omniscientes, penetrantes de novelista
virtual. Fue uno de los miembros de la escolta que estuvo en el Monte Calvario.
Le ayudó a Longinos a portar la lanza que traspasó el costado de Nuestro Señor
y eso le dio poderes mágicos. Roma caerá en los brazos de la apostasía. El gran
blasfemo, ese jesuita usurpador que dio el golpe de Estado en Vaticano,
destronando al pontífice legítimo, y dijo llamarse Pancho Culo Magno, hace de
las suyas, labor de zapa, busca la destrucción de nuestras creencias y de
nuestros quereres. Pasará el malsín a la historia más por las dimensiones de
sus posaderas que por sus encíclicas. Es uno de los artífices de la gran
confabulación. No sabía lo que decía el doctor Freud cuando formuló su dictamen
sobre las cartas de san Pablo: que el cristianismo en su caída arrastrará al
judaísmo. El sanedrín lanza piedras contra su tejado. No os iréis de rositas,
cabrones. Quedareis sepultados en vuestras maquinaciones del gran complot.
Están matando la gallina de los huevos de oro. Si este barco se hundiese nos
iríamos todos a pique… Impervidum ferient ruinae. El destino nos golpea.
Contemplo sin descomponer el gesto los muros de la patria mía ▬
Segovia peccatriz ciudad pecadora▬que se están viniendo abajo, un caballo de
Troya, destruidos los adarves, han colocado en la Plaza Mayor antes de Franco y
ahora de los Derechos Humanos el cartel de “se vende”. El verso es de Plauto
cuya poesía yo leí en un libro de viejo que compré en Arévalo porque te digo
para que lo sepa que yo fui regatón o colporteur. Iba y venía con mi furgoneta
cargada de volúmenes y nadie me hacía caso, se reían los palurdos de este pobre
diácono pero nunca me he sentido más profeta que predicando a los peces
analfabetos en la plaza del Arrabal de Arévalo. Mi destino era la venta de
ocasión, un rotundo fracaso como todo lo que tiene que ver con la literatura en
estos momentos. A la plaza del Arrabal y al atrio de las Angustias yo llegue
escapando del mundanal ruido cuando rugía la marabunta en los 90, escupido por
el oleaje de la gran corrupción. La defensa de mi patria y de mi religión me
convirtió en naufrago del sistema. A partir de ahí mi nombre se agregó a la
lista de los innombrables y malditos. Soy un messuge. El gulag democrático
adquirió proporciones gigantescas a partir del año 89 cuando mataron a Ceucescu
y se declaró la guerra en Yugoslavia. El ángel del mal envenena las aguas de los
ríos de Europa. Luché contra la impostura y me convertí en vagabundo sin
suerte, en un forajido de la escritura pues ahí nos las den todas. Mi derrota
contra las fuerzas oscuras sólo fue aparente. Los hechos consumados luego nos
dieron la razón y serán pocos los que me rechisten a no ser que sea Peñalosa
ese cretino de la Inter que se pavonea por las ondas como un urogallo en celo.
La emisora ha sido vendida a los chinos y ese Peñalosa es un apátrida
colombiano, mercenario de los micrófonos que trabajó para el KGB luego se hizo
de la CIA y ahora sirve a los mandarines de Pekín que están comprando mi patria
a cachos. Los amos de la CEE: Juncker, el besucón, Frau Merkel, ama seca de
Europa, siempre de pantalones, Macron el chico de los recados de los Rochild y
toda esa patulea de políticos serviles entrando en la viña del Señor a por
uvas.
En radio Vejestorio echan las habas, sus locutores parlan y
vocean contaminados del hedor de las sentinas mediáticas porque la mentira
habita entre nosotros. Nos toman el pelo, nos lavan el cerebro, nos pasean en
carroza y exponen al ludibrio del mundo.
Gracias a ellos supe que el profeta Moisés era tartamudo,
padecía de disfunción eréctil y su bipolaridad se convirtió en crisis mística,
se tiró al monte le nacieron en la frente dos cuernos como dos llamas, huyó al
Sinaí y bajó los derrumbaderos y recuestos de dicho monte sagrado bajó que
perdí el culo por la cuesta, a mata caballo, por poco él no se esguardamilla y
se hicieron cisco las Tablas de la Ley.
Pudo hacer cacharritos el decálogo, pero esto no lo permitió
Yahvé. Le brotaron dos cuernos radiantes entre las cejas. Cuando el profeta
hablaba al pueblo elegido apuntaban al cielo como dos trazadoras radiantes los
cuernos del elegido de Israel:
—Mirad estos preceptos.
—Es un trágala — clamó una voz
—No. Es el camino de la salvación. Si cumplís estos mandatos,
iréis al cielo. Si, no, al infierno de cabeza.
―Viva la madre que te parió — volvía a clamar la misma voz.
―Era la de una mujer que estaba encinta de siete meses
Supe yo entonces que los diez Mandamientos eran algo más que una
película en la que trabajaban Sofía Loren y Charlton Heston, un matrimonio que
se amaba, amparados por la ley vieja dentro de una tienda en el desierto, donde
el profeta y su concubina estiraban la alcatifa. La Loren lucía bellísima con
sus labios ardientes de napolitana camuesa; sin embargo, tan acarameladas
escenas eran sólo cine de sesión continua. Now I dont go to the movies any
more.
Me di cuenta de que no hay que creer demasiado en las cosas que
nos cuentan. Todo son películas, cuentos sin cuentas y mohatras de zascandiles
de Hollywood. Las ranas siguen croando en las charcas de la mentira y del
pensamiento único que está en todas partes y a todas horas. Pilatos llevaba más
razón que un santo cuando se preguntaba sobre qué cosa sea la verdad delante de
un Cristo al que habían azotado los del Sanedrín y vestido con la túnica blanca
de los locos. Una pregunta a la que no han dado respuesta los autores o, si la
dieron, la interpretan desde un lado parcial y acomodaticio como don Segismundo
Freud el gran profeta de nuestros tiempos.
Si don Alberto Einstein descubrió la desintegración de la
materia, don Segis dividió el alma en parcelas y nos adentró en el mundo
impenetrable del subconsciente. Este judío vienés se la cogía con papel de
fumar. Mascaba tabaco rubio y quillotraba las grandes mentiras o semiverdades
en el celofán del psicoanálisis. Pufaba habanos que eran su fuente de
inspiración. Sólo a la lumbre de sus cigarros de buena vitola de Vuelta Abajo
era capaz de endilgarnos sus concepciones sobre los desvíos del pensamiento y
la psique de nuestra carne mortal. Cuando dejó de fumar se agotó su
inspiración.
El hombre es un mamífero que se mueve por dos cosas en la vida
dentro del reino animal con sus dos primordiales instintos; de alimentarse y
reproducirse. El dinero y la gloria como subalternos o proyecciones de su gran
apetencia genésica a la deriva. El ser humano es un depredador sexual vino a
decir este clínico vienés que odiaba a los rusos y acabó con todos aquellos que
creían en cosas místicas siempre dispuesto a la coyunda. Desconoce los ciclos
de otros brutos para el apareamiento. El hombre y la mujer siempre tienen gana.
Metido en harina de sus tabúes el lector de don Segis apuesta por matar al
padre o moneársela. Que bajo habéis caído, chavales, sois esclavos de las bajas
pasiones pero no os preocupéis ya no es pecado. La homosexualidad a partir de
él cobraría carta de naturaleza porque uno la mete donde puede y donde le
dejan; ya lo decía mi abuelo. Se abrieron pues las puertas carreteras del
libertinaje, las cajoneras de los confesionarios ardieron en enorme pira. Ya no
es pecado.
Preguntaba un quidam:
―¿No será aquí donde dan pol culo?
―No, señor, un poco más alante. Tiene que ir al Registro pero
sólo abren por la mañana de nueve a dos. Allí le darán razón. Si no consigue la
cedula eche la instancia y dirija un oficio al juez Marlasca con el encabezado
de Excelentísimo señor. Él administra el Negociado de los Putos, el furor gay
manda en España. Allí pregunte. El funcionario le hará rellenar una ficha verde
si es usted buharro y roja si es bardaje. Y permítame un consejo, señor: al
entrar en ese despacho se pondrá un mandil en las posaderas o un detentebala a
prueba de cualquier ataque anal porque en esa zahúrda van todos los tíos
desnudos y cantando la canción de “por detrás me gusta más”.
Quedaron un tanto corrido con tales preguntas y respuestas pero
la información es la información y no sabemos en qué mundo vivimos. Las cosas
han cambiado mucho. Freud fue un profeta de los nuevos tiempos audaces cuando
todo es posible: la mariconería, Thomas Mann, Muerte en Venecia, el tribadismo
(Simón de Beauvoir) el parricidio, la rebelión feminista, los servicios
secretos, las logias, el Verschörung, la pederastia, los deseos oníricos, las
cartas de Einstein sobre la masa y la velocidad, Armstong el astronauta que
llegó a la luna. Uno descubrió la desintegración del alma y el otro la materia.
Los dos eran judíos supervivientes del Shoah. Don Alberto nos saca la lengua y
don Segis se fuma un puro. Después de todo Dios no se pone a echar partida con
nosotros ni quiere jugar a los dados. Esas son mohatras y añagazas del clero
romano.
―¿Por qué escribe usted? ¿Para pasar el rato?
―No. Para espantar a mis fantasmas internos y a ver si se me
pasa el hambre, padezco gordura mórbida, me da por comer a cualquier hora.
―Pues habrá que reportarse amigo.
―¿No has oído que hay una virtud que llaman la templanza?
―Sí, pero no es de mi incumbencia yo voy por otro temario aunque
de mozo era bien parecido. Les gustaba a las mujeres. Allá por los 74 tuve una
novia hebrea que se llamaba Diana Percival y hacíamos el amor todas las noches
en la casa donde el Dr. Freud escribía sobre el psicoanálisis. Un mediodía se
acabaron nuestros encuentros y no volvía a verla nunca más. Perduran
evocaciones de aquel barrio que era la aljama de los hebreos pudientes.
Primrose Hill se llamaba
III
Todos desfilan compungidos ante el besamanos y los pésames
duelos y empatías por doquier te acompaño en el sentimiento su cuerpo apareció
yerto entre las peñas al lado de una botella de vino y una caja de pastillas
muerte voluntaria fue el veredicto nadie quiso decir suicidio… ¡Hipócritas!
Prefirió una muerte dulce de alcohol. Nos matan de soledad de olvido de
aburrimiento activan la maquinaria del
ninguneo, enchufan el ventilador de la mierda sacan de las charcas a las ranas
cantarinas y a los sapos y luego llaman a las plañideras y el besamanos se
convierte en poseo.
Importa mucho salir en televisión un segundo de televisión,
siquiera un momento dulce para los ídolos destronados. Todos acuden al arrimo
de los focos desfilan ante el cadáver musitando la manida frase de qué buena
era… grandísimos camándulas brindada en conchas de galápagos un país sin
sentimientos donde todo es fingir. España es un país de ex frailes y de
seminaristas rebotados y de monjas que se enganchan al carro de la política.
Católico y cruel. Es la lucha por la vida todos a trepar por la cucaña y luego
a retreparse en el sillón sobre moqueta dentro de los muros de un edificio con
bandera. Blanca esquiaba la nieve de Siete Picos montañas del alma mirando para
ellas pasó mi infancia como un gacela, ganó medallas y luego se olvidaron
della. Troquel del oro que hicieron oropel. Vivió el ostracismo el despecho el
ingrato olvido fue extranjera en su país. Mira ahora cómo lloran todos estos en
la querencia de un arrimo una donación y todos esos gajes del oficio. Descanse
en paz cuando el olvido aviente sus cenizas sobre las peñas y la nieve del
macizo central. Era una carpetana una mujer cordillera.
Desde el miradero del Pinarejo con la mirada de la carne
contemplaba la torre de la catedral (ebúrnea y misteriosa piedra sin tiempo
capitel redondo dando cobijo a los vanos del campanario) alzándose sobre los
merlones de la muralla y el negro ciprés que besaba con la punta de sus ramas…
el matacán donde estuvo el aula de mi primer colegio y la monja como yo era zurdo
me ataba la mano izquierda a la pata la mesa para que escribiera con la
derecha.
Vi a los soldados de la guardia romana el morrión rematando la
galea en forma de cresta de gallo y escuché las alertas del centinela al relevo
de la primara vigilia. Segovia ciudad amurallada y romana. Cerca de la
plazoleta y el arco del Socorro estaba el bufadero. Los cierzos del invierno
hacían concilio allí y se disputaban con el ábrego y el solano el sombrero de
los viandantes. En lo alto del templo estaba la acrópolis. Cesar Augusto empezó
a recibir culto de idolatría en la ciudad donde yo había nacido. Fue coronado
el emperador dios del Olimpo el año 34 Ad. Era invocado por las congregaciones
populares y su estatua incensada cada tarde por uno de los flámines de turno
que trepaba hasta su imagen por una escalera colocada en medio del Acueducto. A
mi izquierda a los pies de la sacramental de san Andrés estaba el Corral de los
Huesos donde siempre oí yo decir que estaba enterrada gran parte de mi
parentela. El osario de los huesos desapareció a finales del siglo XV por orden
de la inquisición. Tibias y calaveras ardieron en la gran pira, gran almenara
se preparó. Muchos de mis paisanos que le dan a la sinhueso sin ton ni son
hablar por hablar desconocen su historia y ubican la necrópolis hebrea donde no
es. En las cuevas del Pinarillo allí donde el Clamores abraza a la ciudad para
casarse con el Eresma se alojaron ermitaños durante roda la edad media, hacían
penitencia, se flagelaban y lloraban sus pecados frente a la ciudad donde no
podían entrar por haber cometido algún agravio. Segovia pecadora magna
peccatrix. Albergue de putas y de perailes. Cuando yo era niño se alojaban en
aquellas espeluncas tenebrosas familias gitanas. Yo recuerdo a una gitana con
el pelo negro subiendo aguas al Clamores por el Camino Nuevo toda vestida de
luto y en alpargatas también negras como el mandil la cara cubierta de arrugas
y los ojos penetrantes de vidente hasta Santi Espiritu con manojos de romero.
Que ofrecía a los viandantes. Al que no le adquiría un manojito le largaba una
tremebunda maldición:
—Mañana te enterrarán, señorito. Ya oigo el gorigori, caminas
por el mundo con la vela en la mano
A veces la sentencia de la gitana se cumplía y en alguna de las
cien torres de la ciudad tocaban a clamor… Qué miedo Uy.
La Sacramento a los niños de posguerra nos infundía pavor. Al
verla huíamos hasta refugiarnos en el regazo de neutras madres:
—Mamá que viene la gitana Sacramento
Los gitanos habían establecido un aduar en el Pinarillo y aquella
bruja moraba en lo que hoy llaman cementerio hebreo donde se exhibe un rótulo
con la bandera de Israel y se canta la Hativka algunas tardes pero no era un
cementerio sino un eremitorio. Estamos regando fuera del tiesto y cantando
responsos en el sitio que no es. No obstante el kaddish seguirá resonando hasta
el final de los tiempos.
Caminaba la madre Sacramento acompañada de un gato negro y
detrás venía el jefe de la tribu su marido en un caballo lucio. Cuando vendían
toda la cesta regresaban a su guarida pero allí donde aparece hoy día una
lápida con la estrella de David no había camposanto ninguno que ya digo el
verdadero lugar de reposo para mis antecesores que fueron a descansar al seno
de Abrahán se encontraba intramuros cerca del enlosado de la catedral a
espaldas del templo de san Andrés allí donde alguna vez rendimos culto a Erifos
el cabrito que es como se representaba en Grecia a Baco. Se disfraza de cabrito
pero es un lobo feroz. No le hagáis caso, alejaos de la botella.
IV
Duro es el mundo de Sklepos y albacora pero esta mañana de
verano misa de san Agustín mis males lleve después de la avenida que anegó los
campos de Valdemoro me acuerdo de mi amigo Paco fenecido hace doce años como
pasa el tiempo. Umbral era Umbral. Le canto un responso mientras me zampo una
albacora de la primera cosecha de la higuera que planté en el huerto. Chimenea
y huerto soy feliz mientras miro para los muros derruidos de la patria mía
Segovia triunfal el gran cedro del convento de jesuitinas los merlones de la
muralla por donde se asoman los fantasmas de mi pasado todo son pesares y
arrepentimientos. La Virgen del Socorro desde su camarín engastado en la
veranda me mira con ojos maternales e indiferentes extendiendo su manto
protector sobre el barrio judío. Un rabino baja por las escalerillas de san
Roque con los doce panes de la preposición. Una parida lleva las velas de la
purificación; el cantor ante la congregación de san Andrés entona la Shema. En
el océano de las borrascas se precipitaron nuestras ansias y desdenes por causa
de la política. Suben y bajan los espectros (Wraith) el caballista Jurry
cabalga sobre su mejor alazán. Una recién casada alza el velo “huppah” y el
mundo se hace de noche en espera del amanecer de los hijos. La congregación
corea epitalamios… cuando el rey Nimrod al campo salía… yo contemplo desde mi
tabuco toda la estrellería que ilumina el mundo de la edad media cómo era este
barrio antes de 1492. Miriam que acaba de ser desvirgada por Jonás su marido en
la noche de bodas hace un baño ritual (mikveh) se frota sus partes con agua de
lluvia, el sacristán va de acá para allá picando a las puertas de todos los
miembros de la comunidad clamando a voz en grito:
—Nos ha nacido un niño que será rey de Israel.
Cunde en aquel instante la alegría por toda la aljama
Así fue y así será. Me envuelvo en las filacterias del tefillot
bufanda de oración y lloro mis pecados que perdonará siempre Adonai por Yom
Kippur. Portamos los judíos la llama del fuego sagrado libamos de la copa del
dolor y del vino eucaristía. Señor bendice este zumo de la vida fruto de la
labor y de los trabajos del hombre (kidush) amen… amen que este pan y este vino
sean la garantía de nuestra salvación (pikuah nefesh) pues para salvar vidas y
no para destruirla fuimos puestos los judíos. Somos los elegidos del
sufrimiento de la paz y del perdón nos agrada decir shalom. Que esa palabra
esté siempre en nuestros labios amin… amin. Todo es perecedero y extinguible
pero los hombres van de acá para allá en una poriomanía incansable buscando la
tierra prometida, somos trotamundos viajeros peregrinos en esta vida devorados
por los félidos tigres, leones, gatos, alimentados por los solípedos. El mundo
se divide en buenos y malos y en animales de garra y pezuña. Seamos prudentes y
diligentes… Cunctanter… oído al parche y ojo al cristo que es de plata. Tañe el
esquilón y se duermen todos los tordos al sur. S k l e p o s… dura y áspera es
la vida misma… este adjetivo griego es un monograma que vale para definir cómo
es la vida entre españoles envidiosos desalmados indiferentes ladrones y
escoliastas. I am a dangling man. Vivo colgado de una percha subido a lo alto
de una columna como Simón Estilita. Vivo dentro de un arco formero y mi punto
de apoyo es un ladrillo sardinel pero como soy algo escaro y tengo una pierna
más larga que otra y se me hinchan los tobillos, piso mal y me fatigo cuando me
atrevo, audaz, a largas caminata tú me dirás, Rui Blas. Sé manejar el
escardillo y el almocafre
De tanto empinar el codo yo padecía prurito vesical y mis canales
urinarios ardían en el escozor de la ascitis. Por tu uromancia y poliuria yo te
conjuro beberás aguardiente de olivo. Triste destino el del borracho. He sido
un patoso en todas partes, perdí las grandes oportunidades. Nada me salía a
derechas. Un día quise abrir una librería de lance en Canterbury pero el
arzobispo me dijo que no era buena idea. Un pub en Londres sería más rentable,
hijo mío. Los libros no los quiere nadie. El ángel de la muerte que odia la
verdad y el consuelo derramó su copa de acíbar sobre las páginas de los grandes
textos. Quemaron las novelas de los excelsos autores y a la hoguera fueron las
enciclopedias y los grandes tomos de psicología pero en la gran almenara
sobrevivieron los textos mediocres de Julia Navarro esa que ayer parlaba en la
Cope con el Calvo de los Halagos un tal Expósito que no ha soltado aun la
chaquetilla de camarero a ver qué va a ser los señores.
Pues la Julia hija del Yale pare más que una coneja hijos
fornecinos de su imaginación calenturienta, inunda de títulos los booksellers
de los estantes de estaciones y aeropuertos. Es una designada, una elegida.
Ellos los de la mafia político-literaria se hacen la ola unos a otros y el
resultado de la maniobra no puede ser más cretino. Vivimos en un mundo
endogámico yo me lo guiso y yo me lo como. Son los hijos espurios del
franquismo, trasvertidos de Generalísimo (al que por cierto trasladaron ayer de
cementerios los hispanicidas y cristofobos quieren derribar la cruz del valle,
lamentable espectáculo, la ministra de Justicia Loli que había sido puta dio el
sonoro) al revés, toreros de salón americano y cócteles en el Palace. Así que
la hija del Yale rotula una de sus execrables títulos con el predicado "No
matarás" y no se acuerda de que su padre el maldito cojo de las columnas
de "Pueblo" tiró un día en Toledo a su madre por la ventana. Muerte a
los filósofos. Venían con una tea los seguidores de la diosa del fuego Arson
Luminia y la blandían sobre los campos y las torres de las ciudades que se
incendiaban, el fuego arrasaba las plazas y las campanas de todas las villas
tocaban a muerto. Arson Luminia es la compañera de viaje de Finsternis la
deidad del amor oscuro manipula tortillas estériles como Safo. La informática a
la cual di muerte era de aquel gremio. Cave canem. Cuidado con el perro. Ojo a
los mastines. Pululan por doquier. Muchos se han hecho periodistas y
tertulianos o tertulianas melena al viento bellos palmitos hermosos rostros que
esconden el alma negra cuajada de fealdades de mentiras asesinas, la crija o la
verija supurándoles entre las piernas. En el país huele mal. El asno de Balaam
rebuzna por las esquinas. Al gran jefe se le ha puesto cara de trasera del
trolebús... a face like the back of a bus, decía mi querido suegro Mr. Hugh.
Quiero ir a Londres a un cementerio de Dagenham a llevarle crisantemos. Es el
mejor inglés que conocí. Su esposa se llamaba Grafila y tenía un tío por nombre
Harry y por apellido Escolex, abollonado de cara y corto de vista. Al mirarle
yo me daba cuenta de que soy una escolopendra y que mi mente es un ciempiés.
Dares y tomares. El marqués estaba en la sombra la mirada alzada hacia el
horizonte y la espada en su mano pues la necromancia es un arte del demonio.
Mucho se practica en Valladolid. Allí viven españoles de poca sustancia
huéspedes del Gran tornadizo que los inviernos van a la iglesia no por devoción
sino para calentarse en las estufas templos mixtilíneos donde la Virgen se
confunde con diosas de la antigüedad.
La contemplación de Segovia que es la ciudad del mundo que más
se parece a Jerusalén me fascina al tiempo que me causa dolor, porque son casi
lancinantes los recuerdos a causa de estos tiempos compungidos porque cuanto yo
amaba en ella ni es ni está.
En ella yo nací por desgracia bebía agua en la Fuente del Tornadizo.
De niño mis padres quisieron llevarme a Quitapesares un manicomio que estaba en
la carretera de la Granja de San Ildefonso porque observaron rarezas en mi
conducta, siempre tenía ganas de comer, fui un niño gordo maltratado victima
del bullying al que le gustaba la soledad, muy impresionable, que tenía ciertas
manías y una viva imaginación, me sobaba las manos y daba vueltas a los palos
que encontraba en el patio del colegio y jugaba con las ramas de los tilos que
se venían abajo partidas de brisca. Recordaba aquellos tiempos y mis ojos se
extendían hacia la vaguada del Clamores de donde se podía obtener una buena
panorámica de la muralla, dando gracias al altísimo por estar vivo, porque huí
de la cola del león siendo cabeza de ratón, no me enchironaron aunque los
malditos quisieron darme por culo pero yo no me dejé. Detrás estaba la
catedral. Vi un gato negro acicalándose en uno de los merlones de la muralla
romana. Estaba justo delante del tejado de la casa donde yo vine al mundo, San
Valentín 4, la Casa de la Troya, mala señal, tuve miedo. Me habían pasado
muchas desgracias en la vida y en el fulgor eléctrico de la mirada de aquel
michino me hacía pensar en desdichas. Leí en ellos mi sentencia que era sufrir
y padecer de por vida. Lo tenía bien asumido. Aquel felino era el símbolo de la
indiferencia con que me recibía la casa donde yo nací y por los ojos del gato
se asomaba la ventanera de mi madre que me parió primero y luego me maldijo...
no perteneces, no estás en el grupo, no eres de los nuestros. El gato negro da
mala suerte pero mi miedo se trocó en espanto a los pocos días cuando marché a
Galicia a un balneario para recuperar
mi precaria salud me crucé con una meiga que me escrutaba de arriba abajo. Bajé
corriendo por las escaleras del hotel, salí a la calle, corrí despavorido por
una rúa larga jalonada de casas de piedra en cuyas paredes solitarias y
deshabitadas resonaba el eco de los versos de Rosalía. Un coche con matricula
francesa se paró a mi vera. Oiga buen hombre me puede decir donde hay un banco
para cambiar moneda... son las cuatro la tarde de un viernes y las sucursales
bancarias han echado el cierre, mañana es el Día de la Virgen... un extranjero
un hombre muy grande un indio de raza aria asomó su cara espectral por la
ventanilla y en un movimiento rápido me arrebató la billetera que yo llevaba en
el bolso del pecho de la camisa veraniega. Fue un visto y no visto. Cuando me
quise dar cuenta el rumano o lo que fuera había desaparecido. Corrí despavorido
en una búsqueda inútil, alcé la vista y me topé con la mirada espectral de la
meiga que nos estaba observando desde un balcón. Grité: "señora, al
ladrón, al ladrón que me robó". El espectro cerró la ventana de la casa de
piedra y me lanzó su maldición... ainda etoufes, neno. Su mirada era muy
poderosa y quemaba casi con más poder y furia que la del gato negro. Los ojos
de la meiga constelada de sartas y de medallas al cuello eran los ojos del
basilisco. Conjuré mi inquietud aferrando las cuentas de un rosario que siempre
llevo conmigo... Sálvame Virgen del Carmen. Nunca podré olvidar aquel atisbo de
la saludadora galaica que llenó para siempre mi vida de inquietud. En mi
cartera llevaba unos cien euros. En hora menguada pasé por el lugar un día de
agosto cuando España se convierte en cueva de ladrones de peristas carteristas,
violadores y expertos en el arte del latrocinio y del tirón. No es fácil vivir
bajo el yugo férreo de los mangantes. Nuestros políticos reenvían buques de
guerra para recoger emigrantes del Aliyah invasora que cruzan el Mediterráneo
con plegarias a Alá. La cimitarra sarracena se mecerá sobre nuestras cabezas
despues de los versículos al alcorán, tras la alcatifa y el Ramadán, los
sermones del papa Interpuesto ese argentino que a España le hizo tanto mal. Es
la hora de los mangantes. Manda en la calle la apisonadora de la mentira y hay
mucha angustia en los corazones. La tele es una maquina de dar por el culo,
cloaca de inmundicias y zafiedades. Machaca nuestras meninges con consignas,
activa el miedo. Después del incidente de mi encuentro con el rumano que me
robó no tuve más remedio que refugiarme en el ribeiro. Me bebí litro y medio y
me puse coloquial y parlero. En ese estado de euforia yo perdono a todo el
mundo. Cuando subí en el ascensor de mi hotel me miraba en el espejo para saber
si mis ojos estaban brillantes y echaba el aliento en el espejo del elevador
pues todo mi afán era procurar que mi mujer no advirtiese que había libado de
lo mío por el aliento. Advierte el Talmud que la borrachera es cosa de paganos.
En eso no estoy de acuerdo pienso con muchos judíos que el legado de Noé es una
de los grandes cosas de esta vida porque cuando no hay remedio litro y medio.
Si los niños callan hablarán las piedras voz de inocentes que
desdicen las mentiras de los micrófonos las palabras al oído de las planchas
masónicas prometiendo progreso y dejando desolación a su paso. Busco en los
recovecos de mi existencia aquellas corresponsalías en Londres y en Nueva York
fui un elegido de los dioses, un ángel caído en el barro democrático. Hube por
descontado mis maestros y epígonos que abrieron senda antes que yo. Uno de
ellos fue un manchego Eugenio Suarez un falangista hijo de un médico de Daimiel
al que los rojos fusilaron en una cuneta un día de niebla de noviembre a favor
de la oscuridad y de la niebla pudo huir y refugiarse en una alquería donde le
lavaron las heridas y por Somosierra se pasó. Era un joven periodista de
flamante pluma al que sus jefes enviaron como corresponsal a Budapest. Yo fui
el ultimo de aquélla brillante saga el mejor racimo de las parras literarias de
España. A Eugenio le cupo la gloria la gracia y la desgracia de relatar el
holocausto o lo que dicen holocausto que no fue tal sino el resultado de los
dimes y diretes y crueldades de toda la guerra pero el espíritu celeste del mal
se sirve de aquel incidente histórico para acabar con el drama de la pasión del
Señor. Llegó a la ciudad más bella de Europa en un flamante Volkswagen con
escolta de soldados alemanes. Y asistió a la destrucción del bello enclave magiar
que había sido sede de toda la judería europea y donde los judíos habían podido
convivir con los cristianos sin fricciones. Las fortalezas volantes
norteamericanos acabaron con aquella buena relación. Lavalia en la vida valía
muy poco. Por unos pengos podías comprar un salvoconducto, una mujer por una
noche y tres bocadillos de salchichas. Que no me vengan con historia. Yo cerré
la tienda de aquellos próceres del periodismo en Nueva York. Cuando el gran
Filipo blandía puños cerrados en Manhattan y amenazaba con enviarnos a todos a
un campo de concentración o fusilarnos. Tenía como alátere a Maraña que me
insultaba cada vez que podía. El odio rojo les daba vitaminas, pero no eran
moscovitas. Venían criados a los pechos de las principales universidades californianas.
V
Ahora contemplo la magnifica visión amurallada de Segovia desde
la Hontanilla. Me deslumbra el brillo de las piedras, me atenazan los
recuerdos, soy presa de mis remordimientos.
Los mandilones dicen que allí estaba el cementerio hebreo pero
no es así. Hubo un camposanto judío en el Corral de los Huesos en lo que era
hasta hace poco el macelo municipal pero, al dar la vuelta a la tortilla aquí
todo el mundo se declara más papista, que el Papa y más israelita que san
Melquisedeq cuando hasta hace poco nos corrían a gorrazos y ese es un tema en
el cual no quiero entrar porque me exaspera, yo he venido a contar la historia
de mi amigo Manahén Gumersindo Arije que creo que llevaba sangre de los
elegidos por lo menos en un cuarenta por ciento como tantos y tantos españoles,
era cuarterón igual que Franco y Hitler. También nacido por estas veredas en la
que llamaban la Casa de la Troya. Debía de ser algo pariente del gran Tacaño y
se emocionaba cuando leía el Buscón y narraba a sus amigos las aventuras del
Domine Cabra un segoviano típico. Segovia "peccatrix" pecadora y
cicatera. Segovia viene del celta y quiere decir cumbre (via hacia la cumbre
con el otro sufijo) ¡No te jode! Y tan pecadora que aquí no cabe un tonto más.
Le han erigido un monumento a Satanás. Mis paisanos escupen las arras. Nací en
esta ciudad de acarreo, tierra de perailes, urbe condita en rencores, gente del
bronce y de la hoja, y de tusonas, mulas del diablo y barraganas de curas y
frailes. Había un ciprés milenario al otro lado de la muralla que derramaba
parte de su enramada sobre el tejado de nuestra casa. La vida me hizo escéptico
ante ciertas solemnes verdades que se fueron por la posta, pero no soy mala
persona, creo, hasta ahora no maté a nadie, sólo a la archivera que era fea
como un pecado mortal del puño y la rosa. La di el pasaporte por amor a España.
Sólo soy necio e inconsciente, iluso y algo bocazas. Por eso, he venido a
prosternar mis huesos ante el clemente Zeus tronitonante, Señor del Olimpo,
padre de todas las creencias, de todas las religiones, cuyo decálogo en piedra
bajó desde las cumbres del Olimpo: que Corán, el Candelabro y la Cruz se junten
pero todas ellas a los pies del Gólgota Redentor y a la sombra del manto de la
Virgen María.
Lo veo difícil porque la humanidad acostumbra a matarse en
nombre de la divinidad y ahora en el Vaticano están hechos unos zorros con eso
de que obispos y cardenales sodomicen en sacristías y confesionarios a los
niños de coro con todo y eso el pobre Villeguillo, vagabundo segoviano, no
renuncia al legado cristiano— demasiado viejo para cambiar de religión—, sin
perder de vista la tradición y el testimonio de los mártires, que conectaron el
Nuevo Testamento con el Antiguo y el fervoroso politeísmo de los dioses
oscuros. De todos ellos venimos, en todos ellos nos miramos y a través dellos
escuchamos la voz del Criador que es polifónica y habla de mil maneras y en
diferentes tonos a los mortales. Que enmudezcan los púlpitos, bajen su voz los
letrados, tiren al suelo sus mitras y sus báculos episcopales los jerarcas
perversos y alcen la vista a los cielos de donde nos viene el resplandor de un
dios más humanado. Zeus se convirtió en Cristo. Aunque el Rollo de la Ley de
mis mayores nos avisa:
—No derramarás sangre ni semen.
—Bah, eso de la religión es puro convencionalismo — clamaba a
voces el diablo encaramado a lo alto del acueducto, mientras se trataba de
beneficiar a la alcaldesa. A Belcebú le vuelven loco un culo grande y unas
buenas "domingas" por otro nombre tetas. Le gusta tener de donde
tirar y la burgomaestre es un montón de carne.
—Pues si no hay Dios, tú tampoco— le dije yo a Satanás que se
pavoneaba por aquellas fechas de haber dado al traste con la unidad patria.
Me subí a la alcatifa de los Sueños. Que es un transporte barato
y celestial para viajar al presente y al futuro. El pasado es negro. Estuvo
teñido de sangre en esta ciudad pero es así como se construye en el eterno
caminar de la historia. Ahora recuerdo mis tiempos de corresponsal en Londres.
Marché a la ciudad del Támesis con unas pocas libras en un mini de segunda mano
en que cargaba un par de traje seis mudas un abrigo negro y algún libro de
rezos y mi maquina de escribir. Yo era un bohemio. No tuve la suerte de mi
colega antecesor Eugenio Suarez. Su nombre estaba escrito en el cuadro de honor
de la vida y yo no era más que un advenedizo un palurdo de Segovia von sangre
arriera y trajinante. Los dioses me inscribieron extramuros, fuera del circulo
de notables. Sólo Baco algunas veces se apiadaba de mí pero era una piedad
traidora y peligrosa que se esfuma con la espuma de las resacas.
En lo alto del puente romano el Príncipe de la Mentira se estaba
colocando o a lo mejor se estaba haciendo una gallarda el tío guarro. Lo cual
por causa suya España iba de cabeza. Regresaban los fementidos y Youcan (tu
puedes aunque no sepas) no se cortaba la coleta. Había vuelto glorioso a la
palestra, muy ufano tras el permiso de paternidad. Yo cambio los pañales a mis
hijos lactantes y doy el alpiste al pájaro. Pero a España la estás llenando de
alhorre, eres tú y tu señora, la putilla esa que corre con los cartapacios de
apuntes por los pasillos de la Facultad de Políticas, un himno a la desventura.
Pulso de la lira la más sublime cuerda y canto a la mierda. Pues eso, allí donde
están las cloacas del poder.
Es lo que hice toda mi vida caminando a pasos perdidos por las
tabernas y lupanares, brindis a Erifos, honrando a Venus y al tabaco. No soy
digno de colocar sobre mi cabeza el manto de oración y la tánica pretexta de
los flamines, contaminados por el alcohol y la semilla derramada de tantos años
de perdición, pero sobre todo por la sangre: maté a aquella archivera que me
estaba haciendo la vida imposible, sus insultos, risas y escarnios de la Gran
Bollera, y oprobios, sus carcajeo feminoides con la amiga por el teléfono ¿qué
tal andas, chati? Acabaron con mi paciencia pero no seguí las enseñanzas de Job
que nos advierte que el hombre es carne de dolor, nace amontonado con la mierda
y a la mierda vuelve entre estertores. ¿De qué te engríes, Villeguillo? No eres
más que pasto de gusanos.
Pero no te sulfures, ni viertas lágrimas de cocodrilo, recuerda
la paz de esta república que mediante la bondad, la sabiduría y no con los
misiles aplastará la cabeza de la serpiente, colócate el manto de oración sobre
la testa y cíñete al cíngulo de tu sacerdocio, cubre tus cabellos de ceniza y
aguanta el chaparrón, piensa que te has perdido por tu mala cabeza.
Recuerda que tú eres de la casta del ligur Silvinus Crassus, el
capellán de las Vestales. "Sint lumbi vestri praecinti", ataos los
machos para defender la verdad.
—Eso son sólo palabras que de poco nos valen, padre mío. Rezar.
Llorar, suplicar, abajarme escuchar el silencio de los corderos hasta que
rompiera el alba con su esquila de luz de las mañanas. Es lo que hice toda mi
vida pero tengo un mal pronto que me enajena. Mis enemigos tómenme por loco y
por psicópata. Lo malo es que puede que lleven razón. Yo me acuso y lloro ante
el "muro de Lamentos" sobre la piedra basal de este adarve latino en
honor del poeta Juvenal de haber expresado mis dudas sobre muchas cosas en el
bamboleo de mi fe vacilante en una vida con no pocas vueltas y revueltas que no
fue nada circunspecta a causa de incomprensiones, persecuciones y sufrimientos.
El diablo mueve la cola y amenaza con tirarme desde el pináculo
del templo. Con esa precisa idea de expiación he vuelto a la Urbe pecadora a
prosternar mis huesos ante la piedra esculpida cerca del postigo del Consuelo.
El vado del Río Clamores me separaba de un pasado cuajado en arrepentimientos y
congojas y un futuro incierto: Parce mihi Domine, parce mihi. Pago mis culpas y
al darme de cabezadas contra la piedra de Publio Juvenal que debía de ser el
prefecto de la ciudad por mandato de Cesar Augusto, el constructor del
Acueducto de Segovia. La brisa que mecía los pinos me traía fragancias de un
pasado al que viajo con frecuencia en alas de mi imaginación entre sonido de
tambores y flamear de estandartes; desfilan ante mis ojos las cohortes de
manipularios, ferentarios, honderos y la milicia de a caballo que acampaba en
el páramo de San Medel aquel anacoreta que hizo penitencia en las cuevas del
Pinarillo. Invoco a los dioses en mi tarea para que vengan en mi ayuda. Aguardo
respuesta y me entrego a mis plegarias que son un monólogo baldío. De la misma
manera que yo acometo esta tarea de poner negro sobre blanco la historia de la
ascensión y la caída de mi personaje Manahén Arije, un vagabundo que fue por la
vida sin suerte, que se juntó con malas compañías, era un pícaro de siete
suelas como muchos hispanos, al que tocó bregar de lo lindo, engañar siempre y
trepar por la cucaña de la competencia echando rivales abajo. Da paz a mis
muertos, Júpiter, por la intercesión del Crucificado. Otorga tranquilidad a
esta afligida y tornadiza ciudad de que anda, confusa, elevando estatuas al
diablo. Acordaos de mi Aderita y de Auxenia Xeny (el mirlo blanco) la miruella como yo la llamaba cuando era un
bebé. La hija de mi corazón a la cual de
mayor conocí cuando tenía 45 años. Por mi culpa por mi gran culpa.
Rezo la plegaria acostumbrada y hago voto de ofrecer un gallo a
Esculapio. Ave, Cesar. Me dediqué vagar por el recinto amurallado. El gran
cedro del convento de jesuitinas que dio sombra a la infancia lo habían talado
los mancipes dendricidas y poco avisados. Lo malo de estas plegarias es que
constituyen un monólogo. Preguntas sin respuesta y a Villeguillo hombre de
costumbres poco recomendables le parecía que Adonis estaba muy lejos en algún
planeta por ahí perdido constituido en estrella filante.
Rezamos, pedimos, imploramos, hacemos vaticinios, rogamos,
exclamamos, cantamos y como si nada; el dios pone orejas de mercader a las
súplicas. Se desentiende. Zeus mora en otra esfera, nadie sin su permiso
escalará las peñas del Olimpo. O a lo mejor que ese día estaba de mal café o no
se había traído el sonotone. En mi mente el mosaísmo, el islamismo y el
cristianismo se conjugan pero antes de que vinieran las aparecidas y de que el
apóstol desembarcase en Padrón en una patera de piedra los dioses familiares
presidían nuestras vidas y nuestros actos. Dejémonos de biblias en verso Es por
lo que yo vengo a esta ciudad sorrapeando los párrafos de “Ab Urbe condita”,
Tito Livio impávido e imparcial. La piedra de Juvenal era la roca viva de la
cual manaba un raudal de agua brava, las que se despeñaban desde Peñamellera.
Soy un pícaro un filosofo un historiador, no sé lo que soy, pero estoy al tanto
y el que avisa no es traidor, un nomo que se trasmuda y biloca porque para mí
no hay barreras ni de espacio ni de tiempo, soy el ojo de Ra, la mano de Dios,
que todo lo toco y todo lo ve, émulo del Gran Piscator, lucho contra los malos
y aunque a veces haga partija con Belcebú no soy uno de ellos. ¿Doble agente?
En la redoma de don Cleofás, uno y no más todos estamos. Pues Segovia como
Puente Perín, como Barahona, Brañosera en Asturias, Hita en la Alcarria y las
brujas de las peñas encantadas de Cuenca es lugar de hechicerías y
encantamientos. Es plaza que vio coronar con la coroza de la infamia a las
“obispas”. Aquí dieron garrote a mi amigo don Pablos que subió los peldaños del
patíbulo con mucho senequismo y humor negro, rayano en el cachondeo, porque al
jifero le dijo antes de meter el pescuezo en la toza, que a la próxima vez
arreglaran las tablas del cadalso que estaban podridas “porque no todos tienen
mi mismo cuajo”.
Vieronse escenas lúbricas porque el momento de romanos se
convirtió en anfiteatro espectáculo porno de acendrado tialismo porque el de
los pies de Cabra hacía a pelo y a pluma después de cubrir a la alcaldesa por
detrás fueron desfilando los ediles y de los ediles, de los timbaleros, maceros
y ministras de todas ellas hizo ropa vieja con furor de casta inagotable.
Porque lo suyo fue siempre engañar y fornicar.
El padre de la Mentira se estaba trabajando a la alcaldesa en lo
alto del entrecuesto o cacera que por arriba del acueducto. Escuché a una bruja
que decía. Todo te lo daré si te pones de rodilla y me besas el culo:
—Tente que te unto
De su boca desdentada se alzaron las palabras mágicas de un
conjuro. La consigna de aquellas elecciones convocadas por Perico los Palotes
fue “tente que te unto”. La señora Mrs Bald viceministra se quedó entonces en
pelota picada. Por delante el bosque de Bolonia entreverado de castaño y rubio,
diose la vuelta y pudimos con templar un orondo Coramvobis cordobés tan prieto
de carnes como el de la Maja desnuda. Íbamos a elecciones y al pucherazo. Los
borcellares tenían la tranca de la demoscopia en la mano y así no hay quien
pueda, claro. Todos a mascar torreznos de la olla podrida. Se sublevaron los
que no probaban jalufo. Siempre será lo que ellos digan pues tente que te unto.
Amen. Hay me las den todas. Jugar con las cartas marcadas es una añagaza del
sistema electoral que padecemos y ya se sabe: las urnas las carga el diablo. En
los días de comicios graznan los ánsares y vuelan bajo las cornejas. Tente que
te unto. No rebullas que te atizo. Marca el paso como dios manda, has de andar
derecho como una vela y a callar, ojito.
Conjurote sal y cilantro
Por Satanás
Por barrabás
Por san diablo que puede más
Y este bálsamo de Ruibrás
Que esta noche quebraremos el cántaro
Y serás mía
Tente que te unto
Mi coño en tu barba
Debía de ser la bruja maesa, pronunciaron un conjuro y la
alcaidesa y el diablo con el unto de serpol, beleño, cilantro y otras hierbas
mágicas se volvieron transparentes, espíritus puros y empezaron a volar que
parecían aves de mal agüero. Los cielos de Segovia estaban cargados de ominosos
barruntos pues la diablesa no paraba de decir “tente que te unto”.
—Y ahora ¿qué quiere la señora? — exclamó el Amo del Mundo
—Que me batas una buena tortilla francesa
—Date la vuelta, alcaldesa, tente que te unto.
Un grajo infernal al que mandaron bajó de lo alto y sacó los
ojos a la estatua de la Virgen María que posaba en el edículo principal del
Acueducto mirando a poniente desde tiempo inmemorial. Aquel pajarraco hablaba y
yo le escuché pronunciar una homilía maldita:
—Tiremos abajo a la Virgen Pura. Acabemos de una vez con toda la
cristiandad, sus supersticiones y falsías.
Pusieron debajo de la lapida una blasfemia: “en mi coño mando
yo”.
El maligno que contemplaba el atropello encaramado al arco más
alto reía mandíbula batiente, luego empezó a ventoseare, sus discípulos hicieron
lo mismo y todo el infierno estalló en risas y en pedos del Ángel caído.
Durante casi media hora toda la plaza del Azogue olía a rayos. Ji ji ji ja
jaja. Las descargas eran tan profundas, de una violencia tal que los segovianos
compungidos salían a las puertas de sus viviendas, tapándose las narices o
gritando ay madre el fin del mundo. Entonces un cuadrillero de Lucifer el que
se llevaba a la burgomaestra dijo:
—Os pasa por judaizar. Ya sois míos. Sólo míos.
En el azoguejo con tanto gurriato en pelo malo y tanto discurso
los políticos marranos y los falsos obispos no paraban de sermonear, de dar
explicaciones (ocurre siempre en todas las crisis nacionales; las esquinas se
llenan de plañideras compungidas y de hermeneutas que tratan de explicar lo
evidente, estamos todos hasta los mismísimos de tanto parlamento redundante y
dicaz) y lo evidente era que a redropelo de lo que decía la leyenda, la moza
del cántaro perdió la apuesta, el diablo ganó la partida y al poco tiempo.
Villeguillo hizo esa profecía: el acueducto se vendría abajo.
Que otros salmodien y prediquen y yo decía predícame cura predícame fraile por
uno me entra y por otro mesa sale. Yo soy Villeguillo. Los que tiraron a la
Virgen María de su pedestal estaban muy ufanos y sudorosos y entraron un
momento a repostar fuerzas en el mesón Cantimpalos. El mesonero estaba a la
puerta, era un señor gordo y calvo fumando en pipa. Los operarios de la
demolición se pusieron ciegos de tostoncillo y le dieron tantos besos al jarro
que al salir se desparramaron por la Vía de Roma haciendo eses. Adónde irá el
buey que no are. La profanación ya estaba hecha. La cosa no tiene vuelta de
hoja. Afloró en las pupilas y en los corazones un odio de siglos, un deletéreo
afán de venganza: Segovia ha dejado de ser cristiana, chiquitos, se ha
convertido en Aelia Capitolina.
—Pues muy bien
Al pobre Felipe VI El Indeciso, otro rey pasmado, lo quemaron en
efigie, pero como era un enagüillas, asido al miriñaque de su mujer la
asturiana y a las faldas de la griega, la hija de la Federica, no vaya a ser
que metamos la pata hijo — le dijo— no conviene malquistarse con los judíos tú
a lo tuyo y a celebrar todos los años la fiesta del Holocausto. El rey supino
fue quemado también en efigie durante las fallas. Los elegidos no perdonan a
nadie. Nos tienen a los hispanos lucha rabia. Aquí no se salvará ni el
apuntador por más que Jáuregui ya se los esté trabajando para obtener un
salvoconducto. Ya lo dijo Maquiavelo los reyes cobardes y dominados por la
parienta o con complejo de Edipo son despreciables e inútiles para el gobierno
de la república, cuentan con el desdén de sus súbditos. Pero el sexto Felipe
tiene cara de buen chico que no se atreve a dar el pasaporte a los catalanes
que le faltan al respeto y a los estatuarios malditos que quieren quemarlo en
efigie. España a este paso pronto se convertirá en un auto de fe, si nadie pone
remedio, Y el libelático obispo Zapatones había firmado las actas
—Parecéis oro obrizo pero no soy más que oropel, no tenéis
cojones— dijo Ursicinio el Pecoso, un clérigo con malas pulgas que todas las
tardes en la catedral salmodiaba el Oficio— con aires de desafío.
Todos se encogieron de hombros, no hicieron caso de poetas,
profetas y profecías. Allá ellos con sus excesos y demasías. Hay que estar al loro.
Villeguillo, muy triste por aquel espectáculo, volvió grupas y salió de la
ciudad por el puente de Valdevilla que le vio nacer y jugar de niño y por donde
pasaban las legiones del emperador con su estandarte enhiesto y el carnero
mascota de la Séptima Victrix.
La casa y el barrio habían sido arrasada por los vengadores,
aquella colonia era una reliquia del fascismo según proclamaba, rábida por los
micrófonos de Radio Segovia Victoria Cantimploras inflamada de odio al pasado.
Desmelenada e hija de un vencido, gritaba como una Euménide.
—Vuesa merced señora no hará falta que grite tanto.
—Pues sí. Al ver esas casas militares se me revuelven las
tripas.
A Doña Viqui la furiosa tambien se la revolvía a decir de un
urólogo su coño canceroso. Moriría a los pocos meses de decir esto sin
confesión gritando blasfemias,
También profanaron una imagen de Santa Bárbara que alumbraba en
las noches los inviernos. Los judaizantes se habían empleado a fondo en aquella
ciudad. No perdieron el tiempo así que hizo la de Teresa la conversa cuando los
de aquel pueblo la acusaban de tener un lío con su capellán que por cierto era
un santo y poeta eximio que luego subió a los altares y lo bajaron no sé si a
garrotazos llama de amor viva inflamado de amor divino:
—De Segovia ni el polvo las zapatillas.
En aquel instante la santa abulense hizo la lazada y no quiso
volver más a la ciudad de la calumnia como ella la llamaba y es verdad mis
paisanos siempre fueron un poco recontrajodidos.
Todos al santo y a las limosnas, atentos al “tente que te unto”,
consigna de los degenerados de la oclocracia. Aquí lo importante es ir
tirandillo, sumirse en las andaderas del buen rollito.
VI
Retumbaban las voces en el transistor del coche, tenía conectada
a la Cope pero aquellas voces venían del más allá, clara advertencia al llegar
a Segovia de que había traspasado Villeguillo no sólo la barrera del sonido
sino también la del tiempo y el espacio. Iba sonámbulo por los caminos del
pasado y el porvenir; ello formaba parte del don de la ciencia infusa y la
introspección de conciencias que tenía. Se perfilaba sobre el perfil urbano la
torre de la catedral, alta, augusta, inescrutable, la dama de las catedrales,
en platica monumental con la otyra torra que a la Ebúrnea hacía competencia: la
Carchena, cuando de repente empezaron a sonar aquellos gritos desgarradores. El
altavoz del radiocasete del coche subió al más alto volumen a pleno rendimiento
de decibelios, entonces la tierra tembló, vio abrirse una zanja junto a la
carretera del empalme de Revenga con Campamento de Robledo, no me detuve. Pisé
el acelerador muerto de miedo y en la rotonda de Hontoria me topé con una
estantigua, una procesión lúgubre de resucitados. Un fraile fallecido hacía
quinientos años encabezaba el tétrico cortejo. Cantaban responsos, kadishes y
lilailas y pude percibir con disposición armónica y buen concento las estrofas
del Dies Irae. Acordeme entonces de que yo podía estar viviendo pasajes del
Viernes Santo. Las profecías se cumplieron. El tropel de los difuntos avanzaba
con paso firme hacia las campas de Baterías donde en mis tiempos hacían la
instrucción los reclutas y los seminaristas jugaban al fútbol. Me froté los
ojos no fuera a ser que yo mismo estuviese siendo víctima de alucinación. Las
exclamaciones del Salvador en el Calvario eran claras, humanas, no las de un
fantasma. Jesús llamaba a Eloim que en hebreo significa el que Es y no
reclamaba el auxilio de Yahvé que significa El que Está. El que actúa. Eloy
instaura al Padre del Nuevo Testamento mientras que Yahvé representaba a la Ley
Antigua, el dios justiciero. Por eso los judíos en un intento por no caer en la
blasfemia se abstienen de pronunciar el nombre del creador, no lo mientan y
apelan por sinónimos como Adonai (el Poderoso); en virtud de aquellos aullidos
de dolor quedaban preteridas las enseñanzas de Moisés, se abría un tiempo nuevo
y sincretista de comunión con las divinidades oscuras. Seríamos crucificados y
preteridos a causa de la cruz. A los discípulos del Nazareno a unos los echaban
a los leones, otros encontrarían la tumba anónima de la fosa común pero a la
mayor parte entre mofas y escarnios se les pondría a las espaldas el cartel de
"No person". Se los consideraba peores que bestias de carga. Nos
decía nosotros somos los elegidos, vosotros los paganos, los "goim".
Destruiremos vuestras casas, violaremos a vuestras mujeres, fomentaremos aliyás
e invasiones solapadas, vendrán de lejanas a tierras a comeros el pan al albur
de la martingala de los derechos humanos. El Padre Ángel ( morirá del fuego de
San Antón así reaviente como el lagarto de Jaén) convirtió su iglesia de en una
cuadra, en una cohorte de cerdos y en una perrera de gatos, obligando a los
santos a oler mal, era de los que más alzaba los gallos. Y se volvieron lluecas
las gallinas del corral mediático.
Bergoglio se colocó sobre sus argentinas sienes la mitra del
obispo don Opas, era el mandamás de aquel contubernio de anticristos. Mucho
sufriríamos por aquellos días ¡Ay, Señor!
— Vosotros la raza de víboras estáis allanando mi morada,
acabáis con mis creencias, destruís la historia — yo les dije enfurecido por
tales desacatos.
— Nosotros vuestra historia nos las pasamos por los cojones.
Sólo nos importa la Memoria.
— ¿Y qué hay de lo mío? — contesté
Ellos no respondieron. Se fueron cantando al modo de los Rolling
Stones, Mike Jager escupía contra el firmamento a la par que se rascaba los
cojones en plan provocador.
Era un sacerdote de la Ley quien así hablaba de forma soez en
lenguaje de la chusma. Eran chusma, odiaba la excelencia.
A mí me seguían pasando cosas. Por poco se sale de la carretera
mi Renault. Hube de pegar un volantazo. Un mozo de escuadra a la altura del
Puente de Valdevilla me dio el alto. Y me multó 200€ por no llevar un lazo
amarillo en la solapa del parabrisas. Bajé del coche todo indignado y le hablé
en catalán:
— Oiga agente tú no eres quien, yo sólo atiendo a la Guardia
Civil. Además, no me gustan los lazos amarillos, el amarillo es color de la
muerte, ningún actor del teatro se viste de ese color en un estreno, da mala
suerte. Estrellas amarillas la llevaba en Ausschwitz y lazos amarillos las
portaban de emblema en el ojal de la americana los judíos rusos que exigían al
Politburó les permitiese emigrar a Israel y hasta que no acabaron con la Unión
Soviética no se quedaron a gusto. Aparentemente los hebreos se salieron con la suya
y hoy el Estado que preside Bibi es una sucursal del KGB tendiendo puentes con
Putin.
El Torras Chorras, jerifalte catalanista, un Orlando furioso
contra Hispania, no es nada original, copia a los hebreos rusos, manda colocar
en el Nou Camp fotos de Ana Frank y vuelve a trillar la parva del Shoah que es
un gran embuste con miras a crear una religión nueva la del Holocausto el Odio
y la Venganza que sustituya a la del Amor.
— Hablas sin conocimiento de causa
— ¿Cómo, qué? Yo fui corresponsal del Arriba en Budapest, estuve
allí cuando caían los pepinazos de los B-52 y salvé a muchas estrellas
amarillas, los refugié en el sótano de mi propia casa, yo fui periodista de
Franco y telefoneaba todos los días a mi embajador Sanz Briz. En nombre de
Franco salvamos a muchos sin dar un cuarto al pregonero antes de que Simón
Blumental entrase en escena. Nuestro caudillo Franco era de vuestra cuadrilla
pero afortunadamente no era sionista.
— Que te crees tú eso.
Quedó aturdido el agente de la autoridad pues a mí me salió una
vena mayestática que confunde y pasma a los que me contradicen, volvíme
irrefutable y apodíctico.
— Bueno circule — ordenó el mozo de escuadra que a mí en aquel
instante me parecoçp de cuerda, aunque no llevase garfio ni garrote, sus ojos
reflejaban ira y pasmo, yo me volvía a mis pajas y entre mí pensé "este
tío lo mismo que me pega cuatro tiros y me deja seco; en sus ojos se refleja el
furor de los combatientes de Masada" — ahora somos nosotros los que
mandamos en España.
— ¿Vengándose de lo que ocurrió en 1492?
— Eso mismo, pero no quiero perder el tiempo hablando con un
fascista. Venga arranca.
— Yo también soy judío pero de otra tribu diferente a la tuya.
Si yo soy fascista tú eres un nazi sionista que es mucho peor.
El mozo de escuadra se puso de los nervios.
— Calla la boca
— Ni debajo del agua. Para que consigáis que guarde silencio me
tendréis que matar. Soy diacono griego y proclamo mi Evangelio desde el ambón.
La Guardia Civil permanecía oculta en su recinto en forma de
ángulo convexo, aquella sólida guarnición al lado de cuyos muros paseé yo
tantas veces en los días de mi infancia. No vi al cabo puertas ni al centinela
en su garita— la pseudo democracia se convirtió en tiranía pues nos dejó a los
españoles sin defensas conservando a los agentes del orden como cuerpo represor
a las ordenes de un periodismo canalla y desalmado— y el Regimiento de
Artillería en el que sirvió mi padre y yo juré bandera estaba abandonado y sus
dependencias convertidas en albergue de ratas y de vagabundos. España en manos
de los judíos. El contubernio había ganado... de momento.
Dejé el coche aparcado en el Campillo y bajé a pie contando los
arcos del Acueducto atravesé el azoguejo subí las escalerillas del postigo del
Consuelo y callejón adelante contemplé la ventana de mi camarilla justo debajo
de la Torre Aceitera — llamada así porque tiene forma de embudo y es una alcuza
que vigilas las alturas de la ciudad — solemne sombra que nos cobijó el
pasadizo de la torre de los guzmanes, la huerta- ya no estaba el viejo moral
que plantó el penúltimo rey de la dinastía Trastamara. Puertas cerradas,
seminario vacío, lo mismo que el palacio que fue corte del rey Enrique IV. Bajé
por el Salón hacia el convento de Santo Espiritu y avancé por el Camino Nuevo
hasta lo que llamaban el Osario.
Una lápida de cemento armado con consistencia de siglos con una
inscripción en hebreo y la bandera de Israel saludaba al visitante.
Algunas personas oraban el con voz compungida y desalentada
oficio de difuntos cerca de lo que ellos creían enterramientos de sus
antepasados el antiguo cementerio judío pero allí no había tal. Aquel no era el
recinto. Oiga aquí no hay nadie. Aquellas cavernas excavadas en la roca caliza
habían sido habitadas por ermitaños que hacían penitencia frente a las murallas
de Segovia la ciudad pecadora. La vista desde el Clamores era espectacular.
Todo el recinto amurallado recordaba a Jerusalén. La torre de la iglesia de San
Andrés ponía contrapunto a la maciza linterna de la Dama de las Catedrales. A
la izquierda quedaba adelantándose al espolón de la barbacana utilizada durante
la edad media como fortín, luego picadero donde domaba caballos el Jurry, y más
tarde como matadero municipal aunque antes, mucho antes, estuvo allí emplazado
el osario judío. Paz a los muertos de Israel y a los que santificaron Su
Nombre. Elí, Elí, lamma sabactaní. Españoles sois cristianos, clamad no ceséis,
gritad contra los nuevos inquisidores, luchad contra el sanedrín mediático. Yo
estaré con vosotros hasta el fin de los siglos.
VII
Voló a la Ciudad Eterna, quería honrar a los dioses oscuros y
empaparse de divinidad. Propendía por mi inclinación a los misterios órficos a
pronunciar vaticinios y en Roma oyó cantar el gallo muchas veces. Era los
cantos “alectorios” o quiquiriquíes sagrados que alegraban los himnos de los
flamines a los dioses peanes los que se quedaron con nosotros, no esos dioses
de los que nos han hablado y no vimos nunca. El Sinaí permanecía lejos del
Monte Aventino. Había que volver a las viejas costumbres y reencontrarse con
las inefables plegarias. Los dioses otorgan a los mortales dones maravillosos.
Tente que te unto. No te muevas, estate quieto. Yo me hice transparente esto es
un espíritu puro cuerpo de ángel no sujeto a los imperativos de la biología ni
hambre ni sed ni sexo ni actividades excretorias. Podía incluso volar por el
firmamento circunvolar los espacios siderales explorando otros planetas sin
necesidad de esa materia pingüe y grasa con que abadernan el cuerpo las brujas
para volar. La transparencia era capacidad de atravesar las barreras del tiempo
y el espacio, algo así como la explicación concepcionista que da el Astete para
explicar el milagro de la inseminación del Espíritu Santo en el vientre de
María “lo atravesó como un rayo de luz trasluce el cristal sin romperlo y sin
mancharlo”.
Los anales de Tito Livio y la historia romana no guardaban para
mí misterio alguno. Deambulé por la Via Apia, subí las escalinatas del
Capitolio, palpé los brazos y los músculos de los gladiadores y andábatas que
peleaban en el circo. Uno a la sazón muy famoso, Silvinus Crassus el bretón, me
honraba con su amistad y le acompañaba yo con su escolta por las hosterías y
tabernas romanas. Era Silvino un atleta de profundas convicciones religiosas, y
temeroso de Júpiter, como buen celta hombre supersticioso. En su tabuco tenía
lámparas encendidas a los todopoderosas deidades familiares de su tierra: a
Epona diosa de la caballería gala, a Sucellus, Dispater, el dios que golpea con
el mazo, a Cerunnus padre de los bosques al que la imaginería popular
representa colgado de los cuernos de un ciervo (el dios Glenn de los “picti”
escoceses) me sorprendió saber que los galos ya daban culto a la trinidad en el
tríptico de las Matres la triada del padre, la madre y el hijo padre creador
del mundo, hijo baja a la tierra encarnado en el vientre de la diosa Ceres.
Velas encendidas eran la llama perenne a estas omnipotencias incógnitas; como
le preguntara yo al andábata cómo era posible que un gladiador confiase en la
fuerza de los dioses más que en la virtud de sus músculos Silvinus Crassus me
dio esta respuesta:
—Ellos son mi fuerza, Villeguillo. Los dioses me dan impulso
para torcerle la cabeza a un toro en el circo, desjarretar a un tigre, y hacer
correr a los leones. Mañana son las lupercales y yo concurro, vendrás a ver
cómo lucho contra el diablo, amigo.
Prometí acudir sin falta al circo máximo llevando en el bolsillo
un canto que había pasado a manera de talismán por la piedra de Juvenal en la
muralla de Segovia frente a la casa que me vio nacer, pero prioritariamente
estuve contemplando a aquellos seres míticos cuya imagen había estampado un
imaginero cretense amigo del gladiador en un retablo. Europa cabalgaba sobre un
toro monstruoso que arrastraban al aire de cola dos delfines. Minerva
contemplaba al dragón, Jasón jefe de los argonautas escupiendo el vellón
transformado en una vestal. Zeus y Anfión hacían buenas migas en el Olimpo (de
nuevo aflorando el tema trinitario que acoplaron los cristianos a su religión).
Bullerón cabalgaba a lomos de Pegaso el alazán tordo que surcaba el espacio a
galope meneando dos enormes alas que pendían de sus orejas y traspasaba con la
lanza a Quimera, el monstruo fabuloso. San Jorge mató el dragón. Dédalo en su
laberinto encontró a Ícaro que le enseñó a volar. Teseo acabó con la vida del
minotauro. Edipo hacía preguntas a la esfinge. Policlines campeaba en la arena
luchando, desenvainada la espada, con su hermano Atocles, los dos eran hijos de
Edipo.
Completaban el friso las grandes diosas de Roma: Ceres,
Prosperina, Baco y el dios Pan, Tirso con su vara; Ariadna en la confusión del
ovillo, Sátiro que fuerza doncellas en el bosque, Vulcano, Dionisio, Sileno,
Narciso, el Atlas de san Cristobalón que porta el mundo y Neptuno y Favonio
dioses de los violentos y de las aguas. Hebe es la diosa de la juventud. Todas
estas deidades empezaron a parecerme razonables como exponentes de los vicios y
virtudes de la pasión de vivir. Eran divinidades superiores pero con
encarnadura humana. Los retores filosofaban en el foro, dándole vueltas a las
frases y torturando su cabeza, sobre la esencia de las cosas, el origen de la
vida, las propiedades de las plantas. Les contradecían los sofistas. Ni Platón
ni Aristóteles ni Séneca tenían en sus dominios la clave de cuanto nos
envuelve. Del bosque llegaban los alaridos de los scutia, Aeneas Vilicus tenía
la mala costumbre de correr a latigazos por el bosque a sus esclavas. Roma se
divertía con sus juegos seculares. Los 135 días de circo se marcaban en el
calendario (magni joci, juegos magnos) que bien se lo pasaban aquellos antiguos
sin tener televisión ni radio. No eran acosados por los buestos parlantes.
VIII
A Arije me lo encuentro todos los días yendo y viniendo por los
bulevares de la Reina Madre allí donde hay una clínica que fue hospital de
sangre para todos los soldaditos de nuestras guerras africanas. Aparece en
imagen una enfermera de bronce que atiende compasiva a un cabo de infantería,
herido de bala, abierta la sahariana con los ojos turnios, agonizantes. Del
pecho se escapa un chorro de sangre. Mi amigo quedaba conmovido al contemplar
la estatua. Tardes de mayo, dolor de España, horas sin amor. Mesones y
tabernas, algçin bailongo pero ya habían cerrado La Bombilla. Auras de
juventud. Esta zona de la capital me recuerda los tiempos de estudiante, la
parada del F, el autobús que nos llevaba a la facultad, una casa de ladrillo
rojo destruida por los cañones del quince y medio en la del 36. El cobrador era
un gallego rubio uniforme gris como de presidiario y una visera-bonete con un
guarismo de registro, por cima de la visera, picaba con gesto indolente los
pases que eran veinte números desparramados en cada uno de los cuatro ángulos
sobre un cartón blanco. Se sacaban estos itinerarios en la taquilla de la
empresa municipal o en cualquier estanco por un duro. Nos vamos a Orense. Tira,
Manolo. El trolebús arrancaba. No va más. Billetes por favor. Muchos se
colaban. Al gallego le veía yo todos los miércoles al bajar a la clase de prima
cuando tocaba latín con el profesor Mariner, un catalán clásico emblema de la
sabiduría y perfil numismático. A Mariner Bigorra ponle la toga pretexta y te
figurabas estar hablando con Cicerón en el Foro. Su padre y sus dos hermanos
fueron fusilados por los rojos. Era la grandeza, la sabiduría falangista y la
modestia en persona cuando comparecía en el aula vestido de gris y escribiendo
frases lapidarias en el encerado (yo ke tuve en el segundo curso de los
Comunes). Admiraba al Caudillo y este le encargó de la redacción del epígrafe
que corona el frontis del Arco de Triunfo de Moncloa: Armis hic victoribus mens
jugiter victura monumentum hoc… Munificentia regia condita restaurata ab
Hispaniorum duce Aedes sapientiae matritensis florescit in conspectu Dei. Ahí
queda eso; No se puede decir tantas cosas condensadas en tan pocas palabras…
maravillas del hipérbaton. Un letrero que nos saluda glorioso al entrar en
Madrid con las tropas nacionales. Visión de futuro que aparéese en la
actualidad despeado Sánchez volará la cruz y esta magnifica obra de arte. El
epígrafe fue parte de mis ojos al entrar y salir durante muchos años de vida
laboral. Maldito Sánchez el político español que obra al dictado del sanedrín
de Soros. Dios le dé mal galardón.
El cobrador del autobús aparecía sentado en su telonio como un
buda de carne y hueso mirando alegremente para la juventud divino tesoro que
nunca vuelve. Una vez me tocó detrás de una monja concepcionista que arrimaba
el culo arrecachado. Yo, por mi parte, acercaba el material. Hambre sexual de los
sesenta. Mi amigo Molina malignamente me hablaba del placer que suponía a los
milicianos invadir los conventos y forzar a la madre superiora. Muchas daban
gracias al cielo sin importarles mucho ser mártires víctimas de las sacrílegas
turbas. Aquella zona estaba en los límites de la glorieta donde había un cine
grande en que veíamos películas de espías alemanes y un bailongo en los bajos.
Sara Montiel acudía a una famosa cafetería del primer piso y se la veía muchas
tardes mirando por la cristalería del ventanal mostrando sus torneadas rodillas
de rolliza manchega que por aquellos días eran una inducción al pecado mortal.
Estaba cantando el ultimo cuplé y la canción “fumando espero”. Por las noches
en las campas circulaban por los solares del Canalillo mujercillas de virtud
incierta. Este ajetreo ya pasaba en los tiempos de Galdós. Una paja una peseta;
un polvo con goma un duro. Frenética actividad meretriz se condensaba en la
trasera del Gran Hospital cuando los amaneceres sabían a leche condensada. Y es
que Eros y Tanatos son Castor y Póllux subidos al mismo caballo. Compañeros de
viaje. En la mili te daban bromuro y a lo mejor el tiro de un moro a los que
hicimos el sorteo y nos tocó en África.
IX
Él vendrá a separar a los buenos y a los malos. Apacentará a sus
fieles corderos y derramará la sangre de los cabrones y cabritos. Porque Él es
el maestro de Justicia. Pasaron las pascuas nochebuena tranquila y recatada en
el herrén y reanudo yo, Manahén Arije, mis prosas peripatéticas por el bulevar
de Reina Victoria tratando de levigar aquellos recuerdos separando el grano de
la paja de mi juventud esfumada. Todo pasó y el mundo cambia. No tengo asideros
a que agarrarme. He oído las palabras de San Esteban el primer mártir que
exclamaba mirando al firmamento "Satis est vixisse" y así subió a los
cielos que vio abierto- Saulo de Tarso mientras el sanedrín lapidaba al
protomártir tenía el manto de los rabinos y les guardaba la ropa. No deja de
ser difícil creer en estas historias. A los judíos nos gustan las parábolas,
los circunloquios y la retórica. Los viejos de la Inter no creen en esta frase
porque lo único que les preocupa es llegar a los cien años a fuerza de hierbas
cordiales y de visitas a los galenos matasanos. Escuchan con devoción las
recetas del doctor una gragea al desayuno y otro a la cena. Mejor no ir porque
te mira don Manolón y te dice que tienes un cáncer y hay que contestarle "
sea lo que Dios quiera. Viva la gallina con su pepita". Quieren acabar con
los septuagenarios y los padres de la patria. Roban en el banco, les copian las
tarjetas. El latrocinio y la protervia habita entre nosotros. Veo la cara
alargada, de espátula, sus guiños diabólicos, del doctor Muerte que mira para
los pacientes con ojos cancerosos. Andan los pobres viejos solitarios con la
oreja pegada a la radio de la Inter en un furor encaramado angustiados por
tener vida larga. Cimbel y zumbel de las tardes sarcásticas sin amor el cuerpo
doliente huyendo de ladrones y asesinos. Fumando espero, cazador cazado solo a
vueltas con mi conciencia y los recuerdos. Le hago un corte de manga a la red,
me entrego a la oración que es reclamo, expiación, adoración, arrepentimiento y
esperanza. Me gusta la liturgia romana en latín con algo del rito ambrosiano y
muzárabe. En contrapartida la mejor liturgia es la polifónica rusa. Internet me
sirvió de alfombra mágica para ir a la misa de Nochebuena en el Kremlin, que ya
es decir, pero las cosas cambian. Oficiaba el patriarca Cirilo la misa de
pascua.
Tengo fuertes palpitaciones y las negras ideas se apodaran de
mí. Las combato rosario en mano. Hay que poner lastre a los malos pensamientos
pues la imaginación hace burbujas y se tira pedos, remuerde por los desvaríos
de cuando entonces y, según los ascetas, es la loca de la casa.
▬¿Viste el espich que nos largó don Felipe?
▬No me dio la gana. Al verle tan insulso y tan poco espíritu se
me atragantó el turrón. Para mí el único rey que vale es el de la baraja.
Monarquía es una palabra que viene del mono y del monóxido de carbono, viene
del mono y en España siempre tuvimos a los borbones una desgracia simiesca.
Borrón y cuenta nueva.
Crecen los días y suenan por algún rincón del cielo rondas
sanabresas, canciones toresanas, ataruxos galaicos, espantadanzas del paloteo
vasco, cobras catalanas y tamboreadas navarras al son del chistu, juntamente
con tonadas asturianas. Arije tenía una visión muy folklórica de la España que
no era y así le iba. La modernidad no perdona a los románticos. Estaba fuera de
lugar. Le rodeaban las maniobras en la red de la incomunicación digital, la
gente enviando guasaps dándole al dedito a mogollón, tu mente como un vegetal.
Estos tíos se han propuesto lavarnos el cerebro. Todos dicen que el diablo no
canta aunque sabe mover el esqueleto. Dios te libre de las lenguas de dos filos
y de los sermones del padre Ricci, el que destapó la olla de la tapa de los
infiernos y allí vivimos cómo se cocía una reciella de obispos y pontífices
máximos, traían en la mano un libro del Dante. Satanás los pinchaba con un
gario de cuatro dientes en las posaderas. Iban desnudos pero se conocía que no
les había dado tiempo a quitarse la mitra de la cabeza. Sus cabalgadas por las
calderas de Pedro Botero eran un auto lardivo.
▬No puede ser
▬Porque tú lo digas
En el altar mayor de la catedral de Luzbel que es una zahúrda de
Plutón▬ el infierno es una casa de acogida ▬alcancé a ver yo a un mitrado muy
albardado de casullas, roquetes y manipulo, que daba la bienvenida a los
colegas recién llegados con una plática en la cual les decía que estaban en la
casa donde no se come ni se bebe y de donde no se sale nunca. La cueva de los
castigos infernales estaba debajo de una gran acacia que crecía en el bulevar.
Santi de vez en cuando les bajaba un bocadillo con carne de serpiente y cañas
de aceite de ricino ración de patatas bravas envenenadas, arenques y pollas en
vinagre.
Un fraile se sentaba también como la madre lo parió pero
ostentando la tonsura y la cogulla sobre un sillón de nogal aforrado de
guadamecí. Gritaba y se arrancaba todos los pelos de la barba. Decía ay de mí
en la hora que nací. Su cara la estaba pintando el Bosco en uno de sus cuadros.
Junto al departamento episcopal estaba la sección de los periodistas que eran
incontables los que estaban allá pero su número era superado por el de los abogados
y los rábulas espolistas en pelo malo. La leva de políticos era tan larga que
ni te cuento: Trump con su trompa elefantina diciendo que aquella noche era la
navidad y no se iría de picos pardos, la Merkel en minifalda, Michele Obama
moviendo el trasero sandungo, Teresa May una flor de mayo que devoraba
carnicera a los mosquitos del Brexit, Juncker el padre de la masonería europea
tocado de yamulka y enseñando las filacterias de rabino bajo el traje sastre,
Rajoy mirando para el tendido en la silla de don Tancredo fumando espero, Putin
como un zar de la kagebé montando a caballo y disparando misiles, Netanyahu con
cara de sacamantecas, Bergoglio mirando torvo para la costanera y abriendo la
puerta de la iglesia al enemigo. Traidor y mal ostiario, Berlusconi con gesto
burlesco una cohorte de odaliscas en su palacio y no sigo la lista porque la
perversidad infinita se había apoderado de los dirigentes del globo terráqueo.
A las soflamas de los diablos y a los palos respondían los condenados con
frases hechas:
▬Con tanto malvado como hay en el mundo no se coge. Sacadnos de
aquí. Estamos hartos de penar y sufrir.
Al grito de auxilio acudía el infernal demandadero y les daba la
vuelta a la parrilla para que se torrasen un poco más como san Lorenzo. Se
asaban culos, vergas, tetas y coños en el lecho de Procusto.
No había en el infierno aliviaderos pues allí no se come ni se
bebe ni se mea ni se caga, todo es penar y crujir de dientes, y para siempre.
Para siempre. En medio de la algarabía de voces y gritos y blasfemias se
escuchaba el barboteo de las perolas donde cocían sus cuerpos, calderas de pez
y aceite hirviendo. La atmósfera era salobre y sobrecargada de un hedor
mefítico. Los fámulos del Pateta se apresuraban a torturar a los predichos con
esmero y diligencia cumpliendo las órdenes de Lucifer de manera implacable. En
aquella alcaicería del furor los que gritaban fueron sepultados en una montaña
de cal viva:
▬ ¿No estábamos redimidos por la Preciosísima Sangre? ¿No
pedimos confesión en la hora de la muerte? ▬ lloraba un cardenal de la curia el
proxeneta que dio protección a Raspín aquel extremeño que arrimaba las putas al
colegio cardenalicio?
▬Penen los rufianes y tengan su merecido.
A las quejas del purpurado respondió el gran esbirro con un
tizonazo en sus partes pudendas donde tanto duele.
Atollite portas antiquas abran la cancela pero las puertas de
Jerusalén estaban cerradas. La ciudad santa había sido bombardeada por tres
misiles nucleares. Me quedé pasmado ante aquel cuadro de destrucción masiva. Alligieri
Dante me señaló a tres prelados de blanco que la impostura glorificó como
santos y estaban en cambio sumidos en la gehena. Eran Pablo VI, Juan XXIII y
Wojtyla. Aturdido por la gritería y el espanto pasmado de las blasfemias vi
cómo el Santi el mancebo de la tasca Julifer también lo llamaban el Bar la
Puñalada el lugar donde y acudí displicente a la hora del café probo
funcionario de un cuerpo a extinguir por la Constitución bajaba con los
refrescos para refrescar a los sedientos préditos con frascas de vino perronero
que los españoles juramos en Santa Gadea acariciando la pata del Cid Dios que
buen vasallo si hubiese buen señor de nuestras mesnadas. Fuimos traicionados
por Bellido Dolfos y don Opas asomaba la gaita por Punta Umbría; era el
enalgramado que traicionó nuestra estirpe y se acercaba siniestro a los montes
de Peñalara. Alfolí de los vicios y varadero del mar de maldades era aquel
aposento que yo columbraba.
▬¿Qué dices, Etsi?
▬Yo no digo nada. Lo tuyo no tiene solución. Me dejaste abandonada
para irte con otra.
Le dije que había navegado en galeras remando contracorriente
con toda la canalla de un barco que iba a ninguna parte y ahora me esperaba en
aquella tronera porque de seguro que yo también era un malvado al que Queronte
justiciero aguarda. Tras un infierno en vida me esperaba otro en muerte. Es el
fin; me arrojarán a la trena donde no se come ni se bebe ni se caga ni se mea
durante toda una eternidad.
—Sicio. Tengo sed. — exclamé.
Un verdugo mojó mis labios con esponja de vinagre y el Santi
diome a beber un potingue de cerveza calamocha mezclada con zumo de rabo de
culebra.
▬No es justo ▬lamentabase Gumersindo Manahén Arije ▬ que en las
zahúrdas de Plutón nos den carena. Don Francisco de Quevedo el profeta lo había
pronosticado. Él tuvo también como yo esta visión.
Se ha torcido mi destino cual tibia de alcazuz que cruje entre
las mandíbulas del quebrantahuesos. En aquel instante un sacre altanero que se
desbandó vino a posar sobre la copa de uno de los tilos de la avenida, al
instante en que circulaba un 45 de la línea de autobuses urbanos. El vehículo
recibió una gran cagada en el parabrisas mientras los palomos cojos caminaban,
señoriles, recitando plegarias por el bordillo sin hacer caso del buitre que
desde arriba los echaba el ojo.
Ellos a lo suyo a picotear cáscaras de altramuces y pipas que
tiraban las niñeras cortejadas sobre los bancos por militares sin graduación.
Un cabo de la Base Mixta se arrancó con una copla: "La viuda rica que con
un ojo llora y otro repica, la hija recogida y nunca consentida porque del ocio
nace el negocio".
Gumersindo odiaba a las palomas urbanas que echaban a perder las
aceras de la ciudad con sus deyecciones. Bajaban los viandantes saltando entre
las bostas de palomizo y perrizo, porque la población canina igualaba casi en
número a los siete millones de habitantes que tenía Madrid
X
Ante la escena del cabo moribundo de bronce en manos de la
enfermera recordarme he de mis compañeros del tabor de regulares cuando serví a
la patria; aun sabiendo que esto hoy no se lleva Arije se sentía muy ufano de
haber hecho la mili en Regulares y cantar por lo bajini aquello de soldado
estoy de España y estoy en el cuartel contento y orgulloso de haber sentado
plaza en él.
Florence Nightingale habita entre nosotros y si no hubiese sido
por estas enfermeras que son monjas laicas y a su vez matronas y madrinas de
guerra que dieron su vida por España hubieran muerto solos como los perros en
algún blocao de Xauen o de Dar Akoba nuestros queridos soldaditos llenos de
valor. Eso se supone. ¡Bah! no me quiero poner sentimental. Canta la coruja en
la rama del roble. Ya están llamando. Vuelvo sobre mis pasos a desandar lo
andado. Enrollo el cordel y el zumbel de la memoria empieza a moverse sobre el
firme del bulevar. Camino solo ladera abajo con mis pesadumbres. No es que
quiera mucho a los moros. Les comprendo. Son algo testarudos, muy orgullosos.
Respeto sus lilailas pero yo me quedo con los salmos. No va a ser cosa de
cargar las tintas y aljamiarse y renegar de la fe de Cristo como hacen algunos.
Conozco a los musulmanes y ellos creo que me conocen a mí pero
ni tanto ni tan calvo. No lo puedo remediar. Dicen que es un pecado matar en el
nombre de dios pero la biblia es un libro de hazañas bélicas con resabios porno
y yo marcho a rebalgas perseguido por mi sombra por Reina Victoria. Debo
parecer un paracaidista inglés desfilando por Buckingham Palace en la parada
del Trooping of the Colour. El día del santo de la reina que acontece en London
en el bello día de junio. Me dicen los ingleses que, como su Majestad le da que
se las pela al zumo destilado del enebro con gaseosa, no se le acabará el
carrete en mucho tiempo. La reina madre vivió 102 y ella puede que se plante en
los 115. Así que el heredero, al que llaman el Orejas, el que soñaba con
convertirse en tampón higiénico (coño qué metáfora) de doña Camila la mujer del
alabardero, para verla más de cerca, lo tiene claro.
Tengo una gran colección de arabismos que exornan (palabras que
empiezan con el artículo al) nuestros diccionarios pero de niño sobre la
cabecera de mi cama de madera había un cromo de la batalla de Clavijo en el que
el artista pintaba torpemente la figura de Santiago Matamoros alzando su espada
sobre un caballo tordo. Derribados y bajo los cascos del caballo del apóstol
aparecen unos cuantos turbantes pidiendo árnica. Siempre me impresionaron los
rostros desencajados de esos agarenos que el pintor rural quiso que fueran
negros o medio mulatos, de modo que sus pelambres contrastan con las barbas y
melenas de un blondo y triunfal Hijo del Trueno que para eso fue patrón de los
godos durante siglos hasta que llegó la monja andariega, madre de los
conversos. Ya que buen trabajo le costó a Francisco de Quevedo defender su
auspicio castizo de España por San Jacobo dándose de cuchilladas con el de los
cristianos nuevos, que defendían a santa Teresa en el compatronato, y bajarle a
Boanerges de su pedestal glorioso, al grito de Santiago cierra España.
Estábamos trazando rayas en el aire, queríamos arar surcos en la mar. Nos falta
a los españoles voluntad colectiva, por eso somos un país de conversos, desdichados
y a media hacer enchufado a las veleidades de una monja andariega e inquieta
que podía ser precisamente la que me arrimaba las nalgas en el trolebús a mí,
deseando ser traspasada por el rayo místico. Quiero que me penetren. Voglio una
donna.
Apañados y apretujados íbamos aquellos estudiantes sardinas en
lata del futuro. Nos hemos olvidado del caballo blanco de Santiago. Por estos
tesos pululan los curas libidinosos, las monjas que se dan a la fornicación y
ansían ser penetradas por el dardo divino.
Yo por lo menos le prefiero a la Mística Doctora que, según
revelan ciertos documentos, se acostaba con el padre Gracián. Así que aun
entonces ya yo bajaba letra herido por la cuesta de Reina Victoria, sin saber
qué hacer, por dónde tirar, inhalando el humo salutífero de mi cachimba,
fracasado de mujeres, barruntando cielos color mortal y rosa y el odio católico
de los neos, enfrascado en tan tristes pensamientos, acordándome de la Reina
Madre que vivió más de cien años dándole al gintonic. La madre que la parió.
Chinchín. Bríndenos a vuestra salud. La endrina es baya milagrera. Alarga los
años. Es el antídoto contra la lucha de clases. El pan candeal se amasa con la
harina del trigo trujillo. Aquí cada cual propende a llevar el agua a su molino
y dejar seco el de su vecino y habla despacín no nos oya el mío vecin que diz
en la Asturias galana. Do va la mar vayan las ondas. Que allá darás rayo en ca
Tamayo. Conviene esperar a que pase todo esto porque cuando Dios lo quiere,
todos los aires llueven. Mayo mangonero, pon la rueca en el humero. Pedrada
cantada, nunca ganada. El que calla piedras apaña. Piedra sin agua no aguza en
la fragua. A piedra movediza el moho no cobija, y metimos un ratón papal en
nuestro granero y se hizo amo del cillero. Palabra y piedra suelta no tienen
vuelta. Al buen callar llaman Sancho, y entretanto llevaré este canto. Non lu
quieru non lu quiero pero échelo vosté al puchero. Dádivas quebrantan peñas.
Los refranes eran para mi personaje un consuelo y éste en concreto le
retrotraía a Arije a London mientras esperaba a una novia que no fue. Le dijo
que tenía la nariz muy grande. La esperaba en el salón cortinas rojas en la
ventana y un viejo sofá comprado en a almoneda de Fulham Road cerca del campo
de futbol del Chelsea. Se paseaba por la acera de los jardines de Roland la
sombra del fantasma del conde Kelly. Aquel amor lo desbarató la iglesia. Teresa
Calatos le dejó a la puerta de la iglesia, se fue con el cura. Los refranes
desde aquella vez eran el refugio de las decepciones del desamor. Cabe las
mujeres a Arije le fallaban los arrimaderos. Era un aficionado a la
paremiología. El ojo del amo puede que engorde al caballo. Carbón y leña no la
compres cuando hiela. Cuando la Calatos vino a verle al piso en su algorín de
South Kensington nevaba. Apagose el tizón pero todavía no parece el que lo
encendió. Dio la piedra en el canto y mal para el cántaro. De tanto penar y
sufrir yendo a la fuente al pobre Arije el botijo se le quebró y vagaba por las
calles de las ciudades cantando con voz solemne de barítono dedicando versos a
la maritornes del Julifer que le decía que Zamora no se gana en una hora. “Yo
soy casada gilipuertas”.
El Santi se descojonaba. La Leo no le hacía caso pero había una
vinotera al lado, para su consuelo; compraba dos botellas y se las chiscaba
gluglú en un banco del bulevar cerca de la floristería abandonada. El vendedor
de rosas había matado a la mujer y fue a la cárcel. Su chiscón abandonado era
el refugio nocturno de los vagabundos del Este que trampeaban por la avenida.
Que al as de oros no lo juegan bobos. La floristería era una vecera de cerdos
humanoides. Huélgame un poco, mas hilo mi copo. No hay bronce que años tenga
mas de once ni mas lana que saber que no hay mañana. Leña de romero y pan de
panadera la bordonería entera. Chimenea y huerto y un hogar do calentar las
posaderas, el sueño del pícaro y del rufián. Todos vamos a donde dan. Campanas
de mi aldea tilín tilán. Aldeana es la gallina pero comenla en Sevilla y viva
la gallina con su pepita. Dentro de la concha está la perla para quien sepa
verla. Añoso luchador el pino de Formentor. Do no valen cuñas aprovechan uñas.
Guárdate del viento acanalado y del hombre mal barbado que porta en la cara las
siete señas del hideputa (el signo más conspicuo: la barba en parroquias como
el Coletas), al loco y al aire calle. La sangre se hereda y el vicio se apega.
Soplar y sorber juntos no puede ser. Me deslizaba al esconce de la floristería
después de estas subidas y bajadas, ▬cuando perdía el último autobús a causa de
su afición al pimple y no podía regresar a su hogar, así que quedaba a dormir
en la leonera de los vagabundos▬ por los colmados alcohólicos, veía venir a las
marimantas. Los días que atardecía sereno tomaba el 623 y se refugiaba en su
casa, aquel chiscón que había comprado con sus ahorros en Majadahonda. Seguía
escribiendo al dictado de la botella porque para él la escritura era una
purificación una catarsis para un tiempo en el cual la poesía había muerto.
Quien bestia va a Roma de allá bestia torna. En el camino a muchos se les
estropee el botijo, digo la sítula. Luego vienen los grandes pecados capitales
de nuestro pueblo: ira, gula, lujuria, soberbia, homicidios, omecillos, robos,
desfalcos, temeridades, contumelia, bandos, disensiones, mecachis en la mar. Acaso
el proel de los vicios sea la protervia que la soberbia reconcentrada y la
obstinación en el mal son licencias que marchan delante. Mascarón de proa de la
vida nacional. De la cantidad de nuestra dura mater depende el pensamiento. Los
hombres con cabeza pequeña tienen parvo entendimiento. Porque el viento gordo
genera craso intelecto y yo estoy demasiado gordo, padezco de crasitud mórbida.
Así, como los naranjos que portan poca médula y cáscara canteruda, me aflije a
mi la mucha cáscara y escaso pipo, debe de ser porque estoy enfermo del alma.
Mi madre y todas las mujeres que he conocido me lo dijeron “eres parvo,
Gumersindo Arije”. mi amigo Manahén Enalgramado, que es un traidor, no piensa
lo mismo, tú vales mucho, chico, lo que ocurre es que te minusvalora y por eso
echaste tu vida a rodar. A Manahén le gusta dar coba. Aunque el poder
cognoscitivo de las potencias del alma acaso se mayor de lo que se cree. Son
poderosos los mastines con carlanca y olfatean el aire los podencos, eso me
pasa a mí cuando veo a una persona por primera vez que le calo y sé de qué va y
por donde va a salir.
En el Kiss bailaba la bacante Micaela. Había algo divino, un
halo superior en aquella negra. Parecía una sacerdotisa de Venus color ébano
pero el diablo, que siempre anda por Cantillana, movía la lengua y le hacía
pronunciar cosas extrañas en diversas lenguas. Yo salía renovado de aquel
cuchitril de paredes rojas color vino de la calle la Ballesta. En Gran Vía un
argelino me quitó la cartera y anduve tiempos metido en pleitos de la mano de
rábulas vocingleros extorsionistas que querían demostrar que mis ojos grises
eran negros. Este es un mundo ovil con muchos recovecos. En Madrid siempre
cazan ratas al amanecer. El remedio contra esta carrera de ratas son los cuatro
espíritus vitales de los romanos: Tracrix, Retentrix, Conmotrix y Expultrix.
Según Roma, la tribulación aguza la inteligencia y la alegría
hace bajar la guardia a los humanos. Para los talmudistas es un error
imperdonable ir de bueno por el mundo.
Estaba Santi el del Julifer, el bar de la esquina, hecho un
brazo de mar en su telonio despachando cañas de cerveza y mirando de reojo.
Zamora no se ganó en una hora. Qué va a ser... lo de siempre. Ya no vas al
Kiss. Qué es el Kiss preguntó un cliente con pinta de guardia civil franco de
servicio y dijo Santi un puticlú y yo dije ya no me vaga estoy jubilata soy un
cabo pieza al que se le jodio el goniómetro y el Santi que aquel día se había
levantado con el pie torcido se cachondeaba de mí ante el secreta. Además repuse
lo cerraron desde que mataron a Manolo Cantalejano. Creo que fue la mafia rusa
y Santi corroboró:
—Je a éste cualquier día le colocamos las pulseras y lo llevamos
a la comandancia. Lo malo es que tiene las muñecas gordas.
El Santi era un suma y sigue de su hermanan Leonor a la cual le
gustaba faltarme al respeto cuando subía a tomar café de las mañanas del tiempo
que se fue. Por sus interferencias la hubiese dado yo una en los morros pero no
valía la pena. Hay que resistir cuando la gente pide bronca y poner en practica
el consejo de mi abuelo que era de la Benemérita “paso corto, vista larga; ojo
al cristo que es de plata y ojos de halcón diente de lobo y hacerse el bobo”.
Leonor era una verdadera Euménide. Yo me pregunto qué es lo que habré hecho yo
pobre funcionario sin mando en plaza, marinero de tercera para caer mal a la
gente. Debe de ser mi gordura mórbida que les asusta pero de mozo cuando vivía
en London era cenceño, tenía buena facha, me acostaba con mujeres que no eran
de pago, y feliz. En el Kiss una sacerdotisa de Venus echaba las cartas,
dominaba la guija, vaticinaba el porvenir como la mejor veedora de Galicia
aunque ella era andaluza; decían las compañeras que aprendió las artes mágicas
en el Vaticano en su calidad de primera daifa de los cardenales de la curia,
hizo una prognosis terrible de mi condición psicológica y sexual:
— Tú tienes madera de asesino en serie.
— ¿Quién yo?
—Sí, tú. No te hagas el longuis
—¿Por qué?
▬Buscas el trato torpe con mujeres públicas. Eres algo seductor
y encantador de serpientes pero insensible al dolor ajeno. Hundes tus fauces en
el légamo del egoísmo. Tienes los pies planos y me da que eres algo impotente.
Esto de la impotencia de don Juvenal fue corroborado por el sanabrés que poseía
buen ojo clínico para tales alicientes
El camarero sanabrés pronunciaba su diagnóstico de manera
contundente. Seguramente había leído a Freud. No. Eso imposible: Santi era de
los que jamás han leído un libro. Esos españoles que pertenecen a un país en el
que menos se lee y más se publica. Vanidad de vanidades. Me quedé de un aire.
Ser gordo en España y atiborrarse de lecturas, mala cosa. Pero nunca pondréis,
malditos, bozal al buey que trilla. La Leo nos miraba desde el alguarín de sus
premisas una cocina de metro cuadrado, verdadero banderín de enganche de potas
y perolas, donde fregoteaba con sorna y empezó a decir sandeces y blasfemias
contra mí. Y yo no cesaba de decir para mi camisa santo dios por qué le caeré
tan mal a la gente. Arije, espabila. No merece perder el tiempo hablando con
esta gente. Juvenal, que jugaba al tute con los jubilados, me guiñó un ojo
desde el taburete donde echaba la partida:
— Calma no hagas caso a esa bruja.
Pese a las impertinencias y humillaciones, estaba yo allí todos
los días a la hora el cafetín. Me atraía el abismo. Templanza. Moderación.
Circunspección y voto de silencio. Todo menos darla un par de hostias. No te
pierdas, Gumersindo. Y por más que me proponía alcanzar tales virtudes jamás lo
conseguía. A lo mejor el Santi llevaba razón: yo, arrastrado de mis malas
inclinaciones, podía liarla parda hasta el punto de convertirme en un asesino
en serie. No me gustaba mirar los telediarios porque me daban ganas de vomitar
y después matar a ZP. A la rubia de bote el chocho morenote esa lozana andaluza
que pronuncia encendidos discursos simulando la verborrea de los delegados de
curso de la Facultad de Económicas y presidía un gobierno de corruptos y de
puteros yo también me la cargaba. Mi país estaba envenenado por la política que
torna a los hombres tristes y rencorosos Por las noches se me acercaban los
vampiros y creía entrar a bueyes volando por mi dormitorio. Alguien soltaba el
buho que revoloteaba por la camarilla. Graznaba la lechuza en una rama del
árbol de la sabiduría. Me convertí por esta causa difunto de taberna y entraba
desesperado en la barra del Julifer (acrónimo de Julito y Fernando no vayan a
pensar ustedes otra cosa pues eran los dos socios que montaron el chiringuito)
para que la Leonor me escupiese exabruptos y su hermano me preguntase con un
aire místico si me pasaba por el Kiss. Templanza. Moderación, restricción,
recato. No hagas caso, Arije. Lanzaba la peonza. El zumbel de mi vida daba
vuelta y vueltas. Se desplazaba en círculo y la mecha se le iba diluyendo hasta
que sonaba el cimbel del convento de las Clarisas a la hora de vísperas. El
impulso cinético concluido, el trompo quedaba tendido panza arriba como el
cadáver de un ahogado sobre el enlosado del bulevar. Así que cimbel y zumbel es
lo que soy ya digo. No había matado a mi mujer pero no sería por falta de ganas
sino porque ya iba para mayor y me fallaban las fuerzas. Las daifas del Kiss
también se reían de mí. Lo mejor en esta vida no es el amor mercenario sino
compartir el secreto de la botella de Erifos. Vaya usted por la sombra y no se
le ocurra escalar algunas de las brancas del crecal que es árbol sagrado. Que
hay moros en la costa y centinelas apostados entre los merlones y almenas de la
muralla de Niebla que es la más importante de Andalus. Con que ya me dirás
Ruibrás. El zumbel tornaba movido por la fuerza centrifuga de la cuerda a
compás de los tiempos de la gran zurra. Había que ahogar las crisis de fe en la
caneca de aguardiente y reírse de la opulencia de las cosas nuevas de las
gentes que van en el metro mirando para la consola de su móvil y meneando con
agilidad el dedito de la comunicación virtual que se mide en baremos de
incomunicación física. Suena el cimbelillo de las monjas que llevan a las masas
a la fantasmagoría de las redes que son las nuevas arpías de los capiteles
románicos donde todo está dicho y augurado. Se nos aparecen los monstruos de
dos cabezas y la mona que se muestra impúdica ostentando la gran vagina de la
mandorla mística. Lo que iba a pasar en los tiempos venideros ya lo sabían los
constructores de catedrales del siglo XII. Las iglesias estaban vacías pero las
santas pobres mujeres seguían acudiendo a la novena. ¿Quién murió? El niño de
la Exuperia.
▬¿A causa de la tos ferina?
▬Paez que sí
Llevaba el féretro un carro tirado por un tronco de corceles
blancos y a Arije que caminaba detrás del cura portando la cruz alzada y
cantando el entierrillo aquellos caballos le parecieron que iban trotando por
los cielos nuncios del Apocalipsis.
Mientras tanto, los narcopoetas escanciaban yámbicos blancos y
las poetisas se llamaban poetas desde que se popularizaron los versos
perroneros de Gloria Fuertes que era bollera. Alzaron el pendón del orgullo
vaginal. rNo somos poetisas que nos llamen poetas. Hay que ver estos de la
involución feminista en qué tonterías se fijan llevadas por su odio al macho y
sus deseos de aniquilar la vida. Yo quise entonces cambiar el mundo mediante la
palabra pero no pudo ser. Mis parientes ponían oídos de mercader o se mofaban
de mis súplicas. En España escribir es un vicio y yo no era más que una pobre
flor de jara, un hijo de la lluvia. El arcipreste Julito y el padre Eguillor
que se torra en los infiernos ya me lo habían dicho:
▬Arije, tú nunca entrarás n el paraíso. Mala suerte, chaval. Te
salió el esteatoma. Y un zaratán en los pies es para las ocasiones. Creciste en
un mundo sin amor.
A pesar de todo fui por el mundo anunciando nuevas y contando
cosas, navegando por mares de envidia y mediocridad. No entendían mi lenguaje
por yo empleaba los subjuntivos y la consecutio temporum latina y ellos,
pagados de si mismos, se creían los reyes del mango pegados a la alcachofa, y
al micrófono rebuznador, verdaderos “maqueraux” de los portavoces profanadores
del lenguaje de la comunicación, butanitismo informativo, cabrones con pintas.
Mi tío Hans murió en Stalingrado y monta guardia en las estrellas. En noches de
desolación nos comunicamos utilizando un télex particular que me conecta con la
ultratumba. Escucho los tambores que anunciaron la desolación. Siento piedad
por tío Hans y todos los que cayeron en aquel terrible mes de enero e 1943.
Nuestro futuro se derrumbó entonces y vamos muchos dando tumbos por el mundo.
Sin embargo llegaría un día de venganza. La mentira no puede durar mil años.
Los serviolas de proa anuncian una noche larga en la mar. Surgen sombras a
popa. Caminarás sobre el áspid y el basilisco, romperás los eslabones de las
cadenas que te ataron. La nieve y la escarcha (Imbert et nix) pasarán pero no
mi palabra. El Señor que es buen marinero de altura nos largará una estacha.
Mientras tanto, escucho el ruido de los cerrojos que se abren y cierran en
libertad. Los mueve una mano invisible. Ecos que se grabaron en la piedra de
los castillos y matacanes por cuyos pasadizos yo corría en mi infancia. La
piedra guarda los mensajes crípticos. Son ondas del más allá. Haplología
cíclica. El pan de los mastines. Los guardias de seguridad que guardan la viña
bajo el gario de oro de los cuatro dientes: justicia, fortaleza, prudencia y
templanza. Todas ellas abocan a la continencia, la modestia y la abstinencia
que proporcionan alegría al mal y al cuerpo buen banzo son las virtudes más
importantes. Son sus contrarios el hambre, la peste y la guerra los más
destructivos. Después como todo se renueva florece un tiempo distinto ex novo
el abismo. Los poetas son sus heraldos pero muchos son crucificados porque no
son del gusto de los tiranos que traen arrastrándose tras el carro triunfal a
sus propios profetas. Dejen paso a los adoradores del Becerro de Oro. También
sigue a los tiranos una cohorte de nuevos ricos, de teloneros, de periodistas
comprados, y de abogadotes rábulas picapleitos. Los globos se desinflan y se
estrellan contra el asfalto del Paseo de la Castellana en medio del estruendo
de palabras altisonantes altoparlantes: democracia, solidaridad, feminismo,
sexo y café para todos, globalismo, derechos humanos, lucha de género que ha
venido a sustituir a la lucha de clases, el euro, la Merkel, Donald Trump, la
Maritere inglesa. una verdadera muta lobuna marcando el paso de los globales. Y
de apoltronados en Bruselas. Ya no hay propiedad privada la gran aspiración de
las clases medias merced a la corrupción sistemática de los partidos políticos
que operan bajo la fórmula de “I will buy you out”. Somos unos vendidos. Estos
señores nos compraron. Todo es escaparate y jactancia en este mundo sometido a
la dictadura del dinero, el hedonismo y la fuerza bruta que es la fuerza de la
masa. Nos dan gato por libre cantidad por calidad y eso sí grandes superficies
y Black Fridies. Los gobiernos que ponen al frente son una almáciga de
mediocridades, porque piensan los que mandan que los ineptos sean más
corruptibles y manejables
Una cuadrilla de negros en un banco en mitad el bulevar recién
desembarcados de la patera y a las que las autoridades habían mandado para acá
estaban sentados sin trabajo. Iban pululando de acá para allá y robaban
carteras a los borrachos mientras dormían descuidados sobre los bancos del bulevar
la zorra suprema zupia calimocho y ginebra de garrafón mezclas explosivas.
Todos -eran lo menos ocho- ocupaban un banco municipal. No tenían currele y
estaban de brazos caídos porque esto no era lo que les habían dicho: esto es el
paraíso.
— Venimos a España a que nos mantengan. No vamos a pegar golpe.
Acababan de aterrizar en Madrid como aquel que dice pero después
de la patera ¿Qué? ¡Pobrecillos! A matar o a robar o hacerse el culo de una
puta vieja.
— Pues ninguna lástima te han de dar, Arije — solía decir mi
novia Etsi
En ese caso estaríamos hablando de turismo sexual o de un nuevo
tipo migratorio. Me daban un poco lastima, la verdad. Este país fue cruce de
razas y empalme de fronteras. La esbeltez de las nubias contrasta con las
abotagados rostros ecuatorianos de piel cobriza que parecen mismamente corchos
de botella con perdón pues así tienen el talle y cara de buenas personas casi
todos estos ecuatorianos inditos que a mí no me molestan. Madrid ya no es
rompeolas de las españas sino el abra donde convergen todos los mares del
mundo. ¿Esto es malo o bueno? Yo que sé. Al principio nos preocupábamos y
decíamos pero esto ya no puede ser. Venida la pella, y como no los puedes
vencer, únete a ellos, sálvese el que pueda. A la España de mis amores no lo
conoce ni la madre que lo parió. Además, estos encastes transandinos y
subsahariano pueden mejorar la raza hasta el punto de perder nuestra identidad
pero nada podemos hacer.
Entré en el bar Tera. Zamora no se gana en una hora. La Leonor
estaba de muy mala leche. Manolo su marido hecho un brazo de mar al igual que
Domingo y Santi los camareros. Todos son hermanos de por ahí de la raya de allá
donde el Duero se va a cantar fados a Portugal. Hablan medio gallego y su
parlar guardaba desinencias troncales del frontón de la gaita zamorana. El
establecimiento me recordaba a mí viejos cantares de la ronda sanabresa. Buena
gente. Entre pecho y espalda me metía mis dos buenas botellas de peleón alguna
vez clarete y me ponía a cantar el quien dirá que no son cinco tres de blanco y
dos de tinto — esto de los restoranes familiares que a mí me van: plato del día
y tercio de vino con gaseosa, aunque ya van quedando menos en Madrid —es lo
mejor que tiene esta ciudad. Día sí y otro no, cocido maragato con su compango,
chorizo de bola y todo bien regado con tintorro de la frasca y ahí me las den
todas. Arije se había sentado en la mesa de enfrente. No hablaba. Estaba
cetrino. Sentí como un mal barrunto el aleteo de un cuervo. El aliento de una
mala sombra se esparcía por las techumbres del establecimiento, las sillas
parecía que empezaban a moverse. Yo juraría que Arije un viudo jubilado que
come todos los días a la misma hora, una y media, sentía que yo había detectado
algo del tenor de su gafancia. Pero no te apures le dije. Si eres gafe todo se
soluciona menos la muerte. Por lo menos has tenido suerte. Las parcas se han
llevado a tu mujer (qué buena era, lo dicen todos, aunque en el fondo todos
sentimos una cierta envidia a los viudos de pata negra) y a ti no te vamos a ver
en danza por la sección de suceso de los periódicos pues hoy es muy habitual
que los jubilados pensionistas se lleven por delante a la parienta. No te
quejes, Arije, chico. Eres un suertudo. En Madrid soltero y con dinero Baden-
Baden te lo digo yo échate una novia una de esas rusas de cuerpos macarrón o
esas rumanas fetén con ojos eslavos de aguamarina y a vivir que son dos días y
déjame de mirar con esos ojos de buey que se me atraganta la sopa. Oye y no
engordes mucho cuídate. Mis amonestaciones no servían para nada. Mi comensal
era victima de una de esas ligaduras misteriosas o lo que los italianos
denominan la jettatura. Deja de ser el hilo conductor de toda esa trama
maléfica, hazte con las riendas del mundo, domínate a ti mismo. Tener tan
elevados pensamientos en el preciso instante en que uno se zampa un cocido de
garbanzos y mientras Domingo bajaba por la escalera de caracol con la bandeja
no es que sea muy edificante. Primum vivere deinde philophare pero yo soy capaz
de hacer las dos cosas a la vez. A Alfredo Mirlo se le había muerto su mujer
Brontea haría un par de meses y a la legua se notaba que era uno de esos
individuos que no pueden estar solos porque le falla una cromosoma de la falta
de emotividad. El buey suelto bien se lama. Había sido un marido dominante y
posesivo que había dado mala vida a su señora y si no la tuvo atada a la pata
la cama allá que se iba pero ahora todo eran lagrimas duelos y quebrantos por
ella. Como Brontea malparió una hija le nació tonta y se la llevaron a Quitapesares
un preventorio psiquiátrico. Esa era otra. Pero ¿tu eres mi hermano Gumersindo
di? Nos han ocurrido cosas terribles. Cuando te encuentro por el camino siempre
me ocurre una desgracia.
—No digas sandeces, Fabiniano.
Pocas veces le había escuchado llamarme por mi nombre pero
aquella vez su llamada sonó apelativa y tierna transmitiendo en su inflexión
ciertas querencias de la infancia olvidada. Se sintió generoso y luego le
invitó a absenta después de comer. A la salida del zamorano cada uno de los dos
hermanos tiró para su lado el uno para la derecha y el otro por la izquierda.
Cuídate y no te apures. Todo eso que pasó ya pasó y habrá que echarlo en el
olvido. Si no fueras tan gafe, te llamaría de vez en cuando pero la gafancia no
se cura... y. Tocó madera. Había una papelera de bambú en las escalerillas del
metro y la rozó con la mano izquierda. Estoy seguro de que Fabiniano ya me ha
pasado la galerna. Era como si en el alma me hubieran sacudid un linternazo. Un
ventalle de perdición, hijo mío. Yo soy Baruj Arije y no se por que me pusieron
Baruj ni cual es la raíz del arije. Seguro que es un nombre moro. Recordó a
Malitva una hermana que había fallecido de cáncer de tiroides. La salieron unos
bultos en el cuello y se le inflamaron como cuévanos las cuencas oculares. Era
muy guapa y rubia y de la noche a la mañana perdió el pelo. Se puso monstruosa.
Ella también era una Arije. Vivió poco tiempo: treinta y cinco años. Dicen que
lo del tiroides la vino en el sobreparto al tener el primer hijo o fue el marido
que era un pirata y un moro en el mal sentido de la palabra. Pobre hermanita.
No tenemos mucha suerte los de la familia. Avanzamos por la vida
con la cargazón de la culpa. Pagamos por los pecados de otros. Somos del pueblo
elegido. Elegidos sí para sufrir. La cosa no es para tomárselo a broma pero yo
suelo hacer de tripas corazón. Le saco partido a la vida. Buen yantar buenos
vinos buenas mujeres alguna que otra si se tercia y sobre todo buenos libros y
buen tabaco. Me he fumado lo mejor de Vuelta abajo me he bebido cubetes enteros
de Vega Sicilia. He amado la literatura profesión que nos inmortaliza y no
fenece. Que grande eres, Dios de Israel. Como cuidas de nosotros aunque a veces
nos mandes castigo. Será que nos lo merecemos. Hemos siempre de estar preparados
y ser congruentes con nosotros mismos para cuando sople el viento de perdición
que extinga la llama de todos los cirios. Otros tienen oscuridad pero los
Arijes vamos por la vida destellando rayos lumínicos. ¿Será eso por lo que el
profeta nos define como Vas electionis? ¿Será eso por lo que me pusieron al
nacer Baruj?
Y entretenido en estos pensamientos místicos deambuló por la
ciudad. La Avenida de la reina Madre le condujo hasta un barrio lejano que casi
desconocía donde todos hablaban cheli de los bajos instintos. Es un Madrid que
me daba cien patadas sobre todo cuando esos majos se descuelgan de repente con
una parrafada que parece un chotis y muy enviserados y chulaponas se van a
bailar a la Verbena de la Paloma sobre un lauril en “La Bombilla”. Todo eso es
falso. Esa zona de la ciudad tan mitificada por Ramón es un pufo que la
etnología nos ha metido. Áspero y bronco Madrid. Mucho Madrid. Es como
arrancarse por peteneras y darle una buena soba a Yoquecojones Nesti para los
amigos el chamarilero de los libros de lances por bocazas. Lleva visera de los
de los legítimos y se enfunda el blusón de menestral. Pero lo perdonó. “ese
seguro que reventará cualquier día como el lagarto de Jaén sin que nadie le
siente las costuras y le haya partido la boca por mentar a mi madre, que se
muera. Madrid era una ciudad fantasma. Quebraban albores. En el Paseo del Prado
al bueno de Baruj el peripatético le salieron unas damas al encuentro hablando
en suahili. Todas eran pigmeas la piel negra pero todas ellas vestida de
blanco. Sólo sabían una frase en castellano la de la quinta pregunta:
— Chupaaa.... folláaaaa
—Bueno, bueno niñas qué cosas tenéis. Dejadme en paz. Yo tengo
otras preocupaciones. Ale, ale, a casita que llueve.
Pero cuanto más les amonestaba mas se le arrimaban las pigmeas.
Se llevó la mano a la cartera. Estas prendas vienen por algo. Tuvo que ponerse
serio Arije y sacar la poderosa cabritera de muelle que llevaba en bolsillo. Al
ver la de Albacete se espantó toda la bandada y lo dejaron tranquilo. En sus
cavilaciones se le había pasado la noche y tuvo que esperar barzoneando hasta
que abrieran el primer metro. De noche la ciudad resulta casi una desconocida
otro dibujo otra alma y otra vida pero él había sido un noctívago dado al
trasnoche y amaba las madrugadas sobre todo las amanecidas aldeanas cuando se
escucha a los gallos quebrar albores. A las cinco de la mañana todo parecía que
despertaba y poco a poco se notaba un aire de actividad y de currele. Tenía
frío. Era lunes santo y ya se notaba la proximidad de la primavera. Se
escuchaban cantar los pájaros en las frondas del Retiro. Toda aquella huida de
Arije de su propio laberinto y de su castillo interior a la negrura de la noche
tenía una explicación. Se había pasado la tarde entre bostezo y bostezo
haciendo zapping por televisión hojeando a rastras insustanciales periódicos y
suplementos dominicales subidos de color y de desnudeces pero entecos de ideas.
Para él estaba visto que la belleza no estaba plasmada meramente en el felpudo
de la modelo exuberante que por una vez se retrasa mostrando sus líneas. Para
él la belleza era la filocalía. No estaba en torsos ni en senos flotantes sino
en la belleza interior. Una mirada una palabra amable una risa feliz una
canción de quintos. Los nuevos periodistas explicaban a sus lectores a lo largo
de una serie de reportaje su pan comido: ha nacido, señores, una nueva
religión. Ahora todos somos laicos. Los gimnasios habían sustituido a las
capillas en su misión soteriológica. Era el síndrome de la catedral vacía de
fieles y llena de turistas. La descristianización progresiva, los largos
puentes de fin de semana. El alzamiento de pesas. La barra fija. La bicicleta
estática y otras calistenias. La gordura es un pecado mortal y el peor diablo
el de la grasa. Los flamines del tercer nivel habían sustituido a los curas y a
los obispos. Echaron el cierre las rejillas de los confesonarios, derribaron
pulpitos y ambones, el purgatorio no existe y el infierno fue una fabula que se
inventó el Dante así que hemos instaurado la religión nueva. Todo cambió.
Acababa de hacer explosión el coche bomba en Leganés. Le daban escalofríos de
pensarlo. Aquel piso que saltó por los aires entre suras a Alá y la muerte de
un geo. Dios aparta de mí este cáliz. Líbranos de la peste y la guerra. Era
buena persona en realidad Arije. Le tocó vivir un tiempo difícil a lo mejor la
culpa la tendría su hermano el gafe o que un resorte había fallado. Estaban sin
embargo cumpliéndose los designios que había ido desparramando a lo largo de su
obra anepigráfica.
—Tío, eres todo un baluarte
—Pero carezco de antivirus
—Que va. Lo que pasa es que estas apoltronado hecho un oso buco.
Has de caminar más. Pasas las horas muertas ante la cuartilla blanca.
Eternidades de ordenador. Pero ve lo que aguardabas se ha cumplido. Has logrado
tus sueños. Tú sabes. Tú puedes.
—Ya lo sé.
Había que quitarse el sombrero. Arije no había fallado un punto
en sus vaticinios. Ya lo sé que te has pasado tres pueblos que vives en otro
mundo pero que se le va a hacer. Sonreías a los insultos. Eres un cobarde y
encima te quejas.
Todas estas predicas difundidas a beneficio de inventario sin
embargo no valían para nada, no le decían nada. Arije se paseaba por la roca
del precipicio haciéndole un calvo a la vida y a la muerte. Vio unos demonios
so capa de monos forajidos copulando furiosa y fugazmente sobre la rama de un
ailanto del jardín botánico. Ciertamente había demonios en el jardín. En ese
jardín. En todos los jardines. Quizás el jardín se alzaba sobre un cementerio y
allí estaban los huesos del profeta Ezequiel en trance de alzarse y muchas
noches sobre los cielos turbios de la capital se elevaban como vaharadas las
trazadoras de los fuegos fatuos. Debían de ser lo muertos de la guerra civil o
el ralentí de ciertas bombas que no estallaron. Castor y Pollux un poco más ya
junto a la fontana de la Cibeles que iban tan amigos montando un mismo caballo
se liaron de repente a guantazos y todo era furor por las esquinas y los
esquinazos.
—A que no me coges.
—¡Uy esos! Parece que van mal.
Por fin llegó tras mucho caminar, pasados los pontones del
olvido, al intercambiador Digital una cochera inmensa debajo de los cimientos
mismos del Arco de Triunfo.
Estuvieron trabajando obreros actividad frenética día y noche
para tenerlo a punto que lo tenía que inaugurar don Cejas para la Trinidad pero
puso algunas objeciones la Celadora de la Comunidad el mando estaba bastante
dividido y era todo un descojone, entran y salen cuatro como antaño en el cine
Montijilla y ya se sabe unos por otro y la casa sin barrer. La Trinidad se pasa
mire usted que guasa y para las navidades el intercambiador de marras seguía
aún sin remozar. Tenía unas escalinatas de tracción mecánica muy molonguis que
bajaban desde las mismas bodegas del Arco de Triunfo. Avanzó entre el polvo el
ajetreo de la hora punta y el hedor a humanidad. Había una luz fúnebre como de
tanatorio iluminando toda aquella actividad. Yo soñé alguna vez en la escala de
Jacob pero el bueno de Arije se me despistaba. Dos ex presidiarios de un lejano
campo de concentración supervivientes del Shoah se entretenían jugando al
parchís cerca de un panel de indicaciones salidas llegadas y una zorra los
miraba. Una fuina se agazapaba seguramente porque sus ojos tibios y
acostumbrados a la oscuridad no podían soportar la luz fúnebre mientras una
cotorra charlatana no paraba de hablar. Seguramente que se había soltado de la
jaula de un cuentacuentos:
—El 39 fue un año triunfal. Ese año un primero de abril entró la
fuerza por acá, en este mismo punto donde nos encontramos. Entraron las
banderas por Princesa y justo aquí fue el empezar y se desplegó la roja y
gualda. Un alférez alto y grande la llevaba.
—Que bonito! —dijo el de la partida que tenía un brete y una
pihuela atados al zapato — pero para de hablar, lechuza que nos interrumpe. Lo
que nos traemos nosotros entre manos es importante.
—¿Qué puñetas hacéis?
—Estamos conspirando.
—¿Así, con ese uniforme de penitenciarios? Ya tendréis ganas.
—Tú ya verás. Tú a oír ver y callar.
Puede que el 39 fuera año triunfal pero de aquella fecha ya
nadie se acordaba. Ahí estaba la fecha de la inscripción latín con una leyenda
en números romanos. La zorra mirando para arriba. El asno de Buridán plegó las
orejas y un hermeneuta con un puntero iba desglosando como un parte de
incidencias el meollo de la frase: “Armis hic victoribus mens jugiter victura
monumentum hoc” (A las armas victoriosas este tributo). Los romanos más que
escribir esculpían como acuñando moneda para la eternidad y vio por un
resquicio de la memoria al autor un catedrático con las manos llenas de tiza y
la chaquetilla cubierta de polvo que hablaba con una palatización de abiertas
como en el Ampurdán. Lo escrito en piedra no es lo mismo que la escritura en
papel o en papiro que es un poco la escritura en la pared de la cena de
Baltasar. Frases para durar. No una pluma yo lo que anhelo es un buril. Y allí
vio en lo alto del cielo al profesor Mariner mártir de la democracia o la
contrademocracia fulgiendo como un ángel al lado de San Juan y de Tito Livio y
de Virgilio. Armis hic victoribus. Mas, todo eso pasó. Se fue. Pasó. Ábrete.
Mundus transit. Pasa página. Animo pues, amigo que para eso tienes nombre de
poeta y apellido de pámpanos. Eres todo ubre y pámpano. Todo medula. Lo veía al
pobre Baruj Gumersindo Arije. Tenía las espaldas un poco encorvadas. Le había
tundido lo suyo la vida y el pelo se le había vuelto totalmente blanco. Andaba
gambado por una ciudad que fue la suya y ya no le pertenecía. Por sus calles
iba y venía meteco o exilado en su propio país. Sólo tus sueños te pertenecen
pero la ciudad ya no es tuya y hasta el habla siendo la misma es extraña. Todo
es extraño. Los rostros, mohínos y distantes la gente amargada y con cara de ir
a lo suyo. En las caras se refleja la infelicidad que procura el egoísmo y la
desconfianza. Madrid me mata. Transitar por el Arco de Triunfo. Circular por
debajo del Arco del triunfo por donde pasaron las cohortes de Complutum camino
de Legio Séptima no es lo mismo que pasarse todo bajo el arco de triunfo, Arije
y hay que pasarte por ese epicentro del mismo sitio ya sé que tienes anchas
espaldas y alforjas esterones, artolas, baúl para guardar tantos agravios.
Puf. Todo lo que me echen.
Pero para él las calumnias las injurias no eran tales injurias
sino peldaños de la escalera del Cielo. ¿Agravios? ¿Tantos? Sí. Señor. Tú
sufriste muchos y marcaron tu santa faz en el Lithostros. ¿Entonces de qué
coños te quejas? No seas zarrioso Arije. Vuélvete a casa. De noche en Madrid
todos los gatos son pardos y esta es la ciudad de los gatos. Pasé dolores de
Getsemaní pero sin Magdalenas pero sin magdalenas que ungieran mis píes con
pomos de nardo ni Verónicas que me salieran al encuentro con sus paños. La
conversación con el antiguo colega me ha dejado de un aire y sin saber a qué
carta quedarme. Nadie se solidariza con nadie. Nadie quiere saber ni entender.
Nadie te ayuda. Estás solo. Atravesamos el desierto el ponto líquido. Tiempo de
Acuario. Todo parece que fluye. Es líquido. Tiempo de liquidez. Un moro bajó
entonces por la escalinata con una gran alcatifa a cuestas. Era un mohamé
manumiso exarico para los que Madrid nunca será Madrid sino Majeriíta. Al menos
ellos tienen esa idea. Para ellos no ha pasado la Reconquista. Estas perdido,
Arije, vuélvete a tu casa. ¿Dónde moras, rabí? ¿Dónde están tu padre y tus
hermanos? Mi madre mi padre y mis hermanos son aquellos que cumplen mi Palabra.
Difíciles frases. Nunca estuviste más oscuro pero seguimos indagando dándole
vueltas al contexto hermeneutas perdidos por el vaho del mundo y tratando de
entender el sacramental mensaje de tus palabras. Corre tiempo recio. Señor,
sálvanos que perecemos.
AÑO NUEVO ESCUCHO LAS CAMPANAS DE SAN DANIEL
Primero de año estreno doce nuevos meses de vida. Arije se
levantó después del gran catarro que amargó su nochevieja. Escucharon
villancicos en la radiogramola y bailaron algo, salsa sobre todo que es la
música que baila su mujer orígenes cubanos. Arije se desposó con una Ceiba.
Misa en el Vaticano cantada en latín tan de su gusto. Vio al papa cojo. Le dio
un poco de pena aquel hombre. Cojea el padre Bergoglio y cojeamos todos pero
ahí vamos. Tampoco canta este pontífice. Lo que más le gusta dél es su devoción
a la madona inspiración jesuita. Al final del oficio se cantó ante el pesebre Alma
redemptoris mater pero el portal no estaba tan iluminado como otros años. Luego
paseo por Reina Victoria y tuvo la dicha de escuchar las campanas del Día de la
Circuncisión llamando a la misa de santificación del Santo nombre de Jesús. El
bronce del campanil decía (Arije poseía un segundo sentido para traducir el
lenguaje de las santas campanas que son bautizadas y ungidas con el crisma de
jueves santo) esto:
—Populum voco. Mortuos prango. Vulnera frango1 y aquella voz
sonora del viejo monasterio san Daniel uno de los muchos monasterios del
Cíngulo Dorado— el circulo de oro constituido por torres, espadañas y muros
sagrados o sacra menia que circundaban Madrid por la parte norte y sur de
Moncloa—le retrotrajo a aquellas maravillosas enseñanzas que había aprendido
sobre la liturgia romana en sus años de seminario. Tuvo el convencimiento que
la iglesia no son las encíclicas papales ni la doctrina con moralina sino algo
mucho más alto lo que eleva el corazón. Es la teología, las súmulas tomistas y
el gran acervo de la tradición. En el monasterio de san Daniel escuchaba la
misa de cazadores el rey Enrique IV al alba antes de recorrer los montes del
Pardo a la caza de jabalíes y en su sacristía al pobre rey segoviano lo
envenenó un monje por mandato de Palencia cuando regresaba del monte sediento y
sudoroso. Diole al monarca a probar una pócima de hierbas con mezclas
aromáticas y gaseosa. El tañido de aquel modesto campanario hoy convento de
monjas le llenó de paz. Las aves huían asustadas por el cielo de Reina Victoria,
las palomas buscaban refugio en las helgaduras de las tapias. En el Islam no
hay campanas. Al moro el sonar de la campana le asusta pero Arije se sintió
ampliamente gratificado en su catolicismo, un catolicismo ferviente que renacía
en él cuando la Iglesia estaba hecha unos zorros demasiados obispos tocineros y
comentarios desaboridos de una cigüeña que crascitaba inconveniencias en la
torre de una iglesia profanada.
Liturgia es el culto publico a Jesucristo lo había aprendido él
cuando era adolescente y no podía desquitarse de esa idea. Tal vez por tozudez
o por prejuicios. Arije era tozudo y no precisamente uno de esos que cambian
con facilidad de chaqueta. A Dios le gustan los cantos de alabanzas y esta idea
viene del antiguo Testamento. En la liturgia converge Cristo con Sión y la cosa
no tiene vuelta de hoja. Todo este entramado es expiación, oración, acción de
gracias, adoración sacrificial y canto de alabanza. ahora lo pretenden
destrincar los adoradores de Satán.
La iglesia es una y múltiple. Posee la gran riqueza de la
diversidad de cultos en su capacidad de católica o universal, apostólica pues
proviene de los apóstoles. Está fraguada en símbolos que por desgracia ignoran
muchos de los fieles que participan en los cultos (santa ignorancia) pero es
menester entender las ceremonias y rubricas de los diversos cultos rituales. En
la iglesia occidental existen varios ritos distintas fórmulas de adoración: el
galicano francés, el medulano de la iglesia de san Ambrosio de Milán el
bizantino griego y muzárabe-visigótico que aun se celebra en la primada de
Toledo A Arije el rito muzárabe era el que más le inspiraba por su españolidad
y sus adherencias al bizantino. En él abundan preces y letanías — hesicasmo o
repetición de una frase pronunciada por Jesucristo o de los Evangelios como los
kiries que impetran la piedad del altísimo—. En mi opinión las lenguas
vernáculas han roto por una parte con la tradición y por otra vacían el sentido
en que el verbo divino habló en el monte. Por ejemplo en el ultimo evangelio
han traducido et tenebrae eam non comprehenderunt por no le entendieron cuando
en realidad semánticamente lo que significa es que la luz fulge y las tinieblas
no apagaron esta luz que vino de Oriente. Los motetes, los himnos eucarísticos,
las secuencias forma parte de un fenómeno privativo del cristianismo: la
filocalía o amor a lo bello del que carecen los otros credos. Es el Cristus
Musicus que se entroniza a través de las musicales notas en el pantocrátor.
Además, las vernáculas han despojado a la iglesia de su universalidad ingénita.
Arije no podía por menos de vapulear las enseñanzas del Vaticano II. El
creyente tiene la obligación de estudiar su fe y de iniciarse en lenguas que le
son ajenas como el latín o el griego o el hebreo como hacen los talmudistas que
estudian constantemente la palabra de Dios. Rito de iniciación. Hay muchas
cosas que no se entienden sino a través del legado de la fe. Y estos misterios
nos vienen de los ritos órficos de donde arranca en parte la liturgia romana
que quiere quiso cristianizar el paganismo y en la vida todo es liturgia y
rito, fulgor, normativa y regla, cauce de convivencia, lo que diferencia al ser
humano de los animales irracionales. Los símbolos nos cercan a Dios. El pez, la
paloma iztios, axios el crismón el anagrama que llevaban los legionarios
cristianos en tiempos del emperador Valerio. Los que atacan a la iglesia por
esa milonga de los abusos sexuales que siempre los hubo y los habrá desconocen
esta categoría primordial de nuestra religión. Reducir el depósito de nuestra
fe a los pecados de la concupiscencia humana es una aberración. La liturgia
católica tiene estirpe teatral. Conviene recordar que el teatro nació en los
atrios de los templos cristianos. Autos de navidad y de pasión: Shakespeare, Calderón,
Lope, Tirso y luego la riqueza estatuaria de los ábsides capiteles y cimacios
románicos con la representación de las sibilas, el infierno, los martirios, las
misericordias del coro donde quedaron labrados algunas advertencias donde
colocan sus posaderas los canónigos sobre la presencia del maligno den el mundo
al cual la Iglesia trata de combatir. Es el zlo de los ortodoxos rusos. Teatro,
culto a la belleza, pugna perpetua contra el mal, las bajas pasiones y los
instintos que hacen desgraciada a la condición humana.
Arije después de estas consideraciones y halagado por la
presencia viva del Cristus musicus se santiguó y entró reverente en el pórtico
de la iglesia de san Daniel. Las campanas seguían propalando su melodía a la
ciudad de Madrid anunciando orbi et orbi la Circuncisión del Salvador. Año
Nuevo buen día del Señor.
Bajé la cuesta, era tan empinada que con frecuencia el tranvía
se atascaba por no poder con tanta gente, los estudiantes se bajaban y a
empujar. En una esquina la casa chalet de Sebastián Miranda que velaba las
armas cara al sol y los aires de la universitaria. A izquierda de la bajada se
abrían las bancadas del Estadio Metropolitano y todavía el viento de la sierra
del recuerdo traía y llevaba los sones de aclamación cuando Collar desde la
extrema izquierda marcaba Gooool, el grito de júbilo resonaba por toda la
Ciudad Universitaria, aquellas tardes de domingo, partido, cine y tasca. Aupa
Atleti. Gumersindo Manahén Arije, colchonero de toda la vida. El campo había
sido derruido, bloques de pisos, y allí tuvo él su oficina, archivos y papeles,
estanterías de libros. Fue cuando se digitalizó la administración y todas las
semanas un camión del ministerio se llevaba mesas y máquinas de escribir. El
ordenador dueño y señor del campo administraba la Cuerpa que ya no quería
archivar nada porque todo lo antiguo no valdría para nada. Toneladas de
revistas y libros de una época fueron a parar a la basura. Arije desde su
ventanal trataba de adaptarse a las nuevas tecnologías del Word y del M-2. La
caída del Muro de Berlín se llevó por la posta tanto trabajo de la imaginación.
Era una manera de acogotar al fascismo. ZP se sacó de la chispera la infamia de
la memoria histórica, otra vez la guerra cuando nos creíamos todos
reconciliados. Él para contradecir al patán llevaba en la cartera una foto del
Fuhrer que trajo su padre superviviente de la batalla de Stalingrado, rezaba
padrenuestros y trató de aprender alemán. Zum befell y Heil Siegel pero todo
cuanto quiso aprender se lo desbarató Cerrolaza un jesuita enemigo de los nazis
que dirigía el Departmento de Germanistica de la Central. Por el ventanal de la
Biblioteca penetraba un sol cansino y el eco del recuerdo de los goles que
marcaba Luis el Zapatones los regateos de Collar y las palomitas de Pazos en la
portería. Fue un tiempo de espera y de esperanza. El clínico albergaba muchos
secretos de su pasión por España. Desde allí los muertos le hablaban unos se le
aparecían con una pierna de menos otros tuertos y a muchos les habían pegado un
tiro en la garganta pero podían cantar. Sus conocimientos de lo ultrasensible
le deparaban al bibliotecario aquellas experiencias. Cuando se ponían pesados
los muertos vivientes subía cuesta de Reina Victoria arriba a ver a la Leonor o
se daba un homenaje de cocidito madrileño con dos botellas de vino en el Tera.
A los postres besaba el retrato del Ferrer que llevaba en la cartera. Ah si tú
me dices ven lo dejo todo.
El bulevar en rampa de Reina Victoria cambió de nombre. Daría
luego en llamarse Roca Tarpeya de Salamanca. Ya se sabe lo que naturaleza no da
no te lo presta Salamanca. Cuestión de másteres. Los másteres de Perico el de
los Palotes que quiso ser presidente, sentarse de culo en Moncloa alto
paramentos aunque haciendo trampa. Los tiempos de Donald Trump fueron una
trampa cuando sonó la trompa de Eustaquio por la Casa Blanca. Escogió el camino
corto: afiliarse a la CIA y sus socios lo respaldaron. Antes le dieron la
consigna que los generales de las divisiones acorazadas dan a los tanquistas:
destruir y derruir, machacar, mentir, profanar, derribar escupir contra lo más
sagrado.
─Perico, tú machaca todo lo que se ponga delante de la torre de
tu tanqueta. Acaba con los Españoles sin piedad, límpiate los mocos con la
bandera de España y luego los trapos que te sobren los trae para acá.
─Yes, Sir
Y allá que se fue el obediente Pedrito cargado con sus masteres,
arrastrando las chuletas de las páginas que copió con su cara de guapo. El
enemigo no tenía que embarcarse en un nuevo Vietnam los gringos son algo
gallinas en cuanto empiezan a llegar féretros de soldados abatidos por el fuego
del Vietcong. Bastaba un caballo de Troya para tal operación y darle el
gobierno. Por la avenida bajaba la manada. Gora san Fermín.
Todos los días en Madrid es San Fermín y violan a una como en
Pamplona esos putos sevillanos de la infame Manada recua mogote y brazada de
depredadores sexuales siendo el más conspicuo uno que llamaban el prenda el más
aguerrido el más picha brava el que la tenía más larga una verdadera garduña de
Sevilla. Cogieron a una pobre chica que venía de los toros de San Fermín la bajaron
las bragas y allá en un portal mismo y haciendo un standing up se la pasaron
por las armas coito en cuadrilla, hubo un juicio y salió un rábula en defensa
de los fementidos y dijo:
─Señorías, toda vez que la muchacha dijo no pero un no es
siempre sí en estos casos no se puede demostrar el estupro.
Hubo en el país una verdadera conmoción. Las Fem se lanzaron a
la calle indignadas al amparo de la consigna: “un no es no y un sí es sí”.
Cercaron la audiencia y tiraban los sostenes a los magistrados se quitaban las
bragas y se las tiraban a los magistrados a los hocicos. A todo esto las reinas
de las mañanas tuvieron afrecho de su duerno mediático durante muchos días y
las anarosas y las susanasgrisos no paraban de darle al chisme de la
propaganda. Los fulanos de la Manada se creyeron los reyes del mambo de la
publicidad. Esto formaba parte del plan conspiratorio y la Manada se convirtió
en efecto llamada, en algo viral que atraía cual imán a las redes.. Todos los
días se mataba a una o se violaba y las anasgrisos y las susanasrosas con ello,
relamidas de gusto, daban suelta al morbo en comidilla televisiva junto a la
mesa camilla uy que horror nunca lo tuvieron tan a huevo en su programa de
fornicar sin concebir. Entró la vicepresidenta al trapo en defensa de las
mujeres pero la defensa de la ministra era todo un arrogante ataque a la mujer.
Desdén en desguisa bajo su política de construir la imagen de mujer objeto
separada de su función primordial que es la maternidad y la familia. Arije
conmovido y enternecido por aquel zurriburri oyó a uno que bajaba la cuesta
pañuelo rojo al cuello y calzón blanco que gritaba:
─Señora ministra, su señoría tiene un culo muy prestoso y
redondito. Habría que ponerla mirando para el Cristo los faroles para pasar la
tarde.
El mozo de san Fermín bajaba por la Calle la estafeta algo
borracho uno de los bueyes duendos que escotaba a la manada le colgó por los
inhiestos de un de sus cuernos mortales dejándole con el culo al aire. Debajo
de los calzoncillos ponía este epígrafe: “qué terrible lugar es este”. Pero se
rehízo del varapalo y salió corriendo a no parar hasta llegar la Cuesta las
Perdices. España era una roca Tarpeya un derrumbadero feminista/ separatista
con los de la Cope los curas la Iglesia, el rey la reina, los alguacilillos
actuando de convidados de piedra. Estábamos en plena campaña de alianza de
civilizaciones, de augustas ceremonias, televisadas, palabras sin sentido. A la
mesa se sentaban muchos capigorrones. Unos se creían superman y otros se
escondían aburridos sin hablar en un esconce pero masticándose las tajadas
otorgadas por el poder. Tú échame pan y llámame perro. Las estudiantes de
Farmacia se asomaban a las ventanas de los colegios mayores en cueros y de esta
guisa contemplaban el encierro. Arije se sentó en el primer peldaño del colegio
mayor José Antonio, ─muchas memorias de su paso por las aulas en la juventud─,
un edificio que tenía factura herreriana y recordaba a la gran mole escurialense
para dejar pasar la procesión y contar las nubes. El Prenda se la cascaba
mientras se columpiaba en el árbol de la risa, se desgajó una rama, vino al
suelo y se conoce que con el golpe se le rompieron algunos conductos venéreos y
quedó castrado sin remisión, útil para servicios auxiliares. Algunos no
escarmientan y se pasan de listos o de guarros
Era la hora de consultas en el clínico y los tranvías venían
atestados de hombres y mujeres que acudían a ver qué tal andaban sus parientes
hospitalizados. Sobre los setos de madera de boj que circunvalaba al gran
caserón de la muerte en cuyas salas se peleó con tanto denuedo en la guerra
civil, pasaba lista la Pelona hora sí hora no y la morgue no daba abasto para
aguantar la lista de los fallecidos en la capital. En Madrid no quedaba un
viejo. La pica es la reina de las armas, es la fuerza de la escuadra
veinticinco palmos para herir sin ser herido. La Pelona no cesaba de ahincar
banderolas sobre los setos del Clínico. La muerte siempre va por delante ganándonos
la partida. Picas en Flandes, lista de óbitos ayer en Madrid. Todos acabamos en
la trena, en el manicomio o en la casa socorro. Y todo en la vida es cárcel: la
espina es cárcel de la rosa, la playa es cárcel del mar y el trigo es cárcel
del pan. Peto, espaldearas, escarcela, fálcate, brazales, manoplas celadas,
caldas y corazas son un buen escudo del alabardero pero toda la infantería
perece cuando la Pelona se empeña. Porque contra ella no caben maulas. Pese a
todo tenemos la obligación de ser dueños de nosotros mismos. Arije contaba las
nubes mientras con el rabillo del ojo seguía a la turba de los violadores en
cuadrilla que se perdieron de vista en un recodo de la plaza de Pio XII.
Anarosa se puso en jarras delante del portal, pidiendo lo suyo:
▬ Quiero más. Dame más
▬¿No tuviste bastante? Pues vale ya.
▬Chavala, tú eres insaciable.
▬Give me more. Give me more. I want it now.
▬Otro toro que este no vale. Pase el siguiente
Y esta era la lúbrica historia de los violadores en cuadrilla
que jaleaban las prensas nacionales sin ningún pudor.
Él pensaba en Etsi aquella novia que tuco y le hacía el amor en
el 600 sin llegar a más. Tonto que fui, pensaba para sus adentros, con las
mujeres no valen medias tintas.
El arcabuz fue el arma más letal hasta que se inventó la bomba
atómica fulminante y esparce un hongo de muerte al estallar. Carlos V el
emperador se lamentaba maldita la hora que a un chino se le ocurrió descubrir
la pólvora. El salitre, el azufre, el carbón y la mecha cargan de muerte a cualquier
artefacto. Picos, palos y azadones. Suban todos a cobrar que llegó el
administrador. El personal hacía cola ante los cajeros automáticos. Ya no había
que acudir al banco para pasarse por caja. Bastaba con apretar un botón. ¡Qué
cosas inventa el hombre blanco! Desde el año 89 todo ha cambiado para bien y
para mal. El mundo es distinto así en Ciudad de Méjico la más populosa del
globo como en Becerril de Campos donde no porta en invierno un alma. ¿El nuevo
terror del milenario?
II
LUNA DE ENERO
Lunas fuertes de enero cuando las gatas tienen celo y en las
radiantes noches los árboles desnudos tiemblan bajo la helada. Había pasado las
navidades en su tabuco acariciando sus recuerdos circundado de libros y de
papeles. Le vino bien a su salud el ayuno pascual. Asistió a la misa de gallo
por Internet que celebró el patriarca Cirilo de Todas las Rusias el adalid que
luchaba contra las fuerzas oscuras. Aquella orgía de voces angelicales,
iconostasios de marfil el Pantocrátor en lo alto de la cúpula, casullas
recamadas y el diacono que cantaba:
— Xristós rasdaets piite i pklanite yevó (Cristo ha nacido venid
en adoración)
La catedral de la Epifanía estaba inundado de caras guapas
hermosas rusas con velo blanco viejos creyentes y niños que recitaban los compases
del Credo y del paternóster en eslavónico todos se habían la letra y sabían lo
que pronunciaban aguantando de pie las dos horas que duró el oficio. Liturgia
triunfal que se refería a un mundo de belleza y de redención el ceremonial rico
y antiguo que se cumplía a rajatabla a las ordenes del presbítero puntero que
iba señalando a los oficiantes los pasajes de las lecciones y de los himnos que
habían de entonarse. Sintió Arije que Bizancio tenía la clave del legado
evangélico y todo un contraste con las catequesis perroneras, los lugares
comunes e incluso las herejías que pronunciaba ex cátedra desde Roma el
Impostor. Y todo un contraste con la vida de aquellos días en España:
atropellos de violadores en cuadrilla. Llegó la manada. En Andalucía pastos y cabildeos.
La hora del consenso y de la rendición. Tres putas se desnudaron en la Plaza de
San Pedro y aparecieron en los posts metiéndose un crucifijo por donde amargan
los pepinos. Tiempos de profanación y desolación. Ierusalem desolada est que
cantó Jeremías. La Bestia utiliza a la serpiente disfrazada de mujer. Pigtail
profería sus blasfemias de siempre faroleaba, quería ponerse medalla:
▬ Los feministas follamos más y mejor que los de la
ultraderecha,
La palabra ultraderecha y fascista no se le caía de los labios a
los de You can que se sentían amedrentados e impotentes ante Vox un movimiento
que arrasaba. Mucho presumir de potencia sexual y seguro de que el miembro no
se les ponía erecto para cubrir a las cabras locas del Contubernio Fem.
Arije no tenía que ver con la ultraderecha. Era un anarquista,
un rebelde como lo fue Jesucristo contra el Sanedrín y se sentía satisfecho
consigo mismo por haber dado testimonio pero sus días los pasaba oculto en su
esconce y las noches las pasaba en blanco a causa del dolor de España que lo
afligía. Después de salir de la cárcel por haber asesinado a la funcionaria
roja (fue una lacra en su vida pero tenía demasiado temperamento) se refugio en
el sotabanco de Majadahonda. Le había quedado una pequeña pensión, podía pagar
la pensión el resto lo gastaba en tabaco y en libros en la cuesta Moyano. Nada
sabía de su familia. Etsi había venido a verle dos veces a la cárcel pero desde
el año 92 no volvió a saber de ella. Asumía que había encontrado pareja.
Aquella mañana amaneció radiante. Los niños de Madrid había
sacado a la calle sus camionetas, sus hombres araña y las muñecas que les
trajeron los Reyes Magos. La Epifanía era una noche mágica. Ponía fin al
misterio de las Doce Noches y Saturno dejaba de gobernar el mundo. Durante este
intervalo ocurrían bajo el imperio del dios oscuro así conocían a Saturno los
romanos y para aplacarlo celebraban las saturnales. Las doce noches venían
marcadas por la tragedia de trifulcas en el hogar, asesinatos, borracheras,
eclipses, pues el sol se ocultaba y no quería alumbrar la Tierra, terremotos e
inundaciones. Ero era sobre todo la melancolía que sentía el hombre ante el
tiempo que pasa y la vida que se va. Este espíritu pagano había renacido en las
sociedades antes llamadas cristianas. Había que ponerle a los pascueros y a
papá Noel que se deslizaba por toda la Europa nevada en su trineo buena cara.
Ho. Ho. Ho.
Pese a sus dolamas tanto espirituales como corporales se sentía
contento. Había llegado la hora de romper el ayuno. Se fue a comer al Julifer.
Allí todo seguía igual que hacía diez años. El Santis en la barra y la Leonor
en su chiscón la cual al verle llegar le hizo esta salutación:
—Coño, yo creía que te habías muerto.
No supo qué decir ante tal insolencia. Pidió lentejas, gachopo y
una botella de vino. De postre arroz con leche y un chispacito de coñac.
Había tres o cuatro individuos en la barra discutiendo acaloradamente
sobre la derrota del Madrid ante el Alavés. Nadie hablaba de política. Abandonó
el local satisfecho y por aquel dicho de que de la panza sale la danza recuperó
su buen humor pero ya en el autobús camino de casa empezó a sentirse mal. Le daban
arcadas pero no podía vomitar. Se le puso cara de luna de enero.
En la parada final se acurrucó en un banco.
— ¿Se encuentra usted mal, señor?
—Si llamen a una ambulancia. Me muero.
Llegó una ambulancia y Arije fue conducido de inmediato a
urgencias. Allí perdió la consciencia. Cuando despertó estaba en el quirófano
de Puerta de Hierro rodeado de tubos de mascarillas y de electrodos, enchufado
a una maquina todo su cuerpo. La medico una muchacha joven se acercó:
— ¿Qué comió usted hoy?
—Lentejas y cachopo, algo de vino y un poco de aguardiente.
— ¿Dónde?
—En un bar regentado por amigos míos
—Señor, pues en las lentejas le colaron belladona ¿No se dio
cuenta? Es un veneno que puede causar la muerte pero al parecer es usted hombre
de complexión fuerte.
—No. Las lentejas estaban buenísimas.
—Le hemos hecho un lavado de estomago. Creo que se recuperará.
No obstante, quedarán secuelas.
Arije no maldijo a los que le quisieron envenenar. Lo aceptó
como castigo por sus pecados y un aviso del cielo para no volver a pisar nunca
un chigre, tabernas, una fonda sin homologar. Dios le había salvado de las
garras de Erifos y de la Leo. Otra vez la Divina Misericordia estuvo de su
parte. Aunque tampoco hay que fiarse de las fuertes lunas de enero cuando las
gatas entran en celo.
SAN ANTÓN LA GALLINA PON
Dio gracias a Adonai por haber salido con bien del intento de
envenenamiento en el mesón de la Puñalada. Un signo. Hay que mirar a las
estrellas donde se inscribe nuestro destino en busca de señales. Los dioses
mandan desde el firmamento un aviso. Y, ya con el alta médica en el bolsillo,
al abandonar el hospital enclavado en los cerros de Majadahonda se veía la
sierra cubierta de un manto níveo bajo los arcos del austero monumento a Mota y Marín, aquellos dos valientes
rumanos, voluntarios de la Guardia de Hierro, que dieron su vida por España
allí en aquellos recuestos por donde Madrid se urbaniza y dejó de ser campo. De
modo que volvió a su casa que estaba a unas manzanas del centro médico,
respirando hondo y pisando fuerte ufano de haber sobrevivido. La internista
asturiana le hizo una transfusión de sangre con un fármaco antídoto de
neutralización de la belladona. El Santi
y la Leonor vaya un par de cabrones quisieron darle el pasaporte. Que se jodan.
Entre potas pucheros anda el Señor pero también se esconden los asesinos. Así y
todo estaba muy dolorido y quemado por dentro. Les hubiera pegado a los dos un
tiro, si no hubiese temido a volver a la cárcel.
En su esconce todo seguía igual. Un cuadro del Arcángel san
Miguel le saludó bajo la puerta. Vuelve a casa, pan perdido. En la calle, la
rutina de siempre, los mismos ruidos. Allí le aguardaban sus libros de rezos,
sus estampas de vírgenes y sus rosarios colgados de la pared y las linternas y
palmatorias para alumbrarse de noche. Había meses que le cortaban la luz por
falta de pago y estos hachones magnéticos le hacían buen servicio cuando se iba
la corriente.
Uno de los rosarios era enorme medía dos metros y los dieces
enjaretados en un cordel de esparto los cinco misterios con los cinco
gloriapatris rematando en una cruz fabricada con la roña de la corteza de un
pino santo que talaron para ayudar a los creyentes en la devoción de santo
Domingo los jerónimos del Parral de Segovia, carpinteros a lo divino que hacían
bancos y cruces para las parroquias. Pero este sarta piadosa tenía cierto valor
histórico porque había pertenecido a Sor María de Agreda a Gumersindo Manahén
Arije le inspiraba gran devoción esta mística doctora que escribió más de
veinte tomos sobre la Virgen y los escribió de rodillas. Fue muy conocida en el
siglo XVII por sus deliquios, levitaciones y éxtasis místicos, ya que,
supuestamente, había recibido del Altísimo el don de la bilocación.
Mediante dicha gracia ayudó y consoló en sus noches tristes a
los misioneros de Nueva España, así que mientras la priora de Ágreda en alma
oraba sentada en el coro de su convento su cuerpo era transportado por los
ángeles al Nuevo Mundo. Testigos presenciales la vieron bautizar a los indios
de Guanajuato y gracias a sus dotes los mexicanos conocieron las doctrinas de
Jesucristo. Fue a visitarla el rey Felipe IV a su regreso de su triunfal
campaña en las guerras de Cataluña fue aplastada la rebelión de los
barceloneses levantiscos y la monja y el rey se hicieron amigos. Es copiosa la
correspondencia que se conserva de las cartas entre el monasterio y Palacio. En
ellas sor María amonestaba con dolor pero sin acrimonia al monarca por sus
excesos y amorosos desvaríos. Felipe IV tuvo fama de mujeriego. No paraba de
sofaldas damas de la corte e incluso aguadoras de Madrid y actrices tan famosas
como la Calderona. No se paraba en barras y a veces profanaba el sagrado
recinto de los beaterios tan abundantes por aquel entonces en la capital del
reino:
─Eso que su merced realiza, Majestad no sólo ofende a Dios y le
conduce al infierno también está muy feo─ le reconvenía la madre superiora de
las concepcionistas de Agreda.
─Ya lo sé, reverenda madre, pero no puedo. No puedo.
El cuarto de los Felipes, decía el doctor Marañón, tenía una
libido desbocada, era insaciable. Si hubiese sido reina hubiera padecido de
furor uterino. En todo caso su sensualidad se parecía a las de las mujeres. Sus
biógrafos no ocultan que llenó el reino de bastardos. Engendró a más de de
setenta hijos naturales y hasta podría ser que llegara a tirarle los tejos a
sor María que era bastante guapa pero no consta porque era una santa y devolvió
escandalizada los billetes enamorados que el rey le mandaba hablándole muy
seriamente de las penas del infierno y del cruel destino reservado a los
concupiscentes en las Calderas de Pedro Botero. A don Gumersindo le hacían reír
estas cosillas. Pensaba que el catolicismo en su rama conversa está obsesionado
con las llamas infernales y con el sexo pero él ya no era joven para
escandalizarse por tales asuntillos. Mirando las cosas con cierta distancia y
sin apasionamiento, la misión de los reyes es engendrar muchachos y la
obligación de las reinas parirlos. Ardua tarea porque muchas de aquellas pobres
y tristes reinas morían de sobreparto y no alcanzaban la edad provecta. De este
peligro nos advierte una visita al pudridero del Escorial donde se amontonan
las sepulturas de recién nacidos perro España y yo somos ansí, señora. Que
quieren vuescerdes que yo faga. El rey Felipe no lo podía remediar trigger
happy de bragueta pero nunca probaba el vino, la probaba la caza y tenía un
gusto exquisito por la pintura. San Antón la gallina pon y hasta san Antón
pascual son. El padre Ángel estaba solemne y más orondo con un ocho que no le
cabía un piñón por culo bendiciendo a los burros, los perros y garos del todo
Madrid. Abrió las puertas del templo en la calle Hortaleza a los nobles brutos
Dios le perdone porque ese clérigo asturiano culo de mal asiento que tiene un
sexto sentido para sacarle la pasta a los famosos desconoce que a las fieras no
les está permitido pisar sagrado y un día de San Antón yo vi a un gran danés
tan enorme como un oso andar por la predela olisquear las vinajeras de la
credencia en el altar mayor. El perrazo entre gruñidos y ladridos se puso a
cantar la epístola de la misa del día a los desamparados de Madrid. Su aspecto
era feroz como el de un Rotweiler. Creo que aquel bicho era la vera efigie del
diablo que se le había colado al padre Ángel entre los vuelos de sus sotana
ínfulas animalistas y buenismo pero no vamos ahora a sacar las cosas de quicio.
FUEGO AMIGO
Arroaban los jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los
cuervos relinchaban los caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la
gata, cantaban los canarios, gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la
coruja, cacareaba la gallina, ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo
es escuchar el aullido del lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es
la fiera que te muestra los dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana
sino el vecino que te pasa la mano por la espalda. Los borregueros de Turégano
se han echado al monte con sus borregos y Valdivieso es un divieso en carne
viva. ¿Estos son tus amigos los curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos
sienten hacia vos rencor y omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de
Intereconomía devanaba historias increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido
y lo mismo hacían Pío Momas y otros autores carentes de ingenio. Explotaban el
filón. Franco era una mina. Tenían que eliminar al otro para que no les hiciese
sombra y abrirse brecha a codazos. Ya decía don Miguel que vivimos en un país
de rencores pero ese toro de Intereconomía no es un miura sino un bull de los
de Rockefeller. No te fíes mucho del pelo blanco va a lo suyo. Él y el tuerto
pretenden ser los defensores de España pero su afán es enriquecerse a sí mismo.
A derecha e izquierda se alzan los farallones derruidos de la patria mía. Tú
sigue tu ruta, no hagas caso. La chati del Pigtail se limpiaba el coño con una
teja y ahora tiene en su reserva papeles higiénicos perfumados, vive en una
dacha de Galapagar. Adiós Vallecas. Ellos defienden al obrero… de lejos. La
política se ha inventado en España para chupar imagen, henchir los bolsillos,
discursear y pedorrear. ¡Pécoras! Arrúan los jabalíes ya digo. El Santi y la
farota de la Leo abrían la puerta del infierno a los clientes mojándoles el
café con leche con DDT. En una jaula de su esconce tenía nuestro protagonista
un jilguero enjaulado al que llamaba “Caruso”. Se pasaba las mañanas de sol
trinando partituras de ópera con lo que daba gloria a Dios y dejaba el alma
satisfecha de su amo que al oír salmodiar a Caruso se olvidaban de cuando le
clavó la navaja a la archivera. Fue un golpe seco y cortante. Toma para que no
te rías de mí. Dejarás de batir tortillas con tu coima, escupir sobre mis
vírgenes y arrancar los dieces de mi rosario. ¿Por qué te manchaste las manos
de sangre, Manahén? Lo hice en defensa propia. Conmigo no se juega. Alguien
tenía que cortarles las alas a los buitres de You Can. El bueno de Arije le
hizo la tonsura al Coletas. Ese tío le daba cien patadas en la barriga y su
chati le ponía nervioso cuando iba con los cartapacios de tareas bajo el brazo.
Los apuntes de Facultad se habían convertido en papeles de gobierno. Marxistas
de salón. La prensa del Duerno gustaba de comparar a los de Podemos con los de
Venezuela. La archivera quedó yerta en medio de un pequeño charco de sangre
tras un breve pataleo acelerada agonía se cagó por la pata abajo a la hora de
expirar. Arije fue certero. Se demostró que era tan bueno con la pluma como con
la navaja. Zas. Un golpe de guasca y para el otro bar
FUEGO AMIGO
ARROABAN los jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los
cuervos relinchaban los caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la
gata, cantaban los canarios, gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la
coruja, cacareaba la gallina, ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo
es escuchar el aullido del lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es
la fiera que te muestra los dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana
sino el vecino que te pasa la mano por la espalda. Los borregueros de Turégano
se han echado al monte con sus borregos y Valdivieso es un divieso en carne
viva. ¿Estos son tus amigos los curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos
sienten hacia vos rencor y omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de
Intereconomía devanaba historias increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido
y lo mismo hacían Pío Momas y otros autores carentes de ingenio. Tenían que
eliminar al otro para que no les hiciese sombra y abrirse brecha a codazos. Ya
decía don Miguel que vivimos en un país de rencores pero ese toro de
Intereconomía no es un miura sino un bull de los de Rockefeller. No te fíes
mucho del pelo blanco va a lo suyo. Él y el tuerto pretenden ser los defensores
de España pero su afán es enriquecerse a sí mismo. A derecha e izquierda se
alzan los farallones derruidos de la patria mía. Tú sigue tu ruta, no hagas
caso. La chati del Pigtail se limpiaba el coño con una teja y ahora tiene en su
reserva papeles higiénicos perfumados, vive en una dacha de Galapagar. Adiós
Vallecas. Ellos defienden al obrero… de lejos. La política se ha inventado en
España para chupar imagen, henchir los bolsillos, discursear y pedorrear.
Arrúan los jabalíes ya digo. El Santi y la farota de la Leo abrían la puerta
del infierno a los clientes mojándoles el café con leche con DDT. En una jaula
de su esconce tenía nuestro protagonista un jilguero enjaulado al que llamaba
“Caruso”. Se pasaba las mañanas de sol trinando partituras de ópera con lo que
daba gloria a Dios y dejaba el alma satisfecha de su amo que al oír salmodiar a
Caruso se olvidaban de cuando le clavó la navaja a la archivera. Fue un golpe
seco y cortante. Toma para que no te rías de mí. Dejarás de batir tortillas con
tu coima, escupir sobre mis vírgenes y arrancar los dieces de mi rosario. ¿Por
qué te manchaste las manos de sangre, Manahén? Lo hice en defensa propia.
Conmigo no se juega. Alguien tenía que cortarles las alas a los buitres de You
Can. El bueno de Arije le hizo la tonsura al Coletas. Ese tío le daba cien
patadas en la barriga y su chati le ponía nervioso cuando iba con los
cartapacios de tareas bajo el brazo. Los apuntes de Facultad se habían
convertido en papeles de gobierno. Marxistas de salón. La prensa del Duerno
gustaba de comparar a los de Podemos con los de Venezuela. La archivera quedó
yerta en medio de un pequeño charco de sangre tras un breve pataleo acelerada
agonía se cagó por la pata abajo a la hora de expirar. Arije fue certero. Se
demostró que era tan bueno con la pluma como con la navaja. Zas. Un golpe de
guasca y para el otro barrio. Carmen Fernández del toro voló a la eternidad. Al
cielo no. Seguramente que la pasaporte a los infiernos. Estaba en pecado
mortal. Esa tía que la llamaba por teléfono a la oficina no se cansaba de
alabar sus habilidades digitales. Ay que me corro de gusto reina con solo oírte
hablar. Cumplí cadena, se hizo justicia y ya estoy a bien con la sociedad pero
seguía arruando el gocho salvaje. Venían en manada por todo el valle de
Talamanca, cruzaban los desmontes de Valdepielagos y Torrelaguna y no paraban
de corretear al trote cochinero hasta Vaciamadrid. Se detenían ante el antiguo
parador, hozaban por las caballerizas y muchos deportistas que hacían footing
por los resayos de Moncloa vieron a piaras de estos súridos animales impuros y
no precisamente de compañía. A veces se atrevían incluso a gulusmear entre los
contendores de basura. Se habían convertido en plaga. El abandono de la
agricultura en Castilla había determinado el regreso de la fauna salvaje. Era
una tarde apacible y él caminaba en compañía de sus recuerdos por la parte
central del bulevar de Reina Victoria. El sol se hundía por la hucha del
horizonte irradiando un haz de irradiaciones portentosas. Entonces se dio
cuenta de una cosa: lo bello que es vivir. Al poco rato cuando el sol se puso
el firmamento era una verbena de estrellas filantes. Desde el banco donde
estaba sentado pues le había entrado fatiga veía entrar y salir a la clientela
del Julifer. La Leonor mujer farota y poco contemplativa había envenenado
aquella tarde a otros tres borrachos más. La policía los encontré pajaritos cerca
del nido de los cisnes aguas abajo del Manzanares. Carmen Fernández del toro
voló a la eternidad. Al cielo no. Seguramente que la pasaporte a los infiernos.
Estaba en pecado mortal. Esa tía que la llamaba por teléfono a la oficina no se
cansaba de alabar sus habilidades digitales. Ay que me corro de gusto reina con
solo oírte hablar. Cumplí cadena, se hizo justicia y ya estoy a bien con la
sociedad pero seguía arruando el gocho salvaje. Venían en manada por todo el
valle de Talamanca, cruzaban los desmontes de Valdepielagos y Torrelaguna y no
paraban de corretear al trote cochinero hasta Vaciamadrid. Se detenían ante el
antiguo parador, hozaban por las caballerizas y muchos deportistas que hacían
footing por los resayos de Moncloa vieron a piaras de estos súridos animales
impuros. A veces se atrevían incluso a gulusmear entre los contendores de
basura. Se habían convertido en plaga. El abandono de la agricultura en
Castilla había determinado el regreso de la fauna salvaje. Era una tarde
apacible y él caminaba en compañía de sus recuerdos por la parte central del
bulevar de Reina Victoria. El sol se hundía por la hucha del horizonte
irradiando un haz de irradiaciones portentosas. Entonces se dio cuenta de una
cosa: lo bello que es vivir. Al poco rato cuando el sol se puso el firmamento
era una verbena de estrellas filantes. Desde el banco donde estaba sentado pues
le había entrado fatiga veía entrar y salir a la clientela del Julifer. La
Leonor mujer farota y poco contemplativa había envenenado aquella tarde a otros
tres borrachos más. La policía los encontré pajaritos cerca del nido de los
cisnes aguas abajo del Manzanares.
OJO DEL CULO. OJO DE RA. OJO FLOGÍSTICO
Llegó a casa desaforado, sintiendo el aliento de los alanos de
San Antón que ladraban en clave oenejé azupados el padre Ángel aquel cura
trabucaire asturiano. Canes en la iglesia mala cosa. es como decir vienen
sastres, al infierno vamos y en la lúcida mañana de invierno sacó, ganado su
esconce, refugio de sus libros, radios y rosarios, la petaca, atascó la pipa,
hirvió café en el infiernillo aquella infusión le sentaba bien para aplacar su
conciencia y mitigar el hambre que siempre padecía, prendió la cachimba que era
su mejor amiga en tiempos de desolación, cimbel y zumbel la peonza de las añoranzas
daba vueltas, girando sin parar, se acordó de su amigo Nilo que acababa de
tirarse al tren. Nilo escritor en tiempos infaustos del reinado del Rey
Borracho al que sucedió su hijo Tontolinón VI al que llamaban medallas pues
sólo exhibía su borbónico valor en los desfiles y besamanos había acumulado una
intensa obra. Le había legado sus cuadernos, varias novelas impresas a
ciclostil. Nilo, inédito, literato sin suerte pero con harto talento, se
equivocó de época. Arije guardaba en los altillos del chiscón de Majadahonda
las obras de su amigo. Las publicaría algún día si tuviese dinero. Lo haría.
Aguardaría ilusionado la llegada de los paquetes que le enviaba la editorial
contra reembolso, iría por las librerías. los libreros los pobres que estaban
muy alcanzados porque los Mandiles no prohibieron la censura pero se empeñaban
en poner astillas en el radio de las ruedas de los autores nuevos aquí sólo
escribe el que yo diga y sólo editará el del pensamiento correcto. El esquema
de acabar con la rica, maravillosa y sufrida historia de la literatura española
sólo entraban en tórculos autores ingleses y norteamericanos, formaba parte del
proyecto de destrucción de España. Querían degollar su cultura y trucidar sus
sueños. Nilo Popín admirador de Francisco de Quevedo se suicidó amargado de
verse obligado a comerse las ediciones de sus obras. En las librerías le
rechazaban sus textos por no tener distribuidor. La luz de enero se colaba por
el montante. De allí llegaba el ruido de la calle. Majadahonda se había convertido
en una ciudad populosa arrabal de Madrid. Las tenadas de los pastores de la
Mesta que venían de tierra Segovia dieron paso a la avalancha de constructores
del Real State. Surgieron como hongos la urbanizaciones de adosados. ¡Pobre
Propinas! Hacía causa común con él mira que tirarse al tren! En su memoria
encendió la cachimba y sentado en el sofá destartalado al lado de la chimenea
comenzó a leer un capitulo de la novela de su amigo. No era un libro del
Reverte ni de la Hija del Yale el que tiró a su mujer por la ventana en Toledo
ni uno de esos autores insulsos introducidos a machote y a barrisco en la lista
de los más vendidos. Su difunto amigo escribía en tenor de los clásicos
comprometido con su tiempo;
"Don Nilo el hombre, librero de lance, un santo varón, un
justo de Israel, amor en tiempos revueltos (ya ha vuelto a salir la frase
hecha) desde que lo suspendieron de empleo y sueldo porque, condenado a
galeras, le pusieron de compañero de terna a un marica, y pederasta, erudito
muy ilustre de la ciudad de Burgos, conversación amena pero que tenía una
debilidad imperdonable por el culo sobre todo por el de los niños inocentes y
don Nilo el hombre viéndose condenado no hacía otra cosa que lamentarse de su
mala suerte y echaba pestes contra la Organización pero ésta era un muro
infranqueable hasta que un día le pegó un meneo a su compañero de filas y lo
estampó contra la pared al conjuro de la frase típica menos montar en globo y
dado por el ano pues no soy Olano todo lo que quieras. Le llamaron a capitulo,
lo empapelaron y le dijeron aquella frase terrible de “mañana no vengas”. Él le
explicó al Inspector General que trabajar con don Palamón que era como se
llamaba el bibliotecario era misión imposible que no se la deseaba ni a su peor
enemigo. Con decir, mire usted, que tengo que entrar en mi sección cara atrás,
como iban los ajusticiados de la Inquisición a horcajadas de un asno y mirando
para Toledo. y con las dos manos guardando las posaderas, ya le digo todo lo
que le tengo que decir, señor Inspector general. Pero el mandamás puso orejas
de mercader, se pasaba sus reclamos por los mismísimos, y eso que conservaba
fama de ser lenible y no mala persona, que si llega a serlo... Le dieron la
absoluta.
Ahora ¿qué hago?, preguntóse a sí mismo. Pues vender libros,
hacerme librero de lance e irme por ahí por los mercadillos con mi camioneta,
se dijo don Nilo, resolutivo. Leer, escribir, soñar era lo que más le gustaba.
Vivía en una nube pero de menos nos hizo Dios. Escogió la plaza del Arrabal de
Arévalo como centro de operaciones y allí que se plantaba cada martes con su
vehículo, montaba el tenderete y se instalaba al lado de un banco. Venían pocos
clientes. Había traído un taburete y allí se sentaba con los tratantes, con los
pegujaleros de Martín Muñoz que venían rebosantes las artolas de sus burros de
lechugas, berzas y tomates a vender género de la rica huerta; con los
labradores ricos marañeros, a los que decía que el Arrabal fue plaza famosa
donde tuvieron el punto otrora perahiles, licenciados de Flandes y picaros.
Como el Potro de Córdoba, el Perchel malagueño, las gradas de San Felipe en
Madrid, el Azoguejo etc. Estas plazas españoles tan esplendidas tan aseadas
enmarcadas en soportales fueron coso de la filosofía, albergue del espionaje,
descansadero y punto de acogida de la picaresca y centro de operaciones de la
gente del bronce pero también de hidalgos honrados que planeaban su viaje a las
Indias. Hablaban de mujeres, de trigos, de cosechas y otras noticias por
ejemplo de quien había fallecido aquella semana, un crimen truculento como el
del alimañero que mató a un dentista un día que regresó al hogar y encontró a
la mujer con otro. Por aquellos corrillos pasaba la vida cada martes, el
revolver de los ciclos, el girar de las estaciones por el círculo del sol, que
cambiaba los rostros y arrugas las viejas heridas, pasaban los años mudaban las
épocas. Eran gente del común, sangre municipal y espesa a la sombra de la torre
de la iglesia. El reloj de sol empotrado en gran hastial cónico del paramento de
la iglesia de Santo Domingo debajo tenía un letrero que decía:
-Tempus fugit
Sonaban las campanadas del mediodía en el carillón. La campana
anunciaba con su vozarrón noble que espantaba a las palomas y a los vencejos
revoloteando por las socarrenas del muro la hora del Ángelus. Los paisanos que
andaban abajo hablando de sus cosas y haciendo tratos por los corrillos se
quitaban la gorra en señal de respeto y se quedaban mirando para lo alto del
campanario donde extendía sus brazos el Cristo. Mediodía la hora que come el
papa. Vayamos a tomar un chato en Casa Pinilla. Eso está hecho, hombre. Todo
como en la edad media. Arévalo es católico, noble y sentimental (la plaza se
ganó a los moros sin combate en un torneo a primera sangre entre don Bernardo
Serantes y el rey Abdelaziz) y pienso que cree en Dios aunque no lo haya visto
nunca porque fe es creer lo que no vimos. Don Nilo se levantaba de la tajuela
que compró como regalo de caridad a los locos de Quitapesares que luchaban las
acometidas de sus paranoias con trabajos mentales, miraba para el cielo sumido
en un respeto reverendo para luego seguir la lectura de su autor favorito don
Francisco de Quevedo y Villegas El Grande y se metía en otro mundo arrollado
por la cadencia de su prosa.
Por la puerta de Santo Domingo (Dios le perdone a don Nilo) vio
en ese momento a un teatino salir dando voces. Vaya por Dios pues las gracias y
desgracias del ojo del culo escritas por Juan Lamas el del Camisón Cagado y
dedicadas a doña Juana Mucha Montón de Carne las firmó el poeta en un momento
de inspiración y editadas por un maestro ocultista: Daniel Lebrato y trata de
algo tan humano como son las ventosidades porque si no cagas te mueres y si no
te pees no estás a gusto. Caga el rey, caga el pato, caga el águila, y caga
el mulo que según come el mulo así caga
el culo por antonomasia. Peyose Colasa
que suele hacerlo a lo bajini atufando toda la casa. Nueve orificios hay en el
cuerpo humano y los nueve dimanan, o echan flojo sobre todo en las mujeres que
son sólo cañerías (vista, oído, olfato, el agujero por delante y el agujero de
cagar, estos dos últimos son singulares, los tres primeros van en pareja y
todos al de por junto empalman como el último de los sentidos, el que posterior
muere, que es del tacto) aunque hay algunos que afirman la existencia de un
décimo el flogístico, el que llaman ojo de Ra. Ojo de Dios con el que los
imagineros paleocristianos representaban a la primera persona de la Trinidad en
forma de triángulo. Mas no entremos en teologías que la liamos. Pulso de mi
lira la más sublime cuerda canto a la mierda.
Según don Francisco los
más importantes pero muy pecadores son los de la frente el ojo del culo es el
más inocente y por él poco se peca aunque a los de la cáscara les sea puerta
del vicio nefando locus horribilis. Que de los placeres sin pecar, el cagar. Sí
caga alegre, caga contento pero caga adentro. Y la mujer que un pedo suelta no
puede ser sino desenvuelta. Ese lugar por donde no daba el sol hasta que
llegaron los nudistas es redondo y bien trabado un círculo perfecto de la
naturaleza donde caben todos los signos del zodiaco y aunque no es tan claro
como los de la cara tiene más hechura… lo tenemos tan guardado pringado entre
dos murallas y amortajado en una camisa, envuelto en unos dominguillos y
envainado entre dos greguescos que cuelgan como dos falderillos, avahado en una
capa que por se dijo béseme vuesa merced por donde no da el sol y amargan los
pepinos.
Sin su reverencia no se
puede vivir porque no cabe la posibilidad de un ojo del culo que sea tuerto
todos miran hacia lo profundo del cuerpo del que expulsan cuanto sobra. Eso sí;
es poderosísimo porque ha muerto muchachos y marchitado yerbas. Es paciente y
serenísimo, jamás se inmuta aunque a veces lo agobie el picor de almorranas y otorga
un placer de los que no suelen desamistarse con ninguno de los diez
mandamientos pues no hay gusto más descansado que después de haber cagado. Por
eso cantan muchos coplas cuando desembuchan o leen un libro cuando van a la
letrina el tiempo de cagar es hora plácida. Es docto y filósofo amparo de
soledades porque se nace, se muere y se caga solo, es tarea en la que nadie te
ayuda. Y el buey suelto aunque a él con la lengua no puede llegarse a no ser
que seas malabaristas. La mayor parte de los cristianos, moros y judías se lo
alcanzan con una teja o con la hoja de un periódico español de ahora mismo que
sólo valen para cumplir la noble tarea de limpiarse sus miserias cada uno con
los artículos de la prensa sural.
Le cumplen nombres infinitos, llámenlo trasero porque siempre va
en retaguardia. Es la popa del barco que sufre las inclemencias e injusticias
de los temporales ayudando a la navegación de proa y dando a la barca de san
Pedro cierta estabilidad. Los dómines latinos dieronle el título de antífonas
por oficiarse siempre al cantar de dos chantres porque juega a pares y nones
entre las nalgas. Le dicen trancallo los asturianos porque es el portillo que
tranca y abre la puerta de los mojones y también manojo de llaves por lo
redondo de su forma.
— ¿Hay quien puje?
— Tráigame el bacín vuesa merced.
—¿No hay quien dé más?
—Sí don Artur Mas al que la boca se la hizo un fraile
—Pues que se meta las pesetas por ahí el muy avaricioso y
cretino cabalino.
Son provechosos sus mojones. Lo que excreta nos sirve de abono y
luego de alimento, en la naturaleza nada se crea ni se destruye sólo se
transforma como la energía. Y como el pedo suele ser cosa alegre que sirve de
risa y pasatiempo. El culo no suele meterse con nadie pero recibe demasiados
azotes y descargas y en cierto bares de Malasaña hay que entrar con clípeo en
el salvohonor pues ese ojo acullá suscita miradas lascivas.
Julio Cesar el emperador era aficionado a las peleas de gallos y
hacía durante el transcurso de las mismas, concursos de pedorros. A ver quién
pee mejor. El que más fuerte atronase se llevaba una corona de laurel y cien
denarios. Al Cesar tales competiciones le divertían muchísimo.
Compañero es del amor porque hasta que dos no hayan peído sobre
un mismo colchón no se tiene por seguro que haya habido coyunda ni
amancebamiento. También declara amistad porque con pedos los señores suelen
divertir a los amigos. Se dice por ejemplo que “soltó un preso e hizo al culo
alcalde”. De ahí le viene el nombre de alfaneque de las tripas y redentor de
gases cautivos. Fuesele una pluma, irse de bastos, marchó sin decir adiós,
señor de Argamasilla cuando sale chilla. Quien se ha peido que huele a tocino
quien se ha cagao que huele a bacalao. Tú por tú que fuiste tú.
Tirarse un cuesco es asimismo voz aceptada y muy extendida por
seminarios y conventos. Nadie sabe el por qué se confunden las ventosidades de
los mamíferos- la burra de mi abuelo también se peía- con el fruto de los
vegetales. Será por lo rotundos y la morfología esferoide de la tripa cagalar
esto es el ano. No vayamos a confundir el culo con las témporas"
El pobre Nilo escritor y periodista segoviano que en paz
descanse no tuvo fortuna en la ardua carrera de las letras y no lo hacía mal
sólo que le cayó aquella malaventura que enuncia la Celestina "fortuna te
dé Dios, hijo, que el saber no te hace falta". El Propinas tuvo a los
dioses en contra. Había vivido en Gran Bretaña en los locos años sesenta donde
había vivido sus aventuras y locuras sexuales y regresó a España tratando de
abrirse camino en el bosque encantado de las musas. Es una selva más tupida e
impenetrable que la del Amazonas. Le ahogaron las lianas de la desdicha. No fue
profeta en su tierra pese a lo deslavazado e impenetrable de sus escritos
acertó en su diagnóstico de los males patrios. Había comparado el movimiento
Nazi Feminista con el Apocalipsis y estas malditas mujeres del vientre seco y
del odio campaban por sus respetos. La Dobermana andaluza rubia de bote y
chocho morenote no dejaba de apretar sus recias mandíbulas de perra con
prognatismo contra el partido españolista. ¿Perra o zorra? En cualquier caso la
zorra no se resistía a abandonar su madriguera. Andalucía era un nido de
víboras donde oda corrupción tenía su asiento. Habían perdido las elecciones
los de Susanita pero se echaron al monte. He aquí lo que decía mi difunto
colega allá por el año 78:
Tras las conmociones del viernes de
Dolores – las profecías empezaron a cumplirse en los meses que
aguardan a la gran traición- ojos claros pero turbios se despacha a sus anchas
en sus instintos e institutos de venganza (give me more). Calixta la novia que
tuvo neozelandesa con su cara de kivui y su voz atiplada de cupletista
pelirroja le gritaba aquella frase imponente, Moisés bajó del Sinaí con las
tablas de la ley en mano, y yo sólo soy un pobre mortal, mientras hacían el amor en la scullery de su
piso con derecho a cocina junto a la estación de metro de Earls Court en
Londres. Oh Emiliano dame más. Me he quedado sin tralla “Me dejaste a buenas
noches”. Calixta criticaba la forma inconsiderada que tenía Emilio de hacer el
amor y su engorde. Se había comprado unos pantalones en Marks&Spencer
que le daban un aspecto payasil muy holgados de cintura y desde entonces le
puso el mote de Emiliano Pantalones. Eran grises como la
luz de atardecer que iluminaba su
penthouse de soltero en la calle Jardín de las Flores entre Fulham y la Vieja Brompton Road. Tenía
yo ganas de huir y me uní al gran corro de la desbandada. Me producía una
cierta tristeza Ya verán predicas incriminatorias, precitas instancias. El
personal no quiere saber nada de nadie ni de nada. No me cuente usted su vida y
en ese grado de insolidaridad estamos llegando a los tiempos del 36, cuando los
madrileños en aquel otoño sangriento se paseaban por la Avenida del Quince y
Medio (Gran Vía) donde la zona de una de las aceras la de Telefónica estaba
batida por los obuses nacionales con un cartel en la solapa que decía: no me
cuente Vd su vida, ya me la sé. El amor en tiempos de cólera que dijo un cursi
pero yo voy a lo mío. Me siento al volante y tira millas. Venga radiales, duro
que te pego horizontes de encintado vial de raya continúa. ¿Te motiva? Es el
cansancio aquel que te afligía como
cuando viajabas desde Essex a Yorkshire. 180 millas en la A1 en tu mini de
color rojo. Parabas a tomar un café en un Vimpi y a hacer pis. Cuando un pueblo
es marrano, eso queda muy consignado en los servicios de las fondas en el
camino real. Y los ingleses son unos cochinos, pero los franceses lo son aun
más y los portugueses para de contar. Todo el país es como si le olieran los
pies. Huele a Fátima y a milagro. A melancólicas cuerdas de fado. Cierto la tristeza tiene un
color no puedo hablar no me entienden, acaso sea muda. No me cuente su vida
oiga que es muy triste, no venirme con milongas. Llevamos unos cuantos años con
las brigadas del amanecer haciendo de las suyas y no es el cartero que viene a
traernos un giro o una carta certificada sino el polizonte o el comisario que
llega a ponernos una denuncia y nos ruega velis nolis acompáñame amos anda...
pero tú que te has creído... prédicas infernales... ese doctor de las mañanas
de la tele que debe ser del hopos pues lleva años y años en antena no para de
hablar de cáncer... harte el encontradizo o el advenedizo que tú no te enteras
leñes que ellos piensen lo que les de la gana... tan tan.. ¿Quién? Abra. Un
registro. Es usted fulanito de tal.- yo soy Domingo García Sabell el jefe.
Tenga la bondad de acompañarnos. Aguarde que me ataco los pantalones. ¿Puedo ir
al baño? Pues tendrá que hacérselo por el camino. Puro tramite. El del
mosquetón que te observa por la mirilla del mingitorio mientras que tú evacuas
tu vejiga. Una triste saca. Un maldito paseo al amanecer. Billete de ida al
reino del iras y no volverás. De los sencillos y de los torpes es el reino de
los cielos. Esa facultativa de ojos claros y el culo gordo que archiva su ira y
se pasa el día entero zampándose tabletas de chocolate. Por eso el culo se le
ha puesto como un balón. ¿Qué decía vuesa merdé? Reñidas oposiciones, la vida
combates es, y hoy tocan a fajina. El corazón amante. Caballero a sus manos y
señora a sus pies. Escucho en la distancia el largo pitido del tren. Pican al
timbre una madrugada de aquel verano en un inmueble de la Red de San Luis y ya
digo no es el lechero. Nos devoramos unos a otros. Nos fagotizamos con tanta
guerra civil. Fotos trágicas, el máuser en alto. El mono azul y la guerrera
postinera recogen mal los abultamientos de los senos de aquella bella miliciana
y un falangista en la cárcel de san Antón se le escapó un piropo a la vista de
su verduga: niña, te quiero tanto que contigo en el pelotón no me va importar
acudir al paredón, será una muerte dulce. Subían hacia Cibeles desde el palacio
de Buenavista y de gobernación las camionetas del ejército de la verdad. Un
comisario se llamaba Dapena y nos van a liquidar igual que conejos. Fue el que
dijo: éste sobra pues sí sobra claro que sí. Lo malo es que había mucho más
jefes que indios y los que maulaban y soliloquiaban que ya no se les pone
gorda. En los tiempos de la gran duquesa leonesa yo me lo monto con la señora
Marquesa, ale. La Política no interesa y el que escribió el estatuto prostituto
se da aires de compinche y fuego fatuo. You dont tell me fibs. Pero si eso es
el placer de contra en eso precisamente está el misterio y la maula. Mañana es
domingo de Ramos y arranco para Segovia de estampida. Mis huidas y mis
circunvoluciones tienen bastante miga. El skyline de la ciudad donde yo nací me
tranquiliza pero no es para ponerse muy
sentimentales sino para precaverse. ¿Vienes pa muchos días? Sólo a las
procesiones, Fuencisla. Las hermandades, los cristos rotos, el entierro de los
gascones, la torre de san Justo proyectando su sombra en viernes santo contra
la luna, el rumor lejano de las aguas del Rasemir, el bamboleo de los pasos, un
cirio que arde y otro que se apaga al penetrar en la zona de corrientes del
azoguejo que nosotros denominábamos el arzovejo y al decirlo parecía nos dieran
azogue, porque nos entraban las prisas. No es lo mismo decirlo como verlo. El
diablo que aparece a lo lejos con su tridente. La banda del regimiento marca el
paso y los gastadores estallan sus botas contra el cemento de la calle. Alguien
con voz de borracho se arranca por una saeta. Sin belleza no puede haber
misterio. Tampoco cristianismo se acerca la Venus Victrix la diosa triunfadora
con su rozagante manto de Dolorosa que porta en la mano un arrastrapeplos. Todo
esta bien drapeado por el que hizo el planteamiento pero en esta noche hay
alguien que nos estorba, las fichas parece que se mueven y bailan los datos
pero todo en esta atmósfera respira intensidad y tiene lo que los alemanes
denominan spanung. La novela es un concepto musical y eso mismo lo tiene ahora
mismo mi ciudad. Me arrojo de cabeza, me sumo en el oleaje de los recuerdos a
la busca de una cierta congruencia y del hilo de la fábula. Las trenzas de
Ariadna y su rubia cabellera las llevamos recogidas en cintas multicolores. Me
multiplico, he de hacerme ubicuo y gozar del don de la bilocación con que el
Señor favoreció a algunos de sus siervos. No he de tomar las cosas ab ovo, ni
tampoco perder la calma. Tengo que perderme en fárragos de burocracia mientras
las mucamas romanas esperan el autobús en la parada de mi barrio cuya
marquesina se ha convertido en objetivo de los gamberrotes. Lo expliqué en un
artículo que este vicio moderno de las tribus
urbanas se denomina clastomanía, un vicio como otro cualquier, tan
respetable, verbigracia, como la del millonario que vive en los chalet de
abajo, los que vierten al río y que rebusca en los cubos de la basura y los
contenedores, aquejado del mal de Diógenes, acumular y guardar en el nido igual
que las cornejas, pues eso. Ayer le vi al viejo bajar la cuesta de los álamos
subido en una bicicleta de carreras que seguramente no mercó en la tienda, sino
que es una de los muchos testimonios de su pasión por la rebusca. Ser y tener.
Tanto tendrás tanto valdrás. Los romanos tenían una cierta pasión ordenancista.
El papado por ejemplo es una constitución carolingia y la Iglesia como la
literatura y su pasión por los cilicios y las torturas mentales un cajón de
sastre. Luego vinieron a perfeccionar el sistema los visigodos con sus
corregidores, bailíes, paciarios y el uso del sello y el balduque atado en
cuerdas de cáñamo en los documentos oficiales. Desde entonces todos los
clérigos son funcionarios. En realidad es lo que debieran ser los curas.
Limitarse a su misión de funerales, bautizos y matrimonios y poner nombres en
los libros de registros. Cuando se salen de esa misión específica ya empezamos
todos a mear fuera de sillico. Clericus del griego “kleros” que no quiere decir
otra cosa que patrimonio. Los límites son pues mucho más modestos que nuestras
pretensiones y si nos ciñéramos a la línea, si fuésemos un poco más modestos,
las cosas empezarían tal vez a ir un poco mejor. Lo que pasa es que hasta el
siglo XVIII trono y altar fueron unidos y no andaríamos metidos en
equipolencias tomistas ni de discusiones a gritos en las salas de grados. He
dicho.
Quedó Arije confundido después de la lectura de aquellos
párrafos póstumos y contundentes. Que nunca verían la luz de las imprentas,
condenados al polvo del olvido al rebujo de los altillos de su biblioteca.
Cuando él muriera o se mudara de domicilio, irían a la hoguera o vendidos al
peso del papel. Vanidad de vanidades. Mala suerte tuvo Nilo. Mientras la radio
coreaba consignas de la guerra y caza del macho (la lucha de clases había sido
sustituida por la lucha de géneros que cuando él iba a la escuela se resumían
en tres equivalentes: masculino, femenino, neutro o epiceno y ahora todo era lo
mismo, rajitas y rabitos habían sustituido a los cristos en las escuelas de
párvulos) él bajo a la calle y se subió al viejo cadillac destartalado que
había comprado a un coronel americano de la base de Torrejón. Lo tenía aparcado
en una riera cubierto de polvo y cargado de kilómetros y mandó al volante que
lo condujera hasta el cementerio de Brunete. En uno de los nichos que tenía un
epitafio que daba que pensar "nací, amé, luché, vencí, perdí, morí
¿resucitaré el último día?" colocó un ramillete de madreselvas. La
sepultura la presidía una cruz latina con cuatro palos a la manera rusa. Nilo
dejó en sus mandas escrito en un papel antes de suicidarse que quería ser
enterrado por el rito ruso, que durante el sepelio sonase la grabación de una
misa de resurrección que registró el año 87 durante una audición de onda corta
por Radio Sputnik. Una de las aficiones del segoviano aparte de la literatura
era el diexismo. Hombre profundamente religioso y reverente Nilo era del
parecer que el Vaticano quemó su mandato divino y entregó al diablo las
filacterias y las arras de su misión sagrada en el mundo. Pero si Roma
prevaricó el patriarca moscovita se mantenía incólume en la doctrina y sobre
todo en el esplendor y boato de su liturgia. Arije pensó que esto era una
extravagancia de su amigo, no se puede cocear contra el aguijón, y que los
tiempos cambian.
Depositadas cinco rosas en la tumba que guardaba los restos
mortales de su amigo en el cementerio campestre de Brunete al lado de los
blocaos y casamatas recuerdo de la cruenta batalla de 1937 la batalla de la sed
se encaminó as Villanueva del Pardillo donde uno de su pueblo Rufino Vírseda
fue hecho prisionero por la fuerza del general Casado. En su pueblo le dieron
por muerto y cuando se estaban celebrando los funerales por su eterno descanso
en la majestuosa iglesia de Cantalejo allí apareció Rufino Virseda licenciado
del ejército tan pichi. Su habilidad y su simpatía de tratante le granjearon la
amistad del comisario rojo y se pasó la guerra enchufado en un campo de
prisioneros nacionales en Valencia. El pueblo trillero tuvo por milagroso aquel
suceso que fue comentado en las Siete Villas, un milagro atribuido a la Virgen
del Henar. El liberado colocó como exvoto un retrato suyo de artillero que le
tomaron en el Cuartel de la Montaña al entrar en filas. Cada año en el último
domingo de septiembre acudía a Cuellar a dar gracias al Henar por haber salvado
el pellejo.
Los violines sonaban ya a la hora del crepúsculo. El Dodge Dart
que compró a Rodrigo Royo tiraba millas subiendo la cuesta de Valdemorillo
acercándose a las dehesas del Escorial habitadas por fresnos gigantescos de
macabras figuras. Decían que desde una rama de estos grotescos sauces la
Dolorosa de Fuentelsaz le lanzaba mensajes sabatinos a una supuesta vidente
picaresca nacional. Arije aceleró cuando el coche se acercaba a Prado Nuevo y
escupió tres veces. Los diablos se escondían entre las peñas y las zarzas
propalando mentiras y embaucamientos. Allí se acercaba gente sin rumbo los
desahuciados y en desdicha en espera de encontrar cura de sus enfermedades y
carestías. Los amigos de la Cuevas poniendo el cazo a cuenta del fraude de las
apariciones marianas se hicieron millonarios y compraron pisos abrieron
residencias de ancianos. Arije que desesperado creyó en aquellos supuestos se
pegó el batacazo. Un sábado vio cómo una pareja fornicaba furiosamente al pie
del árbol de las apariciones preguntó al hombre:
—¿Qué estáis haciendo ahí sinvergüenzas?
—Quiero empreñar a mi señora. El ginecólogo cree que nunca se
quedará encinta, vientre, yermo
El paisano miró para el entrometido con ojos feroces y prosiguió
su tarea ya casi a punto de terminar.
—A ver, a ver— contestó don Manahén por decir algo corrido de
vergüenza. Pero al volver la vista se dio cuenta qué horror que el furioso
sátiro empalmado desplegaba verga de casi medio metro dos cuernos de morueco
retuerto que le daban vuelta a la cabeza y no se apoyaba en pies como los humanos
sino en pezuñas. Era súcubo e incubo como reza la tradición y la que estaba
entre sus piernas no era la vidente sino la alcaidesa de Segovia quien
profesaba a Belcebú profunda devoción, hasta el punto de encargarle una estatua
para ponerla frente al Acueducto, Arije dio un grito de espantó y huyó del
lugar para no volver más a Prado Nuevo. Había visto al diablo. Daba diente con
diente y no volvió hasta ponerse de nuevo al volante camino de Segovia.
Aquella garamalla sin mangas tejida de un solo hilo -Cristo se
desvestía y sus siervos y seguidores duro colocarse ropajes, uno encima de,
sotanas y dalmáticas, al año que viene en Jerusalén pero caminamos de espaldas
al monte calvario- abolía el orden viejo. Los ornamentos de los dioses
antiguos, de Júpiter Diana Afrodita y
Baco quedarían preteridos pero sus sacerdotes, sintiéndose desnudos e incapaces
de imitar al que pereció en la cruz en taparrabos, no harían otra cosa en todo
el tiempo que hacer mayor el cupo del “indumento”.
Casi me desternillaba de risa pero aquella hora de grandes
acontecimientos fue el tiempo de los sobresaltos y de las confusiones (yo
creía, pensé que; pues no señor al revés te lo digo para que lo entiendas) y de
las perplejidades. Nos anegamos en un marasmo de sorpresas. Tú, Cristo bendito,
viniste para confundir a los mortales. Supuestamente quedaron sin vigencia las
estolas las mitras las cidarias el efod y todos aquellos ropajes que se ponían
uno encima de otro, negro sobre blanco, blanco sobre negro, para definir
oficios y categorías inciertas de flámines y peanes del mundo órfico.
Degolló nuestros principios sin espada.
— ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otros?
—Por sus obras los conoceréis- respondió el Señor
Se rieron dél, pero Él no vino a traer la paz al mundo sino un
orden nuevo con todo lo que ello implica: la destrucción de Jerusalén que fue
desmontada piedra a piedra y los campos adyacentes de su pomerium o arrabales, arrasados y sembrados de sal. Al
pie de la cruz escuchábamos el batir de los tambores de los soldados de Tito
casi tres cuartos de siglo de que aquel cerco se produjera.
—¿Y no escarmentaron los judíos?
—Por vida de Minerva, ¡qué bah! Son pueblo duro de cerviz, una
alegoría de la sinrazón y estupidez humanas.
Era Jesús un
revolucionario. Vino a los suyos y los suyos no le recibieron; sin embargo no
fue su obra atenazada por las tinieblas. Resplandeció su luz venciendo a la
oscuridad. Sus vestiduras de ajusticiado
por una de esas carambolas inexplicables que hoy confunden a los soberbios (la
potencia se hizo acto trascendente) y se encendió el fuego de la gran luminaria
que ardería por los siglos de los siglos sobre aquel pebetero puesto que nadie
será capaz de destruir el amor,
eligiendo a lo más despreciable y abyecto del mundo, que de los rechazados
y humillados y ofendidos hizo él su piedra basal, en menoscabo de la soberbia y
de la confusión terrenales. Su doctrina no era de este mundo pero venció al
mundo con su evangelio.
Debió de ser un revés para los sionistas mesiánicos. El
libertador anunciado por los profetas de Israel moría en el suplicio escoltado
por dos ladrones Dimas y Gestas. No me vengáis con bromas ¡Qué guasa! Vino a
los suyos y los suyos no le recibieron ─la frase de Juan que luego leí
incansables veces martillea mis sienes─ mientras los mercenarios, puesto que no
se puede hablar de soldados romanos, ya que el centurión Cornelio, un hispano
nacido en Híspalis se negaba a crucificar al Mesías pero ante la contumacia del
sanedrín “tolle, tolle, crucifige eum” (quita, quita, mátalo) no quería que el
pueblo romano se manchase las manos de sangre y contrató a una partida esclavos
sirios para hacer aquel trabajo. Los soldados de Cornelio estaban cabizbajos
cuando se rasgó el velo del templo, hubo una tormenta, tembló la tierra y oscureció
a las tres de la tarde. Para entretener la vela, mientras custodiaban al pie de
la cruz, se rifaban con el cubilete sus paños menores. Y cuando “cum voce
magnum” expiró… sonó el consumatum est
que hizo temblar los quicios de la historia, huyeron despavoridos y bajaban
algunos diciendo por el monte Calvario atentándose unos a otros para no caer
debido a la oscuridad que se hizo en el cielo de repente:
—Verdaderamente este era el Hijo de Dios.
El Hijo del Hombre
salvaba al mundo en taparrabos. Semejante desvergüenza ¿dónde se vio?
La humilde túnica inconsútil era el símbolo del siglo futuro. El
que busca su vida la perderá. A ver queremos; un signo pues ese no nos vale.
La vida de todos los hombres por nuestra salvación se la había
echado el Inocente sobre los hombros a manera de chal cobijando sus espaldas
doloridas cuando, varón de dolores, al cabo de cinco mil azotes y de 72 puntas
de cambronera que es el peor de la especie de los espinos y la más áspera de
las zarzas que horadaron sus sienes trepanaron su frente inmortal quedando
ensangrentados los mechones de su rubia caballera y de su barba taheña ¡Ah que
nos miraba a todos con aquellos ojos dulces llenos de perdón! Del primer pecado
de Adán Él, varón de dolores, nos redimió.
A mí se me hacía muy difícil de aceptar, como romano, acostumbrado a
mirar a los dioses con un cierto escepticismo, ver aquel semblante de manso
cordero. Los dioses reinaban en el
Olimpo para castigar y enviar rayos y
desgracias a los mortales. Si te enojabas con Júpiter, éste te taladraba con su
gario y te convertías en rana.
Con los dioses no se juega. Antes de morir había que hacer
mandas a Esculapio y se ordenaba matar un gallo capón para que el dios de la
salud tuviese una fiesta allá arriba con sus amigotes y después de expirar
tenían que sujetarte la barbilla, abrirte la boca y meter entre los dientes una
moneda para pagar al Barquero. Tan mala
costumbre acicate de la codicia fue un pretexto para que en el mundo antiguo abundasen
los profanadores de tumbas. El oro era más importante que la deidad y en facto
es la única divinidad que rige los designios. Oro, oro y nada más.
Fue ofrecido al pueblo en espectáculo de befa. Un esbirro lo
empujó hasta la balaustrada y Jesús apareció en el enlosado del Lithostros una
caricatura de ser humano, un guiñapo.
─Ecce homo… ahí lo tenéis, cabrones, hecho un guiñapo. ¿No os
basta? ¿No queríais que lo castigase? Pues le hemos zurrado bien la badana. ¿No
os dais por satisfechos? ─ dijo Poncio
— No — clamaron entonces los judíos.
La chusma quería más sangre. Y contestó a la demanda del
prefecto con palabras terribles
—Crucifícale, crucifícale, mándale al palo y caiga su sangre
sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
—¿A vuestro Rey queréis que condene a pena de muerte?
—No es nuestro Rey. Se hizo pasar por hijo de Yahvé. Blasfemó.
Dada la condición vil de la chusma, Pilatos tuvo miedo. Era el
mismo morbo, el de aquellos judíos soliviantados y nacionalistas, que el que
impulsaba a la plebe de Roma a cometer
toda suerte de desmanes en el coliseo. Quería ver la sangre a chorros de los
andábatas sobre la arena y que cantasen el himno. Ave, Caesar, los que van a
morir te saludan.
Ecce Homo. Le habían colocado un manto púrpura sobre los hombros
como el que llevaban los locos por las calles de Jerusalén, pusieronle una caña
en la mano por cetro y así compareció. No lo condenó Pilatos. Fue sentenciado a
muerte por un tribunal democrático, por mano alzada, que sometía sus veredictos
a votación en la casa de Anás y Caifás, sumos sacerdotes. Lo mataron los
judíos. Pero la perfidia de esa raza es alegoría de la condición humana, si se
quieren mirar las cosas desde un ámbito teológico, ajeno a toda manifestación
racial. Sin embargo, el pueblo elegido se convirtió en pueblo errante. Nunca tuvo
paz consigo mismo.
Roma madre de pueblos ciudad del amor su nombre me retrotraía a
aquellas tardes de invierno en mi pupitre del aula de estudio pasando paginas
del Raimundo de Miguel el gran calepino mirando para la Mujer Muerta. El aire
frío de la ventisca se colaba bajo los ojos del acueducto. ¿Qué será mi vida
Dios mío la estoy empezando? El busto de Tito Livio me sonreía desde la portada
del libro de tío Livio que don Valeriano fue a comprar a la calle Barquillo y
yo pasaría cinco años en la Plaza del Rey habitando con el duende de las Siete
Chimeneas. Jacobo I de Inglaterra vino a casarse con una infanta la cual diole
calabazas, aquel rey moriría en la horca y su fantasma merodearía por los
pasillos. Allí estaba un banco y luego pusieron un ministerio. No sé si habrá
un registro de los hados que marca la ruta de nuestros designios. Vida errante.
Soy judío. Flavio Josefo contó la destrucción de Jerusalén por las legiones de
Vespasiano en castigo por haber dado muerte al Inocente. El templo fue arrasado
y su velo se rasgó cuando el sermón de las siete Palabras. A lomos de
prisioneros israelitas el Gran Candelabro de los Siete Brazos fue arrastrado
durante cuatro mil kilómetros hasta la Ciudad Eterna. Jerusalén, Jerusalén, que
matas a tus profetas quedó convertida en Aelia Capitolina. Fuiste señora y
ahora esclava te condenaron a vagar por el mundo. Vida errante. Me lo contó
Vilicus uno de los guardias que custodiaron la agonía del Inocente y al pie de
la cruz se jugaron a la taba sus pobres despojos las sandalias, el lienzo de
pudores, un peine con el que Jesús se acicalaba la barba, y no pudieron hacer
partes de la túnica de Xto porque era de una sola pieza. Era el triste despojo
de un profeta vagabundo que viajó por Palestina sin dinero y sin impedimenta.
Un tullido que se puso sus sandalias se levantó de la silla de ruedas y empezó
a caminar, Longinos el decurión enjugó su rostro enfermo por la sífilis en el
paño de pudores que había llevado el Señor, aquellos santos calzoncillos, sanó.
La gente cuando se produjo el desenclavo y bajaron el cuerpo de Cristo de la
cruz quedó atónita ante las cosas extraordinarias sucedidas aquella tarde de
Viernes Santo en el Gólgota: Las curaciones milagrosas y las resurrecciones
intempestivas vieron salir de sus tumbas a los muertos de los cementerios y el
propio centurión Cornelio cuando regresó a la ciudad despues de aquel servicio
se encontró a su esposa Camelia dando gritos de júbilo: uno de los hijos del
militar que estaba enfermo y casi en la agonía de súbito se puso bueno, se le
quitó la fiebre y pidió punzón y tablillas para describir en el viaje que había
realizado — el galeno Mincio que lo curaba y el flamine que le ayudaba a bien
morir habían dado al joven por muerto el hígado se le salía a cachos por la
boca— y así pasamos la tarde pensando en estas y otras cosas mientras
contemplábamos la naumaquia y las peleas de gladiadores.
Hay que guardar silencio en el templo de Anguerota, la vestal
que me introdujo en el mundo del silencio. Séneca me enseño a dominar mi
concupiscencia desde el criterio de que el dominio de las pasiones sobre todo
la gula es el pórtico de entrada a la felicidad.
El silencio es inefable puesto que la palabra a veces ofusca el
entendimiento y empecé a ver claro cerca del circo máximo. Los gladiadores
hacían músculo en un campo de entrenamiento cubierto de grava. Olía a embrocado
y a sudor. Los reciarios hacían movimientos con la red, los andábatas extendían
el tridente y un esclavo subalterno les enseñaba cómo tenían que gritar ave
cesar los que van a morir te saludan. Un calificador catalogaba las
posibilidades que tenía el etíope Ursus de vencer a un tigre que le soltarían
media después. Se escuchaba el rugir de la multitud. Un sol de justicia caía a
plomo sobre Roma. Los luchadores ensayaban llaves y estratagemas para derrotar
en la lucha a su oponente. Un clavijero que debía de medir dos metros limpiaba
el “sanguis” o enseña militar con un dragón pintado que abriría carrera de la
procesión de tres vueltas al ruedo y otras tantas prosternaciones ante la
tribuna del emperador. Vi a Nerón. Era un tipo rechoncho de ojos grandes y
nariz gruesa. Una diadema de oro orlaba su frente, llevaba tres anillos de
zafiro en los dedos y su aspecto era el de un hombre vulgar de origen
germánico. Estaba gordo y lanzaba constantemente risitas y carcajadas. Bebía
vino de Salerno y, antes de empezar la función, ya estaba “trompa”. Un
“signífer” o adelantado de centuria trepó a lo alto de la columna trajana y
soplando en un añafil de plata tocó el clarinazo que marcaba el inicio de las
espectaculares “joci” circenses. La chusma enardecida vitoreaba al emperador y
gritaba:
Panem et circenses
Fuese menester tener contento al pueblo y propicios a los dioses
o no el hecho era que ésta era la política de los emperadores. Arriba y abajo.
En lo alto estaban los dioses y el senado romano, abajo el ejercito y el
populacho. Por las gradas se veían sombrillas y parasoles para guarecer del sol
aquellas caras tostadas de los libertos y el bello cutis de las matronas. Vendedores
ambulantes recorrían los vomitorios vendiendo agua de nieve y pepitas de
calabaza. Se cruzaban apuestas sobre los contendientes. Unos apostaban por los
que habían de perecer en la arena y otros por los gladiadores victoriosos.
Cantaban sus nombres y se proclamaban “addicti” de su combatiente preferido.
Unos apoyaban a Carneades un griego con cara de matón al que le faltaba un ojo
que pegaba golpes certeros y ganaba todos los combates y otros a un tal Rufus
venido de Hibérnica que era el terror del Coliseo.
El día de circenses las vestales tenían la tarde libre. Y
algunas acudían a los juegos causando entre la hinchada admiración por su
belleza serena y llena de quietud. La vestal maesa portaba una diadema sobre la
frente; la joya injerta en amatistas, diamantes y zafiros hacía aguas
deslumbrando a los espectadores. Uno de los gladiadores cayó derribado por su
contrincante cuando se distrajo mirando para el tendido reservado a las
vestales. Les daba escolta a las jóvenes una cohorte de los más fornidos eunucos,
algunos de ellos provenían del Alto Nilo, eran númidas. Antes de entrar al
servicio del templo eran castrados previamente. También custodiaban a las
meretrices del harén del emperador. En el anfiteatro los númidas se destacaban
por sus cuerpos atléticos, y el rigor con el que cumplían con su deber:
mantener a buen recaudo a las vírgenes consagradas a Júpiter de la lascivia del
populacho. Violar a una vestal constituía uno de los delitos más horrendos del
derecho romano, castigado con la pena capital previa emasculación del
delincuente. Una vestal tampoco podía ser condenada a muerte. Permanecían
encerradas entreaño. Al llegar las saturnales, sin embargo, era quebrantada su
clausura y salir a la calle. Se las veía pasear por la Vía Apia arrastrando sus
peplos y ricos mantos de seda guarnecidos con as más ricas alhajas extraídas de
las mejores minas del imperio. Roma no pagaba traidores. La gran solidez y
consistencia que duraron más de seis siglos se apoyaba en la norma del derecho
el cual a su vez tomaba como columna basal dos conceptos: el “jus” (derecho) y
la “virtus”. Tuve yo allí un esclavo griego, Andronicus, que me enseñaría las
pandectas y todas las intríngulis bizantinas de la casuística. Los hados y la
superstición eran otra característica que servía de base a su concepto
sincretista de la religión. Eran un pueblo práctico. ¿Por qué conformarse con
un dios único — aducían los flamines sacerdotes de Júpiter— cuando la divinidad
puede constar de tantas variantes en medio de una realidad tan complicada
variopinta y diversa? No hay respuesta. Sólo sé que no sé nada.
Lamentablemente, las religiones fueron la causa de muchas muertes y peleas
entre los mortales. Allá cada cual con su creencia.
En un rincón del anfiteatro aparecían despavoridos y sollozantes
como medio centenar de personas. Entre ellos había viejos mujeres y niños, unos
se mostraban temerosos y sollozantes pero otros aparecían alegres y como
deseosos de alcanzar la palma del martirio en la boca de los leones. Iban a ser
sacrificados por haberse negado a quemar incienso en honor de los dioses. El
egregio luchador Silvinus Carassus parecía querer arroparlos, dispuesto a
defender a aquellos postulantes de una religión nueva predicada por un judío
llamado Saulo. El cual aseguraba que Jesús su maestro había bajado del cielo
para salvar a los hombres pero murió en una cruz (el tormento más ignominioso
para un romano) condenado por el consejo de ancianos de Jerusalén para quienes
era un blasfemo por haberse creído hijo de Dios.
Vistoso y abigarrado espectáculo el que ofrecía aquel recinto
abarrotado ocupado por una chusma ávida de emociones fuertes. Cerca de sesenta
mil almas contemplaban la arena desde los tendidos. Unos reían, otros lloraban
a causa de las riñas frecuentes y otros jugaban a los dados. La ludopatía era
el vicio mayor en Roma. Se jugaban a la mujer, a la madre, las fincas, la casa
y perdían hasta la camisa. De pronto se notaba barullo en una grada. Dos
espectadores se estaban pegando en ese momento escupía el vomitorio un pelotón de
soldados que zanjaba la disputa a machetazos. Los juegos duraban todo el día
hasta la noche por lo que había que traer merienda. Se veía a algunas mujeres
comer a dos carrillos bocatas de jabalí o una salazón de pescado que llamaban
garium. Regaban la merienda con vino aguado. Sobre todo las mujeres libaban de
lo lindo. Apuraban las “pocula” (jarros) Una matrona que le había dado al
pimple más de la cuenta se puso a cantar canciones obscenas y recitar versos de
Plauto se llevaba las manos a los genitales y exhibía los pechos al aire por
culpa del vino. La plebe empezó a silbarla y jalearla y se preparó todo un
espectáculo. Estaba beoda. Había consumido dos cráteras — casi una cántara — de
morapio de Lesbos que en las “cauponae” (tabernas) se consideraba el más
fuerte. El pueblo se divertía con la vieja. Quería pan y circo. Nerón dio la
señal y un trompeta (el “tubicen”) soplando por la tuba tocó una diana florida,
saltaron a la arena, rugientes y en manada, los leones que habían de despedazar
a los cristianos.
I
VILLEGUILLO UN HIJO DE LA PIEDRA ENTONA SUS LAMENTOS EN SEGOVIA
(introito al libro Hispania Peccatrix que publico en esta bitácora por
entregas)
Yo, Villeguillo, un pobre exarico, heterodoxo y perseguido por
pensar por mi cuenta y por la odiosa manía de cantarle a los poderosos las
cuarenta, he venido a esta ciudad donde me nacieron y escuché entre el primer
alhorre el vagido de los bustos parlantes y de las rubias de bote que cuentan
embustes, chocho morenote, el gran pipote y por ahí debe de andar el pyreso que
es pirómano del periodismo de acarreo un tal Jáuregui propalan infamias y dan a
la historia violentos retortijones, para purificarme en las aguas del Rasemir y
del Clamores, dos ríos mierderos que abrazan a la población amurallada ¿Busco
el agua lustral en una cloaca? Estoy lleno de dudas al respecto. Puede que sí,
puede que no; según se mire. Mi vida ha sido un camino sobre el filo de la
navaja. Mis amigos dicen que tengo aires de funambulero y, ciertamente, me
gustaron las artes desultorias, aunque no provenga de familia volatinera (mi
padre era un sargento de artillería) pero he sobrevivido a mis naufragios y
busco los pecios eróticos del barco del amor hundido en el proceloso mar de la
vida, cualquiera lo diría. Suelen darme yuyos cada cierto tiempo, me emborracho
como un zapatero, pierdo la razón y el aliento. Convertido en una piltrafa
humana un tipo gordo de poderosas caderas con la cabeza chica me hago polvo a
mí mismo y me convierto en el risum teneatis de mis remilgos. Una mano me saca
de los lóbregos calabozos de Finsternis. Diosa del olimpo más oscuro. Yo soy el
sol y la luna el ser y la nada. La oscuridad que me persigue me haba desde la
cúspide y me grita:
-Manolo, change the tune, esa melodía en clave de sol que acostumbras
se ha vuelto rancia. Son nuevos los tiempos. La polución del aire y la emisión
de gases Co2 determinará el deshielo de lo polos. El mundo cambió mucho. Creo
que el que de tal modo parlaba era el ángel del Apocalipsis pero yo estaba
beodo y no creía demasiado en esos libros tan exaltados del mosaísmo.
El oficio de tinieblas se alarga demasiado pero Dios es
clemente. Luego me arrepiento y lloro los pecados de mi vida pasada. A causa de
mis debacles alcohólicas arruiné mis dos matrimonios. Pero surjo, me levanto
como puedo, sacudo las sandalias del polvo del camino y echo a andar hacia la
piscina probática. Acudo a mi pueblo a restañarme las heridas y a contar la
historia de un amigo que acaba de cometer suicidio. Yo vine al mundo en la
Puerta del Socorro frente al Pinarillo y las cuevas de los eremitas que hacían
penitencia mirando para la airosa catedral, al de la cárcava donde se alzan los
estribos de la barbacana. Soy un mendigo de la palabra cubierto de andrajos, mi
piel en arumbeles taraceada de discursos democráticos, frascas vacías que
llenas de morapio yo eché al coleto pecador de mí, barras de bares copas de
aguardiente, cantos del urogallo. Fui accensor y maestro de ceremonias de
grandes propuestas que quedaron en nada. Por eso ando a rebalgas por los
caminos y veredas de la desolada Castilla. Me río de los hideputas y cómitres
de compaña con los que vivo convivo y malvivo, machos burdéganos, padrea el
asno y monta a la yegua, nace el híbrido. Ahí se ahorquen mientras yo gozo de
la eudaimonía campos de soledad, castillos desvencijados como el de Castilnovo
del que era mayordomo el padre de mi amigo Geñete, mi compañero de terna al que
conocí después de cincuenta años cuando fui a comer a un restaurante de la
calle Brumen a la trasera de la plaza de Atocha enfrente del Gran Hospital.
Unas navidades cuando regresó al mesón de menús económicos que Geñete la había
palmado por Nochebuena, Ya no beberé más del zumo de la vida ni cantaré
canciones de borrachos por las aleyas desiertas oh qué buena herencia fue la
que nos legó Noe, apuré el cáliz ya. En adelante hay que estar al loro andar
derecho cual vela y más sobrio que un fiscal.
Yo sostengo que un funeral irlandés es más alegre que una boda
inglesa porque ladraba silogismos el bueno de Boecio y Simón Estilita seguía en
lo alto la columna y era preciso saltar la burda. Días faustos de cerveza, amor
y vino y en las esquinas columnas mingitorias. Toda una satisfacción el hacer
pis en Fleet Street. Para mí la mejor sinagoga y el más fervoroso convento son
las tabernas y lupanares porque en ellos se peca mucho pero no tanto como en
los parlamentos, los platós de la Telebasta o los basureros intelectuales de
las radios que instan al odio y la violencia. El mayor santo de Israel el más
alto profeta es un santo bebedor porque para conocer el Verbo hay que estar
borracho y abajarse a nuestra condición de mortales pecadores. Dejemos a las
estatuas de pacotilla en sus hornacinas coronadas por un nimbo. Que no os
engañen. Sabed que los curas y los rabinos siempre dieron gato por liebre.
En una ocasión tuve la dicha y la desvergüenza de mear desde la
torre del Daily Mirror como solía hacer su dueño el gran magnate y creso
israelita Robert Maxwell que no se llamaba así en realidad tenía un nombre
checo muy raro, hizo fortuna vendiendo café instantáneo a las multitudes. El
rey del café nos meaba a todos desde lo alto lanzaba jaculatorias en yidish que
decían de los placeres sin pecar mear y cagar. Había llegado a lo alto a la
plenitud del ser pero dicen que murió asesinado por agentes del Mossad por una
deuda que tenía contraída con la venta de su rotativo que no quería endosar el
estado de Israel; le cogieron mientras exoneraba la vejiga en su yate navegando
por las Canarias, andaba ya mal de la próstata el hombre. El rey del chocolate
el rey del porno Hefner Epstein el asaltacunas todos adscritos a la lascivia de
su perversa raza. El rey del chocolate Porochenko que la preparó buena en
Ucrania y así sucesivamente, según cuenta un alhamel que fue arriero y espía por
Kiev y anduvo al trato con los de la sinagoga que mandan en el país, su mano
negra provocó la explosión apocalíptica de Chernobil. Y ahora se han lanzado al
ruedo en Cataluña. Tendrá que pararles los pies la Legión a esos capullos,
Finsternis estaba arriba mientras yo en Londres pelaba la pava
un lecho cada noche y una mujer cada vez pero no encontré a la mujer fuerte.
Esa es una utopía que nos narra el Eclesiastés. Lo que tenemos a punta pala son
uxoricidios, es el postre de cada telediario. Todos los días cae alguna para
gozo de los conspiradores y recochineo de la mas media (bueno ya los sabéis lo
que os quiero decir más media quiere significar más mierda al candelero) todas
esas machorras saliendo a la calle los pechos al aire y minutos de silencio consistoriales
frente a la puerta de los ayuntamientos las redes jalean el caso para el
desmelenamiento de las feministas y el diablo se columpiaba sobre la cornucopia
de cobre, clamando a grandes voces que resonaban por todo el monte de Betulia:
—A que no me coges. A que no me coges.
El pájaro loco estaba haciendo de las suyas jugando al escondite
con los pobres mortales queriendo implementar la gran frase del inventor de la
bomba atómica. Dios no juega con el hombre a los dados”.
Arije se arrepentía de su pasado, había cometido demasiados
errores y desaprovechado todas las ocasiones. Leía los salmos y entonaba el
“Poenitet mihi” cuando llegaba septiembre y el planeta conmemoraba el 11S
fatídica fecha. Alguien escribió sobre el lienzo de muralla que tengo delante
de mis ojos y miro desde las cuevas del Jibarillo por donde se pasea el
fantasma de la madre Sacramento reina de la raza calé. En la piedra angular de
la muralla aparece una inscripción que te hará temblar. Está escrita la palabra
Rache en latín.
ONCE ESE
Septiembre negro brancas y opérculos de las agallas del pez,
llevo luto por ti, veo chocar los trenes y se estrellan aviones contra un
rascacielos. ¿Conspiración (Verschwörung)? Yo que sé. Estoy tan tranquilo en el
recibidor de mi domicilio, me acaban de arreglar la parabólica; vino un
técnico… quería cobrarme 510 € le di 200 y vas que chutas democracia de
ladrones. Por lo menos me libera Astra de los labrados de cerebro de radio
Macuto nos dan la vara.
No tengo donde ir, ni oficina ni despacho, ni editorial, ni
nadie. Estoy dejado de la mano de dios aparentemente pero fijándose bien el
aserto noto que no es verdad. Interiormente me siento un elegido. En libertad
les hago un corte de manga a los capitostes mientras contemplo la piedra de la
muralla donde se estampa mi pasado mi presente y mi futuro. Ese sillar romano
frente a la casa donde vino al mundo es mi bola de cristal. Por las ventanas
geminadas se adentra en la visión del Parnaso pero antes hay que hacer antesala
en el Departamento de Legrado de Memoria. Enséñame las manos. ¿Están limpias?
Te las acabas de pasar por la rabadilla, cochino pero al menos no hay el
estigma de la sangre. No mataste a nadie y no sería por falta de ganas. En los
matacanes de la muralla romana no hay centinelas (stelzi) se han ido a la
taberna o están en el cuerpo de guardia jugando a la brisca. El centurión les
observa con sus ojos omniscientes, penetrantes. Fue uno de los miembros de la
escolta que estuvo en el Monte Calvario. Le ayudó a Longinos a portar la lanza
que traspasó el costado y eso le dio poderes mágicos. Roma caerá en los brazos
de la apostasía. El gran blasfemo, ese jesuita usurpador que dio el golpe de
Estado en Vaticano destronando al legítimo, y dijo llamarse Pancho Culo Magno.
Pasará a la historia más por las dimensiones de sus posaderas que por sus
encíclicas. Es uno de los artífices de la gran confabulación. No sabe lo que
decía el doctor Freud que el cristianismo en su caída arrastrará al judaísmo.
No os iréis de rositas, cabrones. Quedareis sepultados en vuestras
maquinaciones del gran complot. Están matando la gallina de los huevos de oro.
Si este barco se hundiese nos iríamos todos a pique… Impervidum ferient ruinae.
El destino nos golpea. Contemplo sin descomponer el gesto los muros de la patria
mía que se están viniendo abajo. El verso es de Plauto cuya poesía yo leí en un
libro de viejo que compré en Arevalo porque te digo parla que lo sepa que yo
fui regatón o colporteur. Mi destino era la venta de ocasión, un rotundo
fracaso como todo lo que tiene que ver con la literatura en estos momentos. A
la plaza del Arrabal y al atrio de las Angustias yo llegue escapando del
mundanal ruido cuando rugía la marabunta en los 90, escupido por el oleaje de
la gran corrupción. La defensa de mi patria y de mi religión me convirtió en
naufrago del sistema. A partir de ahí mi nombre se agregó a la lista de los
innombrables y malditos. El gulag democrático adquirió proporciones gigantescas
a partir del año 89 cuando mataron a Ceucescu y se declaró la guerra en
Yugoslavia. El ángel del mal envenena las aguas de los ríos de Europa. Luché
contra la impostura y me convertí en vagabundo sin suerte, en un forajido de la
escritura pues ahí nos las den todas. Mi derrota contra las fuerzas oscuras
sólo fue aparente. Los hechos consumados luego nos dieron la razón y serán
pocos los que me rechisten a no ser que sea Peñalosa ese cretino de la Inter
que se pavonea por las ondas como un urogallo. La emisora ha sido vendida a los
chinos y ese Peñalosa es un apartida colombiano, mercenario de los micrófonos
que trabajó para el KGB luego se hizo de la CIA y ahora sirve a los mandarines
de Pekin que están comprando mi patria a cachos. Los mandarines de la CEE:
Juncker, la Merkel, Macron y toda esa patulea de judíos han entrado a viña
vendimiada con la apisonadora En radio Vejestorio echan las habas, sus
locutores parlan y cocean contaminados del hedor de las sentinas mediáticas
porque la mentira habita entre nosotros. A veces tengo la impresión de vivir en
una charca bajo la tiranía de una mujer a la que no quiero pues me fue infiel
me insulta y me maltrata con desaires incontables. Nos toman el pelo, nos lavan
el cerebro, nos pasean en carroza y exponen al ludibrio del mundo. Gracias a
ellos supe que el profeta Moisés era tartamudo, padecía de disfunción eréctil y
su bipolaridad se convirtió en crisis místicas, se tiró al monte le nacieron en
la frente dos cuernos como dos llamas, huyó al monte Sinaí y bajó los
derrumbaderos y recuestos de dicho monte a mata caballo por poco él no se
esguardamilla. Pudo hacer cacharritos con las Tablas de la Ley pero esto no lo
quiso Yahvé. Le brotaron dos cuernos radiantes entre las cejas. Cuando el
profeta hablaba al pueblo elegido:
—Mirad estos preceptos.
—Es un trágala — clamó una voz
—No. Es el camino de la salvación. Si cumplís estos mandatos,
iréis al cielo. Si no, al infierno de cabeza.
―Viva la madre que te parió — volvía a clamar la misma voz.
―Era la de una mujer que estaba encinta de siete meses
Supe yo entonces que los diez Mandamientos eran algo más que una
película en la que trabajaban Sofía Loren y Charlton Heston un matrimonio que
se amaba, amparados por la ley dentro de una tienda en el desierto, donde el
profeta y su concubina estiraban la alcatifa. La Loren lucía bellísima con sus
labios ardientes pero aquello sólo cine de sesión continua. Now I dont go to
the movies any more. Me di cuenta de que no hay que creer demasiado en las
cosas que nos cuentan. Todo son películas y mohatras de zascandiles de
Hollywood. Las ranas siguen croando en las charcas de la mentira y del
pensamiento único que está en todas partes y a todas horas. Pilatos llevaba más
razón que un santo cuando se preguntaba sobre qué cosa sea la verdad de un
Cristo al que habían azotado los del Sanedrín y vestido con la túnica blanca de
los locos. Una pregunta a la que no han dado respuesta los autores o, si la dieron,
la interpretan desde un lado parcial y acomodaticio como don Segismundo Freud
el gran profeta de nuestros tiempos. Si don Alberto descubrió la desintegración
de la materia don Segis dividió el alma en parcelas y nos adentró en el mundo
impenetrable del subconsciente. Este judío vienés se la cogía con papel de
fumar. Mascaba tabaco rubio y quillotraba las grandes mentiras o semiverdades
en el celofán del psicoanálisis. Pufaba habanos que eran su fuente de
inspiración. Sólo a la lumbre de sus cigarros de buena vitola de Vuelta Abajo
era capaz de endilgarnos sus concepciones sobre los desvíos del pensamiento y
la psique de nuestra carne mortal. El hombre es un mamífero que se mueve por
dos cosas en la vida el reino de sus instintos alimentarse y reproducirse. El
dinero y la gloria como subalternos o proyecciones de su gran apetencia
genésica a la deriva. El ser humano es un depredador sexual vino a decir
siempre dispuesto a la coyunda. Desconoce los ciclos de otros animales para el
apareamiento. El hombre y la mujer siempre tienen ganan. Metido en harina de
sus tabúes el lector de don Segis apuesta por matar al padre o moneársela. Que
bajo habéis caído, chavales, sois esclavos de las bajas pasiones pero no os
preocupéis ya no es pecado. La homosexualidad a partir de él cobraría carta de
naturaleza porque uno la mete donde puede y donde le dejan ya lo decía mi
abuelo. Se abrieron pues las puertas carreteras del libertinaje, las cajoneras
de los confesionarios ardieron en enorme pira. Ya no es pecado.
Preguntaba un quídam:
―¿No será aquí donde dan pol culo?
―No, señor, un poco más alante. Tiene que ir al Registro pero
sólo abren por la mañana de nueve a dos. Allí le darán razón. Si no consigue la
cedula eche la instancia y dirija un oficio al juez Marlasca con el encabezado
de Excelentísimo señor. Él administra el Negociado de los Putos, el furor gay
manda en España. Allí pregunte.
El funcionario le hará rellenar una ficha verde si es usted
buharro y roja si es bardaje. Y permítame un consejo al entrar en ese despacho
se pondrá un mandil en las posaderas o un detentebala a prueba de cualquier
ataque anal porque en esa zahúrda van todos los tíos desnudos y cantando la
canción de “por detrás me gusta más”.
Quedé un tanto corrido con tales preguntas y respuestas pero la
información es la información y no sabemos en qué mundo vivimos. Las cosas han
cambiado mucho. Freud fue un profeta de los nuevos tiempos audaces cuando todo
es posible: la mariconería, Thomas Mann, Muerte en Venecia, el parricidio, la
rebelión feminista, los servicios secretos, las logias, el Verschörung, la
pederastia, los deseos oníricos, las cartas a Einstein sobre la masa y la
velocidad. Uno descubrió la desintegración del alma y el otro la materia. Los
dos eran judíos supervivientes del Shoá. Don Alberto nos saca la lengua y don
Segis se fuma puro. Después de todo Dios no se pone a echar partida con el
hombre ni quiere jugar a los dados. Esas son mohatras y añagazas del clero
romano.
―¿Por qué escribe usted?
―Para espantar a mis fantasmas internos y a ver si se me pasa el
hambre, padezco gordura mórbida, me da por comer a cualquier hora.
―Pues habrá que reportarse amigo.
―¿No has oído que hay una virtud que llaman la templanza?
―Sí, pero no es de mi incumbencia yo voy por otro temario aunque
de mozo era bien parecido. Les gustaba a las mujeres. Allá por los 74 tuve una
novia hebrea que se llamaba Percival y hacíamos el amor todas las noches en la
casa donde el Dr. Freud escribía sobre el psicoanálisis. Un medio se acabaron
nuestros encuentros y no volvía a verla nunca más. Perduran los re cuerdos de
aquel barrio que era la aljama de los hebreos pudientes. Primrosehill se
llamaba
LAS CENIZAS DE LA CAMPEONA
Todos desfilan compungidos ante el besamanos y los pésames
duelos y empatías por doquier te acompaño en el sentimiento su cuerpo apareció
yerto entre las peñas al lado de una botella de vino y una caja de pastillas
muerte voluntaria fue el veredicto nadie quiso decir suicidio ¡hipócritas!
Prefirió una muerte dulce en vino. Nos matan de soledad de olvido de
aburrimiento activan la maquinaria del
ninguneo enchufan el ventilador de la mierda sacan de las charcas a las ranas
cantarinas y a los sapos y luego llaman a las plañideras y el besamanos se convierte
en poseo importa mucho salir en televisión un segundo de televisión ─ al
butanito a Corbalán a las viejas glorias olvidadas─, todos acuden al arrimo de
los focos desfilan ante el cadaver musitando la manida frase de qué buena era…
grandísimos camándulas brindada en conchas de galápagos un país sin
sentimientos donde todo es fingir España es un país de ex frailes y de monjas
es la lucha por la vida todos a trepar por la cucaña y luego a retreparse en el
sillón sobre moqueta dentro de los muros de un edificio con bandera. Blanca
esquiaba la nieve de Siete Picos montañas del alma mirando para ellas pasó mi
infancia cono un gacela, ganó medallas y luego se olvidaron della. Troquel del
oro que hicieron oropel. Vivió el ostracismo el despecho el ingrato olvido fue
extranjera en su país. Mira ahora cómo lloran todos estos en la querencia de un
arrimo una donación y todos esos gajes del oficio. Descanse en paz cuando el
olvido aviente sus cenizas sobre las peñas y la nieve del macizo central. Era
una carpetana una mujer cordillera.
BUFADERO LA SIESTA DEL SÁTIRO
Desde el miradero del Pinarejo con la mirada de la carne
contemplaba la torre de la catedral (ebúrnea y misteriosa piedra sin tiempo
capitel redondo dando cobijo a los vanos del campanario) alzándose sobre los
merlones de la muralla y el negro ciprés que besaba con la punta de sus ramas…
el matacán donde estuvo el aula de mi primer colegio y la monja como yo era
zurdo me ataba la mano izquierda a la pata la mesa para que escribiera con la
derecha.
Vi a los soldados de la guardia romana el morrión rematando la
galea en forma de cresta de gallo y escuché las alertas del centinela al relevo
de la primara vigilia. Segovia ciudad amurallada y romana. Cerca de la
plazoleta y el arco del socorro estaba el bufadero. Los cierzos del invierno hacían
concilio allí y se disputaban con el ábrego y el solano el sombrero de los
viandantes. En lo alto del templo estaba la acrópolis. Cesar Augusto empezó a
recibir culto de idolatría en la ciudad donde yo había nacido. Fue coronado el
emperador dios del Olimpo el año 34 Ad. Era invocado por las congregaciones
populares y su estatua incensada cada tarde por uno de los flámines de turno
que trepaba hasta su imagen por una escalera colocada en medio del Acueducto. A
mi izquierda a los pies de la sacramental de san Andrés estaba el Corral de los
Huesos donde siempre oí yo decir que estaba enterrada gran parte de mi
parentela. El osario de los huesos desapareció a finales del siglo XV por orden
de la inquisición. Tibias y calaveras ardieron en la gran pira que se preparó.
Muchos de mis paisanos hablar por hablar desconocen su historia y ubican la
necrópolis hebrea donde no es. En las cuevas del Pinarillo allí donde el
Clamores abraza a la ciudad para casarse con el Eresma se alojaron ermitaños
durante roda la edad media, hacían penitencia, se flagelaban y lloraban sus
pecados frente a la ciudad donde no podían entrar por haber cometido algún
agravio. Segovia pecadora magna peccatrix. Albergue de putas y de perailes.
Cuando yo era niño se alojaban en aquellas espeluncas tenebrosas familias
gitanas. Yo recuerdo a una gitana con el pelo negro subiendo aguas al Clamores
por el Camino Nuevo toda vestida de luto y en alpargatas también negras como el
mandil la cara cubierta de arrugas y los ojos penetrantes de vidente hasta
Santi Espiritu con manojos de romero. Que ofrecía a los viandantes. Al que no
le adquiría un manojito le largaba una tremebunda maldición:
—Mañana te enterrarán, señorito. Ya oigo el gorigori, caminas
por el mundo con la vela en la mano
A veces la sentencia de la gitana se cumplía y en alguna de las
cien torres de la ciudad tocaban a clamor… Qué miedo uy.
La Sacramento a los niños de posguerra nos infundía pavor. Al
verla huíamos hasta refugiarnos en el regazo de neutras madres:
—Mamá que viene la gitana Sacramento
Los gitanos habían establecido un aduar en el Pinarillo y
aquella bruja moraba en lo que hoy llaman cementerio hebreo donde se exhibe un
rotulo con la bandera de Israel y se canta la Hativka algunas tardes pero no
era un cementerio sino un eremitorio.
Caminaba la madre Sacramento acompañada de un gato negro y
detrás venía el jefe de la tribu su marido en un caballo lucio. Cuando vendían
toda la cesta regresaban a su guarida pero allí donde aparece hoy día una
lápida con la estrella de David no había camposanto ninguno que ya digo el
verdadero lugar de reposo para mis antecesores que fueron a descansar al seno
de Abrahán se encontraba intramuros cerca del enlosado de la catedral a
espaldas del templo de san Andrés allí donde alguna vez rendimos culto a Erifos
el cabrito que es como se representaba en Grecia a Baco. Se disfraza de cabrito
pero es un lobo feroz. No le hagáis caso, alejaos de la botella.
Sklepos y albacora
Duro es el mundo pero esta mañana de verano misa de san Agustín
mis males lleve después de la avenida que anegó los campos de Valdemoro me
acuerdo de mi amigo Paco fenecido hace doce años como pasa el tiempo. Umbral
era Umbral. Le canto un responso mientras me zampo una albacora de la primera
cosecha de la higuera que planté en el huerto. Chimenea y huerto soy feliz
mientras miro para los muros derruidos de la patria mía Segovia triunfal el
gran cedro del convento de las jesuitinas los merlones de la muralla por donde
se asoman los fantasmas de mi pasado todo son pesares y arrepentimientos. La
Virgen del Socorro desde su camarín engastado en la veranda me mira con ojos
maternales e indiferentes extendiendo su manto protector sobre el barrio judío.
Un rabino baja por las escalerillas de san Roque con los doce panes de la preposición.
Una parida lleva las velas de la purificación el cantor ante la congregación de
san Andrés entona la Shema. En el océano de las borrascas se precipitaron
nuestras ansias y desdenes por causa de la política. Suben y bajan los
espectros (Wraith) el caballista Jurry cabalga sobre su mejor alazán. Una
recién casada alza el velo “huppah” y el mundo se hace de noche en espera del
amanecer de los hijos. La congregación entona epitalamios… cuando el rey Nimrod
al campo salía… yo contemplo desde mi tabuco toda la estrellería que ilumina el
mundo de la edad media cómo era este barrio antes de 1492. Miriam que acaba de
ser desvirgada por Jonás su marido en la noche de bodas hace un baño ritual
(mikveh) se frota sus partes con agua de lluvia, el sacristán va de acá para
allá picando a las puertas de todos los miembros de la comunidad clamando a voz
en grito:
—Nos ha nacido un niño que será rey de Israel.
Cunde en aquel instante la alegría por toda la aljama
Así fue y así será. Me envuelvo en las filacterias del tefillot
bufanda de oración y lloro mis pecados que perdonará siempre Adonai por Yom
Kippur. Portamos los judíos la llama del fuego sagrado libamos de la copa del
dolor y del vino eucaristía. Señor bendice este zumo de la vida fruto de la
labor y de los trabajos del hombre (kidush) amen… amen que este pan y este vino
sean la garantía de nuestra salvación (pikuah nefesh) pues para salvar vidas y
no para destruirla fuimos puestos los judíos. Somos los elegidos del
sufrimiento de la paz y del perdón nos agrada decir shalom. Que esa palabra
esté siempre en nuestros labios amin… amin. Todo es perecedero y extinguible
pero los hombres van de acá para allá en una Poriomanía incansable buscando la
tierra prometida somos trotamundos viajeros peregrinos en esta vida devorados
por los félidos tigres leones gatos y alimentados por los solípedos. El mundo
se divide en buenos y malos y en animales de garra y pezuña. Seamos prudentes y
diligentes… Cunctanter… oído al parche y ojo al cristo que es de plata. Tañe el
esquilón y se duermen todos los tordos al sur. S k l e p o s… dura y áspera es
la vida misma… este adjetivo griego es un monograma que vale para definir cómo
es la vida entre españoles envidiosos desalmados indiferentes ladrones y
escoliastas. I am a dangling man. Vivo colgado de una percha subido a lo alto
de una columna como Simón Estilita. Vivo dentro de un arco formero y mi punto
de apoyo es un ladrillo sardinel pero como soy algo escaro y tengo una pierna
más larga que otra y se me hinchan los tobillos piso mal y me fatigo cuando me
atrevo con largas caminata tú me dirás, Rui Blas. Sé manejar el escardillo y el
almocafre
De tanto empinar el codo yo padecía prurito vesical y mis
canales urinarios ardían en el escozor de la ascitis. Por tu uromancia y poliuria
yo te conjuro beberás aguardiente de olivo. Triste destino el del borracho. He
sido un patoso en todas partes, perdí las grandes oportunidades. Nada me salía
a derechas. Un día quise abrir una librería de lance en Canterbury pero el
arzobispo me dijo que no era buena idea. Un pub en Londres sería más rentable,
hijo. Los libros no los quiere nadie. El ángel de la muerte que odia la verdad
y el consuelo derramó su copa de acíbar sobre las páginas de los grandes
textos. Quemaron las novelas de los excelsos autores y a la hoguera fueron las
enciclopedias y los grandes tomos de psicología pero en la gran almenara
sobrevivieron los textos mediocres de Julia Navarro esa que ayer parlaba en la
Cope con el Calvo de los Halagos un tal Expósito que no ha soltado aun la
chaquetilla de camarero a ver qué va a ser los señores, pues la Julia, hija del
Yale, pare más que una coneja, inunda de títulos los booksellers de los
estantes de estaciones y aeropuertos. Es una designada, una elegida. Ellos los
de la mafia político-literaria se hacen la ola unos a otros y el resultado de
la maniobra no puede ser más cretino. Vivimos en un mundo endogámico yo me lo
guiso y yo me lo como. Son los hijos espurios del franquismo, trasvertidos de
generalísimo al revés, toreros de salón americano y cócteles en el Palace. Así
que la hija del Yale rotula una de sus execrables títulos con el predicado
"No matarás" y no se acuerda de que su padre el maldito cojo de las
columnas de "Pueblo" tiró un día en Toledo a su madre por la ventana.
Muerte a los filósofos. Venían con una tea los seguidores de la diosa del fuego
Arson Luminia y la blandían sobre los campos y las torres de las ciudades que
se incendiaban, el fuego arrasaba las plazas y las campanas de todas las villas
tocaban a muerto. Arson Luminia es la compañera de viaje de Finsternis la
deidad del amor oscuro manipula tortillas estériles como Safo. La informática a
la cual di muerte era de aquel gremio. Cave canem. Cuidado con el perro. Ojo a
los mastines. Pululan por doquier. Muchos se han hecho periodistas y
tertulianos o tertulianas melena al viento bellos palmitos hermosos rostros que
esconden el alma negra cuajada de fealdades de mentiras asesinas. El asno de
Balaam rebuzna por las esquinas. Al gran jefe se le ha puesto cara de trasera
del trolebús... a face like the bus of a bus, decía mi querido suegro mr. Hugh.
Quiero ir a Londres a un cementerio de Dagenham a llevarle crisantemos. Es el
mejor inglés que conocí. Su esposa se llamaba Grafila y tenía un tío por nombre
Harry y por apellido Escolex, abollonado de cara y corto de vista. Al mirarle
yo me daba cuenta de que soy una escolopendra y que mi mente es un ciempiés.
Dares y tomares. El marqués estaba en la sombra la mirada alzada hacia el
horizonte y la espada en su mano pues la necromancia es un arte del demonio.
Mucho se practica en Valladolid. Allí viven españoles de poca sustancia
huéspedes del Gran tornadizo que los inviernos van a la iglesia no por devoción
sino para calentarse en las estufas templos mixtilíneos donde la Virgen se
confunde con diosas de la antigüedad.
La contemplación de Segovia que es la ciudad del mundo que más
se parece a Jerusalén. En ella yo nací por desgracia bebía agua en la Fuente
del Tornadizo. De niño mis padres quisieron llevarme a Quitapesares un manicomio
que estaba en la carretera de la Granja de San Ildefonso porque observaron
rarezas en mi conducta, siempre tenía ganas de comer, fui un niño gordo
maltratado victima del bullying al que le gustaba la soledad, muy
impresionable, que tenía ciertas manías y una viva imaginación, me sobaba las
manos y daba vueltas a los palos que encontraba en el patio del colegio y
jugaba con las ramas de los tilos que se venían abajo partidas de brisca.
Recordaba aquellos tiempos y mis ojos se extendían hacia la vaguada del
Clamores de donde se podía obtener una buena panorámica de la muralla, dando
gracias al altísimo por estar vivo, porque huí de la cola del león siendo
cabeza de ratón, no me enchironaron aunque los malditos quisieron darme por
culo pero yo no me dejé. Detrás estaba la catedral. Vi un gato negro
acicalándose en uno de los merlones de la muralla romana. Estaba justo delante
del tejado de la casa donde yo vine al mundo, mala señal, tuve miedo. Me habían
pasado muchas desgracias en la vida y en el fulgor eléctrico de la mirada de
aquel michino me hacía pensar en desdichas. Leí en ellos mi sentencia que era
sufrir y padecer de por vida. Lo tenía bien asumido. Aquel felino era el
símbolo de la indiferencia con que me recibía la casa donde yo nací y por los ojos
del gato se asomaba la ventanera de mi madre que me parió primero y luego me
maldijo... no perteneces, no estás en el grupo, no eres de los nuestros. El
gato negro da mala suerte pero mi miedo se trocó en espanto a los pocos días
cuando marché a Galicia un balneario para recuperar mi precaria salud me crucé
con una meiga que me escrutaba de arriba abajo. Bajé corriendo por las
escaleras del hotel, salí a la calle, corrí despavorido por una calle larga
jalonada de casas de piedra. Un coche con matricula francesa se paró a mi vera.
Oiga buen hombre me puede decir donde hay un banco para cambiar moneda... son
las cuatro la tarde de un viernes y las sucursales bancarias han echado el
cierre, mañana es el Día de la Virgen... un extranjero un hombre muy grande un
indio de raza aria asomó su cara espectral por la ventanilla y en un movimiento
rápido me arrebató la billetera que yo llevaba en el bolso del pecho de la
camisa veraniega. Fue un visto y no visto. Cuando me quise dar cuenta el rumano
o lo que fuera había desaparecido. Corrí despavorido en una búsqueda inútil,
alcé la vista y me topé con la mirada espectral de la meiga que nos estaba
observando desde un balcón. Grité: "señora, al ladrón, al ladrón que me
robó". El espectro cerró la ventana de la casa de piedra y me lanzó su
maldición... ainda etoufes, neno. Su mirada era muy poderosa y quemaba casi con
más poder y furia que la del gato negro. Los ojos de la meiga eran los ojos del
basilisco. Conjuré mi inquietud aferrando las cuentas de un rosario que siempre
llevo conmigo... Sálvame Virgen del Carmen. Nunca podré olvidar aquel atisbo de
la saludadora galaica que llenó para siempre mi vida de inquietud. En mi
cartera llevaba unos cien euros. En hora menguada pasé por el lugar un día de
agosto cuando España se convierte en cueva de ladrones de peristas carteristas,
violadores y expertos en el arte del latrocinio y del tirón. No es fácil vivir
bajo el yugo férreo de los mangantes. Nuestros políticos reenvían buques de
guerra para recoger emigrantes del Aliyah invasora que cruzan el Mediterráneo
con plegarias a Alá. La cimitarra sarracena se mecerá sobre nuestras cabezas
despues de los versículos al alcorán, tras la alcatifa y el Ramadán, los
sermones del papa Interpuesto ese judío argentino que a España le hizo tanto
mal. Es la hora de los mangantes. Manda en la calle la apisonadora de la
mentira y hay mucha angustia en los corazones. La tele es una maquina de dar
por el culo, cloaca de inmundicias y zafiedades. Machaca nuestras meninges con
consignas, activa el miedo. Después del incidente de mi encuentro con el rumano
que me robó no tuve más remedio que refugiarme en el ribeiro. Me bebí litro y
medio y me puse coloquial y parleto. En ese estado de euforia yo perdono a todo
el mundo. Cuando subí en el ascensor de mi hotel me miraba en el espejo para
saber si mis ojos estaban brillantes y echaba el aliento en el espejo del
elevador pues todo mi afán era procurar que mi mujer no advirtiese que había
libado de lo mío por el aliento. Advierte el Talmud que la borrachera es cosa
de paganos. En eso no estoy de acuerdo pienso con muchos judíos que el legado
de Noé es una de los grandes cosas de esta vida porque cuando no hay remedio
litro y medio.
Si los niños callan hablarán las piedras voz de inocentes que
desdicen las mentiras de los microfonos las palabras al oído de las planchas
masónicas prometiendo progreso y dejanto desolación. Busco en los recovequeos
de mi existencia aquellas corresponsalías en Londres y en Nueva York fui un
elegido de los dioses un angel caido en el barro democrático. Hube por
descontado mis maestros y epigonos que abrieron senda antes que yo. Uno de
ellos fue un manchego Eugenio Suarez un falangista hijo de un médico de Dailiel
al que los rojos fusilaron en una uneta un dia de niebla de noviembrew a favor
de la oscuridad y de la niebla pudo huir y refugiarse en una alquería donde le
lavaron las heridas y por Somosierra se pasó. Era un hoven periodistas de
flamante pluma al que sus jefes enviaron como coresponsal a Budapest. Yo fui el
ultimo de aqyuella brillante saga eñ mejor racimo de las parras literarias de
España. A Eugenio le cupo la gloria la gfracia y la desgracia de conar el
holocausto o lo que sdicen holocausto que no fue tal sino el resultado de los
dimes y diretes y crueldades de toda la guerra pero el angle del mal se surve
de aquel incidente hustorico para acabar con el drama de la pasión del Señor.
Llegó a la ciudad más bella de Europa en un flamante Volkswagen con escolta de
soldados alemanes. Y asistió a la destrucción del bello enclave magiar que
había sido sede europera de toda la judería y donde los judios habían podido
convivir con los cristianos sin fricciones. Las fortalezas volantes
norteamericanos acabaron con aquella buena relación. Lavalia en la cidad valia
muy poco. Por unos pengos podías comprar un salvoconducto, una mujer por una
noche y tres bocadillos de salchichas. Que no me vengan con historia. Yo cerré
la tienda de aquellos proceres del periodismo en Nueva York. Cuando el gran
Filipo blandía `puños cerrados en Manhattan y amenazaba con emviarmps a topdos
a un campo de concetración o fusularnos. Tenía como adlatere a Maraña que me
insultaba cada vez que podía. El odio rojo les daba vitaminas, pero no eran
moscovitas. Venían criados a los pechos de las principales universidades
californianas
Ahora contemplo la magnifica visión amurallada de Segovia desde
la Hontanilla. Me deslumbra el brillo de las piedras, me atenazan los
recuerdos, soy presa de mis remordimientos.
Los mandilones dicen que allí estaba el cementerio hebreo pero
no es así. Hubo un camposanto judío en el Corral de los Huesos en lo que era
hasta hace poco el macelo municipal pero, al dar la vuelta a la tortilla aquí
todo el mundo se declara más papista, que el Papa y más israelita que san
Melqisedec cuando hasta hace poco nos corrían a gorrazos y ese es un tema en el
cual no quiero entrar porque me exaspera, yo he venido a contar la historia de
mi amigo Manahén Gumersindo Arije que creo que llevaba sangre de los elegidos
por lo menos en un cuarenta por ciento como tantos y tantos españoles. También
nacido por estas veredas en la que llamaban la Casa de la Troya. Debía de ser
algo pariente del gran Tacaño y se emocionaba cuando leía el Buscón y narraba a
sus amigos las aventuras del Domine Cabra un segoviano típico. Segovia
"peccatrix" pecadora y cicatera. ¡No te jode! Y tan pecadora que aquí
no cabe un tonto más. Le han erigido un monumento a Satanás. Mis paisanos
escupen las arras. Nací en esta ciudad de acarreo, tierra de perailes, gente del
bronce y de la hoja, y de tusonas, mulas del diablo y barraganas de curas y
frailes. La vida me hizo mostrarme escéptico de ciertas solemnes verdades que
se fueron por la posta, pero no soy mala persona, creo, hasta ahora no maté a
nadie. Sólo soy necio e inconsciente, iluso y algo bocazas. Por eso, he venido
a prosternar mis huesos ante el clemente Zeus tronitonante, Señor del Olimpo,
padre de todas las creencias, de todas las religiones, cuyo decálogo en piedra
bajó desde las cumbres del Olimpo: que Alcorán, el Candelabro y la Cruz se
junten pero todas ellas a los pies del Gólgota Redentor y a la sombra del manto
de la Virgen María. Lo veo difícil porque la humanidad acostumbra a matarse en
nombre de la divinidad y ahora en el Vaticano están hechos unos zorros con eso
de que obispos y cardenales sodomicen en sacristías y confesionarios a los
niños de coro con todo y eso el pobre Villeguillo, vagabundo segoviano, no
renuncia al legado cristiano— demasiado viejo para cambiar de religión—, sin
perder de vista la tradición y el testimonio de los mártires, que conectaron el
Nuevo Testamento con el Antiguo y el fervoroso politeísmo de los dioses
oscuros. De todos ellos venimos, en todos ellos nos miramos y a través dellos
escuchamos la voz del Criador que es polifónica y habla de mil maneras y en
diferentes tonos a los mortales. Que enmudezcan los púlpitos, bajen su voz los
letrados, tiren al suelo sus mitras y sus báculos episcopales los jerarcas
perversos y alcen la vista a los cielos de donde nos viene el resplandor de un
dios más humanado. Zeus se convirtió en Cristo. Aunque el Rollo de la Ley de
mis mayores nos avisa:
—No derramarás sangre ni semen.
—Bah, eso de la religión es puro convencionalismo — clamaba a
voces el diablo encaramado a lo alto del acueducto, mientras se trataba de
beneficiar a la alcaldesa. A Belcebú le vuelven loco un culo grande y unas
buenas "domingas" por otro nombre tetas.
—Pues si no hay Dios, tú tampoco— le dije yo a Satanás que se
pavoneaba por aquellas fechas de haber dado al traste con la unidad patria.
Me subi a la alcatifa de los Sueños. Que es un transporte barato
para viajar al presente y al futuro. El pasado es muy negro. Estuvoi teñido de
sangre em esta ciudad pero es así como se construye en el eternio caminar de la
historia. Ahora recuerdo mis tiempos de corresponsal en Londres. Marché a la
ciudad del Tamesius con unas pocas librois en un mini de segunda mano ewn que
cargaba un poar de traje seis mudas un abriho algún libro de rezos y mi maquina
de escribir. Yo era un bohemio. No tuve la suerte de mi colega antecesor
Eugenio Suarez. Su nombre estaba escrito en el cuadro de honor de la vida
En lo alto del puente romano el Príncipe de la Mentira se estaba
colocando o a lo mejor se estaba haciendo una gallarda el tío guarro. Lo cual
que por causa suya España iba de cabeza. Regresaban los fementidos y Youcan no
se cortaba la coleta. Había vuelto glorioso a la palestra muy ufano tras el
permiso de paternidad. Yo cambio los pañales a mis hijos lactantes y doy el
alpiste al pájaro. Pero a España la estás llenando de alhorre, eres tú y tu
señora un himno a la desventura. Pulso de la lira la más sublime cuerda y canto
a la mierda. Pues eso, allí donde están las cloacas del poder.
Es lo que hice toda mi vida caminando a pasos perdidos por las tabernas
y lupanares, adiciones a Baco, honrando a Venus y al tabaco. No soy digno de
colocar sobre mi cabeza el manto de oración y la tánica pretexta de los
flamines, contaminados por el alcohol y la semilla derramada de tantos años de
perdición, pero sobre todo por la sangre: maté a aquella archivera que me
estaba haciendo la vida imposible, sus insultos, risas y escarnios de la Gran
Bollera, y oprobios, sus carcajeos feminoides con la amiga por el teléfono ¿qué
tal andas, chati? acabaron con mi paciencia pero no seguí las enseñanzas de Job
que nos advierte que el hombre es carne de dolor, nace amontonado con la mierda
y a la mierda vuelve entre estertores. ¿De qué te engríes, Villeguillo? No eres
más que pasto de gusanos. Pero no te sulfures, ni viertas lágrimas de
cocodrilo, recuerda la paz de esta república que mediante la bondad, la
sabiduría y no con los misiles aplastará la cabeza de la serpiente, colócate el
manto de oración sobre tu mala cabeza y cíñete al cíngulo de tu sacerdocio,
cubre tus cabellos de ceniza y aguanta el chaparrón. Recuerda que tú eres de la
casta del ligur Silvinus Crassus, el capellán de las Vestales. "Sint lumbi
vestri praecinti", ataos los machos para defender la verdad.
—Eso son sólo palabras que de poco nos valen, padre mío. Rezar.
Llorar, suplicar, abajarme escuchar el silencio de los corderos hasta que
rompiera el alba con su esquila de luz de las mañanas. Es lo que hice toda mi
vida pero tengo un mal pronto que me enajena. Mis enemigos tómenme por loco y
por psicópata. Lo malo es que puede que lleven razón. Yo me acuso y lloro ante
mi "muro de Lamentos" de haber expresado mis dudas sobre muchas cosas
en el bamboleo de mi fe vacilante en una vida con no pocas vueltas y revueltas
que no fue nada circunspecta a causa de incomprensiones, persecuciones y
sufrimientos.
El diablo mueve la cola y amenaza con tirarme desde el pináculo
del templo. Con esa precisa idea de expiación he vuelto a la Urbe pecadora a
prosternar mis huesos ante la piedra esculpida cerca del postigo del Consuelo.
El vado del Río Clamores me separaba de un pasado cuajado en arrepentimientos y
congojas y un futuro incierto: Parce mihi Domine, parce mihi. Pago mis culpas y
al darme de cabezadas contra la piedra de Publio Juvenal que debía de ser el
prefecto de la ciudad por mandato de Cesar Augusto, el constructor del
Acueducto de Segovia. La brisa que mecía los pinos me traía fragancias de un
pasado al que viajo con frecuencia en alas de mi imaginación entre sonido de
tambores y flamear de estandartes; desfilan ante mis ojos las cohortes de
manipularios, ferentarios, honderos y la milicia de a caballo que acampaba en
el páramo de San Medel aquel anacoreta que hizo penitencia en las cuevas del
Pinarillo. Invoco a los dioses en mi tarea para que vengan en mi ayuda. Aguardo
respuesta y me entrego a mis plegarias que son un monólogo baldío. De la misma
manera que yo acometo esta tarea de poner negro sobre blanco la historia de la
ascensión y la caída de mi personaje Manahén Arije, un vagabundo que fue por la
vida sin suerte, que se juntó con malas compañías, era un pícaro de siete
suelas como muchos hispanos, al que tocó bregar de lo lindo, engañar siempre y
trepar por la cucaña de la competencia echando rivales abajo. Da paz a mis
muertos, Júpiter, por la intercesión del Crucificado. Otorga tranquilidad a
esta afligida y tornadiza ciudad de que anda, confusa, elevando estatuas al
diablo. Acordaos de mi Aderita y de Auxenia Xeny (el mirlo blanco) la miruella como yo la llamaba cuando era un
bebé. La hija de mi corazón a la cual de
mayor conocí cuando tenía 45 años. Por mi culpa por mi gran culpa.
Rezo la plegaria acostumbrada y hago voto de ofrecer un gallo a
Esculapio. Ave Cesar. Me dediqué vagar por el recinto amurallado. El gran cedro
del convento de jesuitinas que dio sombra a la infancia lo habían talado os
mancipes dendricidas y poco avisados. Lo malo de estas plegarias es que
constituyen un monólogo. Preguntas sin respuesta y a Villeguillo hombre de
costumbres poco recomendables le parecía que Adonis estaba muy lejos en algún
planeta por ahí perdido constituido en estrella filante.
Rezamos, pedimos, imploramos, hacemos vaticinios, rogamos,
exclamamos, cantamos y como si nada; el dios pone orejas de mercader a las
súplicas. Se desentiende. Zeus mora en otra esfera, nadie sin su permiso
escalará las peñas del Olimpo. O a lo mejor que ese día estaba de mal café o no
se había traído el sonotone. En mi mente el mosaísmo, el islamismo y el
cristianismo se conjugan pero antes de que vinieran las aparecidas y de que el
apóstol desembarcase en Padrón en una petera de piedra los dioses familiares
presidían nuestras vidas y nuestros actos. Dejémonos de biblias en verso Es por
lo que yo vengo a esta ciudad sorrapeando los párrafos de “Ab Urbe condita”
Tito Livio impávido e imparcial. La piedra de Juvenal era la roca viva de la
cual manaba un raudal de agua brava, las que se despeñaban desde Peñamellera.
Soy un pícaro un filosofo un historiador, no sé lo que soy, pero estoy al tanto
y el que avisa no es traidor, un gnomo que se trasmuda y biloca porque para mí
no hay barreras ni de espacio ni de tiempo, soy el ojo de Ra, la mano de Dios,
que todo lo toco y todo lo ve, émulo del Gran Piscator, lucho contra los malos
y aunque a veces haga partija con Belcebú no soy uno de ellos. ¿Doble agente?
En la redoma de don Cleofás, uno y no más todos estamos. Pues Segovia como
Puente Perin, como Barahona, Brañosera en Asturias, Hita en la Alcarria y las
brujas de las peñas encantadas de Cuenca es lugar de hechicerías y
encantamientos. Es plaza que vio coronar con la coroza de la infamia a las
“obispas”. Aquí dieron garrote a mi amigo don Pablos que subió los peldaños del
patíbulo con mucho senequismo y humor negro, rayano en el cachondeo, porque al
jifero le dijo antes de meter el pescuezo en la toza, que a la próxima vez
arreglaran las tablas del cadalso que estaban podridas “porque no todos tienen
mi mismo cuajo”.
Vieronse escenas lúbricas porque el momento de romanos se
convirtió en anfiteatro espectáculo porno de acendrado tialismo porque el de
los pies de Cabra hacía a pelo y a pluma después de cubrir a la alcaldesa por
detrás fueron desfilando los ediles y de las ediles y ministras de todas ellas
hizo ropa vieja. Porque lo suyo fue siempre engañar y fornicar.
El padre de la Mentira se estaba trabajando a la alcaldesa en lo
alto del entrecuesto o cacera que por arriba del acueducto. Escuché a una bruja
que decía. Todo te lo daré si te pones de rodilla y me besas el culo:
—Tente que te unto
De su boca desdentada se alzaron las palabras mágicas de un
conjuro. La consigna de aquellas elecciones convocadas por Perico los Palotes
fue “tente que te unto”. La señora Calvo viceministra se quedó entonces en
pelota picada. Por delante el bosque de Bolonia entreverado de castaño y rubio,
diose la vuelta y pudimos con templar un orondo Coramvobis cordobés tan prieto
de carnes como el de la Maja desnuda. Íbamos a elecciones y al pucherazo. Los
judíos tenían la tranca de la demoscopia en la mano y así no hay quien pueda,
claro. Siempre será lo que ellos digan pues tente que te unto. Jugar con las
cartas marcadas es una añagaza del sistema electoral que padecemos y ya se
sabe: las urnas las carga el diablo. En los días de comicios graznan los
ánsares y vuelan bajo las cornejas. Tente que te unto. No rebullas que te
atizo. Marca el paso como dios manda, has de andar derecho como una vela y a
callar, ojito.
Conjurote sal y cilantro
Por Satanás
Por barrabas
Por san diablo que puede más
Y este bálsamo de Ruibrás
Que esta noche quebraremos el cántaro
Y serás mía
Tente que te unto
Mi coño en tu barba
Debía de ser la bruja maesa, pronunciaron un conjuro y la
alcaidesa y el diablo con el unto de serpol, beleño, cilantro y otras hierbas
mágicas se volvieron transparentes, espíritus puros y empezaron a volar que
parecían aves de mal agüero. Los cielos de Segovia estaban cargados de ominosos
barruntos pues la diablesa de la alcaldesa no paraba de decir “tente que te
unto”. Un grajo infernal al que mandaron bajó de lo alto y sacó los ojos a la
estatua de la Virgen María que posaba en el edículo principal del Acueducto
mirando a poniente desde tiempo inmemorial. Aquel pajarraco hablaba y yo le
escuché pronunciar una homilía maldita:
─Tiremos abajo a la Virgen Pura. Acabemos de una vez con toda la
cristiandad.
Pusieron debajo de la lapida una blasfemia: “en mi coño mando
yo”.
El maligno que contemplaba el atropello encaramado al arco más
alto reía mandíbula batiente, luego empezó a ventoseare, sus discípulos
hicieron lo mismo y todo el infierno estalló en risas y en pedos del Ángel
caído. Durante casi media hora toda la plaza del Azogue olía a rayos. Ji ji ji
ja jaja. Las descargas eran tan profundas, de una violencia tal que los
segovianos compungidos salían a las puertas de sus viviendas, tapándose las
narices o gritando ay madre el fin del mundo. Entonces un cuadrillero de
Lucifer el que se llevaba a la alcaidesa dijo:
—Os pasa por judaizar. Ya sois míos
En la plazuela del azoguejo con tanto gurriato en pelo malo y
tanto discurso los políticos marranos y los falsos obispos no paraban de
sermonear, de dar explicaciones (ocurre siempre en todas las crisis nacionales;
las esquinas se llenan de plañideras compungidas y de hermeneutas que tratan de
explicar lo evidente, estamos todos hasta los mismísimos de tanto parlamento
redundante y dicaz) y lo evidente era que a redropelo de lo que decía la
leyenda, la moza del cántaro perdió la apuesta, el diablo ganó la partida y al
poco tiempo.
Villeguillo hizo esa profecía: el acueducto se vendría abajo.
Que otros salmodien y prediquen y yo decía predícame cura predícame fraile por
uno me entra y por otro mesa sale. Yo soy Villeguillo. Los que tiraron a la
Virgen María de su pedestal estaban muy ufanos y sudorosos y entraron un
momento a repostar fuerzas en el mesón Cantimpalos. El mesonero estaba a la
puerta, era un señor gordo y calvo fumando en pipa. Los operarios de la
demolición se pusieron ciegos de tostoncillo y le dieron tantos besos al jarro
que al salir se desparramaron por la Vía de Roma haciendo eses. Adónde irá el
buey que no are. La profanación ya estaba hecha. La cosa no tiene vuelta de
hoja. Afloró en las pupilas y en los corazones un odio de siglo un deletéreo
afán de venganza Segovia ha dejado de ser cristiana, se ha convertido en Aelia
Capitolina. Al pobre Felipe VI El Indeciso, otro rey pasmado, lo quemaron en
efigie, pero como era un enagüillas, asido al miriñaque de su mujer la
asturiana y a las faldas de la griega la hija de la Federica, no vaya a ser que
metamos la pata, hijo, no conviene malquistarse con los judíos tú a lo tuyo y a
celebrar todos los años la fiesta del Holocausto pues no quemó al escultor
infame que le hizo una estatua para ser quemada en las fallas. Ya lo dijo
Maquiavelo los reyes cobardes y dominados por la parienta o con complejo de
Edipo son despreciables e inútiles para el gobierno de la república, cuentan
con el desdén de sus súbditos. Pero el sexto Felipe tiene cara de buen chico
que no se atreve a dar el pasaporte a los catalanes que le faltan al respeto y
a los estatuarios malditos que quieren quemarlo en efigie. España a este paso
pronto se convertirá en un auto de fe, si nadie pone remedio, Y el libelático
obispo Zapatones había firmado las actas
—Parecéis oro obrizo pero no soy más que oropel, no tenéis
cojones─ dijo Ursicinio el Pecoso con aires de desafío.
Todos se encogieron de hombros no hicieron caso de poetas,
profetas y profecías. Allá ellos con sus excesos y demasías. Hay que estar al
loro. Villeguillo muy triste por aquel espectáculo volvió grupas y salió de la
ciudad por el puente de Valdevilla que le vio nacer y jugar de niño y por donde
pasaban las legiones del emperador con su estandarte enhiesto y el carnero
mascota de la Séptima Victrix. La casa y el barrio había sido arrasada por los
judíos, también profanaron una imagen de Santa Bárbara que alumbraba en las
noches los inviernos. Los judaizantes se habían empleado a fondo en aquella
ciudad. No perdieron el tiempo así que hizo la de Teresa la conversa cuando los
de aquel pueblo la acusaban de tener un lio con su capellán que por cierto era
un santo y poeta que luego subió a los altares y lo bajaron no sé si a
garrotazos llama de amor viva inflamado de amor divino:
—De Segovia ni el polvo las zapatillas.
En aquel instante la santa abulense hizo la lazada y no quiso
volver más a la ciudad de la calumnia como ella la llamaba y es verdad mis
paisanos siempre fueron un poco recontrajodidos.
Todos al santo y a las limosnas, atentos al “tente que te unto”,
consigna de los degenerados de la oclocracia. Aquí lo importante es ir
tirandillo, sumirse en las andaderas del buen rollito.
Retumbaban las voces en el transistor del coche, tenía conectada
a la Cope pero aquellas voces venían del más allá, clara advertencia al llegar
a Segovia. Se perfilaba sobre el perfil urbano la torre de la catedral, alta,
augusta, inescrutable, la dama de las catedrales cuando de repente empezaron a
sonar aquellos gritos desgarradores. El altavoz del radiocasete del coche subió
al más alto volumen a pleno rendimiento de decibelios, entonces la tierra
tembló, vio abrirse una zanja junto a la carretera del empalme de Revenga con
Campamento de Robledo, no me detuve. Pisé el acelerador muerto de miedo y en la
rotonda de Hontoria me topé con una estantigua, una procesión lúgubre de
resucitados. Un fraile fallecido hacía quinientos años encabezaba el tétrico
cortejo. Cantaban responsos, kadishes y lilailas y pude percibir con
disposición armónica y buen concento las estrofas del Dies Irae. Acordeme
entonces de que yo podía estar viviendo pasajes del Viernes Santo. Las
profecías se cumplieron. El tropel de los difuntos avanzaba con paso firme
hacia las campas de Baterías donde en mis tiempos hacían la instrucción los
reclutas y los seminaristas jugaban al fútbol. Me froté los ojos no fuera a ser
que yo mismo estuviese siendo víctima de alucinación. Las exclamaciones del
Salvador en el Calvario eran claras, humanas, no las de un fantasma. Jesús
llamaba a Eloim que en hebreo significa el que Es y no reclamaba el auxilio de
Yahvé que significa El que Está. El que actúa. Eloy instaura al Padre del Nuevo
Testamento mientras que Yahvé representaba a la Ley Antigua, el dios
justiciero. Por eso los judíos en un intento por no caer en la blasfemia se
abstienen de pronunciar el nombre del creador, no lo mientan y apelan por
sinónimos como Adonai (el Poderoso); en virtud de aquellos aullidos de dolor
quedaban preteridas las enseñanzas de Moisés, se abría un tiempo nuevo y
sincretista de comunión con las divinidades oscuras. Seríamos crucificados y
preteridos a causa de la cruz. A los discípulos del Nazareno a unos los echaban
a los leones, otros encontrarían la tumba anónima de la fosa común pero a la
mayor parte entre mofas y escarnios se les pondría a las espaldas el cartel de
"No person". Se los consideraba peores que bestias de carga. Nos
decía nosotros somos los elegidos, vosotros los paganos, los "goim".
Destruiremos vuestras casas, violaremos a vuestras mujeres, fomentaremos aliyás
e invasiones solapadas, vendrán de lejanas a tierras a comeros el pan al albur
de la martingala de los derechos humanos. El Padre Ángel ( morirá del fuego de
San Antón así reaviente como el lagarto de Jaén) convirtió su iglesia de en una
cuadra, en una cohorte de cerdos y en una perrera de gatos, obligando a los
santos a oler mal, era de los que más alzaba los gallos. Y se volvieron lluecas
las gallinas del corral mediático.
Bergoglio se colocó sobre sus argentinas sienes la mitra del
obispo don Opas era el mandamás de aquel contubernio de anticristos. Mucho
sufriríamos por aquellos días ¡Ay, Señor!
— Vosotros la raza de víboras estás allanando la historia — yo
les dije enfurecido por tales desacatos.
— Nosotros vuestra historia nos las pasamos por los cojones.
Sólo nos importa la Memoria.
— ¿Y qué hay de lo mío? — contesté
— Nosotros somos sionistas, somos los nuevos cruzados de Zion.
Era un sacerdote de la Ley quien así hablaba de forma soez en
lenguaje de la chusma. Eran chusma, odiaba la excelencia.
A mí me seguían pasando cosas. `por poco se sale de la carretera
mi Renault. Hube de pegar un volantazo. Un mozo de escuadra a la altura del
Puente de Valdevilla me dio el alto. Y me multó 200€ por no llevar un lazo
amarillo en la solapa del parabrisas. Bajé del coche todo indignado y le hablé
en catalán:
— Oiga agente tú no eres quien, yo sólo atiendo a la Guardia
Civil. Además no me gustan los lazos amarillos, el amarillo es color de la
muerte, ningún actor del teatro se viste de ese color da mala suerte. Estrellas
amarillas la llevaba en Ausschwitz y lazos amarillos las portaban de emblema en
el ojal de la americana los judíos rusos que exigían al Politburó les
permitiese emigrar a Israel y hasta que no acabaron con la Unión Soviética no
se quedaron a gusto. Aparentemente los hebreos se salieron con la suya y hoy el
Estado que preside Bibi es una sucursal del KGB tendiendo puentes con Putin.
El Torras Chorras, jerifalte catalanista un Orlando furioso
contra Hispania, no es nada original, copia a los hebreos rusos, manda colocar
en el Nou Camp fotos de Ana Frank y vuelve a trillar la parva del Shoah que es
un gran embuste con miras a crear una religión nueva la del Holocausto el Odio
y la Venganza que sustituya a la del Amor.
— Hablas sin conocimiento de causa
— ¿Cómo, qué? Yo fui corresponsal del Arriba en Budapest, estuve
allí cuando caían los pepinazos de los B-52 y salvé a muchas estrellas
amarillas, los refugié en el sotano de mi propia casa, yo fui periodista de
Franco y telefoneaba todos los días a mi embajador Sanz Briz. En nombre de
Franco salvamos a muchos hebreos. Nuestro caudillo Franco era de vuestra
cuadrilla pero afortunadamente no era sionista.
— Que te crees tú eso.
Quedó aturdido el agente de la autoridad pues a mí me salió una
vena mayestática que confunde y pasma a los que me contradicen, volvíme
irrefutable y apodíctico.
— Bueno circule — ordenó el mozo de escuadro, sus ojos
reflejaban ira y pasmo, yo me volvía a mis pajas y entre mí pensé "este
tío lo mismo que me pega cuatro tiros y me deja seco; en sus ojos se refleja el
furor de los combatientes de Masada" — ahora somos nosotros los que
mandamos en España.
— ¿Vengándose de lo que ocurrió en 1492?
— Eso mismo, pero no quiero perder el tiempo hablando con un
fascista. Venga arranca.
— Yo también soy judío pero de otra tribu diferente a la tuya.
Si yo soy fascista tú eres un nazi sionista que es mucho peor.
El mozo de escuadra se puso de los nervios.
— Calla la boca
— Ni debajo del agua. Para que consigáis que guarde silencio me
tendréis que matar. Soy diacono griego y proclamo mi Evangelio desde el ambón.
La Guardia Civil permanecía oculta en su recinto en forma de
ángulo convexo, aquella sólida guarnición al lado de cuyos muros paseé yo
tantas veces en los días de mi infancia. No vi al cabo puertas ni al centinela
en su garita— la pseudo democracia se convirtió en tiranía pues nos dejó a los
españoles sin defensas conservando a los agentes del orden como cuerpo represor
a las ordenes de un periodismo canalla y desalmado— y el Regimiento de
Artillería en el que sirvió mi padre y yo juré bandera estaba abandonado y sus
dependencias convertidas en albergue de ratas y de vagabundos. España en manos
de los judíos. El contubernio había ganado... de momento.
Dejé el coche aparcado en el Campillo y bajé a pie contando los
arcos del Acueducto atravesé el azoguejo subí las escalerillas del postigo del
Consuelo y callejón adelante contemplé la ventana de mi camarilla justo debajo
de la Torre Aceitera — llamada así porque tiene forma de embudo y es una alcuza
que vigilas las alturas de la ciudad — solemne sombra que nos cobijó el
pasadizo de la torre de los guzmanes, la huerta- ya no estaba el viejo moral
que plantó el penúltimo rey de la dinastía Trastamara. Puertas cerradas,
seminario vacío, lo mismo que el palacio que fue corte del rey Enrique IV. Bajé
por el Salón hacia el convento de Santo Espiritu y avancé por el Camino Nuevo
hasta lo que llamaban el Osario. Una lápida de cemento armado con consistencia
de siglos con una inscripción en hebreo y la bandera de Israel saludaba al
visitante. Algunas personas oraban el con voz compungida y desalentada oficio
de difuntos cerca de lo que ellos creían enterramientos de sus antepasados el
antiguo cementerio judío pero allí no había tal. Aquel no era el recinto.
Aquellas cavernas excavadas en la roca caliza habían sido cavernas habitadas
por ermitaños que hacían penitencia frente a las murallas de Segovia la ciudad
pecadora. La vista era espectacular. Todo el recinto amurallado recordaba a
Jerusalén. La torre de la iglesia de San Andrés ponía contrapunto a la maciza
linterna de la Dama de las Catedrales. A la izquierda quedaba adelantándose al
espolón de la barbacana utilizado durante la edad media como fortín y más tarde
como matadero municipal aunque antes, mucho antes, estuvo allí emplazado el
osario judío. Paz a los muertos de Israel y a los que santificaron Su Nombre.
Elí, Elí, lamma sabactaní. Españoles sois cristianos, clamad no ceséis, gritad
contra los nuevos inquisidores, luchad contra el sanedrín mediático. Yo estaré
con vosotros hasta el fin de los siglos.
ONCE ESE
Septiembre negro brancas y opérculos de las agallas del pez,
llevo luto por ti, veo chocar los trenes y se estrellan aviones contra un
rascacielos. ¿Conspiración (Verschwörung)? Yo que sé. Estoy tan tranquilo en el
recibidor de mi domicilio, me acaban de arreglar la parabólica; vino un
técnico… quería cobrarme 510 € le di 200 y vas que chutas democracia de
ladrones. Por lo menos me libera Astra de los labrados de cerebro de radio
Macuto nos dan la vara.
No tengo donde ir, ni oficina ni despacho, ni editorial, ni
nadie. Estoy dejado de la mano de dios aparentemente pero fijándose bien el
aserto noto que no es verdad. Interiormente me siento un elegido. En libertad
les hago un corte de manga a los capitostes mientras contemplo la piedra de la
muralla donde se estampa mi pasado mi presente y mi futuro. Ese sillar romano
frente a la casa donde vino al mundo es mi bola de cristal. Por las ventanas
geminadas se adentra en la visión del Parnaso pero antes hay que hacer antesala
en el Departamento de Legrado de Memoria. Enséñame las manos. ¿Están limpias? Te
las acabas de pasar por la rabadilla, cochino pero al menos no hay el estigma
de la sangre. No mataste a nadie y no sería por falta de ganas. En los
matacanes de la muralla romana no hay centinelas (stelzi) se han ido a la
taberna o están en el cuerpo de guardia jugando a la brisca. El centurión les
observa con sus ojos omniscientes, penetrantes. Fue uno de los miembros de la
escolta que estuvo en el Monte Calvario. Le ayudó a Longinos a portar la lanza
que traspasó el costado y eso le dio poderes mágicos. Roma caerá en los brazos
de la apostasía. El gran blasfemo, ese jesuita usurpador que dio el golpe de
Estado en Vaticano destronando al legítimo, y dijo llamarse Pancho Culo Magno.
Pasará a la historia más por las dimensiones de sus posaderas que por sus
encíclicas. Es uno de los artífices de la gran confabulación. No sabe lo que
decía el doctor Freud que el cristianismo en su caída arrastrará al judaísmo.
No os iréis de rositas, cabrones. Quedareis sepultados en vuestras
maquinaciones del gran complot. Están matando la gallina de los huevos de oro.
Si este barco se hundiese nos iríamos todos a pique… Impervidum ferient ruinae.
El destino nos golpea. Contemplo sin descomponer el gesto los muros de la
patria mía que se están viniendo abajo. El verso es de Plauto cuya poesía yo
leí en un libro de viejo que compré en Arevalo porque te digo parla que lo sepa
que yo fui regatón o colporteur. Mi destino era la venta de ocasión, un rotundo
fracaso como todo lo que tiene que ver con la literatura en estos momentos. A
la plaza del Arrabal y al atrio de las Angustias yo llegue escapando del
mundanal ruido cuando rugía la marabunta en los 90, escupido por el oleaje de
la gran corrupción. La defensa de mi patria y de mi religión me convirtió en
naufrago del sistema. A partir de ahí mi nombre se agregó a la lista de los
innombrables y malditos. El gulag democrático adquirió proporciones gigantescas
a partir del año 89 cuando mataron a Ceucescu y se declaró la guerra en
Yugoslavia. El ángel del mal envenena las aguas de los ríos de Europa. Luché
contra la impostura y me convertí en vagabundo sin suerte, en un forajido de la
escritura pues ahí nos las den todas. Mi derrota contra las fuerzas oscuras
sólo fue aparente. Los hechos consumados luego nos dieron la razón y serán pocos
los que me rechisten a no ser que sea Peñalosa ese cretino de la Inter que se
pavonea por las ondas como un urogallo. La emisora ha sido vendida a los chinos
y ese Peñalosa es un apartida colombiano, mercenario de los micrófonos que
trabajó para el KGB luego se hizo de la CIA y ahora sirve a los mandarines de
Pekin que están comprando mi patria a cachos. Los mandarines de la CEE:
Juncker, la Merkel, Macron y toda esa patulea de judíos han entrado a viña
vendimiada con la apisonadora En radio Vejestorio echan las habas, sus
locutores parlan y cocean contaminados del hedor de las sentinas mediáticas
porque la mentira habita entre nosotros. A veces tengo la impresión de vivir en
una charca bajo la tiranía de una mujer a la que no quiero pues me fue infiel me
insulta y me maltrata con desaires incontables. Nos toman el pelo, nos lavan el
cerebro, nos pasean en carroza y exponen al ludibrio del mundo. Gracias a ellos
supe que el profeta Moisés era tartamudo, padecía de disfunción eréctil y su
bipolaridad se convirtió en crisis místicas, se tiró al monte le nacieron en la
frente dos cuernos como dos llamas, huyó al monte Sinaí y bajó los
derrumbaderos y recuestos de dicho monte a mata caballo por poco él no se
esguardamilla. Pudo hacer cacharritos con las Tablas de la Ley pero esto no lo
quiso Yahvé. Le brotaron dos cuernos radiantes entre las cejas. Cuando el
profeta hablaba al pueblo elegido:
—Mirad estos preceptos.
—Es un trágala — clamó una voz
—No. Es el camino de la salvación. Si cumplís estos mandatos,
iréis al cielo. Si no, al infierno de cabeza.
―Viva la madre que te parió — volvía a clamar la misma voz.
―Era la de una mujer que estaba encinta de siete meses
Supe yo entonces que los diez Mandamientos eran algo más que una
película en la que trabajaban Sofía Loren y Charlton Heston un matrimonio que
se amaba, amparados por la ley dentro de una tienda en el desierto, donde el
profeta y su concubina estiraban la alcatifa. La Loren lucía bellísima con sus
labios ardientes pero aquello sólo cine de sesión continua. Now I dont go to
the movies any more. Me di cuenta de que no hay que creer demasiado en las
cosas que nos cuentan. Todo son películas y mohatres de zascandiles de
Hollywood. Las ranas siguen croando en las charcas de la mentira y del
pensamiento único que está en todas partes y a todas horas. Pilatos llevaba más
razón que un santo cuando se preguntaba sobre qué cosa sea la verdad de un
Cristo al que habían azotado los del Sanedrín y vestido con la túnica blanca de
los locos. Una pregunta a la que no han dado respuesta los autores o, si la dieron,
la interpretan desde un lado parcial y acomodaticio como don Segismundo Freud
el gran profeta de nuestros tiempos. Si don Alberto descubrió la desintegración
de la materia don Segis dividió el alma en parcelas y nos adentró en el mundo
impenetrable del subconsciente. Este judío vienés se la cogía con papel de
fumar. Mascaba tabaco rubio y quillotraba las grandes mentiras o semiverdades
en el celofán del psicoanálisis. Pufaba habanos que eran su fuente de
inspiración. Sólo a la lumbre de sus cigarros de buena vitola de Vuelta Abajo
era capaz de endilgarnos sus concepciones sobre los desvíos del pensamiento y
la psique de nuestra carne mortal. El hombre es un mamífero que se mueve por
dos cosas en la vida el reino de sus instintos alimentarse y reproducirse. El
dinero y la gloria como subalternos o proyecciones de su gran apetencia
genésica a la deriva. El ser humano es un depredador sexual vino a decir
siempre dispuesto a la coyunda. Desconoce los ciclos de otros animales para el
apareamiento. El hombre y la mujer siempre tienen ganan. Metido en harina de
sus tabúes el lector de don Segis apuesta por matar al padre o moneársela. Que
bajo habéis caído, chavales, sois esclavos de las bajas pasiones pero no os
preocupéis ya no es pecado. La homosexualidad a partir de él cobraría carta de
naturaleza porque uno la mete donde puede y donde le dejan ya lo decía mi
abuelo. Se abrieron pues las puertas carreteras del libertinaje, las cajoneras
de los confesionarios ardieron en enorme pira. Ya no es pecado.
Preguntaba un quídam:
―¿No será aquí donde dan pol culo?
―No, señor, un poco más alante. Tiene que ir al Registro pero
sólo abren por la mañana de nueve a dos. Allí le darán razón. Si no consigue la
cedula eche la instancia y dirija un oficio al juez Marlasca con el encabezado
de Excelentísimo señor. Él administra el Negociado de los Putos, el furor gay
manda en España. Allí pregunte. El funcionario le hará rellenar una ficha verde
si es usted buharro y roja si es bardaje. Y permitame un consejo al entrar en
ese despacho se pondrá un mandil en las posaderas o un detentebala a prueba de
cualquier ataque anal porque en esa zahúrda van todos los tíos desnudos y
cantando la canción de “por detrás me gusta más”.
Quedé un tanto corrido con tales preguntas y respuestas pero la
información es la información y no sabemos en qué mundo vivimos. Las cosas han
cambiado mucho. Freud fue un profeta de los nuevos tiempos audaces cuando todo
es posible: la mariconería, Thomas Mann, Muerte en Venecia, el parricidio, la
rebelión feminista, los servicios secretos, las logias, el Verschörung, la
pederastia, los deseos oníricos, las cartas a Einstein sobre la masa y la
velocidad. Uno descubrió la desintegración del alma y el otro la materia. Los
dos eran judíos supervivientes del Shoá. Don Alberto nos saca la lengua y don
Segis se fuma puro. Después de todo Dios no se pone a echar partida con el
hombre ni quiere jugar a los dados. Esas son mohatras y añagazas del clero
romano.
―¿Por qué escribe usted?
―Para espantar a mis fantasmas internos y a ver si se me pasa el
hambre, padezco gordura mórbida, me da por comer a cualquier hora.
―Pues habrá que reportarse amigo.
―¿No has oído que hay una virtud que llaman la templanza?
―Sí, pero no es de mi incumbencia yo voy por otro temario aunque
de mozo era bien parecido. Les gustaba a las mujeres. Allá por los 74 tuve una
novia hebrea que se llamaba Percival y hacíamos el amor todas las noches en la
casa donde el Dr. Freud escribía sobre el psicoanálisis. Un medio se acabaron
nuestros encuentros y no volvía a verla nunca más. Perduran los re cuerdos de
aquel barrio que era la aljama de los hebreos pudientes. Primrosehill se
llamaba
LAS CENIZAS DE LA CAMPEONA
Todos desfilan compungidos ante el besamanos y los pésames
duelos y empatías por doquier te acompaño en el sentimiento su cuerpo apareció
yerto entre las peñas al lado de una botella de vino y una caja de pastillas
muerte voluntaria fue el veredicto nadie quiso decir suicidio ¡hipócritas!
Prefirió una muerte dulce en vino. Nos matan de soledad de olvido de
aburrimiento activan la maquinaria del
ninguneo enchufan el ventilador de la mierda sacan de las charcas a las ranas cantarinas
y a los sapos y luego llaman a las plañideras y el besamanos se convierte en
poseo importa mucho salir en televisión un segundo de televisión ─ al butanito
a Corbalán a las viejas glorias olvidadas─, todos acuden al arrimo de los focos
desfilan ante el cadaver musitando la manida frase de qué buena era…
grandísimos camándulas brindada en conchas de galápagos un país sin
sentimientos donde todo es fingir España es un país de ex frailes y de monjas
es la lucha por la vida todos a trepar por la cucaña y luego a retreparse en el
sillón sobre moqueta dentro de los muros de un edificio con bandera. Blanca
esquiaba la nieve de Siete Picos montañas del alma mirando para ellas pasó mi
infancia cono un gacela, ganó medallas y luego se olvidaron della. Troquel del
oro que hicieron oropel. Vivió el ostracismo el despecho el ingrato olvido fue
extranjera en su país. Mira ahora cómo lloran todos estos en la querencia de un
arrimo una donación y todos esos gajes del oficio. Descanse en paz cuando el
olvido aviente sus cenizas sobre las peñas y la nieve del macizo central. Era
una carpetana una mujer cordillera.
BUFADERO LA SIESTA DEL SÁTIRO
Desde el miradero del Pinarejo con la mirada de la carne
contemplaba la torre de la catedral (ebúrnea y misteriosa piedra sin tiempo
capitel redondo dando cobijo a los vanos del campanario) alzándose sobre los
merlones de la muralla y el negro ciprés que besaba con la punta de sus ramas…
el matacán donde estuvo el aula de mi primer colegio y la monja como yo era
zurdo me ataba la mano izquierda a la pata la mesa para que escribiera con la
derecha.
Vi a los soldados de la guardia romana el morrión rematando la
galea en forma de cresta de gallo y escuché las alertas del centinela al relevo
de la primara vigilia. Segovia ciudad amurallada y romana. Cerca de la plazoleta
y el arco del socorro estaba el bufadero. Los cierzos del invierno hacían
concilio allí y se disputaban con el ábrego y el solano el sombrero de los
viandantes. En lo alto del templo estaba la acrópolis. Cesar Augusto empezó a
recibir culto de idolatría en la ciudad donde yo había nacido. Fue coronado el
emperador dios del Olimpo el año 34 Ad. Era invocado por las congregaciones
populares y su estatua incensada cada tarde por uno de los flámines de turno
que trepaba hasta su imagen por una escalera colocada en medio del Acueducto. A
mi izquierda a los pies de la sacramental de san Andrés estaba el Corral de los
Huesos donde siempre oí yo decir que estaba enterrada gran parte de mi
parentela. El osario de los huesos desapareció a finales del siglo XV por orden
de la inquisición. Tibias y calaveras ardieron en la gran pira que se preparó.
Muchos de mis paisanos hablar por hablar desconocen su historia y ubican la
necrópolis hebrea donde no es. En las cuevas del Pinarillo allí donde el
Clamores abraza a la ciudad para casarse con el Eresma se alojaron ermitaños
durante roda la edad media, hacían penitencia, se flagelaban y lloraban sus
pecados frente a la ciudad donde no podían entrar por haber cometido algún
agravio. Segovia pecadora magna peccatrix. Albergue de putas y de perailes.
Cuando yo era niño se alojaban en aquellas espeluncas tenebrosas familias
gitanas. Yo recuerdo a una gitana con el pelo negro subiendo aguas al Clamores
por el Camino Nuevo toda vestida de luto y en alpargatas también negras como el
mandil la cara cubierta de arrugas y los ojos penetrantes de vidente hasta
Santi Espiritu con manojos de romero. Que ofrecía a los viandantes. Al que no
le adquiría un manojito le largaba una tremebunda maldición:
—Mañana te enterrarán, señorito. Ya oigo el gorigori, caminas
por el mundo con la vela en la mano
A veces la sentencia de la gitana se cumplía y en alguna de las
cien torres de la ciudad tocaban a clamor… Qué miedo uy.
La Sacramento a los niños de posguerra nos infundía pavor. Al
verla huíamos hasta refugiarnos en el regazo de neutras madres:
—Mamá que viene la gitana Sacramento
Los gitanos habían establecido un aduar en el Pinarillo y
aquella bruja moraba en lo que hoy llaman cementerio hebreo donde se exhibe un
rotulo con la bandera de Israel y se canta la Hativka algunas tardes pero no
era un cementerio sino un eremitorio.
Caminaba la madre Sacramento acompañada de un gato negro y
detrás venía el jefe de la tribu su marido en un caballo lucio. Cuando vendían
toda la cesta regresaban a su guarida pero allí donde aparece hoy día una
lápida con la estrella de David no había camposanto ninguno que ya digo el
verdadero lugar de reposo para mis antecesores que fueron a descansar al seno
de Abrahán se encontraba intramuros cerca del enlosado de la catedral a
espaldas del templo de san Andrés allí donde alguna vez rendimos culto a Erifos
el cabrito que es como se representaba en Grecia a Baco. Se disfraza de cabrito
pero es un lobo feroz. No le hagáis caso, alejaos de la botella.
Sklepos y albacora
Duro es el mundo pero esta mañana de verano misa de san Agustín
mis males lleve después de la avenida que anegó los campos de Valdemoro me
acuerdo de mi amigo Paco fenecido hace doce años como pasa el tiempo. Umbral
era Umbral. Le canto un responso mientras me zampo una albacora de la primera
cosecha de la higuera que planté en el huerto. Chimenea y huerto soy feliz
mientras miro para los muros derruidos de la patria mía Segovia triunfal el
gran cedro del convento de las jesuitinas los merlones de la muralla por donde
se asoman los fantasmas de mi pasado todo son pesares y arrepentimientos. La
Virgen del Socorro desde su camarín engastado en la veranda me mira con ojos
maternales e indiferentes extendiendo su manto protector sobre el barrio judío.
Un rabino baja por las escalerillas de san Roque con los doce panes de la
preposición. Una parida lleva las velas de la purificación el cantor ante la
congregación de san Andrés entona la Shema. En el océano de las borrascas se
precipitaron nuestras ansias y desdenes por causa de la política. Suben y bajan
los espectros (Wraith) el caballista Jurry cabalga sobre su mejor alazán. Una
recién casada alza el velo “huppah” y el mundo se hace de noche en espera del
amanecer de los hijos. La congregación entona epitalamios… cuando el rey Nimrod
al campo salía… yo contemplo desde mi tabuco toda la estrellería que ilumina el
mundo de la edad media cómo era este barrio antes de 1492. Miriam que acaba de
ser desvirgada por Jonás su marido en la noche de bodas hace un baño ritual
(mikveh) se frota sus partes con agua de lluvia, el sacristán va de acá para
allá picando a las puertas de todos los miembros de la comunidad clamando a voz
en grito:
—Nos ha nacido un niño que será rey de Israel.
Cunde en aquel instante la alegría por toda la aljama
Así fue y así será. Me envuelvo en las filacterias del tefillot
bufanda de oración y lloro mis pecados que perdonará siempre Adonai por Yom
Kippur. Portamos los judíos la llama del fuego sagrado libamos de la copa del
dolor y del vino eucaristía. Señor bendice este zumo de la vida fruto de la
labor y de los trabajos del hombre (kidush) amen… amen que este pan y este vino
sean la garantía de nuestra salvación (pikuah nefesh) pues para salvar vidas y
no para destruirla fuimos puestos los judíos. Somos los elegidos del
sufrimiento de la paz y del perdón nos agrada decir shalom. Que esa palabra
esté siempre en nuestros labios amin… amin. Todo es perecedero y extinguible
pero los hombres van de acá para allá en una Poriomanía incansable buscando la
tierra prometida somos trotamundos viajeros peregrinos en esta vida devorados
por los félidos tigres leones gatos y alimentados por los solípedos. El mundo
se divide en buenos y malos y en animales de garra y pezuña. Seamos prudentes y
diligentes… Cunctanter… oído al parche y ojo al cristo que es de plata. Tañe el
esquilón y se duermen todos los tordos al sur. S k l e p o s… dura y áspera es
la vida misma… este adjetivo griego es un monograma que vale para definir cómo
es la vida entre españoles envidiosos desalmados indiferentes ladrones y
escoliastas. I am a dangling man. Vivo colgado de una percha subido a lo alto
de una columna como Simón Estilita. Vivo dentro de un arco formero y mi punto
de apoyo es un ladrillo sardinel pero como soy algo escaro y tengo una pierna
más larga que otra y se me hinchan los tobillos piso mal y me fatigo cuando me
atrevo con largas caminata tú me dirás, Rui Blas. Sé manejar el escardillo y el
almocafre
De tanto empinar el codo yo padecía prurito vesical y mis canales
urinarios ardían en el escozor de la ascitis. Por tu uromancia y poliuria yo te
conjuro beberás aguardiente de olivo. Triste destino el del borracho. He sido
un patoso en todas partes, perdí las grandes oportunidades. Nada me salía a
derechas. Un día quise abrir una librería de lance en Canterbury pero el
arzobispo me dijo que no era buena idea. Un pub en Londres sería más rentable,
hijo. Los libros no los quiere nadie. El ángel de la muerte que odia la verdad
y el consuelo derramó su copa de acíbar sobre las páginas de los grandes
textos. Quemaron las novelas de los excelsos autores y a la hoguera fueron las
enciclopedias y los grandes tomos de psicología pero en la gran almenara
sobrevivieron los textos mediocres de Julia Navarro esa que ayer parlaba en la
Cope con el Calvo de los Halagos un tal Expósito que no ha soltado aun la
chaquetilla de camarero a ver qué va a ser los señores, pues la Julia hija del
Yale pare más que una coneja, inunda de títulos los booksellers de los estantes
de estaciones y aeropuertos. Es una designada, una elegida. Ellos los de la
mafia político-literaria se hacen la ola unos a otros y el resultado de la
maniobra no puede ser más cretino. Vivimos en un mundo endogámico yo me lo
guiso y yo me lo como. Son los hijos espurios del franquismo, trasvertidos de
generalísimo al revés, toreros de salón americano y cócteles en el Palace. Así
que la hija del Yale rotula una de sus execrables títulos con el predicado
"No matarás" y no se acuerda de que su padre el maldito cojo de las
columnas de "Pueblo" tiró un día en Toledo a su madre por la ventana.
Muerte a los filósofos. Venían con una tea los seguidores de la diosa del fuego
Arson Luminia y la blandían sobre los campos y las torres de las ciudades que
se incendiaban, el fuego arrasaba las plazas y las campanas de todas las villas
tocaban a muerto. Arson Luminia es la compañera de viaje de Finsternis la
deidad del amor oscuro manipula tortillas estériles como Safo. La informática a
la cual di muerte era de aquel gremio. Cave canem. Cuidado con el perro. Ojo a
los mastines. Pululan por doquier. Muchos se han hecho periodistas y
tertulianos o tertulianas melena al viento bellos palmitos hermosos rostros que
esconden el alma negra cuajada de fealdades de mentiras asesinas. El asno de
Balaam rebuzna por las esquinas. Al gran jefe se le ha puesto cara de trasera
del trolebús... a face like the bus of a bus, decía mi querido suegro mr. Hugh.
Quiero ir a Londres a un cementerio de Dagenham a llevarle crisantemos. Es el
mejor inglés que conocí. Su esposa se llamaba Grafila y tenía un tío por nombre
Harry y por apellido Escolex, abollonado de cara y corto de vista. Al mirarle
yo me daba cuenta de que soy una escolopendra y que mi mente es un ciempiés.
Dares y tomares. El marqués estaba en la sombra la mirada alzada hacia el
horizonte y la espada en su mano pues la necromancia es un arte del demonio.
Mucho se practica en Valladolid. Allí viven españoles de poca sustancia
huéspedes del Gran tornadizo que los inviernos van a la iglesia no por devoción
sino para calentarse en las estufas templos mixtilíneos donde la Virgen se
confunde con diosas de la antigüedad.
La contemplación de Segovia que es la ciudad del mundo que más
se parece a Jerusalén. En ella yo nací por desgracia bebía agua en la Fuente del
Tornadizo. De niño mis padres quisieron llevarme a Quitapesares un manicomio
que estaba en la carretera de la Granja de San Ildefonso porque observaron
rarezas en mi conducta, siempre tenía ganas de comer, fui un niño gordo
maltratado victima del bullying al que le gustaba la soledad, muy
impresionable, que tenía ciertas manías y una viva imaginación, me sobaba las
manos y daba vueltas a los palos que encontraba en el patio del colegio y
jugaba con las ramas de los tilos que se venían abajo partidas de brisca.
Recordaba aquellos tiempos y mis ojos se extendían hacia la vaguada del
Clamores de donde se podía obtener una buena panorámica de la muralla, dando
gracias al altísimo por estar vivo, porque huí de la cola del león siendo
cabeza de ratón, no me enchironaron aunque los malditos quisieron darme por
culo pero yo no me dejé. Detrás estaba la catedral. Vi un gato negro
acicalándose en uno de los merlones de la muralla romana. Estaba justo delante
del tejado de la casa donde yo vine al mundo, mala señal, tuve miedo. Me habían
pasado muchas desgracias en la vida y en el fulgor eléctrico de la mirada de
aquel michino me hacía pensar en desdichas. Leí en ellos mi sentencia que era
sufrir y padecer de por vida. Lo tenía bien asumido. Aquel felino era el símbolo
de la indiferencia con que me recibía la casa donde yo nací y por los ojos del
gato se asomaba la ventanera de mi madre que me parió primero y luego me
maldijo... no perteneces, no estás en el grupo, no eres de los nuestros. El
gato negro da mala suerte pero mi miedo se trocó en espanto a los pocos días
cuando marché a Galicia un balneario para recuperar mi precaria salud me crucé
con una meiga que me escrutaba de arriba abajo. Bajé corriendo por las
escaleras del hotel, salí a la calle, corrí despavorido por una calle larga
jalonada de casas de piedra. Un coche con matricula francesa se paró a mi vera.
Oiga buen hombre me puede decir donde hay un banco para cambiar moneda... son
las cuatro la tarde de un viernes y las sucursales bancarias han echado el cierre,
mañana es el Día de la Virgen... un extranjero un hombre muy grande un indio de
raza aria asomó su cara espectral por la ventanilla y en un movimiento rápido
me arrebató la billetera que yo llevaba en el bolso del pecho de la camisa
veraniega. Fue un visto y no visto. Cuando me quise dar cuenta el rumano o lo
que fuera había desaparecido. Corrí despavorido en una búsqueda inútil, alcé la
vista y me topé con la mirada espectral de la meiga que nos estaba observando
desde un balcón. Grité: "señora, al ladrón, al ladrón que me robó".
El espectro cerró la ventana de la casa de piedra y me lanzó su maldición...
ainda etoufes, neno. Su mirada era muy poderosa y quemaba casi con más poder y
furia que la del gato negro. Los ojos de la meiga eran los ojos del basilisco.
Conjuré mi inquietud aferrando las cuentas de un rosario que siempre llevo
conmigo... Sálvame Virgen del Carmen. Nunca podré olvidar aquel atisbo de la
saludadora galaica que llenó para siempre mi vida de inquietud. En mi cartera
llevaba unos cien euros. En hora menguada pasé por el lugar un día de agosto
cuando España se convierte en cueva de ladrones de peristas carteristas,
violadores y expertos en el arte del latrocinio y del tirón. No es fácil vivir
bajo el yugo férreo de los mangantes. Nuestros políticos reenvían buques de
guerra para recoger emigrantes del Aliyah invasora que cruzan el Mediterráneo
con plegarias a Alá. La cimitarra sarracena se mecerá sobre nuestras cabezas
despues de los versículos al alcorán, tras la alcatifa y el Ramadán, los
sermones del papa Interpuesto ese judío argentino que a España le hizo tanto
mal. Es la hora de los mangantes. Manda en la calle la apisonadora de la
mentira y hay mucha angustia en los corazones. La tele es una maquina de dar
por el culo, cloaca de inmundicias y zafiedades. Machaca nuestras meninges con
consignas, activa el miedo. Después del incidente de mi encuentro con el rumano
que me robó no tuve más remedio que refugiarme en el ribeiro. Me bebí litro y
medio y me puse coloquial y parleto. En ese estado de euforia yo perdono a todo
el mundo. Cuando subí en el ascensor de mi hotel me miraba en el espejo para
saber si mis ojos estaban brillantes y echaba el aliento en el espejo del
elevador pues todo mi afán era procurar que mi mujer no advirtiese que había
libado de lo mío por el aliento. Advierte el Talmud que la borrachera es cosa
de paganos. En eso no estoy de acuerdo pienso con muchos judíos que el legado
de Noé es una de los grandes cosas de esta vida porque cuando no hay remedio
litro y medio.
Si los niños callan hablarán las piedras voz de inocentes que
desdicen las mentiras de los microfonos las palabras al oído de las planchas
masónicas prometiendo progreso y dejanto desolación. Busco en los recovequeos
de mi existencia aquellas corresponsalías en Londres y en Nueva York fui un
elegido de los dioses un angel caido en el barro democrático. Hube por
descontado mis maestros y epigonos que abrieron senda antes que yo. Uno de
ellos fue un manchego Eugenio Suarez un falangista hijo de un médico de Dailiel
al que los rojos fusilaron en una uneta un dia de niebla de noviembrew a favor
de la oscuridad y de la niebla pudo huir y refugiarse en una alquería donde le
lavaron las heridas y por Somosierra se pasó. Era un hoven periodistas de
flamante pluma al que sus jefes enviaron como coresponsal a Budapest. Yo fui el
ultimo de aqyuella brillante saga eñ mejor racimo de las parras literarias de
España. A Eugenio le cupo la gloria la gfracia y la desgracia de conar el
holocausto o lo que sdicen holocausto que no fue tal sino el resultado de los
dimes y diretes y crueldades de toda la guerra pero el angle del mal se surve
de aquel incidente hustorico para acabar con el drama de la pasión del Señor.
Llegó a la ciudad más bella de Europa en un flamante Volkswagen con escolta de
soldados alemanes. Y asistió a la destrucción del bello enclave magiar que
había sido sede europera de toda la judería y donde los judios habían podido
convivir con los cristianos sin fricciones. Las fortalezas volantes
norteamericanos acabaron con aquella buena relación. Lavalia en la cidad valia
muy poco. Por unos pengos podías comprar un salvoconducto, una mujer por una
noche y tres bocadillos de salchichas. Que no me vengan con historia. Yo cerré
la tienda de aquellos proceres del periodismo en Nueva York. Cuando el gran
Filipo blandía `puños cerrados en Manhattan y amenazaba con emviarmps a topdos
a un campo de concetración o fusularnos. Tenía como adlatere a Maraña que me
insultaba cada vez que podía. El odio rojo les daba vitaminas, pero no eran
moscovitas. Venían criados a los pechos de las principales universidades
californianas
Ahora contemplo la magnifica visión amurallada de Segovia desde
la Hontanilla. Me deslumbra el brillo de las piedras, me atenazan los
recuerdos, soy presa de mis remordimientos.
Los mandilones dicen que allí estaba el cementerio hebreo pero
no es así. Hubo un camposanto judío en el Corral de los Huesos en lo que era
hasta hace poco el macelo municipal pero, al dar la vuelta a la tortilla aquí
todo el mundo se declara más papista, que el Papa y más israelita que san
Melqisedec cuando hasta hace poco nos corrían a gorrazos y ese es un tema en el
cual no quiero entrar porque me exaspera, yo he venido a contar la historia de
mi amigo Manahén Gumersindo Arije que creo que llevaba sangre de los elegidos
por lo menos en un cuarenta por ciento como tantos y tantos españoles. También
nacido por estas veredas en la que llamaban la Casa de la Troya. Debía de ser
algo pariente del gran Tacaño y se emocionaba cuando leía el Buscón y narraba a
sus amigos las aventuras del Domine Cabra un segoviano típico. Segovia
"peccatrix" pecadora y cicatera. ¡No te jode! Y tan pecadora que aquí
no cabe un tonto más. Le han erigido un monumento a Satanás. Mis paisanos
escupen las arras. Nací en esta ciudad de acarreo, tierra de perailes, gente
del bronce y de la hoja, y de tusonas, mulas del diablo y barraganas de curas y
frailes. La vida me hizo mostrarme escéptico de ciertas solemnes verdades que
se fueron por la posta, pero no soy mala persona, creo, hasta ahora no maté a
nadie. Sólo soy necio e inconsciente, iluso y algo bocazas. Por eso, he venido
a prosternar mis huesos ante el clemente Zeus tronitonante, Señor del Olimpo,
padre de todas las creencias, de todas las religiones, cuyo decálogo en piedra
bajó desde las cumbres del Olimpo: que Alcorán, el Candelabro y la Cruz se
junten pero todas ellas a los pies del Gólgota Redentor y a la sombra del manto
de la Virgen María. Lo veo difícil porque la humanidad acostumbra a matarse en
nombre de la divinidad y ahora en el Vaticano están hechos unos zorros con eso
de que obispos y cardenales sodomicen en sacristías y confesionarios a los
niños de coro con todo y eso el pobre Villeguillo, vagabundo segoviano, no
renuncia al legado cristiano— demasiado viejo para cambiar de religión—, sin
perder de vista la tradición y el testimonio de los mártires, que conectaron el
Nuevo Testamento con el Antiguo y el fervoroso politeísmo de los dioses
oscuros. De todos ellos venimos, en todos ellos nos miramos y a través dellos
escuchamos la voz del Criador que es polifónica y habla de mil maneras y en
diferentes tonos a los mortales. Que enmudezcan los púlpitos, bajen su voz los
letrados, tiren al suelo sus mitras y sus báculos episcopales los jerarcas perversos
y alcen la vista a los cielos de donde nos viene el resplandor de un dios más
humanado. Zeus se convirtió en Cristo. Aunque el Rollo de la Ley de mis mayores
nos avisa:
—No derramarás sangre ni semen.
—Bah, eso de la religión es puro convencionalismo — clamaba a
voces el diablo encaramado a lo alto del acueducto, mientras se trataba de
beneficiar a la alcaldesa. A Belcebú le vuelven loco un culo grande y unas
buenas "domingas" por otro nombre tetas.
—Pues si no hay Dios, tú tampoco— le dije yo a Satanás que se
pavoneaba por aquellas fechas de haber dado al traste con la unidad patria.
Me subi a la alcatifa de los Sueños. Que es un transporte barato
para viajar al presente y al futuro. El pasado es muy negro. Estuvoi teñido de
sangre em esta ciudad pero es así como se construye en el eternio caminar de la
historia. Ahora recuerdo mis tiempos de corresponsal en Londres. Marché a la
ciudad del Tamesius con unas pocas librois en un mini de segunda mano ewn que
cargaba un poar de traje seis mudas un abriho algún libro de rezos y mi maquina
de escribir. Yo era un bohemio. No tuve la suerte de mi colega antecesor
Eugenio Suarez. Su nombre estaba escrito en el cuadro de honor de la vida
En lo alto del puente romano el Príncipe de la Mentira se estaba
colocando o a lo mejor se estaba haciendo una gallarda el tío guarro. Lo cual
que por causa suya España iba de cabeza. Regresaban los fementidos y Youcan no
se cortaba la coleta. Había vuelto glorioso a la palestra muy ufano tras el
permiso de paternidad. Yo cambio los pañales a mis hijos lactantes y doy el
alpiste al pájaro. Pero a España la estás llenando de alhorre, eres tú y tu
señora un himno a la desventura. Pulso de la lira la más sublime cuerda y canto
a la mierda. Pues eso, allí donde están las cloacas del poder.
Es lo que hice toda mi vida caminando a pasos perdidos por las
tabernas y lupanares, adiciones a Baco, honrando a Venus y al tabaco. No soy
digno de colocar sobre mi cabeza el manto de oración y la tánica pretexta de
los flamines, contaminados por el alcohol y la semilla derramada de tantos años
de perdición, pero sobre todo por la sangre: maté a aquella archivera que me
estaba haciendo la vida imposible, sus insultos, risas y escarnios de la Gran
Bollera, y oprobios, sus carcajeos feminoides con la amiga por el teléfono ¿qué
tal andas, chati? acabaron con mi paciencia pero no seguí las enseñanzas de Job
que nos advierte que el hombre es carne de dolor, nace amontonado con la mierda
y a la mierda vuelve entre estertores. ¿De qué te engríes, Villeguillo? No eres
más que pasto de gusanos. Pero no te sulfures, ni viertas lágrimas de
cocodrilo, recuerda la paz de esta república que mediante la bondad, la
sabiduría y no con los misiles aplastará la cabeza de la serpiente, colócate el
manto de oración sobre tu mala cabeza y cíñete al cíngulo de tu sacerdocio,
cubre tus cabellos de ceniza y aguanta el chaparrón. Recuerda que tú eres de la
casta del ligur Silvinus Crassus, el capellán de las Vestales. "Sint lumbi
vestri praecinti", ataos los machos para defender la verdad.
—Eso son sólo palabras que de poco nos valen, padre mío. Rezar.
Llorar, suplicar, abajarme escuchar el silencio de los corderos hasta que
rompiera el alba con su esquila de luz de las mañanas. Es lo que hice toda mi
vida pero tengo un mal pronto que me enajena. Mis enemigos tómenme por loco y
por psicópata. Lo malo es que puede que lleven razón. Yo me acuso y lloro ante
mi "muro de Lamentos" de haber expresado mis dudas sobre muchas cosas
en el bamboleo de mi fe vacilante en una vida con no pocas vueltas y revueltas
que no fue nada circunspecta a causa de incomprensiones, persecuciones y
sufrimientos.
El diablo mueve la cola y amenaza con tirarme desde el pináculo
del templo. Con esa precisa idea de expiación he vuelto a la Urbe pecadora a prosternar
mis huesos ante la piedra esculpida cerca del postigo del Consuelo. El vado del
Río Clamores me separaba de un pasado cuajado en arrepentimientos y congojas y
un futuro incierto: Parce mihi Domine, parce mihi. Pago mis culpas y al darme
de cabezadas contra la piedra de Publio Juvenal que debía de ser el prefecto de
la ciudad por mandato de Cesar Augusto, el constructor del Acueducto de
Segovia. La brisa que mecía los pinos me traía fragancias de un pasado al que
viajo con frecuencia en alas de mi imaginación entre sonido de tambores y
flamear de estandartes; desfilan ante mis ojos las cohortes de manipularios,
ferentarios, honderos y la milicia de a caballo que acampaba en el páramo de
San Medel aquel anacoreta que hizo penitencia en las cuevas del Pinarillo.
Invoco a los dioses en mi tarea para que vengan en mi ayuda. Aguardo respuesta
y me entrego a mis plegarias que son un monólogo baldío. De la misma manera que
yo acometo esta tarea de poner negro sobre blanco la historia de la ascensión y
la caída de mi personaje Manahén Arije, un vagabundo que fue por la vida sin
suerte, que se juntó con malas compañías, era un pícaro de siete suelas como
muchos hispanos, al que tocó bregar de lo lindo, engañar siempre y trepar por
la cucaña de la competencia echando rivales abajo. Da paz a mis muertos,
Júpiter, por la intercesión del Crucificado. Otorga tranquilidad a esta
afligida y tornadiza ciudad de que anda, confusa, elevando estatuas al diablo.
Acordaos de mi Aderita y de Auxenia Xeny (el mirlo blanco) la miruella como yo la llamaba cuando era un
bebé. La hija de mi corazón a la cual de
mayor conocí cuando tenía 45 años. Por mi culpa por mi gran culpa.
Rezo la plegaria acostumbrada y hago voto de ofrecer un gallo a
Esculapio. Ave Cesar. Me dediqué vagar por el recinto amurallado. El gran cedro
del convento de jesuitinas que dio sombra a la infancia lo habían talado os
mancipes dendricidas y poco avisados. Lo malo de estas plegarias es que
constituyen un monólogo. Preguntas sin respuesta y a Villeguillo hombre de
costumbres poco recomendables le parecía que Adonis estaba muy lejos en algún
planeta por ahí perdido constituido en estrella filante.
Rezamos, pedimos, imploramos, hacemos vaticinios, rogamos,
exclamamos, cantamos y como si nada; el dios pone orejas de mercader a las
súplicas. Se desentiende. Zeus mora en otra esfera, nadie sin su permiso
escalará las peñas del Olimpo. O a lo mejor que ese día estaba de mal café o no
se había traído el sonotone. En mi mente el mosaísmo, el islamismo y el cristianismo
se conjugan pero antes de que vinieran las aparecidas y de que el apóstol
desembarcase en Padrón en una petera de piedra los dioses familiares presidían
nuestras vidas y nuestros actos. Dejémonos de biblias en verso Es por lo que yo
vengo a esta ciudad sorrapeando los párrafos de “Ab Urbe condita” Tito Livio
impávido e imparcial. La piedra de Juvenal era la roca viva de la cual manaba
un raudal de agua brava, las que se despeñaban desde Peñamellera. Soy un pícaro
un filosofo un historiador, no sé lo que soy, pero estoy al tanto y el que
avisa no es traidor, un gnomo que se trasmuda y biloca porque para mí no hay
barreras ni de espacio ni de tiempo, soy el ojo de Ra, la mano de Dios, que
todo lo toco y todo lo ve, émulo del Gran Piscator, lucho contra los malos y
aunque a veces haga partija con Belcebú no soy uno de ellos. ¿Doble agente? En
la redoma de don Cleofás, uno y no más todos estamos. Pues Segovia como Puente
Perin, como Barahona, Brañosera en Asturias, Hita en la Alcarria y las brujas
de las peñas encantadas de Cuenca es lugar de hechicerías y encantamientos. Es
plaza que vio coronar con la coroza de la infamia a las “obispas”. Aquí dieron
garrote a mi amigo don Pablos que subió los peldaños del patíbulo con mucho
senequismo y humor negro, rayano en el cachondeo, porque al jifero le dijo
antes de meter el pescuezo en la toza, que a la próxima vez arreglaran las
tablas del cadalso que estaban podridas “porque no todos tienen mi mismo
cuajo”.
Vieronse escenas lúbricas porque el momento de romanos se
convirtió en anfiteatro espectáculo porno de acendrado tialismo porque el de
los pies de Cabra hacía a pelo y a pluma después de cubrir a la alcaldesa por
detrás fueron desfilando los ediles y de las ediles y ministras de todas ellas
hizo ropa vieja. Porque lo suyo fue siempre engañar y fornicar.
El padre de la Mentira se estaba trabajando a la alcaldesa en lo
alto del entrecuesto o cacera que por arriba del acueducto. Escuché a una bruja
que decía. Todo te lo daré si te pones de rodilla y me besas el culo:
─Tente que te unto
De su boca desdentada se alzaron las palabras mágicas de un
conjuro. La consigna de aquellas elecciones convocadas por Perico los Palotes
fue “tente que te unto”. La señora Calvo viceministra se quedó entonces en
pelota picada. Por delante el bosque de Bolonia entreverado de castaño y rubio,
diose la vuelta y pudimos con templar un orondo Coramvobis cordobés tan prieto
de carnes como el de la Maja desnuda. Íbamos a elecciones y al pucherazo. Los
judíos tenían la tranca de la demoscopia en la mano y así no hay quien pueda,
claro. Siempre será lo que ellos digan pues tente que te unto. Jugar con las
cartas marcadas es una añagaza del sistema electoral que padecemos y ya se
sabe: las urnas las carga el diablo. En los días de comicios graznan los
ánsares y vuelan bajo las cornejas. Tente que te unto. No rebullas que te
atizo. Marca el paso como dios manda, has de andar derecho como una vela y a
callar, ojito.
Conjurote sal y cilantro
Por Satanás
Por barrabas
Por san diablo que puede más
Y este bálsamo de Ruibrás
Que esta noche quebraremos el cántaro
Y serás mía
Tente que te unto
Mi coño en tu barba
Debía de ser la bruja maesa, pronunciaron un conjuro y la
alcaidesa y el diablo con el unto de serpol, beleño, cilantro y otras hierbas
mágicas se volvieron transparentes, espíritus puros y empezaron a volar que
parecían aves de mal agüero. Los cielos de Segovia estaban cargados de ominosos
barruntos pues la diablesa de la alcaldesa no paraba de decir “tente que te
unto”. Un grajo infernal al que mandaron bajó de lo alto y sacó los ojos a la
estatua de la Virgen María que posaba en el edículo principal del Acueducto
mirando a poniente desde tiempo inmemorial. Aquel pajarraco hablaba y yo le
escuché pronunciar una homilía maldita:
─Tiremos abajo a la Virgen Pura. Acabemos de una vez con toda la
cristiandad.
Pusieron debajo de la lapida una blasfemia: “en mi coño mando
yo”.
El maligno que contemplaba el atropello encaramado al arco más
alto reía mandíbula batiente, luego empezó a ventoseare, sus discípulos
hicieron lo mismo y todo el infierno estalló en risas y en pedos del Ángel
caído. Durante casi media hora toda la plaza del Azogue olía a rayos. Ji ji ji
ja jaja. Las descargas eran tan profundas, de una violencia tal que los segovianos
compungidos salían a las puertas de sus viviendas, tapándose las narices o
gritando ay madre el fin del mundo. Entonces un cuadrillero de Lucifer el que
se llevaba a la alcaidesa dijo:
─Os pasa por judaizar. Ya sois míos
En la plazuela del azoguejo con tanto gurriato en pelo malo y
tanto discurso los políticos marranos y los falsos obispos no paraban de
sermonear, de dar explicaciones (ocurre siempre en todas las crisis nacionales;
las esquinas se llenan de plañideras compungidas y de hermeneutas que tratan de
explicar lo evidente, estamos todos hasta los mismísimos de tanto parlamento
redundante y dicaz) y lo evidente era que a redropelo de lo que decía la
leyenda, la moza del cántaro perdió la apuesta, el diablo ganó la partida y al
poco tiempo.
Villeguillo hizo esa profecía─ el acueducto se vendría abajo.
Que otros salmodien y prediquen y yo decía predícame cura predícame fraile por
uno me entra y por otro mesa sale. Yo soy Villeguillo. Los que tiraron a la
Virgen María de su pedestal estaban muy ufanos y sudorosos y entraron un
momento a repostar fuerzas en el mesón Cantimpalos. El mesonero estaba a la
puerta, era un señor gordo y calvo fumando en pipa. Los operarios de la
demolición se pusieron ciegos de tostoncillo y le dieron tantos besos al jarro
que al salir se desparramaron por la Vía de Roma haciendo eses. Adónde irá el
buey que no are. La profanación ya estaba hecha. La cosa no tiene vuelta de
hoja. Afloró en las pupilas y en los corazones un odio de siglo un deletéreo
afán de venganza Segovia ha dejado de ser cristiana, se ha convertido en Aelia
Capitolina. Al pobre Felipe VI El Indeciso, otro rey pasmado, lo quemaron en
efigie, pero como era un enagüillas, asido al miriñaque de su mujer la
asturiana y a las faldas de la griega la hija de la Federica no vaya a ser que
metamos la pata hijo no conviene malquistarse con los judíos tú a lo tuyo y a
celebrar todos los años la fiesta del Holocausto pues no quemó al escultor
infame que le hizo una estatua para ser quemada en las fallas. Ya lo dijo
Maquiavelo los reyes cobardes y dominados por la parienta o con complejo de
Edipo son despreciables e inútiles para el gobierno de la república, cuentan
con el desdén de sus súbditos. Pero el sexto Felipe tiene cara de buen chico
que no se atreve a dar el pasaporte a los catalanes que le faltan al respeto y
a los estatuarios malditos que quieren quemarlo en efigie. España a este paso
pronto se convertirá en un auto de fe, si nadie pone remedio, Y el libelático
obispo Zapatones había firmado las actas
─Parecéis oro obrizo pero no soy más que oropel, no tenéis
cojones─ dijo Ursicinio el Pecoso con aires de desafío.
Todos se encogieron de hombros no hicieron caso de poetas,
profetas y profecías. Allá ellos con sus excesos y demasías. Hay que estar al
loro. Villeguillo muy triste por aquel espectáculo volvió grupas y salió de la
ciudad por el puente de Valdevilla que le vio nacer y jugar de niño y por donde
pasaban las legiones del emperador con su estandarte enhiesto y el carnero
mascota de la Séptima Victrix. La casa y el barrio había sido arrasada por los
judíos, también profanaron una imagen de Santa Bárbara que alumbraba en las
noches los inviernos. Los judaizantes se habían empleado a fondo en aquella
ciudad. No perdieron el tiempo así que hizo la de Teresa la conversa cuando los
de aquel pueblo la acusaban de tener un lio con su capellán que por cierto era
un santo y poeta que luego subió a los altares y lo bajaron no sé si a
garrotazos llama de amor viva inflamado de amor divino:
─De Segovia ni el polvo las zapatillas.
En aquel instante la santa abulense hizo la lazada y no quiso
volver más a la ciudad de la calumnia como ella la llamaba y es verdad mis
paisanos siempre fueron un poco recontrajodidos.
Todos al santo y a las limosnas, atentos al “tente que te unto”,
consigna de los degenerados de la oclocracia. Aquí lo importante es ir
tirandillo, sumirse en las andaderas del buen rollito.
Retumbaban las voces en el transistor del coche, tenía conectada
a la Cope pero aquellas voces venían del más allá, clara advertencia al llegar
a Segovia. Se perfilaba sobre el perfil urbano la torre de la catedral, alta,
augusta, inescrutable, la dama de las catedrales cuando de repente empezaron a
sonar aquellos gritos desgarradores. El altavoz del radiocasete del coche subió
al más alto volumen a pleno rendimiento de decibelios, entonces la tierra
tembló, vio abrirse una zanja junto a la carretera del empalme de Revenga con
Campamento de Robledo, no me detuve. Pisé el acelerador muerto de miedo y en la
rotonda de Hontoria me topé con una estantigua, una procesión lúgubre de
resucitado. Un fraile fallecido hacía quinientos años encabezaba el lúgubre
cortejo. Cantaban responsos, kadishes y lilailas y pude percibir con
disposición armónica y buen concento las estrofas del Dies Irae. Acordeme
entonces de que yo podía estar viviendo pasajes del Viernes Santo. Las
profecías se cumplieron. El tropel de los difuntos avanzaba con paso firme
hacia las campas de Baterías donde en mis tiempos hacían la instrucción los
reclutas y los seminaristas jugaban al fútbol. Me froté los ojos no fuera a ser
que yo mismo estuviese siendo víctima de alucinación. Las exclamaciones del
Salvador en el Calvario eran claras, humanas, no las de un fantasma. Jesús
llamaba a Eloim que en hebreo significa el que Es y no reclamaba el auxilio de
Yahvé que significa El que Está. El que actúa. Eloy instaura al Padre del Nuevo
Testamento mientras que Yahvé representaba a la Ley Antigua, el dios
justiciero. Por eso los judíos en un intento por no caer en la blasfemia se
abstienen de pronunciar el nombre del creador, no lo mientan y apelan por
sinónimos como Adonai (el Poderoso); en virtud de aquellos aullidos de dolor
quedaban preteridas las enseñanzas de Moisés, se abría un tiempo nuevo y
sincretista de comunión con las divinidades oscuras. Seríamos crucificados y
preteridos a causa de la cruz. A los discípulos del Nazareno a unos los echaban
a los leones, otros encontrarían la tumba anónima de la fosa común pero a la
mayor parte entre mofas y escarnios se les pondría a las espaldas el cartel de
"No person". Se los consideraba peores que bestias de carga. Nos
decía nosotros somos los elegidos, vosotros los paganos, los "goim".
Destruiremos vuestras casas, violaremos a vuestras mujeres, fomentaremos aliyás
e invasiones solapadas, vendrán de lejanas a tierras a comeros el pan al albur
de la martingala de los derechos humanos. El Padre Ángel ( morirá del fuego de
San Antón así reaviente como el lagarto de Jaén) convirtió su iglesia de en una
cuadra, en una cohorte de cerdos y en una perrera de gatos, obligando a los
santos a oler mal, era de los que más alzaba los gallos. Y se volvieron lluecas
las gallinas del corral mediático.
Bergoglio se colocó sobre sus argentinas sienes la mitra del
obispo don Opas era el mandamás de aquel contubernio de anticristos. Mucho
sufriríamos por aquellos días ¡Ay, Señor!
— Vosotros la raza de víboras estás allanando la historia — yo
les dije enfurecido por tales desacatos.
— Nosotros vuestra historia nos las pasamos por los cojones.
Sólo nos importa la Memoria.
— ¿Y qué hay de lo mío? — contesté
— Nosotros somos sionistas, somos los nuevos cruzados de Zion.
Era un sacerdote de la Ley quien así hablaba de forma soez en
lenguaje de la chusma. Eran chusma, odiaba la excelencia.
A mí me seguían pasando cosas. `por poco se sale de la carretera
mi Renault. Hube de pegar un volantazo. Un mozo de escuadra a la altura del
Puente de Valdevilla me dio el alto. Y me multó 200€ por no llevar un lazo
amarillo en la solapa del parabrisas. Bajé del coche todo indignado y le hablé
en catalán:
— Oiga agente tú no eres quien, yo sólo atiendo a la Guardia
Civil. Además no me gustan los lazos amarillos, el amarillo es color de la
muerte, ningún actor del teatro se viste de ese color da mala suerte. Estrellas
amarillas la llevaba en Ausschwitz y lazos amarillos las portaban de emblema en
el ojal de la americana los judíos rusos que exigían al Politburó les
permitiese emigrar a Israel y hasta que no acabaron con la Unión Soviética no
se quedaron a gusto. Aparentemente los hebreos se salieron con la suya y hoy el
Estado que preside Bibi es una sucursal del KGB tendiendo puentes con Putin.
El Torras Chorras, jerifalte catalanista un Orlando furioso
contra Hispania, no es nada original, copia a los hebreos rusos, manda colocar
en el Nou Camp fotos de Ana Frank y vuelve a trillar la parva del Shoah que es
un gran embuste con miras a crear una religión nueva la del Holocausto el Odio
y la Venganza que sustituya a la del Amor.
— Hablas sin conocimiento de causa
— ¿Cómo, qué? Yo fui corresponsal del Arriba en Budapest, estuve
allí cuando caían los pepinazos de los B-52 y salvé a muchas estrellas
amarillas, los refugié en el sotano de mi propia casa, yo fui periodista de
Franco y telefoneaba todos los días a mi embajador Sanz Briz. En nombre de
Franco salvamos a muchos hebreos. Nuestro caudillo Franco era de vuestra
cuadrilla pero afortunadamente no era sionista.
— Que te crees tú eso.
Quedó aturdido el agente de la autoridad pues a mí me salió una
vena mayestática que confunde y pasma a los que me contradicen, volvíme
irrefutable y apodíctico.
— Bueno circule — ordenó el mozo de escuadro, sus ojos
reflejaban ira y pasmo, yo me volvía a mis pajas y entre mí pensé "este
tío lo mismo que me pega cuatro tiros y me deja seco; en sus ojos se refleja el
furor de los combatientes de Masada" — ahora somos nosotros los que
mandamos en España.
— ¿Vengándose de lo que ocurrió en 1492?
— Eso mismo, pero no quiero perder el tiempo hablando con un
fascista. Venga arranca.
— Yo también soy judío pero de otra tribu diferente a la tuya.
Si yo soy fascista tú eres un nazi sionista que es mucho peor.
El mozo de escuadra se puso de los nervios.
— Calla la boca
— Ni debajo del agua. Para que consigáis que guarde silencio me
tendréis que matar. Soy diacono griego y proclamo mi Evangelio desde el ambón.
La Guardia Civil permanecía oculta en su recinto en forma de
ángulo convexo, aquella sólida guarnición al lado de cuyos muros paseé yo
tantas veces en los días de mi infancia. No vi al cabo puertas ni al centinela
en su garita— la pseudo democracia se convirtió en tiranía pues nos dejó a los
españoles sin defensas conservando a los agentes del orden como cuerpo represor
a las ordenes de un periodismo canalla y desalmado— y el Regimiento de
Artillería en el que sirvió mi padre y yo juré bandera estaba abandonado y sus
dependencias convertidas en albergue de ratas y de vagabundos. España en manos
de los judíos. El contubernio había ganado... de momento.
Dejé el coche aparcado en el Campillo y bajé a pie contando los
arcos del Acueducto atravesé el azoguejo subí las escalerillas del postigo del
Consuelo y callejón adelante contemplé la ventana de mi camarilla justo debajo
de la Torre Aceitera — llamada así porque tiene forma de embudo y es una alcuza
que vigilas las alturas de la ciudad — solemne sombra que nos cobijó el
pasadizo de la torre de los guzmanes, la huerta- ya no estaba el viejo moral
que plantó el penúltimo rey de la dinastía Trastamara. Puertas cerradas,
seminario vacío, lo mismo que el palacio que fue corte del rey Enrique IV. Bajé
por el Salón hacia el convento de Santo Espiritu y avancé por el Camino Nuevo
hasta lo que llamaban el Osario. Una lápida de cemento armado con consistencia
de siglos con una inscripción en hebreo y la bandera de Israel saludaba al
visitante. Algunas personas oraban el con voz compungida y desalentada oficio
de difuntos cerca de lo que ellos creían enterramientos de sus antepasados el
antiguo cementerio judío pero allí no había tal. Aquel no era el recinto.
Aquellas cavernas excavadas en la roca caliza habían sido cavernas habitadas
por ermitaños que hacían penitencia frente a las murallas de Segovia la ciudad
pecadora. La vista era espectacular. Todo el recinto amurallado recordaba a
Jerusalén. La torre de la iglesia de San Andrés ponía contrapunto a la maciza
linterna de la Dama de las Catedrales. A la izquierda quedaba adelantándose al
espolón de la barbacana utilizado durante la edad media como fortín y más tarde
como matadero municipal aunque antes, mucho antes, estuvo allí emplazado el
osario judío. Paz a los muertos de Israel y a los que santificaron Su Nombre.
Elí, Elí, lamma sabactaní. Españoles sois cristianos, clamad no ceséis, gritad
contra los nuevos inquisidores, luchad contra el sanedrín mediático. Yo estaré
con vosotros hasta el fin de los siglos.
Voló a la Ciudad Eterna, quería honrar a los dioses oscuros y
empaparse de divinidad. Propendía por mi inclinación a los misterios órficos a
pronunciar vaticinios y en Roma oyó cantar el gallo muchas veces. Era los
“alectoria” o quiquiriquíes sagrados que alegraban los himnos de los flamines a
los dioses peanes los que se quedaron con nosotros, no esos dioses de los que
nos han hablado y no vimos nunca. El Sinaí permanecía lejos del Monte Aventino.
Había que volver a las viejas costumbres y reencontrarse con las inefables
plegarias.
Los dioses otorgan a los mortales dones maravillosos. Tente que
te unto. No te muevas, estate quieto. Yo me hice transparente esto es un
espíritu puro cuerpo de ángel no sujeto a los imperativos de la biología ni
hambre ni sed ni sexo ni actividades excretorias. Podía incluso volar por el
firmamento circunvolar los espacios siderales explorando otros planetas sin
necesidad de esa materia pingüe y grasa con que abadernan el cuerpo las brujas
para volar. La transparencia era capacidad de atravesar las barreras del tiempo
y el espacio algo así como la explicación concepcionista que da el Astete para
explicar el milagro de la inseminación del Espíritu Santo en el vientre de
María “lo atravesó como un rayo de luz trasluce el cristal sin romperlo y sin
mancharlo”.
Los anales de Tito Livio y la historia romana no guardaban para
mí misterio alguno. Deambulé por la Via Apia, subí las escalinatas del
Capitolio, palpé los brazos y los músculos de los gladiadores y andábatas que
peleaban en el circo. Uno a la sazón muy famoso, Silvinus Crassus el bretón, me
honraba con su amistad y le acompañaba yo con su escolta por las hosterías y
tabernas romanas. Era Silvino un atleta de profundas convicciones religiosas, y
temeroso de Júpiter, como buen celta hombre supersticioso. En su tabuco tenía
lámparas encendidas a los todopoderosos familiares quiero decir los de su
tierra: a Epona diosa de la caballería gala, a Sucellus, Dispater, el dios que
golpea con el mazo, a Cerunnus padre de los bosques al que la imaginería
popular representa colgado de los cuernos de un ciervo (el dios Glenn de los
“picti” escoceses) me sorprendió saber que los galos ya daba culto a la
trinidad en el tríptico de las Matres la triada del padre, la madre y el hijo
padre creador del mundo, hijo baja a la tierra encarnado en el vientre de la
diosa Ceres. Velas encendidas eran la llama perenne a estas deidades
incógnitas; como le preguntara yo al andábata cómo era posible que un gladiador
confiase en la fuerza de los dioses más que en la virtud de sus músculos
Silvinus Crassus me dio esta respuesta:
—Ellos son mi fuerza, Villeguillo. Los dioses me dan impulso
para torcerle la cabeza a un toro en el circo, desjarretar a un tigre, y hacer
correr a los leones. Mañana son las lupercales y yo concurro, vendrás a ver
cómo lucho contra el diablo, amigo.
Prometí acudir sin falta al circo máximo llevando en el bolsillo
un canto que había pasado a manera de talismán por la piedra de Juvenal en la
muralla de Segovia frente a la casa que me vio nacer, pero prioritariamente
estuve contemplando a aquellos seres míticos cuya imagen había estampado un
imaginero cretense amigo del gladiador en un retablo. Europa cabalgaba sobre un
toro monstruoso que arrastraban al aire de cola dos delfines. Minerva
contemplaba al dragón, Jasón jefe de los argonautas escupiendo el vellón
transformado en una vestal. Zeus y Anfión hacían buenas migas en el Olimpo (de
nuevo aflorando el tema trinitario que acoplaron los cristianos a su religión).
Bulleron cabalgaba a lomos de Pegaso el alazán tordo que surcaba el espacio a
galope meneando dos enormes alas que pendían de sus orejas y traspasaba con la
lanza a la Quimera, el monstruo fabuloso. San Jorge mató el dragón. Dédalo en
su laberinto encontró a Ícaro que le enseñó a volar. Teseo acabó con la vida
del mino tauro. Edipo hacía preguntas a la esfinge. Policlines campeaba en la
arena luchando desenvainada la espada con su hermano Atocles, los dos eran
hijos de Edipo. Completaban el friso las grandes diosas de Roma: Ceres,
Prosperina, Baco y el dios Pan, Tirso con su vara Ariadna en la confusión del
ovillo, Sátiro que fuerza doncellas en el bosque, Vulcano, Dionisio, Sileno,
Narciso, el Atlas de san Cristobalón que porta el mundo y Neptuno y Favonio
dioses de los violentos y de las aguas. Hebe es la diosa de la juventud. Todas
estas deidades empezaron a parecerme razonables como exponentes de los vicios y
virtudes de la pasión de vivir. Eran divinidades superiores pero con
encarnadura humana. Los retores filsofaban en el foro sobre la esencia de las
cosas, el origen de la vida, las propiedades de las plantas. Ni Platón ni
Aristóteles ni Seneca tenían en sus dominios la clave de todo esto que nos envuelve.
Del bosque llegaban los alaridos de los scutia, eneas Vilicus tenía la mala
costumbre de correr a latigazos por el bosque a sus esclavas. Roma se divertía
con sus juegos seculares. Los 135 días de circo se marcaban en el calendario
(magni joci, juegos magnos)
MI AMIGO GUMERSINDO ARIJE
A Arije me lo encuentro todos los días yendo y viniendo por los
bulevares de la Reina Madre allí donde hay una clínica que fue hospital de
sangre para todos los soldaditos de nuestras guerras africanas. Aparece en
imagen una enfermera de bronce que atiende compasiva a un cabo de infantería,
herido de bala, abierta la sahariana con los ojos turnios agonizantes. Del
pecho se escapa un chorro de sangre. Mi amigo quedaba conmovido al contemplar
la estatua. Tarde de mayo dolor de España horas sin amor. Auras de juventud.
Esta zona de la capital me recuerda los tiempos de estudiante, la parada del F,
el autobús que nos llevaba a la facultad, casa de ladrillo rojo. El cobrador
era un gallego rubio uniforme gris como de presidiario y una visera-bonete con
un guarismo de registro, por cima de la visera, picaba con gesto indolente los
pases que eran veinte números desparramados en cada uno de los cuatro ángulos
sobre un cartón blanco. Se sacaban estos itinerarios en la taquilla de la
empresa municipal o en cualquier estanco por un duro. Nos vamos a Orense. Tira,
Manolo. el trolebús arrancaba. No va más. Billetes por favor. Muchos se
colaban. Al gallego le veía yo todos los miércoles al bajar a la clase de prima
cuando tocaba latín con el profesor Mariner, un catalán clásico emblema de la
sabiduría y perfil romano. Aparecía sentado en su telonio como un buda mirando
alegremente para la juventud divino tesoro que nunca vuelve. Una vez me tocó
detrás de una monja concepcionista que arrimaba el culo arrecachado. Yo, por mi
parte, acercaba el material. Hambre sexual de los sesenta. Mi amigo Molina
malignamente me hablaba del placer que suponía a los milicianos invadir los
conventos y forzar a la madre superiora. Muchas daban gracias al cielo sin
importarles mucho ser mártires victimas de las sacrílegas turbas. Aquella zona
estaba en los límites de la glorieta donde había un cine grande en que veíamos
películas de espías alemanes y un bailongo en los bajos. Sara Montiel acudía a
una famosa cafetería del primer piso y se la veía muchas tardes mirando por la
cristalería del ventanal mostrando sus torneadas rodillas de rolliza manchega
que por aquellos días eran una inducción al pecado mortal. Estaba cantando el
ultimo cuplé y la canción “fumando espero”. Por las noches en las campas
circulaban por los solares del Canalillo mujercillas de virtud incierta. Este
ajetreo ya pasaba en los tiempos de Galdós. Una paja una peseta; un polvo con
goma un duro. Frenética actividad meretriz se condensaba en la trasera del Gran
Hospital cuando los amaneceres sabían a leche condensada. Y es que Eros y
Tanatos son Castor y Póllux subidos al mismo caballo. Compañeros de viaje. En
la mili te daban bromuro y a lo mejor el tiro de un moro a los que hicimos el sorteo
y nos tocó en África.
Él vendrá a separar a los buenos y a los malos. Apacentará a sus
fieles corderos y derramará la sangre de los cabrones y cabritos. Porque Él es
el maestro de Justicia. Pasaron las pascuas nochebuena tranquila y recatada en
el herrén y reanudo yo Arije mis prosas peripatéticas por el bulevar de Reina
Victoria tratando de levigar aquellos recuerdos separando el grano de la paja
de mi juventud. He oído las palabras de San Esteban el primer mártir que
exclamaba mirando al firmamento "Satis est vixisse" y así subió a los
cielos. Los viejos de la Inter no creen en esta frase porque lo único que les
preocupa es llegar a los cien años a fuerza de hierbas cordiales y de visitas a
los galenos matasanos. Mejor no ir porque te mira el Esteban y te dice que
tienes un cáncer y hay que contestarle " sea lo que Dios quiera. Viva la
gallina con su pepita". Quieren acabar con los septuagenarios de la
patria. Roban en el banco, les copian las tarjetas. el latrocinio y la
protervia habita entre nosotros. Veo la cara alargada, de espátula, sus guiños
diabólicos, del doctor Muerte que mira para los pacientes con ojos cancerosos.
Andan los pobres viejos solitarios con la oreja pegada a la radio de la Inter
en un furor encaramado angustiados por tener vida larga. Cimbel y zumbel de las
tardes sarcásticas sin amor el cuerpo doliente huyendo de ladrones y asesinos.
Fumando espero, cazador cazado solo a vueltas con mi conciencia y los
recuerdos. Le hago un corte de manga a la red, me entrego a la oración que es
reclamo, expiación, adoración, arrepentimiento y esperanza. Me gusta la
liturgia romana en latín con algo del rito ambrosiano y muzárabe. En
contrapartida la mejor liturgia es la polifónica rusa. Internet me sirvió de
alfombra mágica para ir a la misa de Nochebuena en el Kremlin que ya es decir
pero las cosas cambian. Oficiaba el patriarca Cirilo la misa de pascua.
Tengo fuertes palpitaciones y las negras ideas se apodaran de
mí. Las combato rosario en mano. Hay que poner lastre a los malos pensamientos
pues la imaginación hace burbujas y se tira pedos, remuerde por los desvaríos
de cuando entonces y, según los ascetas, es la loca de la casa.
—¿Viste u oiste el espich que nos largó don Felipe?
—No me dio la gana. Al verle tan insulso y tan poco espíritu se
me atragantó el turrón. Para mí el único rey que vale es el la baraja. La
monarquía viene del mono y en España siempre tuvimos a los borbones una
desgracia simiesca. Borrón y cuenta nueva.
Crecen los días y suenan por algún rincón del cielo rondas
sanabresas, canciones toresanas, ataruxos galaicos, espantadazas del paloteo
vasco, cobras catalanas y tamboreadas navarras al son del chistu, juntamente
con tonadas asturianas. Arije tenía una visión muy folklórica y así le iba.
Estaba fuera de lugar. Le rodeaban las maniobras en la red de la incomunicación
digital la gente enviando guasaps dándole al dedito a mogollón. Todos dicen que
el diablo no canta aunque sabe mover el esqueleto. Dios te libre de las lenguas
de dos filos y de los sermones del padre Ricci, el que destapó la olla de la
tapa de los infiernos y allí vivimos cómo se cocían una recella de obispos y
pontífices máximos traían en la mano un libro del Dante. Satanás los pinchaba
con un gario de cuatro dientes en las posaderas. Iban desnudos pero se conocía
que no les había dado tiempo a quitarse la mitra de la cabeza. Sus cabalgadas
por las calderas de Pedro Botero eran un auto lardivo.
—No puede ser
—Porque tú lo digas
En el altar mayor de la catedral de Luzbel que es una zahúrda de
Plutón el infierno es una casa de acogida alcancé a ver yo a un mitrado muy
albardado de casullas, roquetes y manipulos que daba la bienvenida a los
colegas recién llegados con una plática en la cual les decía que estaban en la
casa donde no se come ni se bebe y de donde no se sale nunca. La cueva de los
castigos infernales estaba debajo de una gran acacia que crecía en el bulevar.
Santi de vez en cuando les bajaba un bocadillo con carne de serpiente y cañas
de aceite de ricino ración de patatas bravas envenenadas, arenques y pollas en
vinagre.
Un fraile se sentaba también como la madre lo parió pero
ostentando la tonsura y la cogulla sobre un sillón de nogal aforrado de
guadamecí. Gritaba y se arrancaba todos los pelos de la barba. Decía ay de mí
en la hora que nací. Su cara la estaba pintando el Bosco en uno de sus cuadros.
Junto al departamento episcopal estaba la sección de los periodistas que eran
incontables los que estaban allá pero su número era superado por el de los
abogados y los rábulas espolistas en pelo malo. La leva de políticos era tan
larga que ni te cuento: Trump con su trompa elefantina diciendo que aquella
noche era la navidad y no se iría de picos pardos, la Merkel en minifalda,
Máchele Obama moviendo el trasero sandungo, Teresa May una flor de mayo que
devoraba carnicera a los mosquitos del Brexit, Juncker el padre de la masonería
europea tocado de yamulka y enseñando las filacterias de rabino bajo el traje
sastre, Rajoy mirando para el tendido en la silla de don Tancredo fumando
espero, Putin como un zar de la kagebé montando a caballo y disparando misiles,
Netanyahu con cara de sacamantecas, Bergoglio mirando torvo para la costanera y
abriendo la puerta de la iglesia al enemigo. Traidor y mal ostiario, Berlusconi
con gesto burlesco una cohorte de odaliscas en su palacio y no sigo la lista
porque la perversidad infinita se había apoderado de los dirigentes del globo
terráqueo. A las soflamas de los diablos y a los palos respondían los
condenados con frases hechas:
▬Con tanto malvado como hay en el mundo no se coge. Sacadnos de
aquí. Estamos hartos de penar y sufrir.
Al grito de auxilio acudía el infernal demandadero y les daba la
vuelta a la parrilla para que se torrasen un poco más como san Lorenzo.
No había en el infierno aliviaderos pues allí no se come ni se
bebe ni se mea ni se caga, todo es penar y crujir de dientes, y para siempre.
Para siempre. en medio de esta algarabía de voces y gritos y blasfemias se
escuchaba el barboteo de las perolas donde cocían sus cuerpos, calderas de pez
y aceite hirviendo. la atmósfera era salobre y sobrecargada de un hedor
mefítico. Los fámulos del Pateta se apresuraban a torturar a los predichos con
esmero y diligencia cumpliendo las órdenes de Lucifer de manera implacable. en
aquella alcaicería del furor los que gritaban fueron sepultados en una montaña
de cal viva:
— ¿No estábamos redimidos por la Preciosísima Sangre? ¿No
pedimos confesión en la hora de la muerte? ▬ lloraba un cardenal de la curia el
proxeneta que dio protección a Raspín aquel extremeño que arrimaba las putas al
colegio cardenalicio?
—Penen los rufianes y tengan su merecido.
A las quejas del purpurado respondió el gran esbirro con un
tizonazo en sus partes pudendas donde tanto duele.
Atollite portas antiquas abran la cancela pero las puertas de
Jerusalén estaban cerradas. La ciudad santa había sido bombardeada por tres
misiles nucleares. me quedé pasmado ante aquel cuadro de destrucción masiva.
Alligieri Dante me señaló a res prelados de blanco que la impostura glorificó
como santos y estaban en cambio sumidos en la gehena. Eran Pablo, Juan y
Wojtyla. Aturdido por la gritería y el espanto pasmado de las blasfemias vi
cómo el Santi el mancebo de la tasca Julifer también lo llamaban el Bar la
Puñalada el lugar donde y acudí displicente a la hora del café probo
funcionario de un cuerpo a extinguir por la Constitución bajaba con los
refrescos para refrescar a los sedientos praditos con frascas de vino perronero
que los españoles juramos en Santa Gadea acariciando la pata del Cid Dios que
buen vasallo si hubiese buen señor nuestras mesnadas fueron traicionados por
Bellido Dolfos y don Opas asomaba la gaita por Punta Umbría era el enalgramado
que traicionó nuestra estirpe y se acercaba siniestro a los montes de Peñalara.
Alfolí de los vicios y varadero del mar de maldades era aquel aposento que yo
columbraba.
—¿Qué dices Etsi?
—Yo no digo nada. Lo tuyo no tiene solución. Me dejaste
abandonada para irte con otra.
Le dije que había navegado en galeras remando contracorriente
con toda la canalla de un barco que iba a ninguna parte y ahora me esperaba
aquella tronera porque de seguro que yo también era un malvado al que Queronte
justiciero aguarda. Tras un infierno en vida me esperaba otro en muerte. Es el
fin; me arrojarán a la trena donde no se come ni se bebe ni se caga ni se mea
durante toda una eternidad. Sicio. Tengo sed. Un verdugo mojó mis labios con
esponja de vinagre y el Santi diome a beber un potingue de cerveza calamocha
mezclada con zumo de rabo de culebra.
—No es justo —lamentabase Gumersindo Manahén Arije ▬ que en las
zahúrdas de Plutón nos den carena. Don Francisco de Quevedo el profeta lo había
pronosticado. Él tuvo también esta visión. Se ha torcido mi destino cual tibia
de alcazuz que cruje entre las mandíbulas del quebrantahuesos. En aquel
instante un sacre altanero que se desbandó vino a posar sobre la copa de uno de
los tilos de la avenida, al instante en que circulaba un 45 de la línea de
autobuses urbanas. El vehículo recibió una gran cagada en el parabrisas
mientras los palomos cojos caminaban, señoriles, recitando plegarias por el
bordillo sin hacer caso del buitre que desde arriba los echaba el ojo. Ellos a
lo suyo a picotear cáscaras de altramuces y pipas que tiraban las niñeras
cortejadas sobre los bancos por militares sin graduación. Un cabo de la Base
Mixta se arrancó con una copla: "La viuda rica que con un ojo llora y otro
repica, la hija recogida y nunca consentida porque del ocio nace el
negocio".
Gumersindo odiaba a las palomas urbanas que echaban a perder las
aceras de la ciudad con sus deyecciones. Bajaban los viandantes saltando entre
las bostas de palomizo y perrizo porque la población canina igualaba casi en
número a los siete millones de habitantes que tenía Madrid
La escena del cabo moribundo de bronce en manos de la enfermera
me recordaba a mis compañeros del tabor de regulares cando serví a la patria;
aun sabiendo que esto hoy no se lleva Arije se sentía muy ufano de haber hecho
la mili en regulares y cantar por lo bajini aquello de soldado estoy de España y
estoy en el cuartel contento y orgulloso de haber sentado plaza en él. Florence
Nightingale habita entre nosotros y si no hubiese sido por estas enfermeras que
son monjas laicas y a su vez matronas y madrinas de guerra que dieron su vida
por España hubieran muerto solos como los perros en algún blocao de Xauen o de
Dar Akoba nuestros queridos soldaditos llenos de valor. Eso se supone. ¡Bah! no
me quiero poner sentimental. Canta la coruja en la rama del roble. Ya están
llamando. Vuelvo sobre mis pasos a desandar lo andado. Enrollo el cordel y el
zumbel de la memoria empieza a moverse sobre el firme del bulevar. Camino solo
ladera abajo con mis pesadumbres. No es que quiera mucho a los moros. Les
comprendo. Son algo testarudos, muy orgullosos. Respeto sus lilailas pero yo me
quedo con los salmos. No va a ser cosa de cargar las tintas y aljamiarse y
renegar de la fe de Cristo como hacen algunos.
Conozco a los musulmanes y ellos creo que me conocen a mí pero
ni tanto ni tan calvo. No lo puedo remediar. Dicen que es un pecado matar en el
nombre de dios pero la biblia es un libro de hazañas bélicas con resabios porno
y yo marcho a rebalgas perseguido por mi sombra por Reina Victoria. Debo
parecer un paracaidista inglés desfilando por Buckingham Palace en la parada
del Trooping of the Colour. El día del santo de la reina que acontece en London
en el bello día de junio. Me dicen los ingleses que, como su Majestad le da que
se las pela al zumo destilado del enebro con gaseosa, no se le acabará el
carrete en mucho tiempo. La reina madre vivió 102 y ella puede que se plante en
los 115. Así que el heredero, al que llaman el Orejas, el que soñaba con
convertirse en tampón higiénico (coño qué metáfora) de doña Camila la mujer del
alabardero, para verla más de cerca, lo tiene claro.
Tengo una gran colección de arabismos que exornan (palabras que
empiezan con el artículo al) nuestros diccionarios pero de niño sobre la
cabecera de mi cama de madera había un cromo de la batalla de Clavijo en el que
el artista pintaba torpemente la figura de Santiago Matamoros alzando su espada
sobre un caballo tordo. Derribados y bajo los cascos del caballo del apóstol
aparecen unos cuantos turbantes pidiendo árnica. Siempre me impresionaron los
rostros desencajados de esos agarenos que el pintor rural quiso que fueran
negros o medio mulatos, de modo que sus pelambres contrastan con las barbas y
melenas de un blondo y triunfal Hijo del Trueno que para eso fue patrón de los
godos durante siglos hasta que llegó la monja andariega, madre de los conversos.
Ya que buen trabajo le costó a Francisco de Quevedo defender su auspicio
castizo de España por San Jacobo dándose de cuchilladas con el de los
cristianos nuevos, que defendían a santa Teresa en el compatronato, y bajarle a
Boanerges de su pedestal glorioso, al grito de Santiago cierra España.
Estábamos trazando rayas en el aire, queríamos arar surcos en la mar. Nos falta
a los españoles voluntad colectiva, por eso somos un país de conversos,
desdichados y a media hacer enchufado a las veleidades de una monja andariega e
inquieta que podía ser precisamente la que me arrimaba las nalgas en el
trolebús a mí, deseando ser traspasada por el rayo místico. Quiero que me
penetren. Voglio una donna.
Apañados y apretujados íbamos aquellos estudiantes sardinas en
lata del futuro. Nos hemos olvidado del caballo blanco de Santiago. Por estos
tesos pululan los curas libidinosos, las monjas que se dan a la fornicación y
ansían ser penetradas por el dardo divino.
Yo por lo menos le prefiero a la Mística Doctora que, según
revelan ciertos documentos, se acostaba con el padre Gracián. Así que aun
entonces ya yo bajaba letra herido por la cuesta de Reina Victoria, sin saber
qué hacer, por dónde tirar, inhalando el humo salutífero de mi cachimba,
fracasado de mujeres, barruntando cielos color mortal y rosa y el odio católico
de los neos, enfrascado en tan tristes pensamientos, acordándome de la Reina
Madre que vivió más de cien años dándole al gintonic. La madre que la parió.
Chinchín. Bríndenos a vuestra salud. La endrina es baya milagrera. Alarga los
años. Es el antídoto contra la lucha de clases. El pan candeal se amasa con la
harina del trigo trujillo. Aquí cada cual propende a llevar el agua a su molino
y dejar seco el de su vecino y habla despacín no nos oya el mío vecin que diz
en la Asturias galana. Do va la mar vayan las ondas. Que allá darás rayo en ca
Tamayo. Conviene esperar a que pase todo esto porque cuando Dios lo quiere,
todos los aires llueven. Mayo mangonero, pon la rueca en el humero. Pedrada
cantada, nunca ganada. El que calla piedras apaña. Piedra sin agua no aguza en
la fragua. A piedra movediza el moho no cobija, y metimos un ratón papal en
nuestro granero y se hizo amo del cillero. Palabra y piedra suelta no tienen
vuelta. Al buen callar llaman Sancho, y entretanto llevaré este canto. Non lu
quieru non lu quiero pero échelo vosté al puchero. Dádivas quebrantan peñas.
Los refranes eran para mi personaje un consuelo y éste en concreto le
retrotraía a Arije a London mientras esperaba a una novia que no fue. Le dijo
que tenía la nariz muy grande. La esperaba en el salón cortinas rojas en la
ventana y un viejo sofá comprado en cantando con voz solemne de barítono
dedicando versos a la maritornes del Julifer que le decía que Zamora no se gana
en una hora. “Yo soy casada gilipuertas”.
El Santi se descojonaba. La Leo no le hacía caso pero había una
vinotera al lado, para su consuelo; compraba dos botellas y se las chiscaba
gluglú en un banco del bulevar cerca de la floristería abandonada. El vendedor
de rosas había matado a la mujer y fue a la cárcel. Su chiscón abandonado era
el refugio nocturno de los vagabundos del Este que trampeaban por la avenida.
Que al as de oros no lo juegan bobos. La floristería era una vecera de cerdos
humanoides. Huélgame un poco, mas hilo mi copo. No hay bronce que años tenga
mas de once ni mas lana que saber que no hay mañana. Leña de romero y pan de
panadera la bordonería entera. Chimenea y huerto y un hogar do calentar las
posaderas, el sueño del pícaro y del rufián. Todos vamos a donde dan. Campanas
de mi aldea tilín tilán. Aldeana es la gallina pero comenla en Sevilla y viva
la gallina con su pepita. Dentro de la concha está la perla para quien sepa
verla. Añoso luchador el pino de Formentor. Do no valen cuñas aprovechan uñas.
Guárdate del viento acanalado y del hombre mal barbado que porta en la cara las
siete señas del hideputa (el signo más conspicuo: la barba en parroquias como
el Coletas), al loco y al aire calle. La sangre se hereda y el vicio se apega.
Soplar y sorber juntos no puede ser. Me deslizaba al esconce de la floristería
después de estas subidas y bajadas, ▬cuando perdía el último autobús a causa de
su afición al pimple y no podía regresar a su hogar, así que quedaba a dormir
en la leonera de los vagabundos▬ por los colmados alcohólicos, veía venir a las
marimantas. Los días que atardecía sereno tomaba el 623 y se refugiaba en su
casa, aquel chiscón que había comprado con sus ahorros en Majadahonda. Seguía
escribiendo al dictado de la botella porque para él la escritura era una
purificación una catarsis para un tiempo en el cual la poesía había muerto.
Quien bestia va a Roma de allá bestia torna. En el camino a muchos se les
estropee el botijo, digo la sítula. Luego vienen los grandes pecados capitales
de nuestro pueblo: ira, gula, lujuria, soberbia, homicidios, omecillos, robos,
desfalcos, temeridades, contumelia, bandos, disensiones, mecachis en la mar.
Acaso el proel de los vicios sea la protervia que la soberbia reconcentrada y
la obstinación en el mal son licencias que marchan delante. Mascarón de proa de
la vida nacional. De la cantidad de nuestra dura mater depende el pensamiento.
Los hombres con cabeza pequeña tienen parvo entendimiento. Porque el viento
gordo genera craso intelecto y yo estoy demasiado gordo, padezco de crasitud
mórbida. Así, como los naranjos que portan poca médula y cáscara canteruda, me
aflije a mi la mucha cáscara y escaso pipo, debe de ser porque estoy enfermo
del alma. Mi madre y todas las mujeres que he conocido me lo dijeron “eres
parvo, Gumersindo Arije”. mi amigo Manahén Enalgramado, que es un traidor, no
piensa lo mismo, tú vales mucho, chico, lo que ocurre es que te minusvalora y
por eso echaste tu vida a rodar. A Manahén le gusta dar coba. Aunque el poder
cognoscitivo de las potencias del alma acaso se mayor de lo que se cree. Son
poderosos los mastines con carlanca y olfatean el aire los podencos, eso me
pasa a mí cuando veo a una persona por primera vez que le calo y sé de qué va y
por donde va a salir.
En el Kiss bailaba la bacante Micaela. Había algo divino, un
halo superior en aquella negra. Parecía una sacerdotisa de Venus color ébano
pero el diablo, que siempre anda por Cantillana, movía la lengua y le hacía
pronunciar cosas extrañas en diversas lenguas. Yo salía renovado de aquel
cuchitril de paredes rojas color vino de la calle la Ballesta. En Gran Vía un
argelino me quitó la cartera y anduve tiempos metido en pleitos de la mano de
rábulas vocingleros extorsionistas que querían demostrar que mis ojos grises
eran negros. Este es un mundo ovil con muchos recovecos. En Madrid siempre
cazan ratas al amanecer. El remedio contra esta carrera de ratas son los cuatro
espíritus vitales de los romanos: Tracrix, Retentrix, Conmotrix y Expultrix.
Según Roma, la tribulación aguza la inteligencia y la alegría
hace bajar la guardia a los humanos. Para los talmudistas es un error
imperdonable ir de bueno por el mundo.
Estaba Santi el del Julifer, el bar de la esquina, hecho un
brazo de mar en su telonio despachando cañas de cerveza y mirando de reojo.
Zamora no se ganó en una hora. Qué va a ser... lo de siempre. Ya no vas al
Kiss. Qué es el Kiss preguntó un cliente con pinta de guardia civil franco de
servicio y dijo Santi un puticlú y yo dije ya no me vaga estoy jubilata soy un
cabo pieza al que se le jodio el goniómetro y el Santi que aquel día se había
levantado con el pie torcido se cachondeaba de mí ante el secreta. Además
repuse lo cerraron desde que mataron a Manolo Cantalejano. Creo que fue la
mafia rusa y Santi corroboró:
—Je a éste cualquier día le colocamos las pulseras y lo llevamos
a la comandancia. Lo malo es que tiene las muñecas gordas.
El Santi era un suma y sigue de su hermanan Leonor a la cual le
gustaba faltarme al respeto cuando subía a tomar café de las mañanas del tiempo
que se fue. Por sus interferencias la hubiese dado yo una en los morros pero no
valía la pena. Hay que resistir cuando la gente pide bronca y poner en practica
el consejo de mi abuelo que era de la Benemérita “paso corto, vista larga; ojo
al cristo que es de plata y ojos de halcón diente de lobo y hacerse el bobo”.
Leonor era una verdadera Euménide. Yo me pregunto qué es lo que habré hecho yo
pobre funcionario sin mando en plaza, marinero de tercera para caer mal a la
gente. Debe de ser mi gordura mórbida que les asusta pero de mozo cuando vivía
en London era cenceño, tenía buena facha, me acostaba con mujeres que no eran
de pago, y feliz. En el Kiss una sacerdotisa de Venus echaba las cartas,
dominaba la guija, vaticinaba el porvenir como la mejor veedora de Galicia
aunque ella era andaluza; decían las compañeras que aprendió las artes mágicas
en el Vaticano en su calidad de primera daifa de los cardenales de la curia,
hizo una prognosis terrible de mi condición psicológica y sexual:
— Tú tienes madera de asesino en serie.
— ¿Quién yo?
—Sí, tú. No te hagas el longuis
—¿Por qué?
▬Buscas el trato torpe con mujeres públicas. Eres algo seductor
y encantador de serpientes pero insensible al dolor ajeno. Hundes tus fauces en
el légamo del egoísmo. Tienes los pies planos y me da que eres algo impotente.
Esto de la impotencia de don Juvenal fue corroborado por el sanabrés que poseía
buen ojo clínico para tales alicientes
El camarero sanabrés pronunciaba su diagnóstico de manera
contundente. Seguramente había leído a Freud. No. Eso imposible: Santi era de
los que jamás han leído un libro. Esos españoles que pertenecen a un país en el
que menos se lee y más se publica. Vanidad de vanidades. Me quedé de un aire.
Ser gordo en España y atiborrarse de lecturas, mala cosa. Pero nunca pondréis,
malditos, bozal al buey que trilla. La Leo nos miraba desde el alguarín de sus
premisas una cocina de metro cuadrado, verdadero banderín de enganche de potas
y perolas, donde fregoteaba con sorna y empezó a decir sandeces y blasfemias
contra mí. Y yo no cesaba de decir para mi camisa santo dios por qué le caeré
tan mal a la gente. Arije, espabila. No merece perder el tiempo hablando con
esta gente. Juvenal, que jugaba al tute con los jubilados, me guiñó un ojo
desde el taburete donde echaba la partida:
— Calma no hagas caso a esa bruja.
Pese a las impertinencias y humillaciones, estaba yo allí todos
los días a la hora el cafetín. Me atraía el abismo. Templanza. Moderación.
Circunspección y voto de silencio. Todo menos darla un par de hostias. No te
pierdas, Gumersindo. Y por más que me proponía alcanzar tales virtudes jamás lo
conseguía. A lo mejor el Santi llevaba razón: yo, arrastrado de mis malas
inclinaciones, podía liarla parda hasta el punto de convertirme en un asesino
en serie. No me gustaba mirar los telediarios porque me daban ganas de vomitar
y después matar a ZP. A la rubia de bote el chocho morenote esa lozana andaluza
que pronuncia encendidos discursos simulando la verborrea de los delegados de
curso de la Facultad de Económicas y presidía un gobierno de corruptos y de
puteros yo también me la cargaba. Mi país estaba envenenado por la política que
torna a los hombres tristes y rencorosos Por las noches se me acercaban los
vampiros y creía entrar a bueyes volando por mi dormitorio. Alguien soltaba el
buho que revoloteaba por la camarilla. Graznaba la lechuza en una rama del
árbol de la sabiduría. Me convertí por esta causa difunto de taberna y entraba
desesperado en la barra del Julifer (acrónimo de Julito y Fernando no vayan a
pensar ustedes otra cosa pues eran los dos socios que montaron el chiringuito)
para que la Leonor me escupiese exabruptos y su hermano me preguntase con un
aire místico si me pasaba por el Kiss. Templanza. Moderación, restricción,
recato. No hagas caso, Arije. Lanzaba la peonza. El zumbel de mi vida daba
vuelta y vueltas. Se desplazaba en círculo y la mecha se le iba diluyendo hasta
que sonaba el cimbel del convento de las Clarisas a la hora de vísperas. El
impulso cinético concluido, el trompo quedaba tendido panza arriba como el
cadáver de un ahogado sobre el enlosado del bulevar. Así que cimbel y zumbel es
lo que soy ya digo. No había matado a mi mujer pero no sería por falta de ganas
sino porque ya iba para mayor y me fallaban las fuerzas. Las daifas del Kiss
también se reían de mí. Lo mejor en esta vida no es el amor mercenario sino
compartir el secreto de la botella de Erifos. Vaya usted por la sombra y no se
le ocurra escalar algunas de las brancas del crecal que es árbol sagrado. Que
hay moros en la costa y centinelas apostados entre los merlones y almenas de la
muralla de Niebla que es la más importante de Andalus. Con que ya me dirás
Ruibrás. El zumbel tornaba movido por la fuerza centrifuga de la cuerda a
compás de los tiempos de la gran zurra. Había que ahogar las crisis de fe en la
caneca de aguardiente y reírse de la opulencia de las cosas nuevas de las
gentes que van en el metro mirando para la consola de su móvil y meneando con
agilidad el dedito de la comunicación virtual que se mide en baremos de
incomunicación física. Suena el cimbelillo de las monjas que llevan a las masas
a la fantasmagoría de las redes que son las nuevas arpías de los capiteles
románicos donde todo está dicho y augurado. Se nos aparecen los monstruos de
dos cabezas y la mona que se muestra impúdica ostentando la gran vagina de la
mandorla mística. Lo que iba a pasar en los tiempos venideros ya lo sabían los
constructores de catedrales del siglo XII. Las iglesias estaban vacías pero las
santas pobres mujeres seguían acudiendo a la novena. ¿Quién murió? El niño de
la Exuperia.
¿A causa de la tos ferina?
▬Paez que sí
Llevaba el féretro un carro tirado por un tronco de corceles
blancos y a Arije que caminaba detrás del cura portando la cruz alzada y
cantando el entierrillo aquellos caballos le parecieron que iban trotando por
los cielos nuncios del Apocalipsis.
Mientras tanto, los narcopoetas escanciaban yámbicos blancos y
las poetisas se llamaban poetas desde que se popularizaron los versos
perroneros de Gloria Fuertes que era bollera. Alzaron el pendón del orgullo
vaginal. rNo somos poetisas que nos llamen poetas. Hay que ver estos de la
involución feminista en qué tonterías se fijan llevadas por su odio al macho y
sus deseos de aniquilar la vida. Yo quise entonces cambiar el mundo mediante la
palabra pero no pudo ser. Mis parientes ponían oídos de mercader o se mofaban
de mis súplicas. En España escribir es un vicio y yo no era más que una pobre
flor de jara, un hijo de la lluvia. El arcipreste Julito y el padre Eguillor
que se torra en los infiernos ya me lo habían dicho:
▬Arije, tú nunca entrarás n el paraíso. Mala suerte, chaval. Te
salió el esteatoma. Y un zaratán en los pies es para las ocasiones. Creciste en
un mundo sin amor.
A pesar de todo fui por el mundo anunciando nuevas y contando
cosas, navegando por mares de envidia y mediocridad. No entendían mi lenguaje
por yo empleaba los subjuntivos y la consecutio temporum latina y ellos,
pagados de si mismos, se creían los reyes del mango pegados a la alcachofa, y
al micrófono rebuznador, verdaderos “maqueraux” de los portavoces profanadores
del lenguaje de la comunicación, butanitismo informativo, cabrones con pintas.
Mi tío Hans murió en Stalingrado y monta guardia en las estrellas. En noches de
desolación nos comunicamos utilizando un télex particular que me conecta con la
ultratumba. Escucho los tambores que anunciaron la desolación. Siento piedad
por tío Hans y todos los que cayeron en aquel terrible mes de enero e 1943.
Nuestro futuro se derrumbó entonces y vamos muchos dando tumbos por el mundo.
Sin embargo llegaría un día de venganza. La mentira no puede durar mil años.
Los serviolas de proa anuncian una noche larga en la mar. Surgen sombras a
popa. Caminarás sobre el áspid y el basilisco, romperás los eslabones de las
cadenas que te ataron. La nieve y la escarcha (Imbert et nix) pasarán pero no mi
palabra. El Señor que es buen marinero de altura nos largará una estacha.
Mientras tanto, escucho el ruido de los cerrojos que se abren y cierran en
libertad. Los mueve una mano invisible. Ecos que se grabaron en la piedra de
los castillos y matacanes por cuyos pasadizos yo corría en mi infancia. La
piedra guarda los mensajes crípticos. Son ondas del más allá. Haplología
cíclica. El pan de los mastines. Los guardias de seguridad que guardan la viña
bajo el gario de oro de los cuatro dientes: justicia, fortaleza, prudencia y
templanza. Todas ellas abocan a la continencia, la modestia y la abstinencia
que proporcionan alegría al mal y al cuerpo buen banzo son las virtudes más
importantes. Son sus contrarios el hambre, la peste y la guerra los más
destructivos. Después como todo se renueva florece un tiempo distinto ex novo
el abismo. Los poetas son sus heraldos pero muchos son crucificados porque no
son del gusto de los tiranos que traen arrastrándose tras el carro triunfal a
sus propios profetas. Dejen paso a los adoradores del Becerro de Oro. También
sigue a los tiranos una cohorte de nuevos ricos, de teloneros, de periodistas
comprados, y de abogadotes rábulas picapleitos. Los globos se desinflan y se
estrellan contra el asfalto del Paseo de la Castellana en medio del estruendo
de palabras altisonantes altoparlantes: democracia, solidaridad, feminismo,
sexo y café para todos, globalismo, derechos humanos, lucha de género que ha
venido a sustituir a la lucha de clases, el euro, la Merkel, Donald Trump, la Maritere
inglesa. una verdadera muta lobuna marcando el paso de los globales. Y de
apoltronados en Bruselas. Ya no hay propiedad privada la gran aspiración de las
clases medias merced a la corrupción sistemática de los partidos políticos que
operan bajo la fórmula de “I will buy you out”. Somos unos vendidos. Estos
señores nos compraron. Todo es escaparate y jactancia en este mundo sometido a
la dictadura del dinero, el hedonismo y la fuerza bruta que es la fuerza de la
masa. Nos dan gato por libre cantidad por calidad y eso sí grandes superficies
y Black Fridies. Los gobiernos que ponen al frente son una almáciga de
mediocridades, porque piensan los que mandan que los ineptos sean más
corruptibles y manejables
Una cuadrilla de negros en un banco en mitad el bulevar recién
desembarcados de la patera y a las que las autoridades habían mandado para acá
estaban sentados sin trabajo. Iban pululando de acá para allá y robaban
carteras a los borrachos mientras dormían descuidados sobre los bancos del
bulevar la zorra suprema zupia calimocho y ginebra de garrafón mezclas
explosivas. Todos -eran lo menos ocho- ocupaban un banco municipal. No tenían
currele y estaban de brazos caídos porque esto no era lo que les habían dicho:
esto es el paraíso.
— Venimos a España a que nos mantengan. No vamos a pegar golpe.
Acababan de aterrizar en Madrid como aquel que dice pero después
de la patera ¿Qué? ¡Pobrecillos! A matar o a robar o hacerse el culo de una
puta vieja.
— Pues ninguna lástima te han de dar, Arije — solía decir mi
novia Etsi
En ese caso estaríamos hablando de turismo sexual o de un nuevo
tipo migratorio. Me daban un poco lastima, la verdad. Este país fue cruce de
razas y empalme de fronteras. La esbeltez de las nubias contrasta con las
abotagados rostros ecuatorianos de piel cobriza que parecen mismamente corchos
de botella con perdón pues así tienen el talle y cara de buenas personas casi
todos estos ecuatorianos inditos que a mí no me molestan. Madrid ya no es
rompeolas de las españas sino el abra donde convergen todos los mares del
mundo. ¿Esto es malo o bueno? Yo que sé. Al principio nos preocupábamos y
decíamos pero esto ya no puede ser. Venida la pella, y como no los puedes
vencer, únete a ellos, sálvese el que pueda. A la España de mis amores no lo
conoce ni la madre que lo parió. Además, estos encastes transandinos y
subsahariano pueden mejorar la raza hasta el punto de perder nuestra identidad
pero nada podemos hacer.
Entré en el bar Tera. Zamora no se gana en una hora. La Leonor
estaba de muy mala leche. Manolo su marido hecho un brazo de mar al igual que
Domingo y Santi los camareros. Todos son hermanos de por ahí de la raya de allá
donde el Duero se va a cantar fados a Portugal. Hablan medio gallego y su
parlar guardaba desinencias troncales del frontón de la gaita zamorana. El
establecimiento me recordaba a mí viejos cantares de la ronda sanabresa. Buena
gente. Entre pecho y espalda me metía mis dos buenas botellas de peleón alguna
vez clarete y me ponía a cantar el quien dirá que no son cinco tres de blanco y
dos de tinto — esto de los restoranes familiares que a mí me van: plato del día
y tercio de vino con gaseosa, aunque ya van quedando menos en Madrid —es lo
mejor que tiene esta ciudad. Día sí y otro no, cocido maragato con su compango,
chorizo de bola y todo bien regado con tintorro de la frasca y ahí me las den
todas. Arije se había sentado en la mesa de enfrente. No hablaba. Estaba
cetrino. Sentí como un mal barrunto el aleteo de un cuervo. El aliento de una
mala sombra se esparcía por las techumbres del establecimiento, las sillas
parecía que empezaban a moverse. Yo juraría que Arije un viudo jubilado que
come todos los días a la misma hora, una y media, sentía que yo había detectado
algo del tenor de su gafancia. Pero no te apures le dije. Si eres gafe todo se
soluciona menos la muerte. Por lo menos has tenido suerte. Las parcas se han
llevado a tu mujer (qué buena era, lo dicen todos, aunque en el fondo todos
sentimos una cierta envidia a los viudos de pata negra) y a ti no te vamos a
ver en danza por la sección de suceso de los periódicos pues hoy es muy
habitual que los jubilados pensionistas se lleven por delante a la parienta. No
te quejes, Arije, chico. Eres un suertudo. En Madrid soltero y con dinero
Baden- Baden te lo digo yo échate una novia una de esas rusas de cuerpos
macarrón o esas rumanas fetén con ojos eslavos de aguamarina y a vivir que son
dos días y déjame de mirar con esos ojos de buey que se me atraganta la sopa.
Oye y no engordes mucho cuídate. Mis amonestaciones no servían para nada. Mi
comensal era victima de una de esas ligaduras misteriosas o lo que los
italianos denominan la jettatura. Deja de ser el hilo conductor de toda esa
trama maléfica, hazte con las riendas del mundo, domínate a ti mismo. Tener tan
elevados pensamientos en el preciso instante en que uno se zampa un cocido de
garbanzos y mientras Domingo bajaba por la escalera de caracol con la bandeja
no es que sea muy edificante. Primum vivere deinde philophare pero yo soy capaz
de hacer las dos cosas a la vez. A Alfredo Mirlo se le había muerto su mujer
Brontea haría un par de meses y a la legua se notaba que era uno de esos
individuos que no pueden estar solos porque le falla una cromosoma de la falta
de emotividad. El buey suelto bien se lama. Había sido un marido dominante y
posesivo que había dado mala vida a su señora y si no la tuvo atada a la pata
la cama allá que se iba pero ahora todo eran lagrimas duelos y quebrantos por
ella. Como Brontea malparió una hija le nació tonta y se la llevaron a
Quitapesares un preventorio psiquiátrico. Esa era otra. Pero ¿tu eres mi
hermano Gumersindo di? Nos han ocurrido cosas terribles. Cuando te encuentro
por el camino siempre me ocurre una desgracia.
—No digas sandeces, Fabiniano.
Pocas veces le había escuchado llamarme por mi nombre pero
aquella vez su llamada sonó apelativa y tierna transmitiendo en su inflexión
ciertas querencias de la infancia olvidada. Se sintió generoso y luego le
invitó a absenta después de comer. A la salida del zamorano cada uno de los dos
hermanos tiró para su lado el uno para la derecha y el otro por la izquierda.
Cuídate y no te apures. Todo eso que pasó ya pasó y habrá que echarlo en el
olvido. Si no fueras tan gafe, te llamaría de vez en cuando pero la gafancia no
se cura... y. Tocó madera. Había una papelera de bambú en las escalerillas del
metro y la rozó con la mano izquierda. Estoy seguro de que Fabiniano ya me ha
pasado la galerna. Era como si en el alma me hubieran sacudid un linternazo. Un
ventalle de perdición, hijo mío. Yo soy Baruj Arije y no se por que me pusieron
Baruj ni cual es la raíz del arije. Seguro que es un nombre moro. Recordó a
Malitva una hermana que había fallecido de cáncer de tiroides. La salieron unos
bultos en el cuello y se le inflamaron como cuévanos las cuencas oculares. Era
muy guapa y rubia y de la noche a la mañana perdió el pelo. Se puso monstruosa.
Ella también era una Arije. Vivió poco tiempo: treinta y cinco años. Dicen que
lo del tiroides la vino en el sobreparto al tener el primer hijo o fue el
marido que era un pirata y un moro en el mal sentido de la palabra. Pobre
hermanita.
No tenemos mucha suerte los de la familia. Avanzamos por la vida
con la cargazón de la culpa. Pagamos por los pecados de otros. Somos del pueblo
elegido. Elegidos sí para sufrir. La cosa no es para tomárselo a broma pero yo
suelo hacer de tripas corazón. Le saco partido a la vida. Buen yantar buenos
vinos buenas mujeres alguna que otra si se tercia y sobre todo buenos libros y
buen tabaco. Me he fumado lo mejor de Vuelta abajo me he bebido cubetes enteros
de Vega Sicilia. He amado la literatura profesión que nos inmortaliza y no
fenece. Que grande eres, Dios de Israel. Como cuidas de nosotros aunque a veces
nos mandes castigo. Será que nos lo merecemos. Hemos siempre de estar
preparados y ser congruentes con nosotros mismos para cuando sople el viento de
perdición que extinga la llama de todos los cirios. Otros tienen oscuridad pero
los Arijes vamos por la vida destellando rayos lumínicos. ¿Será eso por lo que
el profeta nos define como Vas electionis? ¿Será eso por lo que me pusieron al
nacer Baruj?
Y entretenido en estos pensamientos místicos deambuló por la
ciudad. La Avenida de la reina Madre le condujo hasta un barrio lejano que casi
desconocía donde todos hablaban cheli de los bajos instintos. Es un Madrid que
me daba cien patadas sobre todo cuando esos majos se descuelgan de repente con
una parrafada que parece un chotis y muy enviserados y chulaponas se van a
bailar a la Verbena de la Paloma sobre un lauril en “La Bombilla”. Todo eso es
falso. Esa zona de la ciudad tan mitificada por Ramón es un pufo que la
etnología nos ha metido. Áspero y bronco Madrid. Mucho Madrid. Es como
arrancarse por peteneras y darle una buena soba a Yoquecojones Nesti para los
amigos el chamarilero de los libros de lances por bocazas. Lleva visera de los
de los legítimos y se enfunda el blusón de menestral. Pero lo perdonó. “ese
seguro que reventará cualquier día como el lagarto de Jaén sin que nadie le
siente las costuras y le haya partido la boca por mentar a mi madre, que se
muera. Madrid era una ciudad fantasma. Quebraban albores. En el Paseo del Prado
al bueno de Baruj el peripatético le salieron unas damas al encuentro hablando
en suahili. Todas eran pigmeas la piel negra pero todas ellas vestida de blanco.
Sólo sabían una frase en castellano la de la quinta pregunta:
— Chupaaa.... folláaaaa
—Bueno, bueno niñas qué cosas tenéis. Dejadme en paz. Yo tengo
otras preocupaciones. Ale, ale, a casita que llueve.
Pero cuanto más les amonestaba mas se le arrimaban las pigmeas.
Se llevó la mano a la cartera. Estas prendas vienen por algo. Tuvo que ponerse
serio Arije y sacar la poderosa cabritera de muelle que llevaba en bolsillo. Al
ver la de Albacete se espantó toda la bandada y lo dejaron tranquilo. En sus cavilaciones
se le había pasado la noche y tuvo que esperar barzoneando hasta que abrieran
el primer metro. De noche la ciudad resulta casi una desconocida otro dibujo
otra alma y otra vida pero él había sido un noctívago dado al trasnoche y amaba
las madrugadas sobre todo las amanecidas aldeanas cuando se escucha a los
gallos quebrar albores. A las cinco de la mañana todo parecía que despertaba y
poco a poco se notaba un aire de actividad y de currele. Tenía frío. Era lunes
santo y ya se notaba la proximidad de la primavera. Se escuchaban cantar los
pájaros en las frondas del Retiro. Toda aquella huida de Arije de su propio
laberinto y de su castillo interior a la negrura de la noche tenía una
explicación. Se había pasado la tarde entre bostezo y bostezo haciendo zapping
por televisión hojeando a rastras insustanciales periódicos y suplementos
dominicales subidos de color y de desnudeces pero entecos de ideas. Para él
estaba visto que la belleza no estaba plasmada meramente en el felpudo de la
modelo exuberante que por una vez se retrasa mostrando sus líneas. Para él la
belleza era la filocalía. No estaba en torsos ni en senos flotantes sino en la
belleza interior. Una mirada una palabra amable una risa feliz una canción de
quintos. Los nuevos periodistas explicaban a sus lectores a lo largo de una
serie de reportaje su pan comido: ha nacido, señores, una nueva religión. Ahora
todos somos laicos. Los gimnasios habían sustituido a las capillas en su misión
soteriológica. Era el síndrome de la catedral vacía de fieles y llena de
turistas. La descristianización progresiva, los largos puentes de fin de
semana. El alzamiento de pesas. La barra fija. La bicicleta estática y otras
calistenias. La gordura es un pecado mortal y el peor diablo el de la grasa.
Los flamines del tercer nivel habían sustituido a los curas y a los obispos.
Echaron el cierre las rejillas de los confesonarios, derribaron pulpitos y
ambones, el purgatorio no existe y el infierno fue una fabula que se inventó el
Dante así que hemos instaurado la religión nueva. Todo cambió. Acababa de hacer
explosión el coche bomba en Leganés. Le daban escalofríos de pensarlo. Aquel
piso que saltó por los aires entre suras a Alá y la muerte de un geo. Dios
aparta de mí este cáliz. Líbranos de la peste y la guerra. Era buena persona en
realidad Arije. Le tocó vivir un tiempo difícil a lo mejor la culpa la tendría
su hermano el gafe o que un resorte había fallado. Estaban sin embargo
cumpliéndose los designios que había ido desparramando a lo largo de su obra
anepigráfica.
—Tío, eres todo un baluarte
—Pero carezco de antivirus
—Que va. Lo que pasa es que estas apoltronado hecho un oso buco.
Has de caminar más. Pasas las horas muertas ante la cuartilla blanca.
Eternidades de ordenador. Pero ve lo que aguardabas se ha cumplido. Has logrado
tus sueños. Tú sabes. Tú puedes.
—Ya lo sé.
Había que quitarse el sombrero. Arije no había fallado un punto
en sus vaticinios. Ya lo sé que te has pasado tres pueblos que vives en otro
mundo pero que se le va a hacer. Sonreías a los insultos. Eres un cobarde y
encima te quejas.
Todas estas predicas difundidas a beneficio de inventario sin
embargo no valían para nada, no le decían nada. Arije se paseaba por la roca
del precipicio haciéndole un calvo a la vida y a la muerte. Vio unos demonios
so capa de monos forajidos copulando furiosa y fugazmente sobre la rama de un
ailanto del jardín botánico. Ciertamente había demonios en el jardín. En ese
jardín. En todos los jardines. Quizás el jardín se alzaba sobre un cementerio y
allí estaban los huesos del profeta Ezequiel en trance de alzarse y muchas
noches sobre los cielos turbios de la capital se elevaban como vaharadas las
trazadoras de los fuegos fatuos. Debían de ser lo muertos de la guerra civil o
el ralentí de ciertas bombas que no estallaron. Castor y Pollux un poco más ya
junto a la fontana de la Cibeles que iban tan amigos montando un mismo caballo
se liaron de repente a guantazos y todo era furor por las esquinas y los
esquinazos.
—A que no me coges.
—¡Uy esos! Parece que van mal.
Por fin llegó tras mucho caminar, pasados los pontones del
olvido, al intercambiador Digital una cochera inmensa debajo de los cimientos
mismos del Arco de Triunfo. Estuvieron trabajando obreros actividad frenética
día y noche para tenerlo a punto que lo tenía que inaugurar don Cejas para la
Trinidad pero puso algunas objeciones la Celadora de la Comunidad el mando
estaba bastante dividido y era todo un descojone, entran y salen cuatro como
antaño en el cine Montijilla y ya se sabe unos por otro y la casa sin barrer.
La Trinidad se pasa mire usted que guasa y para las navidades el intercambiador
de marras seguía aún sin remozar. Tenía unas escalinatas de tracción mecánica
muy molonguis que bajaban desde las mismas bodegas del Arco de Triunfo. Avanzó entre
el polvo el ajetreo de la hora punta y el hedor a humanidad. Había una luz
fúnebre como de tanatorio iluminando toda aquella actividad. Yo soñé alguna vez
en la escala de Jacob pero el bueno de Arije se me despistaba. Dos ex
presidiarios de un lejano campo de concentración supervivientes del Shoah se
entretenían jugando al parchís cerca de un panel de indicaciones salidas
llegadas y una zorra los miraba. Una fuina se agazapaba seguramente porque sus
ojos tibios y acostumbrados a la oscuridad no podían soportar la luz fúnebre
mientras una cotorra charlatana no paraba de hablar. Seguramente que se había
soltado de la jaula de un cuentacuentos:
—El 39 fue un año triunfal. Ese año un primero de abril entró la
fuerza por acá, en este mismo punto donde nos encontramos. Entraron las
banderas por Princesa y justo aquí fue el empezar y se desplegó la roja y
gualda. Un alférez alto y grande la llevaba.
—Que bonito! —dijo el de la partida que tenía un brete y una
pihuela atados al zapato — pero para de hablar, lechuza que nos interrumpe. Lo
que nos traemos nosotros entre manos es importante.
—¿Qué puñetas hacéis?
—Estamos conspirando.
—¿Así, con ese uniforme de penitenciarios? Ya tendréis ganas.
—Tú ya verás. Tú a oír ver y callar.
Puede que el 39 fuera año triunfal pero de aquella fecha ya
nadie se acordaba. Ahí estaba la fecha de la inscripción latín con una leyenda
en números romanos. La zorra mirando para arriba. El asno de Buridán plegó las
orejas y un hermeneuta con un puntero iba desglosando como un parte de
incidencias el meollo de la frase: “Armis hic victoribus mens jugiter victura
monumentum hoc” (A las armas victoriosas este tributo). Los romanos más que
escribir esculpían como acuñando moneda para la eternidad y vio por un
resquicio de la memoria al autor un catedrático con las manos llenas de tiza y
la chaquetilla cubierta de polvo que hablaba con una palatización de abiertas
como en el Ampurdán. Lo escrito en piedra no es lo mismo que la escritura en
papel o en papiro que es un poco la escritura en la pared de la cena de
Baltasar. Frases para durar. No una pluma yo lo que anhelo es un buril. Y allí
vio en lo alto del cielo al profesor Mariner mártir de la democracia o la
contrademocracia fulgiendo como un ángel al lado de San Juan y de Tito Livio y de
Virgilio. Armis hic victoribus. Mas, todo eso pasó. Se fue. Pasó. Ábrete.
Mundus transit. Pasa página. Animo pues, amigo que para eso tienes nombre de
poeta y apellido de pámpanos. Eres todo ubre y pámpano. Todo medula. Lo veía al
pobre Baruj Gumersindo Arije. Tenía las espaldas un poco encorvadas. Le había
tundido lo suyo la vida y el pelo se le había vuelto totalmente blanco. Andaba
gambado por una ciudad que fue la suya y ya no le pertenecía. Por sus calles
iba y venía meteco o exilado en su propio país. Sólo tus sueños te pertenecen
pero la ciudad ya no es tuya y hasta el habla siendo la misma es extraña. Todo
es extraño. Los rostros, mohínos y distantes la gente amargada y con cara de ir
a lo suyo. En las caras se refleja la infelicidad que procura el egoísmo y la
desconfianza. Madrid me mata. Transitar por el Arco de Triunfo. Circular por
debajo del Arco del triunfo por donde pasaron las cohortes de Complutum camino
de Legio Séptima no es lo mismo que pasarse todo bajo el arco de triunfo, Arije
y hay que pasarte por ese epicentro del mismo sitio ya sé que tienes anchas
espaldas y alforjas esterones, artolas, baúl para guardar tantos agravios.
Puf. Todo lo que me echen.
Pero para él las calumnias las injurias no eran tales injurias
sino peldaños de la escalera del Cielo. ¿Agravios? ¿Tantos? Sí. Señor. Tú
sufriste muchos y marcaron tu santa faz en el Lithostros. ¿Entonces de qué
coños te quejas? No seas zarrioso Arije. Vuélvete a casa. De noche en Madrid
todos los gatos son pardos y esta es la ciudad de los gatos. Pasé dolores de
Getsemaní pero sin Magdalenas pero sin magdalenas que ungieran mis píes con
pomos de nardo ni Verónicas que me salieran al encuentro con sus paños. La
conversación con el antiguo colega me ha dejado de un aire y sin saber a qué
carta quedarme. Nadie se solidariza con nadie. Nadie quiere saber ni entender.
Nadie te ayuda. Estás solo. Atravesamos el desierto el ponto líquido. Tiempo de
Acuario. Todo parece que fluye. Es líquido. Tiempo de liquidez. Un moro bajó
entonces por la escalinata con una gran alcatifa a cuestas. Era un mohamé
manumiso exarico para los que Madrid nunca será Madrid sino Majeriíta. Al menos
ellos tienen esa idea. Para ellos no ha pasado la Reconquista. Estas perdido,
Arije, vuélvete a tu casa. ¿Dónde moras, rabí? ¿Dónde están tu padre y tus
hermanos? Mi madre mi padre y mis hermanos son aquellos que cumplen mi Palabra.
Difíciles frases. Nunca estuviste más oscuro pero seguimos indagando dándole
vueltas al contexto hermeneutas perdidos por el vaho del mundo y tratando de
entender el sacramental mensaje de tus palabras. Corre tiempo recio. Señor,
sálvanos que perecemos.
AÑO NUEVO ESCUCHO LAS CAMPANAS DE SAN DANIEL
Primero de año estreno doce nuevos meses de vida. Arije se
levantó después del gran catarro que amargó su nochevieja. Escucharon
villancicos en la radiogramola y bailaron algo, salsa sobre todo que es la
música que baila su mujer orígenes cubanos. Arije se desposó con una Ceiba.
Misa en el Vaticano cantada en latín tan de su gusto. Vio al papa cojo. Le dio
un poco de pena aquel hombre. Cojea el padre Bergoglio y cojeamos todos pero
ahí vamos. Tampoco canta este pontífice. Lo que más le gusta dél es su devoción
a la madona inspiración jesuita. Al final del oficio se cantó ante el pesebre
Alma redemptoris mater pero el portal no estaba tan iluminado como otros años.
Luego paseo por Reina Victoria y tuvo la dicha de escuchar las campanas del Día
de la Circuncisión llamando a la misa de santificación del Santo nombre de
Jesús. El bronce del campanil decía (Arije poseía un segundo sentido para
traducir el lenguaje de las santas campanas que son bautizadas y ungidas con el
crisma de jueves santo) esto:
—Populum voco. Mortuos prango. Vulnera frango2 y aquella voz
sonora del viejo monasterio san Daniel uno de los muchos monasterios del
Cíngulo Dorado— el circulo de oro constituido por torres, espadañas y muros
sagrados o sacra menia que circundaban Madrid por la parte norte y sur de
Moncloa—le retrotrajo a aquellas maravillosas enseñanzas que había aprendido sobre
la liturgia romana en sus años de seminario. Tuvo el convencimiento que la
iglesia no son las encíclicas papales ni la doctrina con moralina sino algo
mucho más alto lo que eleva el corazón. Es la teología, las súmulas tomistas y
el gran acervo de la tradición. En el monasterio de san Daniel escuchaba la
misa de cazadores el rey Enrique IV al alba antes de recorrer los montes del
Pardo a la caza de jabalíes y en su sacristía al pobre rey segoviano lo
envenenó un monje por mandato de Palencia cuando regresaba del monte sediento y
sudoroso. Diole al monarca a probar una pócima de hierbas con mezclas
aromáticas y gaseosa. El tañido de aquel modesto campanario hoy convento de
monjas le llenó de paz. Las aves huían asustadas por el cielo de Reina
Victoria, las palomas buscaban refugio en las helgaduras de las tapias. En el
Islam no hay campanas. Al moro el sonar de la campana le asusta pero Arije se
sintió ampliamente gratificado en su catolicismo, un catolicismo ferviente que
renacía en él cuando la Iglesia estaba hecha unos zorros demasiados obispos
tocineros y comentarios desaboridos de una cigüeña que crascitaba
inconveniencias en la torre de una iglesia profanada.
Liturgia es el culto publico a Jesucristo lo había aprendido él
cuando era adolescente y no podía desquitarse de esa idea. Tal vez por tozudez
o por prejuicios. Arije era tozudo y no precisamente uno de esos que cambian
con facilidad de chaqueta. A Dios le gustan los cantos de alabanzas y esta idea
viene del antiguo Testamento. En la liturgia converge Cristo con Sión y la cosa
no tiene vuelta de hoja. Todo este entramado es expiación, oración, acción de
gracias, adoración sacrificial y canto de alabanza. ahora lo pretenden
destrincar los adoradores de Satán.
La iglesia es una y múltiple. Posee la gran riqueza de la
diversidad de cultos en su capacidad de católica o universal, apostólica pues
proviene de los apóstoles. Está fraguada en símbolos que por desgracia ignoran
muchos de los fieles que participan en los cultos (santa ignorancia) pero es menester
entender las ceremonias y rubricas de los diversos cultos rituales. En la
iglesia occidental existen varios ritos distintas fórmulas de adoración: el
galicano francés, el medulano de la iglesia de san Ambrosio de Milán el
bizantino griego y muzárabe-visigótico que aun se celebra en la primada de
Toledo A Arije el rito muzárabe era el que más le inspiraba por su españolidad
y sus adherencias al bizantino. En él abundan preces y letanías — hesicasmo o
repetición de una frase pronunciada por Jesucristo o de los Evangelios como los
kiries que impetran la piedad del altísimo—. En mi opinión las lenguas
vernáculas han roto por una parte con la tradición y por otra vacían el sentido
en que el verbo divino habló en el monte. Por ejemplo en el ultimo evangelio han
traducido et tenebrae eam non comprehenderunt por no le entendieron cuando en
realidad semánticamente lo que significa es que la luz fulge y las tinieblas no
apagaron esta luz que vino de Oriente. Los motetes, los himnos eucarísticos,
las secuencias forma parte de un fenómeno privativo del cristianismo: la
filocalía o amor a lo bello del que carecen los otros credos. Es el Cristus
Musicus que se entroniza a través de las musicales notas en el pantocrátor.
Además, las vernáculas han despojado a la iglesia de su universalidad ingénita.
Arije no podía por menos de vapulear las enseñanzas del Vaticano II. El
creyente tiene la obligación de estudiar su fe y de iniciarse en lenguas que le
son ajenas como el latín o el griego o el hebreo como hacen los talmudistas que
estudian constantemente la palabra de Dios. Rito de iniciación. Hay muchas
cosas que no se entienden sino a través del legado de la fe. Y estos misterios
nos vienen de los ritos órficos de donde arranca en parte la liturgia romana
que quiere quiso cristianizar el paganismo y en la vida todo es liturgia y
rito, fulgor, normativa y regla, cauce de convivencia, lo que diferencia al ser
humano de los animales irracionales. Los símbolos nos cercan a Dios. El pez, la
paloma iztios, axios el crismón el anagrama que llevaban los legionarios
cristianos en tiempos del emperador Valerio. Los que atacan a la iglesia por
esa milonga de los abusos sexuales que siempre los hubo y los habrá desconocen
esta categoría primordial de nuestra religión. Reducir el depósito de nuestra
fe a los pecados de la concupiscencia humana es una aberración. La liturgia
católica tiene estirpe teatral. Conviene recordar que el teatro nació en los
atrios de los templos cristianos. Autos de navidad y de pasión: Shakespeare,
Calderón, Lope, Tirso y luego la riqueza estatuaria de los ábsides capiteles y
cimacios románicos con la representación de las sibilas, el infierno, los
martirios, las misericordias del coro donde quedaron labrados algunas
advertencias donde colocan sus posaderas los canónigos sobre la presencia del
maligno den el mundo al cual la Iglesia trata de combatir. Es el zlo de los
ortodoxos rusos. Teatro, culto a la belleza, pugna perpetua contra el mal, las
bajas pasiones y los instintos que hacen desgraciada a la condición humana.
Arije después de estas consideraciones y halagado por la
presencia viva del Cristus musicus se santiguó y entró reverente en el pórtico
de la iglesia de san Daniel. Las campanas seguían propalando su melodía a la
ciudad de Madrid anunciando orbi et orbi la Circuncisión del Salvador. Año
Nuevo buen día del Señor.
Bajé la cuesta, era tan empinada que con frecuencia el tranvía
se atascaba por no poder con tanta gente, los estudiantes se bajaban y a
empujar. En una esquina la casa chalet de Sebastián Miranda que velaba las
armas cara al sol y los aires de la universitaria. A izquierda de la bajada se
abrían las bancadas del Estadio Metropolitano y todavía el viento de la sierra
del recuerdo traía y llevaba los sones de aclamación cuando Collar desde la
extrema izquierda marcaba Gooool, el grito de júbilo resonaba por toda la
Ciudad Universitaria, aquellas tardes de domingo, partido, cine y tasca. Aupa
Atleti. Gumersindo Manahén Arije, colchonero de toda la vida. El campo había
sido derruido, bloques de pisos, y allí tuvo él su oficina, archivos y papeles,
estanterías de libros. Fue cuando se digitalizó la administración y todas las
semanas un camión del ministerio se llevaba mesas y máquinas de escribir. El
ordenador dueño y señor del campo administraba la Cuerpa que ya no quería
archivar nada porque todo lo antiguo no valdría para nada. Toneladas de
revistas y libros de una época fueron a parar a la basura. Arije desde su
ventanal trataba de adaptarse a las nuevas tecnologías del Word y del M-2. La
caída del Muro de Berlín se llevó por la posta tanto trabajo de la imaginación.
Era una manera de acogotar al fascismo. ZP se sacó de la chispera la infamia de
la memoria histórica, otra vez la guerra cuando nos creíamos todos
reconciliados. Él para contradecir al patán llevaba en la cartera una foto del
Fuhrer que trajo su padre superviviente de la batalla de Stalingrado, rezaba
padrenuestros y trató de aprender alemán. Zum befell y Heil Siegel pero todo
cuanto quiso aprender se lo desbarató Cerrolaza un jesuita enemigo de los nazis
que dirigía el Departmento de Germanistica de la Central. Por el ventanal de la
Biblioteca penetraba un sol cansino y el eco del recuerdo de los goles que
marcaba Luis el Zapatones los regateos de Collar y las palomitas de Pazos en la
portería. Fue un tiempo de espera y de esperanza. El clínico albergaba muchos
secretos de su pasión por España. Desde allí los muertos le hablaban unos se le
aparecían con una pierna de menos otros tuertos y a muchos les habían pegado un
tiro en la garganta pero podían cantar. Sus conocimientos de lo ultrasensible
le deparaban al bibliotecario aquellas experiencias. Cuando se ponían pesados
los muertos vivientes subía cuesta de Reina Victoria arriba a ver a la Leonor o
se daba un homenaje de cocidito madrileño con dos botellas de vino en el Tera.
A los postres besaba el retrato del Ferrer que llevaba en la cartera. Ah si tú
me dices ven lo dejo todo.
El bulevar en rampa de Reina Victoria cambió de nombre. Daría
luego en llamarse Roca Tarpeya de Salamanca. Ya se sabe lo que naturaleza no da
no te lo presta Salamanca. Cuestión de másteres. Los másteres de Perico el de
los Palotes que quiso ser presidente, sentarse de culo en Moncloa alto
paramentos aunque haciendo trampa. Los tiempos de Donald Trump fueron una
trampa cuando sonó la trompa de Eustaquio por la Casa Blanca. Escogió el camino
corto: afiliarse a la CIA y sus socios lo respaldaron. Antes le dieron la
consigna que los generales de las divisiones acorazadas dan a los tanquistas:
destruir y derruir, machacar, mentir, profanar, derribar escupir contra lo más
sagrado.
─Perico, tú machaca todo lo que se ponga delante de la torre de
tu tanqueta. Acaba con los Españoles sin piedad, límpiate los mocos con la
bandera de España y luego los trapos que te sobren los trae para acá.
─Yes, Sir
Y allá que se fue el obediente Pedrito cargado con sus masteres,
arrastrando las chuletas de las páginas que copió con su cara de guapo. El
enemigo no tenía que embarcarse en un nuevo Vietnam los gringos son algo
gallinas en cuanto empiezan a llegar féretros de soldados abatidos por el fuego
del Vietcong. Bastaba un caballo de Troya para tal operación y darle el
gobierno. Por la avenida bajaba la manada. Gora san Fermín.
Todos los días en Madrid es San Fermín y violan a una como en
Pamplona esos putos sevillanos de la infame Manada recua mogote y brazada de
depredadores sexuales siendo el más conspicuo uno que llamaban el prenda el más
aguerrido el más picha brava el que la tenía más larga una verdadera garduña de
Sevilla. Cogieron a una pobre chica que venía de los toros de San Fermín la
bajaron las bragas y allá en un portal mismo y haciendo un standing up se la
pasaron por las armas coito en cuadrilla, hubo un juicio y salió un rábula en
defensa de los fementidos y dijo:
─Señorías, toda vez que la muchacha dijo no pero un no es
siempre sí en estos casos no se puede demostrar el estupro.
Hubo en el país una verdadera conmoción. Las Fem se lanzaron a
la calle indignadas al amparo de la consigna: “un no es no y un sí es sí”.
Cercaron la audiencia y tiraban los sostenes a los magistrados se quitaban las
bragas y se las tiraban a los magistrados a los hocicos. A todo esto las reinas
de las mañanas tuvieron afrecho de su duerno mediático durante muchos días y
las anarosas y las susanasgrisos no paraban de darle al chisme de la
propaganda. Los fulanos de la Manada se creyeron los reyes del mambo de la
publicidad. Esto formaba parte del plan conspiratorio y la Manada se convirtió
en efecto llamada, en algo viral que atraía cual imán a las redes.. Todos los
días se mataba a una o se violaba y las anasgrisos y las susanasrosas con ello,
relamidas de gusto, daban suelta al morbo en comidilla televisiva junto a la
mesa camilla uy que horror nunca lo tuvieron tan a huevo en su programa de
fornicar sin concebir. Entró la vicepresidenta al trapo en defensa de las
mujeres pero la defensa de la ministra era todo un arrogante ataque a la mujer.
Desdén en desguisa bajo su política de construir la imagen de mujer objeto
separada de su función primordial que es la maternidad y la familia. Arije
conmovido y enternecido por aquel zurriburri oyó a uno que bajaba la cuesta
pañuelo rojo al cuello y calzón blanco que gritaba:
─Señora ministra, su señoría tiene un culo muy prestoso y
redondito. Habría que ponerla mirando para el Cristo los faroles para pasar la
tarde.
El mozo de san Fermín bajaba por la Calle la estafeta algo
borracho uno de los bueyes duendos que escotaba a la manada le colgó por los
inhiestos de un de sus cuernos mortales dejándole con el culo al aire. Debajo
de los calzoncillos ponía este epígrafe: “qué terrible lugar es este”. Pero se
rehízo del varapalo y salió corriendo a no parar hasta llegar la Cuesta las
Perdices. España era una roca Tarpeya un derrumbadero feminista/ separatista
con los de la Cope los curas la Iglesia, el rey la reina, los alguacilillos
actuando de convidados de piedra. Estábamos en plena campaña de alianza de
civilizaciones, de augustas ceremonias, televisadas, palabras sin sentido. A la
mesa se sentaban muchos capigorrones. Unos se creían superman y otros se
escondían aburridos sin hablar en un esconce pero masticándose las tajadas
otorgadas por el poder. Tú échame pan y llámame perro. Las estudiantes de
Farmacia se asomaban a las ventanas de los colegios mayores en cueros y de esta
guisa contemplaban el encierro. Arije se sentó en el primer peldaño del colegio
mayor José Antonio, ─muchas memorias de su paso por las aulas en la juventud─,
un edificio que tenía factura herreriana y recordaba a la gran mole
escurialense para dejar pasar la procesión y contar las nubes. El Prenda se la
cascaba mientras se columpiaba en el árbol de la risa, se desgajó una rama,
vino al suelo y se conoce que con el golpe se le rompieron algunos conductos
venéreos y quedó castrado sin remisión, útil para servicios auxiliares. Algunos
no escarmientan y se pasan de listos o de guarros
Era la hora de consultas en el clínico y los tranvías venían
atestados de hombres y mujeres que acudían a ver qué tal andaban sus parientes
hospitalizados. Sobre los setos de madera de boj que circunvalaba al gran
caserón de la muerte en cuyas salas se peleó con tanto denuedo en la guerra
civil, pasaba lista la Pelona hora sí hora no y la morgue no daba abasto para
aguantar la lista de los fallecidos en la capital. En Madrid no quedaba un viejo.
La pica es la reina de las armas, es la fuerza de la escuadra veinticinco
palmos para herir sin ser herido. La Pelona no cesaba de ahincar banderolas
sobre los setos del Clínico. La muerte siempre va por delante ganándonos la
partida. Picas en Flandes, lista de óbitos ayer en Madrid. Todos acabamos en la
trena, en el manicomio o en la casa socorro. Y todo en la vida es cárcel: la
espina es cárcel de la rosa, la playa es cárcel del mar y el trigo es cárcel
del pan. Peto, espaldearas, escarcela, fálcate, brazales, manoplas celadas,
caldas y corazas son un buen escudo del alabardero pero toda la infantería
perece cuando la Pelona se empeña. Porque contra ella no caben maulas. Pese a
todo tenemos la obligación de ser dueños de nosotros mismos. Arije contaba las
nubes mientras con el rabillo del ojo seguía a la turba de los violadores en
cuadrilla que se perdieron de vista en un recodo de la plaza de Pio XII.
Anarosa se puso en jarras delante del portal, pidiendo lo suyo:
▬ Quiero más. Dame más
▬¿No tuviste bastante? Pues vale ya.
▬Chavala, tú eres insaciable.
▬Give me more. Give me more. I want it now.
▬Otro toro que este no vale. Pase el siguiente
Y esta era la lúbrica historia de los violadores en cuadrilla
que jaleaban las prensas nacionales sin ningún pudor.
Él pensaba en Etsi aquella novia que tuco y le hacía el amor en
el 600 sin llegar a más. Tonto que fui, pensaba para sus adentros, con las
mujeres no valen medias tintas.
El arcabuz fue el arma más letal hasta que se inventó la bomba
atómica fulminante y esparce un hongo de muerte al estallar. Carlos V el
emperador se lamentaba maldita la hora que a un chino se le ocurrió descubrir
la pólvora. El salitre, el azufre, el carbón y la mecha cargan de muerte a
cualquier artefacto. Picos, palos y azadones. Suban todos a cobrar que llegó el
administrador. El personal hacía cola ante los cajeros automáticos. Ya no había
que acudir al banco para pasarse por caja. Bastaba con apretar un botón. ¡Qué
cosas inventa el hombre blanco! Desde el año 89 todo ha cambiado para bien y
para mal. El mundo es distinto así en Ciudad de Méjico la más populosa del
globo como en Becerril de Campos donde no porta en invierno un alma. ¿El nuevo
terror del milenario?
II
LUNA DE ENERO
Lunas fuertes de enero cuando las gatas tienen celo y en las
radiantes noches los árboles desnudos tiemblan bajo la helada. Había pasado las
navidades en su tabuco acariciando sus recuerdos circundado de libros y de
papeles. Le vino bien a su salud el ayuno pascual. Asistió a la misa de gallo
por Internet que celebró el patriarca Cirilo de Todas las Rusias el adalid que
luchaba contra las fuerzas oscuras. Aquella orgía de voces angelicales,
iconostasios de marfil el Pantocrátor en lo alto de la cúpula, casullas
recamadas y el diacono que cantaba:
— Xristós rasdaets piite i pklanite yevó (Cristo ha nacido venid
en adoración)
La catedral de la Epifanía estaba inundado de caras guapas
hermosas rusas con velo blanco viejos creyentes y niños que recitaban los
compases del Credo y del paternóster en eslavónico todos se habían la letra y
sabían lo que pronunciaban aguantando de pie las dos horas que duró el oficio.
Liturgia triunfal que se refería a un mundo de belleza y de redención el
ceremonial rico y antiguo que se cumplía a rajatabla a las ordenes del
presbítero puntero que iba señalando a los oficiantes los pasajes de las
lecciones y de los himnos que habían de entonarse. Sintió Arije que Bizancio
tenía la clave del legado evangélico y todo un contraste con las catequesis
perroneras, los lugares comunes e incluso las herejías que pronunciaba ex
cátedra desde Roma el Impostor. Y todo un contraste con la vida de aquellos
días en España: atropellos de violadores en cuadrilla. Llegó la manada. En
Andalucía pastos y cabildeos. La hora del consenso y de la rendición. Tres
putas se desnudaron en la Plaza de San Pedro y aparecieron en los posts
metiéndose un crucifijo por donde amargan los pepinos. Tiempos de profanación y
desolación. Ierusalem desolada est que cantó Jeremías. La Bestia utiliza a la
serpiente disfrazada de mujer. Pigtail profería sus blasfemias de siempre
faroleaba, quería ponerse medalla:
▬ Los feministas follamos más y mejor que los de la
ultraderecha,
La palabra ultraderecha y fascista no se le caía de los labios a
los de You can que se sentían amedrentados e impotentes ante Vox un movimiento
que arrasaba. Mucho presumir de potencia sexual y seguro de que el miembro no
se les ponía erecto para cubrir a las cabras locas del Contubernio Fem.
Arije no tenía que ver con la ultraderecha. Era un anarquista,
un rebelde como lo fue Jesucristo contra el Sanedrín y se sentía satisfecho
consigo mismo por haber dado testimonio pero sus días los pasaba oculto en su
esconce y las noches las pasaba en blanco a causa del dolor de España que lo
afligía. Después de salir de la cárcel por haber asesinado a la funcionaria
roja (fue una lacra en su vida pero tenía demasiado temperamento) se refugio en
el sotabanco de Majadahonda. Le había quedado una pequeña pensión, podía pagar
la pensión el resto lo gastaba en tabaco y en libros en la cuesta Moyano. Nada
sabía de su familia. Etsi había venido a verle dos veces a la cárcel pero desde
el año 92 no volvió a saber de ella. Asumía que había encontrado pareja.
Aquella mañana amaneció radiante. Los niños de Madrid había
sacado a la calle sus camionetas, sus hombres araña y las muñecas que les
trajeron los Reyes Magos. La Epifanía era una noche mágica. Ponía fin al
misterio de las Doce Noches y Saturno dejaba de gobernar el mundo. Durante este
intervalo ocurrían bajo el imperio del dios oscuro así conocían a Saturno los
romanos y para aplacarlo celebraban las saturnales. Las doce noches venían
marcadas por la tragedia de trifulcas en el hogar, asesinatos, borracheras,
eclipses, pues el sol se ocultaba y no quería alumbrar la Tierra, terremotos e
inundaciones. Ero era sobre todo la melancolía que sentía el hombre ante el
tiempo que pasa y la vida que se va. Este espíritu pagano había renacido en las
sociedades antes llamadas cristianas. Había que ponerle a los pascueros y a
papá Noel que se deslizaba por toda la Europa nevada en su trineo buena cara.
Ho. Ho. Ho.
Pese a sus dolamas tanto espirituales como corporales se sentía
contento. Había llegado la hora de romper el ayuno. Se fue a comer al Julifer.
Allí todo seguía igual que hacía diez años. El Santis en la barra y la Leonor
en su chiscón la cual al verle llegar le hizo esta salutación:
—Coño, yo creía que te habías muerto.
No supo qué decir ante tal insolencia. Pidió lentejas, gachopo y
una botella de vino. De postre arroz con leche y un chispacito de coñac.
Había tres o cuatro individuos en la barra discutiendo acaloradamente
sobre la derrota del Madrid ante el Alavés. Nadie hablaba de política. Abandonó
el local satisfecho y por aquel dicho de que de la panza sale la danza recuperó
su buen humor pero ya en el autobús camino de casa empezó a sentirse mal. Le daban
arcadas pero no podía vomitar. Se le puso cara de luna de enero.
En la parada final se acurrucó en un banco.
— ¿Se encuentra usted mal, señor?
—Si llamen a una ambulancia. Me muero.
Llegó una ambulancia y Arije fue conducido de inmediato a
urgencias. Allí perdió la consciencia. Cuando despertó estaba en el quirófano
de Puerta de Hierro rodeado de tubos de mascarillas y de electrodos, enchufado
a una maquina todo su cuerpo. La medico una muchacha joven se acercó:
— ¿Qué comió usted hoy?
—Lentejas y cachopo, algo de vino y un poco de aguardiente.
— ¿Dónde?
—En un bar regentado por amigos míos
—Señor, pues en las lentejas le colaron belladona ¿No se dio
cuenta? Es un veneno que puede causar la muerte pero al parecer es usted hombre
de complexión fuerte.
—No. Las lentejas estaban buenísimas.
—Le hemos hecho un lavado de estomago. Creo que se recuperará.
No obstante, quedarán secuelas.
Arije no maldijo a los que le quisieron envenenar. Lo aceptó
como castigo por sus pecados y un aviso del cielo para no volver a pisar nunca
un chigre, tabernas, una fonda sin homologar. Dios le había salvado de las
garras de Erifos y de la Leo. Otra vez la Divina Misericordia estuvo de su
parte. Aunque tampoco hay que fiarse de las fuertes lunas de enero cuando las
gatas entran en celo.
SAN ANTÓN LA GALLINA PON
Dio gracias a Adonai por haber salido con bien del intento de
envenenamiento en el mesón de la Puñalada. Un signo. Hay que mirar a las
estrellas donde se inscribe nuestro destino en busca de señales. Los dioses
mandan desde el firmamento un aviso. Y, ya con el alta médica en el bolsillo,
al abandonar el hospital enclavado en los cerros de Majadahonda se veía la
sierra cubierta de un manto níveo bajo los arcos del austero monumento a Mota y Marín, aquellos dos valientes
rumanos, voluntarios de la Guardia de Hierro, que dieron su vida por España
allí en aquellos recuestos por donde Madrid se urbaniza y dejó de ser campo. De
modo que volvió a su casa que estaba a unas manzanas del centro médico,
respirando hondo y pisando fuerte ufano de haber sobrevivido. La internista
asturiana le hizo una transfusión de sangre con un fármaco antídoto de
neutralización de la belladona. El Santi
y la Leonor vaya un par de cabrones quisieron darle el pasaporte. Que se jodan.
Entre potas pucheros anda el Señor pero también se esconden los asesinos. Así y
todo estaba muy dolorido y quemado por dentro. Les hubiera pegado a los dos un
tiro, si no hubiese temido a volver a la cárcel.
En su esconce todo seguía igual. Un cuadro del Arcángel san
Miguel le saludó bajo la puerta. Vuelve a casa, pan perdido. En la calle, la
rutina de siempre, los mismos ruidos. Allí le aguardaban sus libros de rezos,
sus estampas de vírgenes y sus rosarios colgados de la pared y las linternas y
palmatorias para alumbrarse de noche. Había meses que le cortaban la luz por
falta de pago y estos hachones magnéticos le hacían buen servicio cuando se iba
la corriente.
Uno de los rosarios era enorme medía dos metros y los dieces
enjaretados en un cordel de esparto los cinco misterios con los cinco
gloriapatris rematando en una cruz fabricada con la roña de la corteza de un
pino santo que talaron para ayudar a los creyentes en la devoción de santo
Domingo los jerónimos del Parral de Segovia, carpinteros a lo divino que hacían
bancos y cruces para las parroquias. Pero este sarta piadosa tenía cierto valor
histórico porque había pertenecido a Sor María de Agreda a Gumersindo Manahén
Arije le inspiraba gran devoción esta mística doctora que escribió más de
veinte tomos sobre la Virgen y los escribió de rodillas. Fue muy conocida en el
siglo XVII por sus deliquios, levitaciones y éxtasis místicos, ya que,
supuestamente, había recibido del Altísimo el don de la bilocación.
Mediante dicha gracia ayudó y consoló en sus noches tristes a
los misioneros de Nueva España, así que mientras la priora de Ágreda en alma
oraba sentada en el coro de su convento su cuerpo era transportado por los
ángeles al Nuevo Mundo. Testigos presenciales la vieron bautizar a los indios
de Guanajuato y gracias a sus dotes los mexicanos conocieron las doctrinas de
Jesucristo. Fue a visitarla el rey Felipe IV a su regreso de su triunfal
campaña en las guerras de Cataluña fue aplastada la rebelión de los
barceloneses levantiscos y la monja y el rey se hicieron amigos. Es copiosa la
correspondencia que se conserva de las cartas entre el monasterio y Palacio. En
ellas sor María amonestaba con dolor pero sin acrimonia al monarca por sus
excesos y amorosos desvaríos. Felipe IV tuvo fama de mujeriego. No paraba de
sofaldas damas de la corte e incluso aguadoras de Madrid y actrices tan famosas
como la Calderona. No se paraba en barras y a veces profanaba el sagrado
recinto de los beaterios tan abundantes por aquel entonces en la capital del
reino:
─Eso que su merced realiza, Majestad no sólo ofende a Dios y le
conduce al infierno también está muy feo─ le reconvenía la madre superiora de
las concepcionistas de Agreda.
─Ya lo sé, reverenda madre, pero no puedo. No puedo.
El cuarto de los Felipes, decía el doctor Marañón, tenía una
libido desbocada, era insaciable. Si hubiese sido reina hubiera padecido de
furor uterino. En todo caso su sensualidad se parecía a las de las mujeres. Sus
biógrafos no ocultan que llenó el reino de bastardos. Engendró a más de de
setenta hijos naturales y hasta podría ser que llegara a tirarle los tejos a
sor María que era bastante guapa pero no consta porque era una santa y devolvió
escandalizada los billetes enamorados que el rey le mandaba hablándole muy
seriamente de las penas del infierno y del cruel destino reservado a los
concupiscentes en las Calderas de Pedro Botero. A don Gumersindo le hacían reír
estas cosillas. Pensaba que el catolicismo en su rama conversa está obsesionado
con las llamas infernales y con el sexo pero él ya no era joven para
escandalizarse por tales asuntillos. Mirando las cosas con cierta distancia y
sin apasionamiento, la misión de los reyes es engendrar muchachos y la
obligación de las reinas parirlos. Ardua tarea porque muchas de aquellas pobres
y tristes reinas morían de sobreparto y no alcanzaban la edad provecta. De este
peligro nos advierte una visita al pudridero del Escorial donde se amontonan
las sepulturas de recién nacidos perro España y yo somos ansí, señora. Que
quieren vuescerdes que yo faga. El rey Felipe no lo podía remediar trigger
happy de bragueta pero nunca probaba el vino, la probaba la caza y tenía un
gusto exquisito por la pintura. San Antón la gallina pon y hasta san Antón
pascual son. El padre Ángel estaba solemne y más orondo con un ocho que no le
cabía un piñón por culo bendiciendo a los burros, los perros y garos del todo
Madrid. Abrió las puertas del templo en la calle Hortaleza a los nobles brutos
Dios le perdone porque ese clérigo asturiano culo de mal asiento que tiene un
sexto sentido para sacarle la pasta a los famosos desconoce que a las fieras no
les está permitido pisar sagrado y un día de San Antón yo vi a un gran danés
tan enorme como un oso andar por la predela olisquear las vinajeras de la
credencia en el altar mayor. El perrazo entre gruñidos y ladridos se puso a
cantar la epístola de la misa del día a los desamparados de Madrid. Su aspecto
era feroz como el de un Rotweiler. Creo que aquel bicho era la vera efigie del
diablo que se le había colado al padre Ángel entre los vuelos de sus sotana
ínfulas animalistas y buenismo pero no vamos ahora a sacar las cosas de quicio.
ARROABAN los jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los
cuervos relinchaban los caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la
gata, cantaban los canarios, gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la
coruja, cacareaba la gallina, ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo
es escuchar el aullido del lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es
la fiera que te muestra los dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana
sino el vecino que te pasa la mano por la espalda. Los borregueros de Turégano
se han echado al monte con sus borregos y Valdivieso es un divieso en carne
viva. ¿Estos son tus amigos los curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos
sienten hacia vos rencor y omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de
Intereconomía devanaba historias increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido
y lo mismo hacían Pío Momas y otros autores carentes de ingenio. Tenían que
eliminar al otro para que no les hiciese sombra y abrirse brecha a codazos. Ya
decía don Miguel que vivimos en un país de rencores pero ese toro de
Intereconomía no es un miura sino un bull de los de Rockefeller. No te fíes
mucho del pelo blanco va a lo suyo. Él y el tuerto pretenden ser los defensores
de España pero su afán es enriquecerse a sí mismo. A derecha e izquierda se
alzan los farallones derruidos de la patria mía. Tú sigue tu ruta, no hagas
caso. La chati del Pigtail se limpiaba el coño con una teja y ahora tiene en su
reserva papeles higiénicos perfumados, vive en una dacha de Galapagar. Adiós
Vallecas. Ellos defienden al obrero… de lejos. La política se ha inventado en
España para chupar imagen, henchir los bolsillos, discursear y pedorrear.
Arrúan los jabalíes ya digo. El Santi y la farota de la Leo abrían la puerta
del infierno a los clientes mojándoles el café con leche con DDT. En una jaula
de su esconce tenía nuestro protagonista un jilguero enjaulado al que llamaba
“Caruso”. Se pasaba las mañanas de sol trinando partituras de ópera con lo que
daba gloria a Dios y dejaba el alma satisfecha de su amo que al oír salmodiar a
Caruso se olvidaban de cuando le clavó la navaja a la archivera. Fue un golpe
seco y cortante. Toma para que no te rías de mí. Dejarás de batir tortillas con
tu coima, escupir sobre mis vírgenes y arrancar los dieces de mi rosario. ¿Por
qué te manchaste las manos de sangre, Manahén? Lo hice en defensa propia.
Conmigo no se juega. Alguien tenía que cortarles las alas a los buitres de You
Can. El bueno de Arije le hizo la tonsura al Coletas. Ese tío le daba cien
patadas en la barriga y su chati le ponía nervioso cuando iba con los
cartapacios de tareas bajo el brazo. Los apuntes de Facultad se habían
convertido en papeles de gobierno. Marxistas de salón. La prensa del Duerno
gustaba de comparar a los de Podemos con los de Venezuela. La archivera quedó
yerta en medio de un pequeño charco de sangre tras un breve pataleo acelerada
agonía se cagó por la pata abajo a la hora de expirar. Arije fue certero. Se
demostró que era tan bueno con la pluma como con la navaja. Zas. Un golpe de
guasca y para el otro barrio. Carmen Fernández del toro voló a la eternidad. Al
cielo no. Seguramente que la pasaporte a los infiernos. Estaba en pecado
mortal. Esa tía que la llamaba por teléfono a la oficina no se cansaba de
alabar sus habilidades digitales. Ay que me corro de gusto reina con solo oírte
hablar. Cumplí cadena, se hizo justicia y ya estoy a bien con la sociedad pero
seguía arruando el gocho salvaje. Venían en manada por todo el valle de
Talamanca, cruzaban los desmontes de Valdepielagos y Torrelaguna y no paraban
de corretear al trote cochinero hasta Vaciamadrid. Se detenían ante el antiguo
parador, hozaban por las caballerizas y muchos deportistas que hacían footing
por los resayos de Moncloa vieron a piaras de estos súridos animales impuros y
no precisamente de compañía. A veces se atrevían incluso a gulusmear entre los
contendores de basura. Se habían convertido en plaga. El abandono de la
agricultura en Castilla había determinado el regreso de la fauna salvaje. Era
una tarde apacible y él caminaba en compañía de sus recuerdos por la parte
central del bulevar de Reina Victoria. El sol se hundía por la hucha del
horizonte irradiando un haz de irradiaciones portentosas. Entonces se dio
cuenta de una cosa: lo bello que es vivir. Al poco rato cuando el sol se puso
el firmamento era una verbena de estrellas filantes. Desde el banco donde
estaba sentado pues le había entrado fatiga veía entrar y salir a la clientela
del Julifer. La Leonor mujer farota y poco contemplativa había envenenado
aquella tarde a otros tres borrachos más. La policía los encontré pajaritos
cerca del nido de los cisnes aguas abajo del Manzanares. Carmen Fernández del
toro voló a la eternidad. Al cielo no. Seguramente que la pasaporte a los
infiernos. Estaba en pecado mortal. Esa tía que la llamaba por teléfono a la
oficina no se cansaba de alabar sus habilidades digitales. Ay que me corro de
gusto reina con solo oírte hablar. Cumplí cadena, se hizo justicia y ya estoy a
bien con la sociedad pero seguía arruando el gocho salvaje. Venían en manada
por todo el valle de Talamanca, cruzaban los desmontes de Valdepielagos y
Torrelaguna y no paraban de corretear al trote cochinero hasta Vaciamadrid. Se
detenían ante el antiguo parador, hozaban por las caballerizas y muchos
deportistas que hacían footing por los resayos de Moncloa vieron a piaras de
estos súridos animales impuros. A veces se atrevían incluso a gulusmear entre
los contendores de basura. Se habían convertido en plaga. El abandono de la
agricultura en Castilla había determinado el regreso de la fauna salvaje. Era
una tarde apacible y él caminaba en compañía de sus recuerdos por la parte
central del bulevar de Reina Victoria. El sol se hundía por la hucha del
horizonte irradiando un haz de irradiaciones portentosas. Entonces se dio
cuenta de una cosa: lo bello que es vivir. Al poco rato cuando el sol se puso
el firmamento era una verbena de estrellas filantes. Desde el banco donde
estaba sentado pues le había entrado fatiga veía entrar y salir a la clientela
del Julifer. La Leonor mujer farota y poco contemplativa había envenenado
aquella tarde a otros tres borrachos más. La policía los encontré pajaritos
cerca del nido de los cisnes aguas abajo del Manzanares.
OJO DEL CULO. OJO DE RA. OJO FLOGÍSTICO
Llegó a casa desaforado, sintiendo el aliento de los alanos de
San Antón que ladraban en clave oenejé azupados el padre Ángel aquel cura
trabucaire asturiano. Canes en la iglesia mala cosa. es como decir vienen
sastres, al infierno vamos y en la lúcida mañana de invierno sacó, ganado su
esconce, refugio de sus libros, radios y rosarios, la petaca, atascó la pipa,
hirvió café en el infiernillo aquella infusión le sentaba bien para aplacar su
conciencia y mitigar el hambre que siempre padecía, prendió la cachimba que era
su mejor amiga en tiempos de desolación, cimbel y zumbel la peonza de las
añoranzas daba vueltas, girando sin parar, se acordó de su amigo Nilo que
acababa de tirarse al tren. Nilo escritor en tiempos infaustos del reinado del
Rey Borracho al que sucedió su hijo Tontolinón VI al que llamaban medallas pues
sólo exhibía su borbónico valor en los desfiles y besamanos había acumulado una
intensa obra. Le había legado sus cuadernos, varias novelas impresas a
ciclostil. Nilo, inédito, literato sin suerte pero con harto talento, se
equivocó de época. Arije guardaba en los altillos del chiscón de Majadahonda
las obras de su amigo. Las publicaría algún día si tuviese dinero. Lo haría.
Aguardaría ilusionado la llegada de los paquetes que le enviaba la editorial
contra reembolso, iría por las librerías. los libreros los pobres que estaban
muy alcanzados porque los Mandiles no prohibieron la censura pero se empeñaban
en poner astillas en el radio de las ruedas de los autores nuevos aquí sólo
escribe el que yo diga y sólo editará el del pensamiento correcto. El esquema
de acabar con la rica, maravillosa y sufrida historia de la literatura española
sólo entraban en tórculos autores ingleses y norteamericanos, formaba parte del
proyecto de destrucción de España. Querían degollar su cultura y trucidar sus
sueños. Nilo Popín admirador de Francisco de Quevedo se suicidó amargado de
verse obligado a comerse las ediciones de sus obras. En las librerías le
rechazaban sus textos por no tener distribuidor. La luz de enero se colaba por
el montante. De allí llegaba el ruido de la calle. Majadahonda se había
convertido en una ciudad populosa arrabal de Madrid. Las tenadas de los
pastores de la Mesta que venían de tierra Segovia dieron paso a la avalancha de
constructores del Real State. Surgieron como hongos la urbanizaciones de
adosados. ¡Pobre Propinas! Hacía causa común con él mira que tirarse al tren!
En su memoria encendió la cachimba y sentado en el sofá destartalado al lado de
la chimenea comenzó a leer un capitulo de la novela de su amigo. No era un
libro del Reverte ni de la Hija del Yale el que tiró a su mujer por la ventana
en Toledo ni uno de esos autores insulsos introducidos a machote y a barrisco
en la lista de los más vendidos. Su difunto amigo escribía en tenor de los
clásicos comprometido con su tiempo;
"Don Nilo el hombre, librero de lance, un santo varón, un
justo de Israel, amor en tiempos revueltos (ya ha vuelto a salir la frase
hecha) desde que lo suspendieron de empleo y sueldo porque, condenado a
galeras, le pusieron de compañero de terna a un marica, y pederasta, erudito
muy ilustre de la ciudad de Burgos, conversación amena pero que tenía una
debilidad imperdonable por el culo sobre todo por el de los niños inocentes y
don Nilo el hombre viéndose condenado no hacía otra cosa que lamentarse de su
mala suerte y echaba pestes contra la Organización pero ésta era un muro
infranqueable hasta que un día le pegó un meneo a su compañero de filas y lo
mató.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario